Cap 8: Familia

Sumergiéndose lentamente en el agua caliente, Denki se encontraba relajándose en las aguas termales de la clínica de su querido amigo Juzo.

—Muchas gracias por recibirme Junko-sama —dijo al verla entrar.

—No tienes que agradecer Kaminari, sabes que para ustedes siempre tengo un espacio disponible. Aun cuando esta cerrado —guiña con complicidad—. Te espero en la sala, tómate tu tiempo —se retira.

Nuevamente se metió en sus pensamientos cerrando sus ojos. Aceptar esa invitación de su hermano no fue mala idea después de todo. De un momento a otro, pasó de sentirse tranquilo a reflexivo. Lo que Katsuki le había dicho de su sobreesfuerzo tal vez era verdad. No duerme correctamente, a veces olvida alimentarse bien y no tiene tiempo para cuidar de sí mismo.

Prefiere dedicarle su tiempo y esfuerzo a la gente que quiere, ser reconocido con orgullo y así evitar recordar el trato que le daban en el orfanato.

La regla era muy simple.
Haz tus deberes: no pasa nada.
No hagas tus deberes: severo castigo.

Normalmente el pobre recibía los peores castigos aun haciendo sus tareas, ya sea por un pequeño retraso al ejecutarlas o un ligero error.

¿Pero que esperaban las directoras?

El solo tenía 5 años.

Salío de las nubes mentales al darse cuenta de la presencia de alguien dentro de la bañera.

—Hola Denki-kun, no quería molestarte

—Nunca lo haces Izuku-chan —sonríe mostrando los dientes— ¿También te obligaron a venir?

—Como terminé temprano Iida-sama me dejó irme, y tienes razón, Tsuyu me hizo venir.

—En mi caso fue Kats.

—¿Por qué?

—Sólo exageración.

—Denki Bakugou...

—Ok, es porque quiere que descanse correctamente luego de descubrir que llevó dos meses desvelándome moviendo cajas del mercado.

—¡¿Qué!? Eso no es exageración, es preocupación justa. Denki, no es por ofenderte, pero tu cuerpo no está muy entrenado para hacer trabajos de ese tipo. Te vas a provocar un esguince o un problema lumbar severo.

—Mira quién lo dice.

—Hey, yo ya me ejercito —se defiende.

—No entiendo que tiene de malo que quiera ayudarlos.

—Ayudar no es malo, pero arriesgar tu salud sí. Tus padres aún te ven como un niño, así que lo más probable es que no les gustaría saber que te estás descuidando.

El rubio se sumergió hasta la nariz en el agua ligeramente frustrado, haciendo burbujas a manera de berrinche, calmándose tan solo unos segundos después.

—Sé que todos lo dicen por mí bien, pero... tan solo quiero dejar de sentirme inútil.

Acortando la poca distancia entre ambos, Izuku tomó gentilmente las mejillas de su amigo.

—Denki, mírame atentamente y grabate esto: tú no eres un inútil. Tienes un buen trabajo, eres el mejor mesero y todos lo pueden confirmar. Ayudas cada vez que puedes en el servicio a la habitación y también sueles ayudar a los intendentes en la limpieza. Tus padres y hermano reconocen lo bueno que eres en las labores domésticas y tienes un don en la cocina. Eres la persona más responsable que conozco,así que repite esto en tu mente: yo no soy un inútil.

Denki no pudo contener las lágrimas y abrazó al peliverde,aun cuando saben la intimidad en la que se encuentran. Su amistad no tienen ningún tipo de pena en este sentido, a ninguno de los dos les afecta absolutamente ese tipo de contacto.

Simplemente se estan abrazando, nada más.

—Ow, como quisiera tener una cámara ahora —voltean a ver al hijo de la propietaria sin soltarse.

—Juzo-chan —sonríe el rubio.

—Hola chicos —les sonríe—, ¿se la están pasando bien?

—Como siempre —se separan—. ¿Te meterás?

—Nah, en las noches si quiero darme un baño caliente uso mi propia tina. Sólo quería preguntarte si ya querías tu masaje Izuku-san.

