8. Ruido en el corazón
En días como esos, en los que olvida sus audífonos en casa, el mundo para Off parece ser mucho más ruidoso y caótico de lo normal.
Está estresado, sumamente alterado del bombardeo de caos a su alrededor y quiere llegar lo más pronto a casa para encerrarse en su habitación en la oscuridad y el silencio de la intimidad y la calma. Nunca le ha gustado vivir en la capital y días como esos, se recuerda que tan pronto como pueda debe irse a un lugar alejado y tranquilo, por su propia salud emocional y mental.
Demasiados autos pitando al mismo tiempo, gente que habla por todos lados, perros ladrando desde las rejas de sus casas y todo va muy rápido, todo son luces y semáforos y claxons que le ponen los nervios de punta mientras camina con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, mirándose los tennis pisando la acera a cada paso que da.
Alza la vista cuando la luz roja ilumina la calle, cada vez más oscura a medida que se hace de noche y es cuando lo ve, sentado en la parada del autobús, al otro lado de la avenida, mirando hacia los autos y con una sonrisilla bobalicona en los labios.
El chico mueve de adelante a atrás sus piernas, colgando a causa de la altura del banco y pareciera sacado de una película por su permanente sonrisa, su cabello ondulado y su amplia sudadera gris. Off lo mira con desprecio, demasiado feliz para su gusto pero a medida que el tiempo pasa y el mundo frente a sus ojos avanza muy rápido, la curiosidad crece.
—Qué idiota. —susurra malhumorado Off, recibiendo desde atrás un empujón de algún hombro ajeno. Lleva cerca de un minuto ahí parado, sin hacer absolutamente nada.
El chico suspira, se truena los dedos y continúa mirando al frente, sacando de quicio a Off. Ha perdido ya dos autobuses y no parece tener intención de moverse de su sitio, donde contempla con exagerada felicidad la ruidosa ciudad.
Nuevamente la luz roja enciende y Off es llevado por la multitud que avanza hacia adelante a tropezones, llegando al otro lado de la acera, a escasos pasos del chico de la parada. Lo observa desde su sitio, de costado y por un momento lo que siente es lástima de que alguien así de tonto exista todavía en el mundo que sin aviso podría comérselo vivo.
El muchacho voltea, lo mira con ojitos curiosos y le sonríe, agitando su mano. Off se queda en blanco, ofendido, sorprendido y ya ni siquiera sabe qué siente que lo pone de tantos modos por esa acción tan desinteresada. La gente ya no saluda a los extraños, el mundo corre muy rápido y ya nadie es feliz...
¿Feliz?
Off tampoco lo era...
Pero ese muchacho, al que no le devolvió el saludo, sí.
Él era mejor persona.
Y Off suspira avanzando hasta él, y se sienta a su lado a esperar lo que sea que espere, en silencio. El chico lo observa curioso, media sonrisa en sus pequeños labios. Off se encoge en su sitio, guardando las manos en su sudadera. Se aclara la garganta y gira el rostro, esperando recibir un saludo verbal que no llega, pero lo que si llega, es una sonrisa que le esconde los ojos.
—¿Haces eso con toda la gente extraña? —Pregunta Off y el chico se encoge de hombros—. Ya.
El silencio vuelve y es al más alto a quien le provoca ansiedad y malestar, rompiéndolo de nuevo.
—¿Eres de por aquí? —El muchacho asiente en silencio— ¿Vas a tu casa? —Y un nuevo asentimiento que no hace más que exasperar al chico—. Es de mala educación no responder las preguntas.
El muchacho se ríe, se ríe con ganas y la risa que tiene es suave, es profunda y contagiosa. Se señala los oídos y Off puede ver dentro un pequeño aparato, que supone, le permite escuchar. Cuando se señala los labios y hace un gesto con la mano simulando una boca abrir y cerrar, para seguir con una cruz, Off entiende.
El chico es mudo.
—¿Me escuchas? —El pecho de Off se contrae en su sitio, mirando al radiante muchacho asentir con gusto—. Pero no puedes hablar...
