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Caminas por la calle con Melca, haciendo el tonto, de la mano. Saltáis cual Heidi y empezáis a reír.
–Pero qué tontas somos.
–Y que lo digas –respondes–. El curso no nos ha sentado bien.
Melca se ríe y te acaricia la mejilla.
–Pero sigues siendo mi tontita favorita.
Sonríes.
–No podías ser más mona.
–Sí... Siendo tú.
Te ríes y la abrazas.
–Mira, casi todo el mundo está andando en esa dirección. ¿Pasará algo?
–A saber. ¿Los seguimos?
–¡Vamos a ser detectives secretos!
Te ríes. Te hace gracia cuando saca su lado infantil.
Camináis juntas, soltándoos la mano.
Veis un grupito de gente rodeando algo. Escucháis una guitarra y a alguien cantando y os acercáis. Te haces hueco entre ellos al reconocer la cabellera de Leia en primera fila, Melca te sigue. Leia está vestida con un pantalón de chandal corto y un top, seguramente estaba haciendo footing cuando se la encontró.
Como no, es Azuleima la que canta Te regalo de Carlos Baute, tocando la guitarra. Ha puesto el estuche de la guitarra abierto delante de ella, donde ya hay algunas monedas. En este tiempo conociéndola, os habéis dado cuenta de que no es extraño que salga a la calle para cantar, intentar vender un cuadro o ponerse a hacer retratos.
Azu os ve y sigue cantando mientras mira hacia vosotras. No sabes si a Leia, a ti o a las dos. Irónicamente, a pesar de que ella no cree en el amor, expresa ese sentimiento con tanta devoción que se te mete en el pecho, haciéndote creer en él por un momento. Sabe qué cara poner en cada momento, cómo moverse y cómo conjuntar los tonos de su voz y su guitarra. Cómo llevar las subidas y las bajadas para poner los pelos de punta a toda su audiencia.
–Dan ganas de tener a alguien que te cante así –escuchas decir a una chica cerca de ti.
–Sí –contesta su amiga–, tiene ojos de enamorada.
–Ojalá algún chico nos mire de la misma manera algún día.
Leia se aguanta la risa.
–Esa puta es una actriz de primera.
Cuando termina de cantar y hace reverencias a su público, Leia suspira y se gira dándole la espalda.
–¿Pero por qué es tan sexy?
–No lo sé. Pero lo es. Mucho.
Melca carraspea.
–¿Qué? Tienes que admitirlo... Es como una obra de arte, te maravilla desde lejos pero sabes que no vas a tocarla.
Miras a tu amiga, que parece pensativa. Leia mira su cronómetro, lo para y lo vuelve a poner a cero. Quiere saber cuánto tiempo puede correr del tirón, sin descansos.
–Oye, Leia... –Te mira– ¿Tú qué sientes por Azuleima?
Ella te mira entrecerrando los ojos, con el ceño fruncido.
–Claramente nada. Bueno, sí, amistad. ¿Por qué me miras así, loca? Estoy con Nico.
–Tanto tú como yo sabemos que crees en el poliamor. Que estés con Nico no significa que no sientas algo por otra...
–Tiene tetas –te corta–, y yo sólo quiero a Nico.
Azu se acerca a vosotras tras guardar su guitarra y colgársela al hombro.
–¡Hola, chicas!
Te abraza. Cuando se separa de ti, choca el puño con Leia. Sonríe a Melca poniéndole una mano en el hombro.
–¿Nos vemos esta tarde? –pregunta a Leia.
–Claro.
Te mira.
–Vente, si puedes. Me iré pasado mañana, y no sé si podré quedar otro día para despedirme.
–Vale, allí estaré.
–Bueno, adiós, guapetonas.
Azu se va. Leia pulsa el botón de su reloj para iniciar el cronómetro e irse corriendo. Tú la observas alejarse.
–¡Le estás mirando el culo!
Sacudes la cabeza.
–¡Qué va!
–Valeria...
–Bueno, sí, ¿y qué?
–Que le estás mirando el culo a Leia. Y antes estabas mirando a Azu de arriba a abajo, es muy "sexy", ¿no?