—¿Así que también tienes el paquete completo?

—Cortesía de Tsuyu —rueda los ojos.

—Voy a salir, ¿en cuál de las salas está tu mamá?

—En la segunda.

—Ok, nos vemos Izuku-chan, y gracias.

Gracias a la relación tan profunda entre los tres, no había problema de verse en paños menores, aunque de todas formas se apresuró a ponerse una toalla, ponerse una bata junto con su ropa interior  y dirigirse a la habitación que el albino le mencionó.

Fue recibido cariñosamente por Junko y, ya conociendo la rutina, espero a que saliera para subirse a la mesa y recostarse debajo de una sábana blanca hasta los hombros, colocando su rostro en el acolchado agujero y viendo los tiernos dibujos de flores en los azulejos.

—¿Sólo espalda? —escuchó.

—Como siempre

Junko no podía ver su rostro, pero imaginó que estaba sonriendo, y no pudo evitar hacer lo mismo mientras se acercaba a la camilla y doblaba por la mitad la sábana, descubriendo la pequeña pero ancha espalda del chico.

—¿Cuál te gustaría esta vez? —refiriéndose a los aceites.

—El de vainilla me encanta —sonríe aunque Junko no lo noté.

—Recuerda que el aceite puede estar frío —le advierte antes de colocarlo sobre su cuerpo.

—Creo que para este punto ya me acostumbré... ¡AHH, ESTÁ FRÍO!

—Te lo dije —comienza a tocarlo—. Oye, tienes varios nudos en la espalda, ¿te has estresado últimamente o sobreesforzado tu cuerpo? —empieza a ejercer presión.

—Am...

—Eso me lo dice todo.

Un ligero gemido escapó de la boca de Denki al sentir las expertas manos de la doctora trabajando.

— ¿Lo ves? Entre más te relajes al deshacer los nudos, significa que llevabas demasiada tensión encima —un ligero crack asustó al pequeño, relajándose casi al instante—. Y ni hablar de tu columna —nuevamente un crujido salió de su cuerpo.

—Juro que no lo vuelvo a hacer —se quejó.

—Denki, te conozco desde que venías a jugar con Juzo, sé que lo volverás a hacer.

Una pequeña risa salió de la boca de ambos. Siguieron conversando animadamente mientras Denki se dejaban ser consentido.

No es tan malo relajarse después de todo.

—Katsuki, ¿donde está Denki? —preguntó su madre sirviéndole restos de la cena—, salieron temprano y me sorprende que no esté aquí.

—Lo mandé a la clínica de la señora Honenuki.

—Pues nos ahorraste el trabajo, tu padre y yo queríamos pedirle que fuera. En fin, termina de cenar.

Mitsuki estaba a punto de irse a la habitación con su esposo —ya dormido—, pero fue detenida por su hijo mayor.

—Mamá, tenemos que hablar de algo.

Para que Katsuki le dijiera mamá en lugar de bruja o vieja, el asunto tenía que ser importante.

—¿Qué ocurre? —se sienta enfrente de él.

—Es sobre Denki, ha tenido nuevamente esos pensamientos negativos sobre el autodesprecio y... —mordió su labio ligeramente. Le prometió a su hermano no decirle sobre las cajas, pero aun así reveló parte de la verdad— ha estado trabajando descuidando sus descansos.

La mujer dejó escapar un suspiro.

—Lo sabemos, y estamos preocupados por eso. ¿Lograste hablar con él?

—Hice lo mismo que tú y papá hacían cuando él era un niño. Le recordé lo valioso que es para nosotros y que no se menospreciara.

—No importa cuantos años pasen o cuantas veces se lo recordemos, no va a dejar esos sentimientos.

—Y todo por culpa de esas malditas viejas.

—Prácticamente lo rescatamos de seguir bajo su terrorífico poder.

—Han pasado 12 años desde eso. Pero algo dentro de mí me dice que pronto va a mejorar —sonríe recordando a Denki.