Su sonrisa decae un poco, pero pronto vuelve a su rostro cuando de su bolsillo saca su teléfono en la aplicación de notas. El muchacho teclea algo en el móvil y lo extiende a Off, quien lo toma con nerviosismo.
Hola, me llamo Gun.
Por favor no robes mi teléfono, chico alto. Sólo así puedo hablar contigo.
Off se ríe, pero una punzada de dolor le atraviesa el pecho.
—No lo haré, quédate tranquilo Gun. —El muchacho recibe de nuevo su teléfono y teclea rápidamente para volver a extenderlo— ¿En serio quieres seguir hablando conmigo?
Gun asiente.
Agradezco eso.
¿Cómo te llamas tú?
—Off. —sonríe, un poquito, cada vez más cómodo a lado de ese chico ha logrado sin saberlo todavía, que el mundo ruidoso y agitado a su alrededor deje de existir.
Es un bonito nombre.
¿Esperas el autobús?
—Iba camino a casa, a pocas calles. —Gun asiente— ¿Vives muy lejos?
Cuatro estaciones al norte, pero me gusta aquí, así que me quedé un ratito más.
—¿Qué tiene de especial este sitio?
Es ruidoso.
Me gusta escuchar, hace años que no lo hacía.
Off aprieta los labios y siente como los ojos se le llenan de lágrimas. Cuando lo mira de nuevo, Gun le sonríe sutilmente, con compasión y le coloca una mano en el hombro.
No llores, Off... Te contaré un secreto:
Ahora este sitio será mi favorito por siempre.
Off se seca las lágrimas.
—¿Por qué?
Porque te conocí.
Off se ríe, enternecido y teclea algo en el teléfono de Gun, quien lo observa curioso.
¿Puedo acompañarte a casa?
Gun asiente, señalando el autobús que se aproxima y, seguramente tendrán que tomar para dirigirse al norte.
¿Vas a hablar conmigo todo el camino así?
Sólo si tú quieres.
Toman asiento, juntos, intercambiando frase a frase el móvil de Gun.
Le da misterio ¿No? La gente debe pensarse que planeamos la dominación mundial.7
Off no puede evitar reírse a carcajadas y su risa contagia a Gun, quien se cubre la boca con ambas manos.
Eres divertido.
Ya sé.
Y modesto.
No olvides que también soy guapo.
Off lo mira, con el rostro ladeado y le desordena el cabello con ternura.
Extraño tu voz.
Confiesa Gun, cabizbajo. Tiene las mejillas rosas y mira al suelo, esperando su respuesta escrita.
Es fea
Y tú un mentiroso.
Off bloquea el móvil y se lo extiende a Gun, quien lo recibe preocupado.
—Así que, te gusta mi voz ¿Eh?
Gun asiente, sonriendo, y le golpea a modo de juego el hombro a su alto nuevo amigo.
—Debería grabar algo para ti, Gun, para que me recuerdes.
¿Entonces es el adiós? Porque la siguiente es mi estación.
—No... —Off toma el teléfono y teclea rápidamente su número, para entregarlo al bajito antes de que se ponga de pie y se vaya—. Envíame un mensaje, Gun.
El chico asiente, antes de despedirse con una gran sonrisa agitando su mano antes de que las puertas se abran y baje en la estación.
Dime qué sabes volver o me sentiré horrible.
Off lee el mensaje, niega con la cabeza a media sonrisa y graba su respuesta.
—Descuida Gun, ya encontraré la forma de volver a casa.
El ruido de la gran ciudad había desaparecido, pero desde ese momento Off, no pudo dejar de escuchar aquel hermoso ruido... en el corazón, latiendo por aquel pequeño, que en solo minutos, le robó suspiros, lágrimas, risas, amor, y se adueñó por completo de su corazón.
Desde aquel día, esperó ansioso los mensajes de Gun, y caminó entusiasmado hasta su lugar favorito, ese donde se encontró con Gun, durante mucho tiempo, antes de mudarse juntos.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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