–¿Pero qué te ha dado?
–Dices que Azu es sexy, y siempre la estás mirando. Estabas hablando con Leia mirando su top a cada rato y te has quedado mirándole el culo cuando se ha ido. Y eso por no mencionar cómo devorabas a Alicia con la mirada el otro día en la piscina.
–¡Vale! Tengo ojos, sé mirar, ¿y qué?
–¡Pues que me molesta!
–Mosquéate lo que quieras, Melca. No voy a vendarme los ojos porque a ti te moleste. Ni si quiera las he tocado. A ninguna de ellas. Relájate, ¿quieres? –Bufas– ¿Sabes qué? Se me han quitado las ganas de darme una vuelta contigo. Paso.
Te alejas de ella.
–¡Espera! ¡Valeri!
–¡Adiós!
–Pero... ¡Valeri!
Echas a correr. Te ha enfadado su reacción.
Melca suspira y se lleva una mano a la cara. También está mosqueada, pero le asusta que tú lo estés. Tiene miedo de perderte pues sabe que, como pareja, se aleja mucho de lo que a ti te gustaría. Que te gustaría no tener que fingir que no sois nada cuando estáis en público, saber que su familia lo apoya, llegar a algo más que unos cuantos besos... y que no fuera celosa. Lo cierto, es que tiene celos justamente por eso: sabe que tanto Alicia como Azuleima o Zahara... Incluso Leia si se cambiara de acera... Podrían darte todo lo que ella no te da. Podrían ser la pareja perfecta para ti. Y, aunque sabe que tú la quieres y que quieres esperar por ella, que le restas importancia a todo ello con tal de estar a su lado... Le da miedo que llegue el día en el que te hartes y decidas que con otra persona estarías mejor. También las quieres mucho a ellas. Y Melca ha vivido en sus propias carnes como la amistad se puede convertir en amor.
A ti no te importaría su reacción si fuese la primera vez que tiene celos, pero no lo es, y ya empieza a hartarte esa faceta suya.
¿Qué le importa si te quedas mirando a una chica o si no lo haces? No estás haciendo nada malo con ello... No haces nada en su contra.
Además, te ha jodido que mencione a Alicia. Que se lo hubiera quedado guardado. Es de ser muy rencorosa.
Y Ali... Es Ali. No te gusta que te la mencionen, en general. Y menos si es en algo que tenga que ver con Melca. No es ya sólo que te recuerde la culpabilidad... Si no que te hace sentir que también la cagarás con Melca. Que podrías perderla.
Y que entonces ella se quedaría sola.
Tú también tienes miedo.
El miedo domina vuestras vidas más de lo que os gustaría.
Aunque, como dijo Melca... Sentir miedo significa que tienes algo importante que perder, ¿no?
Te encaminas a la nave, aunque sabes que Leia no está allí. En algún momento llegará. Y, con suerte, te encontrarás a tu hermanito.
Llegas y llamas a la puerta. Extrañamente, está cerrada. Es Ashton quien te abre. Ashton sin camiseta y mirándote desde sus casi dos metros de altura.
–Hola... Espero no interrumpir nada.
–No, tranquila. Pero Leia no está aquí.
–Lo sé...
–¿Estás bien? ¿Te pasa algo?
Suspiras. Ashton se aparta y te hace un gesto con la cabeza para que entres.
Miras a Luke, quien se está poniendo una camiseta. Ves su paquete más abultado de lo normal.
–Que si interrumpo algo me voy, ¿eh?
Luke te mira con una sonrisa inocente.
–No, tranquila. ¿Qué te pasa, hermanita?
Se acerca a ti y te revuelve los pelos antes de abrazarte. Luke tiene complejo de hermano mayor.
–Bueno...
–Dí.
–No es nada.
–Que me lo digas.
Luke te coge de la cintura con un brazo y te hace cosquillas con el otro. Intentas escaparte, pero no hay manera. Ríes a carcajadas.
–¡Ay, que me sueltes! ¡Luke! ¡Estate quieto! ¡Paraaaa!
–¿Me lo vas a decir?
–Vaaaaleee.