Mitsuki, como buena Bakugou que es, decidió cambiar abruptamente el tema, así que mientras colocaba sus manos detrás de la cabeza, exclamó.

—Que bueno que hablaste sobre tu hermano. Por un segundo creí que ya tenías pareja.

El rostro del rubio se coloró abruptamente y casi se atora con un trozo de zanahoria.

—¡Vieja, no te metas en mi vida personal!

—Además, no se de que me preocupo, ¿qué persona en el mundo aguantaría a alguien tan gritón y malhumorado?

—Pues tu te casaste con papá.

Ambos rubios se la pasaron discutiendo "amistosamente", posiblemente hasta que Denki llegara.

Algo de todos los días.

Puede que los hermanos Kirishima tengan la regla/orden de dormirse antes de las 9 incluso de vacaciones, sin embargo, aprovechaban la ausencia de su mamá para poder desvelarse sin el miedo de que ella llegara a regañarlos.

Se encontraban con la pijama puesta —pants negro con playeras de diferentes colores (Tetsutetsu negra y Eijirou roja)—, recostados en la gran cama que compartían y platicando sobre su día.

—Apenas llevamos 3 días en este lugar y ya me preocupa irnos —se quejó el peligris—. Me encanta el lugar.

—Concuerdo contigo. Adoro el pueblo, la vegetación y los negocios...

—Y los chicos guapos.

—¡Tetsu! —lo golpea ligeramente sonrojado y riendo— no digas eso.

—Por favor, se que te traes algo con ese salvavidas.

—No lo voy a negar, sabes que los masculinos son mi debilidad. Soy como una fiera...

—Que le gusta ser domada.

Recibe otra horda de golpes por parte de su hermano mayor.

—¿Sabes?, yo también conocí a alguien. Es uno de los masajistas del hotel.

—¿El musculoso? Da buenos masajes, el otro día me dió uno.

—No, él no. Me refiero al otro, uno de pelo blanco, piel algo pálida, ojos negros y linda sonrisa.

—Mmm... —intenta recordar sin éxito—. Nop, no lo conozco.

—Lo conocí cuando llegamos. Le tiré accidentalmente sus toallas y lo ayudé a levantarlas. A cambio, él... besó mi mejilla —toca la mejilla donde recibió el beso—, luego nos conocimos un poco más y... ¿por qué esa cara?

La expresión de Eijirou era casi idéntica a la de un gato sonriendo con picardía. Sólo le faltaba la cola y los bigotes.

—¿Conque linda sonrisa y conquista a punta de besos, eh? —mueve las cejas de arriba y abajo.

En ese momento, los papeles se invirtieron y ambos terminaron con una divertida guerra de almohadas.

Podrán tener más de 18 años, una carrera profesional como deportistas y una reputación empresarial.

Pero nunca dejarán de ser niños de corazón.

—Papá, estoy en casa.

—¡Mirio!, bienvenido a casa ¿tienes hambre? —cierra el libro que estaba leyendo.

—Cené en el puesto de ramen de la familia Kendo —se sienta enfrente de su padre.

—De acuerdo. ¿Saludaste a Itsuka de mi parte?

—Y también de la mía —se ríe.

—¿Cómo ha estado el trabajo?

—Todo bien. Los chicos han progresado mucho y van excelente, son los mejores trabajadores que pude reclutar.

—¿Y qué tal te va?

—Con muchos clientes satisfechos. Ayer atendí a un chico bastante estresado. Es universitario y...

Por un segundo, Mirio recordó a Tamaki suplicando no contarle a nadie sobre su ansiedad. Le prometió no decirle a nadie a menos que la situación lo requiriera. El chico es un hombre de palabra, así que tuvo que corregir su última parte rápidamente.

—...y se llama Tamaki.

—Oye, jamás habías mencionado el nombre de tus clientes. Debiste haber conversado con él para saberlo. Ese chico debe ser especial.

Sí, lo es —murmura mientras sonríe.

—En fin, ya tenemos que dormir, el trabajo nos espera mañana. Buenas noches Mirio —se levanta.

