13. Ladrón
Vale que tenía demasiado calor. Y quizás fue una pésima idea haber comido otra rebanada de pizza antes de acostarse porque además de sofocado, Off se sentía lleno y pesado sobre la cama a la que se le pega la piel en las sábanas húmedas a causa del calor infernal que ha decidido azotar esa noche en la ciudad.
Era otoño por el amor de Dios, ¿Por qué no hacía frío? ¿Quién le había robado sus tardes de vientos y hojas anaranjadas sueltas por el camino, cayendo de los árboles? Se sentía en medio del jodido verano, recurriendo a dormir en calzoncillos mientras el ventilador del techo no hace mucho por aminorar su sufrimiento. El aire que circulaba el aparato dentro de la habitación era caliente, no había mucha diferencia.
Y de entre las cosas que más detesta de tener calor, indigestión e insomnio, está eso que lo pone tan de malas muy aparte de la sensación del estómago lleno hasta la garganta y que le suden los huevos: recordar.
Y odia recordar. Porque recordar es vivir, dicen por ahí, y a Off no le encanta revivir los recuerdos de su ex novio, porque primero se enoja y después, siempre, termina llorando mientras se debate si mandarle o no a Gun un jodido mensaje donde solamente le pida que responda su llamada.
Pero ese hombre era tan volátil, como un maldito huracán que llegaba a joder absolutamente todo a su paso, dejando el mundo de cabeza para volver a desaparecer con el viento que lo trajo.
Off al día de hoy lo ama, lo adora, lo extraña tanto que le causa un dolor físico mucho peor que el que en algún momento sufrió a causa de las aventuras de Gun, donde siempre, siempre, terminaban huyendo de alguien.
De entre todas las cosas que ahora los hacen ex novios, están el expediente criminal del pelinegro de los piercings, sus impulsos idiotas de meterse en problemas, deudas a gente peligrosa y su aparentemente inexistente consciencia sobre lo que debe y no debe hacer alguien que pierde una apuesta de pelea de gallos clandestina.
Como robarse al puto gallo del organizador de la pelea, por ejemplo.
Gun estaba jodido en muchos sentidos. Desde su nulo amor propio para evitar que lo molieran a palos hasta el hecho de que podía llegar a ser tan impulsivo e idiota que con tal de sentir adrenalina en sus venas, se metía en los peores líos con la peor gente. Sin embargo, había algo que lo hacía endemoniadamente atractivo más allá de su rostro o coqueteo, de su voz o sus ojos que se veían tan peligrosos bajo el negro que los rodea de vez en cuando y Off se lleva la almohada a la cara de pensarlo, porque sabe que, aunque lo niegue sigue pensando en ese enano imbécil, jodidamente sexi y lo mucho que le gusta.
Quizás él también estaba jodido, porque a nadie le puede parecer atractivo y emocionante huir de un grupo de sujetos armados por las calles de la ciudad de madrugada para terminar en un motel haciendo el amor de la forma más apasionada y delirante jamás hecha.
¿Por qué eran ex novios? se resume a que Off se cansó no de huir por su vida, sino de vivir al filo con alguien a quien por sus estupideces podrían matar mañana sin miramiento alguno. Estaba seguro de que por más que Gun le dijera que no había riesgo, que estarían a salvo y le besara los labios para callar sus sollozos y que nadie los escuchara y encontrara, en algún momento tendría que ir a la morgue a reconocer a su novio y no estaba preparado emocionalmente para algo tan denso de vivir.
Así que, con todo el dolor de su corazón, se alejaron. Se dijeron adiós y Gun simplemente asintió, mojándose hasta el alma bajo la lluvia cuando le dijo un seco "De acuerdo" antes de dar media vuelta y desaparecer en la vereda. No hubo abrazos, no hubo cursis despedidas, no hubo besos de película. Simplemente un "tienes que parar" y un "nadie te obliga a quedarte" para que, en el silencio de Off, Gun encontrara su respuesta.
—¿Por qué nunca respondes? —murmura Off, con el antebrazo sobre los ojos húmedos y el teléfono pitando en el oído, anunciando uno tras otro los tonos de llamada—. ¿Por qué?
Gun nunca atendía el teléfono cuando Off le llamaba y no le sería difícil creer que era porque estaba metido en un lío, pero ya era demasiado para ser coincidencia y el pelirrojo presiona el botón rojo, cortando la llamada antes de llegar al buzón de voz.
Off cierra los ojos, sintiendo el peso del aparato sobre su pecho hundirse hasta el fondo.
Cierra los ojos y suspira, mojadas sus mejillas de llanto y el cuello de sus lágrimas, todavía con demasiado calor y ahora, la nariz congestionada. Era maravilloso. Habían pasado solo dos semanas desde que terminaron y la nariz todavía no le sanaba de la última vez cuando un tal Mike, se encargó de rompérsela, la misma noche que Gun se fue bajo la lluvia. Ni su nariz ni su corazón habían sanado todavía.
Dispuesto a dormir en su miseria, Off se recuesta de costado, abrazado a una almohada donde recarga la barbilla, dormitando con los ojos nublados y la nariz congestionada que no se puede limpiar porque sería desatar una cadena de sangre y sufrimiento que no, no quiere pasar esa noche.
—¡Pssst!
Pero Gun tenía otros planes.
—¡Off!
No, por favor... Que fuera un sueño, una jodida broma...
Toc.
Una piedrita estampa contra la ventana y Off se hunde en la almohada, reuniendo fuerza para no asomar y atender el llamado a susurros gritados de su ex novio en la calle.
—¡Off!