Ashton se ríe.
–Qué habilidades más persuasivas tiene mi niño. ¿Vamos al salón?
Asentís y vais a la sala de estar, donde tienen una mesita, un sofá y dos sillones. No hay televisión, ya que para ello tienen su propia sala de cine. Miras la maqueta de nave gigante que cuelga del techo, las figuritas de personajes en las estanterías y la decoración de la pared (como el interior de la Estrella de la Muerte). Cada vez que entras allí te recuerdas que esa casa tiene que costar una millonada. Una millonada en maquetas, decoración y una pantalla gigante. Te parece ridículo.
Luke y tú os sentáis en el sofá, y Ashton coloca el sillón en frente.
–Bueno, cuéntanos, pequeñaja. ¿Qué miserias venías a contarle a Leia?
–Oye, que mi vida no está llena de miserias.
–No, sólo de una rubia bipolar, una pelinegra chiflada, una pelirroja susceptible y una mulata insegura. Nada más.
–Las mujeres de tu vida te van a llevar, te van a llevar, al Infiernooo –canta Ashton Las mujeres de tu vida de La mosca.
Te ríes.
–¡Que nooo! Además, hay más mujeres en mi vida.
–¿Ah, sí? ¿Como cuáles?
–Pues... Una rubia artista y dos cabras locas. Aunque ellas no suelen darme quebraderos de cabeza.
–Si una mujer no te da quebraderos de cabeza es porque tenéis poca relación, estáis todas locas –replica Ashton.
Luke se ríe.
–Ashton dice que cuando tenía novia todo era un noventa por ciento de dramas y un diez por ciento de sexo.
–E incluso menos. Y con las amigas es un cincuenta por ciento de dramas, un veinticinco de risas y otro veinticinco de "ve y cuéntaselo a tu novio que me tienes hasta la polla ya".
–Qué malos sois.
–Malos no, realistas. Cámbiate de acera antes de que sea tarde.
Te ríes.
–Creo que ya lo es. Quiero a mi novia.
–Y estás aquí porque... –comienza Luke.
–Por mi novia.
Os reís.
–¿Ves? Te llevarán al Infierno –replica Ashton.
–¿Qué ha pasado? –pregunta Luke.
–Vosotros... ¿Soléis tener celos?
–Oh. El mundialmente famoso "destroza-parejas" –comenta Ashton.
–Eso hay que hablarlo. Llegar a una serie de... reglas para estar cómodos.
–¿Como cuál? Porque con Ali no me pasaba. Quiero decir... A veces sí que le entraban dudas de que me pudiera gustar otra persona, pero lo hablábamos y ya está. Era mucho más comprensiva.
–¿Qué es lo que te ha pasado con Melca?
–Se queja de que mire a otras tías. Joder, que tengo ojos y de vez en cuando miro, vale. Pero tampoco... Si fuera tan exagerado como Leia que está delante de Nico diciendo "qué bueno está aquel, se lo comía todo" o como Zahara que se pasa el día devorando con la mirada a cada tía que pasa, pues vale. Pero no es para nada así. Miro un poco que ni si quiera yo me doy cuenta muchas veces y ya se está quejando.
–¿En plan de pasar por la calle y quedarte mirando a una buenorra? –pregunta Ashton.
–No. En plan de que le mire un momento el culo a Leia y se altere.
–Pues ahí tienes la respuesta –contesta Luke divertido por la alusión a su hermana.
–¡Pero si es Leia!
–¡Exacto! Es Leia, no es una desconocida a la que no volverás a ver jamás. Es una chica con la que te pasas el día, con la que duermes y a la que se lo cuentas todo.
–Pero es hetero.
–Sí, y Melca también hasta que la convenciste de lo contrario.
Pones los ojos en blanco y bufas. No es lo mismo. Si a Leia le gustaran las mujeres, ya lo hubiera dicho y se hubiera tirado a unas cuantas. Melca tenía un bloqueo mental con respecto al tema.
Aunque...
–Hablando de eso, hay veces que me da la impresión de que le guste una chica. Y hoy se lo he comentado delante de Melca.
