O

Te despiertas cuando Leia se mueve para apagar el despertador. Te haces la dormida y ella pasa la mano por tu pelo.

Tiene una mano por debajo de su cabeza y la otra en tu cabello. Como se durmió ayer. Seguramente se le haya quedado el cuerpo bastante dormido, porque no os habéis movido y estás completamente encima de ella, siendo tú la más alta.

En cuanto bostezas, ella deja de acariciarte.

–Hola, puta.

–Hola...

–Me estás aplastando.

–Qué penita...

Vuelves a bostezar. Ella te tira, aunque se arrepiente en seguida. Pero no lo muestra.

–Si quieres, puedes ir tú antes para estar con los chicos. Yo iré después.

Niegas con la cabeza.

–Tampoco yo tengo ganas de hablar con Melca, prefiero quedarme contigo. Pero tengo que ir a recoger mis cosas a casa. ¿Me acompañas?

–Claro.

Os levántais, os cambiáis de ropa y bajáis a desayunar. Leia te acompaña hasta tu casa y dais una vuelta larga de camino a la facultad. Llegais justo cuando tu reloj pita.

–Valeria, ¿cómo...?

–Llego tarde a clase.

Leia se separa de ti para ir hacia su facultad. Marco se acerca a ella y la para abrazándola. Ella hace una mueca.

–¡No me toques!

Se lo quita de encima y se va hacia la clase. Marco suspira. Silvia parece cabreada, Carlos molesto y Nico triste. Sam pone una mano en el hombro de Marco.

Pero no tienes tiempo para quedarte.

Caminas hacia tu facultad y Melca te sigue.

–¡Valeria! Tenemos que hablar.

–Ahora no tenemos tiempo, llegaremos tarde.

–¡Valeri!

–Que vamos a llegar tarde.

Melca te sujeta de la muñeca y te obliga a girarte. Te mira con los ojos llorosos.

–Lo siento, ¿vale? No sabía que Leia estaba mal. Siento haberme puesto así. Y siento...

–Vale, no pasa nada –la cortas–. No tenías por qué saberlo. Y yo no tenía por qué decirte que te juntaras con Paloma si tú no quieres. ¿Solucionado?

Melca te abraza.

–Llegamos...

–Como vuelvas a decir que llegamos tarde te estampo un zapato en la cara.

–Menuda agresividad.

La rubia suspira y te mira. Te acaricia la mejilla.

–Me asustaste... Bueno, no: me asusté. Sé que no debería emparanoiarme, pero lo hice. Y lo siento. No sabes lo mucho que me asusté.

–Seguimos llegando...

–Tarde. No me has perdonado.

–No hay nada que perdonar. Si te emparanoias es problema tuyo.

Melca te mira sorprendida.

–¡Valeria!

–¿Qué? Yo no puedo protegerte siempre, no puedo estar todo el tiempo encima de ti. Si te vas a molestar porque no esté preguntándote cómo estás un día de todos los que tiene el año... Bueno, entonces quizás seas un poco paranoica.

–Creía que no debíamos pelearnos por una tontería.

–Eso dice mi psicóloga, sí.

–¿Y tú no?

Suspiras.

–Melca, no quiero enfadarme contigo, ¿vale? Pero me molestó, sí. Me molestó porque estoy súper preocupadísima por Leia, y no sé qué coño hacer para ayudarla, y siempre estoy contigo y le dejo de lado a ella, así que no puedes quejarte.

–Lo sé, y lo siento... Lo siento, la cagué. Tienes razón. Y lo siento mucho... –Suspira–¿Qué ha pasado entre Nico y Leia?

–Que ella le ha dejado–respondes retomando la marcha.

–¿Por qué?

–Porque no quiere hacerle daño.

–¿Y por eso... lo deja?

–Digamos que las personalidades de Leia y de Nico... No casan bien. Tenían muchos roces, y le estaba haciendo daño. Leia le dejó por él, dice que no quiere hundirle.

–Podrían arreglarlo... Evitar esos roces.

–Para Leia no es tan fácil.

–Y por eso huye de los problemas en vez de enfrentarse a ellos.

–Es una manera de verlo. Otra manera es que, si lo quieres de verdad y crees que no le aportas nada y que le estás haciendo daño, déjalo marchar.