El pelirrojo suspira, encorvado sobre la almohada repitiéndose que no debe asomar, que debe ignorarlo porque Gun sólo trae problemas y aunque lo escuché subiendo por la escalera de incendios debe ser fuerte y hacerse el dormido. Gun ya ha llegado a la ventana y por supuesto que entra al estar abierta, haciendo que Off maldiga el calor que hace precisamente ese día.
—Vete. —articula con la voz pesada, mirando la pared contigua, dándole la espalda, aunque quisiera tomarlo en brazos y llenarlo de besos y disculpas en ese preciso instante. Tumbarlo contra el colchón y llenarle de marcas el cuerpo, de besos la cara y de gemidos la voz tan bonita que tiene mientras le dice que lo odia por imbécil y que por favor no se vaya nunca—. En serio, Gun, vete.
El pelinegro se mete ambas manos a los bolsillos, mirando la espalda desnuda de Off. Tiene el cabello largo todavía, disparado a todas direcciones en la cama húmeda donde le da la espalda y le pide que se vaya. Gun se muerde los labios, intentando no soltar alguna idiotez.
—Tienes que ayudarme...
—No, no tengo. —Off se acomoda, aún dándole la espalda—. No somos nada, Gun, no te debo nada.
Y las palabras le hacen encoger los ojos y el pecho de dolor al chico perforado, que se muerde la lengua para no soltarse a pedir perdón de rodillas presa del llanto.
—Off... Por favor, al menos mírame. —Gun avanza a pasos calmos, con miedo y una mano al frente—. Te necesito...
—No. —y por fin le da la cara, mirando Gun esos ojos marrones que parecen ser los únicos con alma, con auténtica humanidad que conoce—. Necesitas entender, eso te hace falta. —Off se sienta sobre el colchón, de brazos cruzados cubriendo parcialmente el tatuaje del dragón en su cadera y parte de las costillas, porque es imposible cubrir toda esa piel absolutamente desnuda, y le roba el aliento al pelinegro—. No voy a mover un dedo por ti.
—Entonces al menos escúchame.
—¡No! —el pelirrojo se pone de pie, manteniendo el colchón como muro entre ambos—. Si te escucho seré tu cómplice y estoy hasta los huevos de serlo.
Gun suspira, cabizbajo y se lleva las manos al cabello oscuro, revolviendo con nerviosismo.
—Mira, yo la cagué ¿Ok? Lo sabemos y no hay tiempo para esto porque me persiguen, Off. —el pelirrojo se ríe, articulando un "Qué novedad" al cielo—. Pero te necesito, ¿De acuerdo? No quiero que me escondas, ni que me des dinero. Quiero que vengas conmigo, una última vez...
—Tienes que parar.
—Es la última. —se levanta, desesperado y une sus manos, arrodillado—. Te juro que es la última, pero ven conmigo... Te lo suplico ven conmigo Off, no puedo hacer esto solo.
El pelirrojo observa desde arriba, su cabello negro, sus ojos oscuros, la forma en la que la cadena cuelga de su labio y como este tiembla amenazando el llanto.
—¿Qué fue esta vez? —suspira, resignado y Gun le besa las manos todavía en el suelo.
—Ven. —Gun se pone de pie rápidamente, sacando del closet de su ex la ropa que por supuesto que sabe dónde guarda. La lanza a Off quien se viste rápidamente en medio de un deja vú y una vez calzado y vestido, Gun le sonríe—. Te va a encantar.
—Presiento que no.
Gun baja primero y salta a media escalera por el barandal, cayendo al asfalto a salvó. Off le sigue y avanzan a pasos rápidos por el costado del edificio hasta llegar a una vieja camioneta roja estacionada ahí, en la calma de la noche. El pelirrojo frena en seco, calzándose la chaqueta de cuero y con una ceja alzada.
—¿Dónde está tu Lamborghini?
Gun sonríe, como un niño orgulloso y se planta frente a Off con una mano extendida.
—Lo vendí. —el pelinegro no aparta la sonrisa de su rostro—. Se acabó. Se acabó para siempre Off, no más deudas.
Off sacude la cabeza, entendiendo todo. Y el corazón le da un brinco, la respiración se le corta, pero, aun así, se fuerza para hablar.
—¿No más apuestas? —el pelinegro niega— ¿Peleas? ¿Robos? ¿Persecuciones?
—Adiós para siempre.
Off se lleva ambas manos a la cabeza, realmente sorprendido.
—Y entonces... ¿A qué viniste?
Gun le sonríe, el rostro ladeado y las llaves del auto entre sus largos dedos. Se acerca y deposita en su mentón un beso, lento, cariñoso y con los ojos cerrados, casi levantado de puntitas.
—A verte. —Off baja la mirada, chocando sus ojos, uniendo sus frentes—. A empezar de cero.
Off le sonríe, tirando de su cuello para unir finalmente sus labios en un beso que le sabe a gloria y a tabaco de los labios de Gun que le rodea el cuello con los brazos y se deja alzar de la cintura, cayendo de espalda contra el capó del auto mientras le besa el cuello y le saca suspiros ahogados.
—Me hiciste tanta falta...
Gun: entre todo lo que ha robado se incluye un gallo de pelea que todavía conserva con la esperanza de que sus cuidados y amor le den al animalito una segunda oportunidad. Dos relojes de oro, un jarrón de alguna dinastía importante, poco más de cincuenta mil dólares en efectivo dentro de una maleta en el maletero de ese auto y lo más valioso de su expediente criminal: Un chico pelirrojo sentimental y tierno, con una bandita en la nariz, que le besa las manos recostado en el asiento trasero, subiendo y bajando sus caderas contra su cuerpo, diciéndole mil veces que lo ama, mientras él suspira y jadea quedito bajo su cuerpo.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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