–¿A Leia? –Luke lo dice con voz de "¿has visto un ovni?" y se echa hacia delante en el asiento.
–Sí. No sé. Como que habla mucho con ella y le tiene mucha admiración. Cosas que no son normales en Leia. –Te quedas pensando– Hoy ha dicho que es sexy.
–No sé, yo tengo mucho cariño y admiración por amigas a las que hablo muchísimo y no siento más que eso por ellas. Y también sé cuando son muy sexys y lo digo. ¿Quién es?
–Azuleima.
Luke piensa un momento y asiente.
–La conozco. Y tanto como sexy... No sé, es extremadamente bajita y le sobran algunos kilos.
–Puede, pero por su actitud es... divina.
–¿Es muy diferente?
–Sí. Piensa de una manera única y es súper alegre.
–Pues ahí tienes tu respuesta. Es Leia. Nos mira como ratones de laboratorio, como experimentos. Estudia nuestras mentes, le fascinan.
–Y no le viene nada mal un toque alegre en su vida –agrega Ashton–, la felicidad es como la droga, te enchufa. Y las personas felices son contagiosas.
–Bueno... Volviendo al tema, Melca también ha tenido celos de Azuleima. Y de Alicia. Ahora que lo pienso, alguna vez me ha mirado raro porque Zahara me tocara el culo. Oh, y también le dio un pronto cuando le dijeron que me había liado con una del campus antes de que saliera con ella.
Luke y Ashton intercambian una mirada.
–A ver... Es que una cosa es que digas que una tía está buena y otra que estés de tonteos con ellas. Todo depende de la persona que seas, claro, porque Leia pasaría de largo; pero... A ver, Ashton y yo vamos por la calle y ponemos nota a los tíos que nos llaman la atención. Pero si me viera tonteando mucho con un amigo, se molestaría. Y sí, sé que es tu vida y todo eso que Leia repite tanto; pero... Si yo fuera Melca, si yo fuera Melca y supiera que a ti te conviene más estar con cualquier persona que no fuera ella porque así no tendrías que enfrentarte a unos suegros homofóbicos ni a tener que ocultarlo cuando vais por la calle ni tendrías que esperar hasta el matrimonio... Si yo fuera Melca, también tendría celos de cualquier amiga de la que hables un poquito mejor, tengáis tonteo o cualquier cosa así, más aún sabiendo que a ellas también les gustan las mujeres. Porque claro... Si pones las cosas en una balanza, dejando de lado el hecho de que estás enamorada de Melca, ¿cuál haría tu vida más fácil?
–Pero... Yo no dejaría nunca a Melca por eso.
–Lo sé. Pero, desde su punto de vista, es normal que tenga miedo. Más que nada porque ella misma se debe plantear cada vez que llega a casa y se enfrenta a contarle lo que ha hecho hoy a sus padres, si no sería más fácil dejarlo todo como estaba antes. Si no sería más fácil quererte desde lejos y dejarte libre con alguien más.
–"Si quieres a alguien, déjalo ir"... –piensa Ashton en voz alta.
–Ahora me siento mal por enfadarme con ella.
Luke se ríe.
–No te preocupes. Se le pasará. De todas formas, no le haces ningún favor yendo detrás de ella para que te perdone. Así no cortará sus ataques de celos en su vida.
–¿Puedo hacerte una pregunta por curiosidad, Valeri?
–Dime.
–¿Con cuál sería tu vida más fácil?
–Mmm... Pues nunca me lo he planteado. Con Melca está claro que no. Con Leia tampoco, porque me gusta que mi pareja me de cariño de verdad y no sólo sexo, risas y conversaciones filosóficas y porque ella estaría cada dos por tres frecuentando un pub con tal de hacerlo con alguien con polla.
Se ríen.
–Y que lo digas... –comenta Luke– Mi hermana está más salida que yo. No sé si eso será peligroso.
–Luego dicen que los viciosos somos nosotros.
–¿Y las demás?
–Azuleima vive en el quinto coño, o sea que ni de coña.
–Uff, yo tampoco te lo recomiendo. ¿Te acuerdas de Joaquín, mi ex a distancia? Creo que si no me puso los cuernos más veces es porque no le dio tiempo.