–Pero si Nico quiere estar con ella... Será porque sí le aporta algo.

–Y lo hace. Pero también le hace daño.

–Valeria... Si Leia me dijo eso... ¿Yo no te hago daño, verdad?

–Claro que no, tonta.

–¿Segura?

–Sí. Entremos ya a clase.

Melca se sienta a tu lado y te observa durante la clase. Empieza a ponerte nerviosa.

–Valeri...

–¿Qué?

–Te quiero.

–Y yo a ti, tontita.

–¿Y tú a mí qué?

–Que te quiero.

–¿Por qué no me miras?

–Porque estamos en clase.

–Valeri...

–¿Qué?

–Lo siento por lo de ayer.

–Como me vuelvas a decir una vez más "lo siento" seré yo la que te estampe la zapatilla.

Melca sonríe.

–Valeri...

–¿Qué coño te pasa?

–Lo siento por decirte "lo siento".

Te aguantas la risa llevándote una mano a la boca.

–Tontita.

–Pero te gusta.

–Pues claro que sí. Ahora atiende.

–¿De verdad que no estás enfadada?

–Me enfadaré como no te calles.

–¿Estás preocupada por Leia?

–Sí.

Melca abre la boca para volver a hablar.

–Melca. Cá-lla-te.

Ella cierra la boca y te coge la mano por debajo de la mesa. Se la acaricias y diriges la mirada hacia la pizarra.

Cuando salís de clase, preguntas a tus amigas si están por allí. No tienes ganas de enfrentarte a los psicólogos por Leia. Zahara te responde que sí y que quiere verte, que vayas. Sam y Leonor están también por allí. Vas con Melca hacia donde te indican.

–¡Tengo que contaros algo! –exclama Zahara.

–Sin rodeos –le dices.

–Se lo he contado a mis padres. Que me gustan las chicas, digo. Dicen que mientras yo sea feliz, les parece bien.

–¡Me alegro mucho, tía!

Sonríes y la abrazas. Por fin una buena noticia entre tanta mierda.

–Oooole, te dije que iría bien –le dice Leonor.

Sam le sonríe levemente.

–Enhorabuena.

Supones que ha recordado a su propia familia. A su rechazo. A ellos no les bastaba con que fuera feliz.

–Me alegro por ti, Zahara –la felicita Melca.

–Gracias, rubita –contesta ella.

Está feliz. Realmente feliz.

Marco se acerca a vosotras con su pata chula levantada y se abraza a Sam para sostenerse. Le miras extrañada. No es normal que no esté con sus amigos.

–Hola, chicas. –Te mira– ¿Cómo está Leia?

–¿Tú cómo crees que está?

–Mal.

–Pues eso.

Zahara te mira con el ceño fruncido.

–Lo ha dejado con Nico.

–¿Y eso?

–Es... Complicado.

–¿No está contigo en clase? –le pregunta Melca a Marco.

–Sí, lo está. Pero nos sigue evitando. Silvia tiene un enfado con ella de narices.

–Pues dile a Silvia que no es su culpa si comparte amigos con Nico y no quiere que lo dejen solo –le reprochas.

–Lo sé, pero... Somos tres, no se quedaría solo.

–Aún así, Leia no está preparada para que la intentéis convencer.

–¿Por qué, Valeri? ¿Por qué lo ha dejado?

–No quiere hacerle daño.

–¿Por...?

–Marco, Leia es tu amiga. Si quieres que te cuente algo, pregúntaselo tú.

Marco aparta la mirada haciendo una mueca. Sam le pasa la mano por el cabello.

–Tengo el coche aquí al lado, ¿vamos?

La miras frunciendo el ceño.

–Le llevo a su casa para que no se fuerce con la pierna –te explica.

–Ah. Bueno, adiós.

Los miras marcharse.

–¿Es cosa mía o esos dos están últimamente muy juntos? –pregunta Zahara.

–Eso mismo estaba pensando yo.

Miras a Zahara. La miras y piensas que no todo tiene por qué salir mal. Que hay veces en las que no está todo perdido, en las que te pones en lo peor y al final todo acaba bien.

Quizá sí haya relaciones en las que valga la pena ser sincera. En las que haya que luchar hasta el final, por encima de todo. En las que no tenga sentido olvidar, sino volver a apoyarse.

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