Mirio se quedó un rato más en la sala, a pesar de que le gusta aprovechar el tiempo extra para dormir. Recordó al chico de cabello azul. Pensó en su sonrisa, su carita, sus tiernas manos, su espalda delicada, sus suaves y ligeramente gorditas piernas...

—¡¿Ah!? —se exalta abruptamente.

Como profesional, debe tener cuidado cuando está con los clientes debido a los contactos tan íntimos que tiene y que los huéspedes le confían. Sin embargo, en los 5 años que tiene trabajando como masajista jamás había pensado en el cuerpo de una persona de esa manera.

No era profesional, y tampoco muy ético.

—Mejor me voy a dormir.

Mina se encontraba profundamente dormida después de cenar y dar un paseo con su esposo. El embarazo le sacaba muchas energías, algo díficil de asimilar para alguien tan hiperactiva como ella. Tal vez por eso el doctor le había recomendado tomar unas vacaciones, pues su trabajo en la compañía de diseño y las constantes entrevistas y eventos no la ayudaban a relajarse mucho.

Con un mes y medio para el parto y la aprobación de sus colegas, ella no tenía problemas en aceptar, salvo su terquedad.

Por suerte para los demás, cuenta con un maravilloso esposo por él cual se derrite de amor.

Mientras la pelirrosa se encontraba durmiendo —tal vez soñando con su bebé en brazos o con un cupcake de vainilla—, Hanta se encontraba en el baño debido al insomnio, esto debido a la nostalgia.

Cuando se casó con Mina, fue uno de los días más maravillosos e irrepetibles de su vida. Sus amigos, la ceremonia, su primer baile... Todo fue total y absolutamente maravilloso.

Excepto por una ausencia.

En la Iglesia, del lado del novio, se encontraban reservados tres asientos en primera fila, dos de ellos ocupados por los padres de Hanta, muy orgullosos de su hijo. Eso lo hizo sentir feliz.

Pero su felicidad hubiera estado completa si su hermana hubiera estado en el tercer asiento.

Debido a su relación de mellizos, ellos han estado juntos desde su concepción y en prácticamente todo. Compartieron la misma cama, el mismo conjunto de ropa, el mismo grupo escolar e incluso su computadora. Si no fuera por el género, serían iguales en todo.

O lo era hasta que llegó la elección de Universidad.

En ese entonces, la familia Sero estaba pasando las cosas no muy bien de forma económica, sin embargo, tenían la oportunidad de darles una buena educación, aunque en diferentes universidades.

Uno podría ir a una escuela privada y el otro estudiaría en la escuela pública.

Ambos habían discutido el tema, de que podían asistir juntos a la universidad pública y así ahorrar mejor, pero lamentablemente llegó la primera diferencia entre los mellizos.

Hanta quería estudiar administración.

Hanna quería estudiar biología marina.

La cual sólo se impartía en la universidad privada.

Todavía recuerda la última conversación que tuvieron, al menos cara a cara.

Puedo cambiar mi carrera. La botánica no parece tan mala.

Hanna, no voy a permitirlo.

Oh vamos, bien podría llevarte a una expedición a la selva —lo animó.

No permitiré que renuncies a tu sueño. Piensa por ti, no por los dos.

Hantty, mi sueño de viajar aún seguirá vigente, incluso con el cambio de elección. Es que... no quiero estar separada tan lejos de ti.

Hanny, escuchame —toma su mano—. No importa cuan alejados estemos el uno del otro, siempre nos vamos a llevar aquí —lleva su mano a su pecho, señalando el lado de su corazón—, tienes derecho a hacer lo que más te gusta. Tienes que aceptar la oportunidad que tienes —sonríe—. ¿Todavía recuerdas la canción que te enseñé cuando te invitaban a pijamadas tus amigas y no a mí por obvias razones? —se ríe.

La Luna sigue mis pasos y las estrellas los estan marcando...

Para que puedas ver el rumbo que estoy llevando —acompleta Hanta.