–Tampoco me importaría que mi pareja se liara con más gente estando tan lejos... Mientras que no me lo ocultara y fuera sincera cuando me dijera que me quiere y que quiere un futuro conmigo. Pero... Eso de no poder verla ni tocarla... Pffff...
–Por lo que sé, a Melca tampoco la tocas mucho y vive aquí al lado –comenta Ashton.
Le tiras un cojín y él se ríe.
–Y Zahara –cambias de tema–, Zahara... Pues con Zahara no tendría ningún problema.
–¿Y Alicia?
–¿A parte de que es mi ex? Pues cabe la posibilidad de que tuviera que esperar también al matrimonio... Y de que me guardase rencor para siempre por haberla dejado todo este tiempo para luego volver. Si yo fuera Alicia, no me lo perdonaría, y me mandaría a tomar por culo si quisiera volver a intentarlo.
–Si Melca tuviera dudas y luego quisiera volver... ¿La mandarías a la mierda?
–No... No lo creo.
–Entonces creo que puedes quitar ese problema de la lista.
Suspiras. Siempre pasas por alto ese detalle: Alicia se enamoró de verdad de ti. Quizás todavía lo esté. Y el amor hace locuras.
–¡Hola, maricones!
–Y ahí está mi cariñosa hermana... –comenta Luke– ¡Está Valeri aquí!
Escucháis como vuelve a bajar las escaleras y se acerca al salón. El sudor hace que su piel brille, y el pelo se le ha pegado a la cara.
–Tsss... –dice Ashton, en voz baja pero lo suficiente alta como para que lo escuchéis todos– No mires mucho que Melca se enfada.
Le tiras otro cojín a la cara. Él se ríe.
–¿Por qué lo dices, Ash? ¿No estarías mirando tú? –contesta su novio.
–¿Yo? ¡Para nada! Si es una cría...
–Ash, tengo un año menos que tú. Y en general, ¿qué coño os pasa?
–Nada, que Valeri dice que Melca se pone celosa porque te mira el culo.
Leia te mira suspicaz, ladeando la cabeza con una medio sonrisa.
–¡Es mentira! Yo nunca he dicho ni hecho eso.
–Ya... No mientas, Valeria. Que te crecerá la nariz –replica la chica.
–Y por cierto, Leia, ¿qué tal con Azuleima? –pregunta su hermano.
La chica te manda una mirada de odio y os da la espalda. Sube a su habitación para ducharse. Luke se ríe.
–¡Eres gilipollas! ¡No se te puede contar nada!
–Tía, me has dado armas para picar a mi hermana, no puedo resistirme a eso.
Le pegas puñetazos y él sigue riéndose.
–Cabrón...
–Ni que no lo conocieras –contesta Ashton.
–Luego dicen que los gays son simpáticos.
–A mí no me pidas que te acompañe a ir de compras y a resolverte tus problemas amorosos, nena.
–Ahora Leia me odiará por contarte algo que pueda tener que ver con sus sentimientos.
–¿Sentimientos? ¡Pero si no tiene! Ya te lo he dicho, Azu le llamará la atención porque es una chica psicológicamente interesante, ya está.
Te quedas un momento pensativa antes de mirarlo.
–Luke... ¿Crees que yo seré sólo una chica psicológicamente interesante?
–No. Cuando te conoció a ti todavía sentía.
Después de que Leia salga de la ducha, coméis los tres juntos y jugáis una partida de cartas. Por la tarde llega Azuleima, Leia va a abrirle la puerta y entran al salón.
–¿Azuleima, verdad? –pregunta Luke.
–La misma. Tú eras... ¿Luke?
Luke señala la figurita de su tocayo en la estantería.
–Ese mismo.
–Yo soy Ashton, encantado.
Te levantas y le das un abrazo.
–Me han hablado mucho de ti –comenta Luke, echando miradas pícaras a Leia.
–¿Ah, sí? ¿Y qué te han contado?
–Cosas... Interesantes...
–Nada bueno, supongo –bromea ella con una sonrisa.
