O1O; osito

El sonido característico del pitido de la cerradura al desbloquearse resonó en el silencio del departamento. Jungkook, que estaba tumbado en el sofá con su teléfono, aburrido, levantó la mirada de inmediato.

Una sonrisa enorme se dibujó en su rostro.

Era Taehyung.

Sin siquiera molestarse en ponerse las pantuflas, Jungkook saltó del sofá y corrió hacia la entrada.

Allí estaba su novio, encorvado mientras se quitaba las botas de invierno y las colocaba con cuidado en el estante de zapatos. Su chaqueta gruesa y su bufanda enorme apenas dejaban entrever su rostro, pero para Jungkook no había nadie más adorable en el mundo. 

—¡Tae, amor! —exclamó Jungkook con entusiasmo. 

Taehyung pegó un pequeño brinco del susto, enderezándose rápidamente y mirando hacia él con ojos sorprendidos. 

—¡Dios, Jungkook! Casi me matas del susto —su tono era más de reproche divertido que de enojo, pero antes de que pudiera decir algo más, Jungkook ya lo había levantado del suelo con una facilidad pasmosa. 

—¡Finalmente estás en casa! —dijo Jungkook, zarandeándolo de un lado a otro con una alegría infantil. 

—¡Jungkook, para! —Taehyung empezó a reír, aunque pronto su tono cambió a uno un poco más serio—. ¡Me estoy mareando! 

Al escuchar eso, Jungkook se detuvo de inmediato, volviendo a colocarlo en el suelo con cuidado. Sin embargo, Taehyung se tambaleó un poco al tratar de recuperar el equilibrio, y Jungkook, rápido como siempre, lo sostuvo por la cintura. 

—¿Estás bien? ¿De verdad estás mareado? Lo siento —dijo atropelladamente Jungkook, su expresión llena de preocupación. 

Taehyung asintió mientras respiraba hondo, intentando contener una sonrisa. 

—Estoy bien. Solo... avísame antes de hacer algo así la próxima vez, ¿sí? —lo miró con una mezcla de diversión y leve exasperación. Luego, ladeó la cabeza y preguntó—: ¿Y a qué viene tanto alboroto? Solo estuve fuera por unas horas. 

Jungkook se inclinó ligeramente, con una expresión casi ofendida. 

—¡¿Unas horas?! Tae, fueron ocho horas. Ocho. Eternas. Horas. 

Taehyung no pudo evitar soltar una risa genuina ante el dramatismo de su novio. Sus labios se curvaron en una sonrisa tan amplia que formó el característico cuadrado que Jungkook adoraba, y sus ojos se achinaron, formando casi una línea. 

—¡Jungkook! —dijo entre risas—. No exageres, por favor. Solo fui al trabajo. 

—Exagero porque es verdad —Jungkook cruzó los brazos, haciendo un puchero adorable que contrastaba con su físico imponente. Luego, apuntó un dedo hacia Taehyung—. Además, no te ves tan arrepentido por haberme dejado solo todo ese tiempo. 

Taehyung volvió a reír, su rostro enrojecido tanto por el frío del exterior como por el calor del momento.

Jungkook lo observó detenidamente: su abrigo enorme, la bufanda que apenas dejaba visible su nariz, sus manos ocultas en los bolsillos del abrigo y sus mejillas rojas... Parecía un osito. 

Un instinto incontrolable se apoderó de él. 

—No puedes verme así y esperar que me controle —sin darle tiempo a reaccionar, Jungkook envolvió a Taehyung en un abrazo apretado, casi aplastándolo contra su pecho. 

—¡Jungkook! —exclamó Taehyung nuevamente, sorprendido por la acción abrupta. Sin embargo, su protesta fue suave, y aunque intentó liberarse al principio, pronto se rindió.

Sabía que cuando Jungkook estaba en este modo, no había forma de detenerlo. 

—Eres demasiado lindo, Tae. Pareces un osito que necesita calor. 

—Estoy literalmente usando tres capas de ropa —la voz de Taehyung salió amortiguada contra el pecho de Jungkook. 

—Eso no cambia nada —Jungkook rió mientras hundía su rostro en la bufanda de Taehyung, aspirando el delicioso aroma de su perfume—. Además, este abrigo te hace ver aún más adorable. Quiero quedarme así para siempre. 

—Si sigues apachurrándome así, no habrá un "para siempre". Me vas a aplastar. 

Ambos comenzaron a reír, el sonido llenando el departamento. Jungkook aflojó un poco el abrazo, pero no lo soltó del todo. 

—Te extrañé demasiado, cariño. De verdad. No sé cómo haces para estar ocho horas lejos de mí sin volverte loco. 

Taehyung levantó la mirada hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de cariño y diversión. 

—Porque no soy un niño mimado como tú —le sacó la lengua juguetonamente. 

Jungkook entrecerró los ojos, fingiendo estar muy ofendido, pero no pudo evitar reír. 

—Está bien... puedes burlarte todo lo que quieras, no te librarás de mi tan fácilmente.

Taehyung suspiró, negando con la cabeza mientras sus labios volvían a formar esa sonrisa cuadrada que Jungkook tanto adoraba. Y en ese momento, con Taehyung todavía envuelto en su bufanda y sus mejillas enrojecidas, Jungkook pensó que nunca se cansaría de tenerlo cerca.

Y ahora estaba más convencido que nunca de que quería pasar el resto de su vida a su lado.

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