OO3; sonrisa cuadrada
En medio de la oscuridad, el parque de atracciones cobraba vida con un brillo vibrante y alegre. Las luces de neón delineaban cada montaña rusa, carrusel y rueda de la fortuna, creando un espectáculo visual de colores que se reflejan en los rostros emocionados de los visitantes.
Las sombras de las atracciones se alargan, dándole al parque un aspecto casi mágico, como si fuera un mundo aparte, donde la diversión nunca termina.
La música alegre, las risas de adultos y niños y los aromas tentadores de algodón de azúcar y palomitas de maíz se mezclan en el aire, haciendo que cada rincón del lugar pareciera un sueño hecho realidad bajo el manto de la noche.
Jungkook sostenía la mano de su novio mientras de hacían paso entre le gente. Taehyung sostenía un helado con la mano libre mientras observaba con admiración cada pequeño detalle de los puestos de juegos y comida que iban pasando. Jungkook por otro lado solamente admiraba a su novio en silencio.
—¿A qué atracción deberíamos subir primero? —indagó el mayor, ganándose así la atención de Taehyung—. ¿O quizás deberíamos probar suerte en alguno de estos puestos? —señaló los puestos a sus espaldas.
Taehyung pareció pensarlo por un momento. —Probemos los puestos —le dió una lamida a su helado y luego volvió a hablar—. Todos se ven muy divertidos.
Jungkook asintió y sin más se acercaron a un pequeño puesto no muy lejos de donde ellos estaban. Un hombre mayor, con unas ganas visibles, los saludo con emoción desbordante.
—Muy buenas noches, jóvenes —la voz del hombre resonó por sobre la música del parque—. Permítanme explicarles en qué consiste el juego.
—Por favor —Jungkook accedió.
El hombre sonrió, se alejó por un momento y tomó en manos una pequeña caña de pescar de juguete con un anzuelo en punta.
—El juego es muy simple —comenzó a explicar—. Lo único que tienen que hacer es atrapar con esta caña a los pesces que están flotando por el pequeño anillo de metal que tienen en la parte superior —dijo, haciendo una demostración de lo que iba explicando—. Sólo tienen cinco minutos para atrapar tantos pesces como les sea posible. Algunos de ellos tienen escritos algunos premios.
Taehyung saltó en su lugar emocionado cuando el hombre finalizó con la explicación. Aplaudió alegre mientras giraba la cabeza en dirección a Jungkook.
—¡Hagámoslo, por favor! —pidió más que emocionado.
—Lo que tú quieras.
Jungkook pagó el costo del juego y el hombre le tendió la caña de pescar. Más que decidido a ganar por su novio Jungkook se preparó para iniciar mientras esperaba la señal de que podía iniciar.
—De todos modos que tan difícil puede ser... —se dijo a sí mismo, mirando fijamente los pesces de plástico flotar en el agua.
—Puedes empezar ahora —el hombre indicó y así lo hizo.
—¡Agh! —gruñó cuando su tiempo finalizó—. Estos pesces del demonio...
Jungkook se quejó, maldiciendo por los aires al juego y al que lo creó. Algunas personas a su alrededor por lo cómica de la situación pero el hombre del puesto estaba preocupado por su pobre caña de pescar que el plinegro retorcia en sus manos
—Hyung, déjame intentarlo a mí —pidió Taehyung luego de largar una carcajada porque su novio no había atrapado ningún pez.
Otra vez.
—Deja que lo haga una última vez, ahora estoy seguro de que lo conseguiré —pidió más que decidido en que ésta sería la vencida.
Taehyung se cruzó de brazos.
—Dijiste lo mismo hace cinco rondas —el castaño ladeó la cabeza, una sonrisa traviesa tirando de sus labios—. Y perdiste en todas.
Jungkook apartó la mirada de su novio, regunfuñando ante sus palabras. ¿En qué momento es qué había perdido su valiosa habilidad en los juegos? Jungkook era alguien bastante competitivo y por más absurdo que fuera un juego él se proponía ganar sí o sí.
Pero al parecer había perdido sus habilidades.
—Vamos... déjame intentarlo a mí —insistió nuevamente Taehyung.
El pelinegro me entregó la caña de pescar y pagó por él. El hombre mayor suspiro recibiendo el dinero, ahora más aliviado de que su caña estuviera en otras manos que no fueran las de Jungkook.
Taehyung se preparó mientras el hombre ajustaba el cronómetro y cuando le indicó que podía comenzar así lo hizo.
Jungkook observó a su pareja desde el inicio, dándole indicaciones de qué pez debía atrapar y algunos trucos para poder enganchar el anzuelo a los diminutos anillos.
Luego de cinco minutos qué parecieron eternos para Taehyung y Jungkook el cronómetro llegó a su fin y con ello el juego.