Luke no deja de mandar miradas pícaras a Leia, quien aprieta el puño intentando contenerse.
–Anda, vámonos arriba. Mi hermano es un puto pesado. Y Ashton, hazme el favor de darle por el culo, a ver si se relaja un poco.
Leia se encamina hacia las escaleras. Azu frunce el ceño y tú te llevas una mano a la boca intentando aguantar la risa.
–¡Hey! ¡Pero si no hemos acabado la partida!
–¡Te jodes, maricón! ¡Te hubiera ganado de todas maneras!
–¡Oye! No digas maricón –se queja Azu.
–Lo dice porque está enamorada de mi novio y me tiene envidia –dice Luke haciéndose el importante.
Azu abre mucho los ojos, sin saber si creérselo.
–¿En serio?
Leia vuelve a bajar las escaleras y le da una patada a Luke en las espinillas.
–¡Ah! ¡Hija de puta, que eso duele!
–Que te vayas a tomar por culo y dejes de inventarte historias.
Luke se ríe y se queja a partes iguales, apretándose las espinillas en el sofá. Intercambias una mirada con Ashton, que se encoge de hombros poniendo la cara que siempre usa cuando te dice "son peleas de hermanos, no hay que meterse". Subes las escaleras con Azu y Leia.
–¿Qué les habéis dicho? –pregunta la rubia sentándose en la cama.
–Yo que sé, pregúntale a esta –bufa Leia señalándote antes de echarse en la cama.
–Yo no le he dicho nada.
–Los cojones, Valeria. Que no me había preguntado por ella hasta que has venido tú a hablar con él.
–¿Qué le has dicho? –vuelve a preguntar Azu.
–¡Nada!
–Anda, dejemos el tema que todavía le pego a ella también.
–Por cierto, es muy inmaduro que le pegues una patada a tu hermano, ¿no te parece?
–¡Es mi hermano! Tengo derecho a pegarle. Me obligan a soportarle todos los días, algún privilegio tendré que tener.
–Parece un buen chico.
–Lo es, pero ama molestarme sobre todas las cosas.
–Bueno, dejemos el tema, anda. Que es el último día que paso aquí con vosotras y no quiero pasarlo de mal rollo.
–Jope... No quiero que te vayas –le dices.
La vas a echar de menos. Lo sabes. Es muy divertida, y aunque vosotras no tengáis mucha relación, sabes que Leia la extrañará. Te ha caído bien la artista, te alegra cada vez que la ves, y no crees que mantengáis la relación por mucho tiempo cuando vuelva a su tierra.
–¡Aaay, que te estrujo! Pero no te preocupes, que vendré de visita de cuando en cuando. Y ya sabéis que tenéis casa allí.
Te ríes.
–No me puedo tomar algo en serio cuando dices que vas a estrujarme.
–Idiota.
Azu mira a Leia, que está tumbada mirando al techo. Se tumba a su lado para pasar una mano por delante de sus ojos.
–Hey... Que lo que he dicho iba también por ti. No te quedes ahí amargada.
Leia la mira y abre la boca para decir algo, pero acaba negando con la cabeza.
–¿Has merendado? Creo que tenemos comida ahí abajo.
–Pues no te diría que no a un bocata ahora mismo.
Llega la hora de la despedida y la acompañáis a la puerta. Azuleima te abraza.
–Hey... No te olvides de escribirnos de vez en cuando, ¿eh?
–No lo haré. Mientras que no lo hagáis vosotras. No quiero perderme el final de "cómo una beata homofóbica acabó casada con una lesbiana loca".
Te ríes. Azu se separa de ti y choca el puño con Leia.
Echa un paso hacia atrás para irse, pero se queda mirando a tu amiga, pensativa. Termina acercándose a ella y la abraza. Leia se deja abrazar, sin corresponderla.
–Hey, a ti también te echaré de menos. Y no me voy a olvidar de ti, mientras que no te olvides tú de mí, ¿vale? –Se separa de ella y la mira a los ojos, donde lee su incredulidad– La distancia no lo es todo, ¿vale? No cuando es esto lo que te une –le da un toquecito en la sien.
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