Y así sentirnos menos alejados —prosigue Hanna, antes de lanzarse a los brazos de Hanta—. ¿Tú estas seguro de esto?, tendrías mejor oportunidad en la privada.

Lo estoy Hanny —la abraza—, voy a estar bien aquí, ya vimos que las clases son igual de buenas. Entonces, ¿les decimos a mamá y a papá?

Ok.

Ya habían pasado varios años desde ese día. Normalmente se llamaban todos los días y se escribían todo el tiempo, incluso cuando ya habían conseguido trabajo.

Sin embargo, hace un año Hanna consiguió una oferta en el Ártico, donde la conexión es básicamente nula, y desde entonces no ha hablado con ella.

¿Si la boda fue hace 3, por qué no asistió? Un viaje a Oceanía lo explica por sí solo.

Mina y ella se habían conocido por videollamada e incluso ella estaba ansiosa por verla en la boda, pero ese viaje lo impidió.

A pesar de la solitaria desventaja, Hanta no se arrepiente de nada. Está feliz por su hermana menor y muy orgulloso de ella. Si se lo preguntan, él tiene a la mejor melliza del mundo.

Las estrellas siempre le dicen donde está.

Un bostezo saliendo de su boca le indicó que ya podía irse a dormir.

—Hola Izuku, ¿listo para dormir?

—Sí mamá, el masaje de Juzo-san ya me dejó bien relajadito y listo para una buena siesta. Sólo pondré esto en agua.

—Ok —va a ayudarlo.

En ese momento, Inko se dio cuenta del arreglo floral que estaba colocando en el jarrón.

—¿Todo bien mamá?

—Izuku... yo... le vendí esas flores a alguien esta mañana.

Sobrevino un silencio proveniente del shock, por parte de Inko debido al nuevo descubrimiento y por parte de Izuku por la repentina revelación.

—¡Dime quién es, cariño! Luce muy guapo y buen partido para ti —toma sus manos emocionada.

—¡Mamá, despertarás a Tsuyu!

—¡Lo siento, pero es que... estoy feliz!

—¿En serio?

—Tú aceptaste el regalo del chico y me imaginó que no sólo fue por cortesía. Tienes que sentir algo por él.

—Ah... siendo honestos...

Bajo la mirada de su madre, es prácticamente imposible para el decir mentiras.

Y más aún cuando la mentira sería demasiado obvia hasta para él.

—Sí.

Inko abrazó cariñosamente a su hijo, quien luego de dejar las flores en el jarrón se fue a su cuarto, contemplando una de las campanillas que se desprendió del arreglo.

Su blanco le recordaba al lado blanco de Shoto, y también a su alma. Esa tan atractiva alma junto con una deslumbrante personalidad y un carisma por el cuál rogaría por tener.

—Sí siento algo por ti, Shoto.

Bastante tarde, lo sé.

En fin, vamos a las curiosidades.

1-Denki fue adoptado antes de cumplir los 6 años, así que aún tenía 5 cuando obtuvo el apellido Bakugou debido a su rápida adopción.

2- Denki, Izuku y Juzo se conocen desde pequeños. Siendo más específico, cuando Izuku tenía 8, Juzo 6 y Denki 5. Además, Izuku conocía a Katsuki cuando el tenían 5 y 8 respectivamente.

3-Ahora hubo mención de Kendo Itsuka, una estudiante de la clase B, la mejor de su clase en palabras de sus compañeros.

4- Para los que no saben, canonicamente a Mirio le gusta el ramen.

5- La pequeña canción de Hanta es mía, aunque inspirada por la canción de Bruno Mars, Talking to the moon (bellísima ❤)

6- Mitsuki e Inko saben perfectamente las orientaciones sexuales de sus hijos, por eso Mitsuki dijo pareja y persona, para no englobar un sexo, y por eso Inko no se soprendió por saber que a Izuku lo cortejaba un varón

En fin, lamento que sea tan tarde, pero aquí son las 11:55, asi que técnicamente es viernes.

Bueno, nos vemos el jueves, criaturitas :3

Sayonara.

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