—Muy bien —el hombre comenzó a decir—. Ahora contaremos cuántos pesces atrapó, joven —le dijo a Taehyung con una sonrisa, observando por el rabillo del ojo como el pelinegro se asomaba por sobre los hombros de su pareja—. Uno, dos, tres, cuatro y cinco...
—¡Sí! —exclamó con emoción el castaño—¡Jungkook, atrapé todas las que se suponía debías atrapar!
Jungkook le revolvió el cabello. —Ja. Ja. Muy gracioso, Kim.
—Tiene un premio joven —volvió a decir el hombre del puesto, obteniendo la atención de la pareja—. Aquí tiene, es para usted —dijo extendiéndole a Taehyung un pequeño peluche de oso con un trajesito y lentes muy adorable—. Enhorabuena.
Taehyung recibió el peluche entre sus brazos desbordando alegría. —¡Muchas gracias! ¡Es muy adorable! —sonrió, abrazando el peluche.
El pelinegro no dijo nada, sus atención únicamente puesta en su bonito y adorable novio.
Taehyung tenía cabello ligeramente despeinado por la brisa nocturna, una expresión de pura felicidad resplandeciendo en su rostro. Fue en ese mismo instante que Jungkook se dio cuenta de lo que realmente llamaba su atención: la sonrisa de Taehyung.
Cuando Taehyung se volvió para mirarlo, su sonrisa apareció como un destello de luz. No era una sonrisa común; era algo especial, un reflejo genuino de su alegría y de su esencia.
Había algo genuin en la manera en que Taehyung sonreía que hacía que el mundo a su alrededor pareciera un lugar más brillante. Sus labios se curvaban hacia arriba de una forma que parecía iluminar su rostro entero, y sus ojos brillaban con una calidez que era imposible de ignorar.
—Veo que te gustó el peluche —Jungkook dijo mientras retomaban su andar entre la multitud.
Taehyung se apegó a él, rodeando su brazo y apoyando la cabeza en su hombro. —Sabes que sí —dijo aferrándose a él—. Este osito es muy hermoso, ¿no lo crees? —cuestionó alzando la mirada hasta que sus ojos hicieron contacto.
Jungkook asintió con la cabeza, sus ojos aún fijos en la bonita sonrisa cuadrada de Taehyung. —Sí, es hermoso. ¿Pero sabes qué es aún más hermoso? —Jungkook no esperó realmente a que el castaño respondiera así que continuó—. El cómo tu sonrisa puede hacer que todo, hasta lo más insignificante, se vea aún más bonito.
Taehyung se detuvo frente a Jungkook, su sonrisa se hizo aún más amplia ante el cumplido. —¿Qué dices? —inquirió—. Estas exagerando.
—No lo estoy —aseguró Jungkook, acariciando la mejilla de Taehyung—Tu sonrisa es única y muy hermosa.
Taehyung bajó la mirada, un leve sonrojo apareciendo en sus mmejillas
—No lo sé, creo que es simple...
—Es mucho más que simple —dijo Jungkook, tomando la mano libre de Taehyung, mirándolo a los ojos—. Cada vez que sonríes, es como si todo lo que nos rodea cobrara vida. Eres como un rayo de sol que ilumina mi mundo.
Taehyung apretó suavemente la mano de Jungkook, su sonrisa suavizándose en una expresión de ternura. —Esa es una de las cosas que más amo de estar contigo. A veces, sin decir una sola palabra, puedes hacerme sentir muy amado.
Jungkook se acercó un poco más, mirándolo con una admiración que iba más allá de las palabras.
—Con sólo tu hermosa sonrisa es suficiente para recordarme lo afortunado que soy de tenerte a mi lado —dijo, sus ojos destilando todo aquello que quería transmitirle a través de sus palabras.
Taehyung se inclinó hacia adelante, dándole un beso suave en los labios. —Tú también haces que mi vida sea más brillante.
La noche continuó y la conversación entre ellos fluyó con una naturalidad y una cercanía que sólo fortalecían su vínculo. A medida que fueron recorriendo el parque y en los juegos ambos se fundieron en risas y anécdotas que recordarían en el futuro con mucho cariño
Ambos entonces se sentaron en un banco cerca de una fuente, disfrutando del sonido relajante del agua y de la compañía mutua. Taehyung, aún con su sonrisa, observaba el entorno con una tranquilidad que era contagiosa. Jungkook, mientras tanto, no podía evitar sentir que cada momento con Taehyung era un regalo, una oportunidad para apreciar la belleza en los detalles más pequeños.
Y así, bajo el cielo estrellado, rodeados de la alegría que se vivía en aquel parque de atracciones, Jungkook y Taehyung disfrutaron de la compañía mutua, sabiendo que su amor y las pequeñas cosas que compartían hacían que cada momento fuera aún más especial.
La sonrisa de Taehyung se convirtió en una de las muchas razones por las que Jungkook se sentía agradecido, un recordatorio constante de la belleza y la luz que su pareja traía a su vida.
amo la sonrisa de Tae 😓
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