O
"Acosadora: ¿Cómo estaba hoy Marco?
Valeria: Parece que mejor.
Acosadora: ¿Se está recuperando?
Valeria: Sí... Ya tiene el ojo menos hinchado, y cojea menos, aunque sigue yendo con la muleta para no lastimarse.
Acosadora: ¿Y psicológicamente?
Valeria: Mal. Pero parece estar mejor. Sam lo está apoyando mucho. Y ya sabes cómo es Sam para estas cosas: le curaría el corazón a cualquiera.
Acosadora: jajaja sí. Sam es un puto amor.
Valeria: Mucho.
Acosadora: ¿Estás segura de que ninguna de las dos conseguiremos que le gusten las tías?
Valeria: Jajajaja lo dudo mucho.
Hablando de eso.
Acosadora: Dime.
Valeria: ¿Has hablado con tus padres?
Acosadora: No... Todavía no estoy segura.
Valeria: Lo suponía. Mira, te iba a decir. Leia y yo conocemos a una chica que es súper simpática y que lo pasó bastante mal cuando descubrió que le gustaban las mujeres. He pensado que quizá hablar con ella pudiera ayudarte, no sé. Nunca está de mal escuchar una opinión más.
Acosadora: Si tú crees que me va a venir bien, vale.
¿Pero no le importará?
Valeria: Qué va, está todo el rato hablando de cómo le gusta ayudar a la gente.
Acosadora: Qué mona.
Valeria: Mucho.
¿Qué te parece si le digo de quedar mañana por la tarde?
Acosadora: Por mí perfecto.
Valeria: Vale, ahora te digo.
Acosadora: ¿Te lo vas a decir a ti?
Valeria: Idiota."
"Valeria: Hola, Azu. No sé si te acordarás de la amiga de la que te hablé, pero le he hablado hoy de ti y dice que sí le gustaría hablar contigo. Por si todavía sigue en pie la oferta.
Azu: Por supuesto, soy una mujer de palabra.
Y de dibujos, pero dejémoslo en de palabra.
Valeria: ¿Estás libre mañana por la tarde?
Azu: Espera que lo compruebe.
Sí.
Valeria: Jajaja ¿agenda apretada?
Azu: De trabajos, sí.
Ay, no, espera.
Ya había quedado con Leia, ¿os importaría que se venga?
Valeria: ¿¿Que habías quedado con Leia??
Azu: Sí, ¿por qué?
Valeria: No, no creo que le importe, también se conocen.
Pues porque... No sé, no es lo habitual en ella.
Azu: ¿Por qué?
Valeria: Bueno... A Leia... No le gusta la gente.
Azu: Entonces no se gustaría ni a sí misma.
Valeria: Eso, hay días que lo dudo.
Azu: ¿Y tú?
Valeria: Los años, el tiempo... Dejan su mella."
"Valeria: Dice que vale, pero que había quedado también con Leia, que si no te importa que venga.
Acosadora: Mmm...
Valeria: Te prometo que sabe tratar estos temas. No se meterá contigo.
Acosadora: Vale.
De "de acuerdo".
No de ti.
Valeria: Genial."
"Azu: ¿Hace cuánto que os conocéis?
Valeria: Desde bebés.
Azu: ¿Y su novio y su grupo?
Valeria: Como dije, el tiempo hace su mella. Con ellos lleva tres años. Y raro es que quede con alguno de ellos que no seamos Nico o yo.
Azu: ¿Qué problema tiene Leia con la gente?
Valeria: Más de uno... Bueno... Eso creo que debe contestártelo ella más que yo.
Azu: Cierto.
Entonces, ¿nos vemos mañana?
Valeria: Sí. ¿Cuándo y dónde?
Azu: Nosotras habíamos quedado a la salida de Bellas Artes a las seis, que es cuando salgo de clase.
Valeria: Okey."
Al día siguiente, te quedas en la casa de Zahara estudiando después de la facultad.
Ella parece nerviosa por ir a ver a una desconocida para hablar de sus dudas más íntimas. No te extraña. Zahara siempre ha sido muy tímida, aunque lo oculte bien cuando está con vosotros.
Miras tu reloj.
-Ya deberíamos de ir saliendo.
Zahara asiente. Termina de leer el párrafo y se levanta. Tú guardas tus libros en tu mochila y te la cuelgas.
-¡Nos vamos! -avisa- Slama!
-Slama -responde su padre desde dentro.
Has almorzado con sus padres y su cinco hermanos. Son una familia muy acogedora. Y cocinan de maravilla.
Las encontráis sentadas en unas grandes escaleras de piedra que dan a un parque. Os acercáis a ellas. Los nervios de Zahara se ven a leguas.
Se levantan cuando os ven acercaros.
-Hola, puta.
-Hola. Hola, Azu.
La rubia te da un abrazo.
-Yo soy Azu, encantada.
Le da dos besos.
-Zahara.
-Zahara, ¿de dónde eres?
-De aquí. Mi padre es árabe, es una adaptación de un nombre de allí.
-Mola.
-Gracias.
-¿Qué queréis hacer? ¿Damos una vuelta o nos quedamos aquí?
-Por mí aquí está bien -responde Zahara.
Asientes. La chica se sienta en uno de los escalones. Tú te sientas en el escalón superior y la peinas, comenzando a hacerle una trenza. Sabes que eso la tranquiliza.
Leia y Azuleima se quedan de pie en frente de vosotras.
-Bueno, cuéntame, ¿cuál es exactamente tu problema?
-Me da miedo contarle a mis padres que me atraen las mujeres. Pero al mismo tiempo siento que quiero hacerlo. Y no sé qué hacer.
-¿Miedo? ¿Por qué?
-No sé... Me da miedo que se lo tomen como una ofensa. Y eso que yo no he hecho nada.
-¿Cómo que no has hecho nada?
-Sí... En fin, no creo que imaginar que salgo con una tía cuente como hacer algo, ¿no?
-¿Nunca has dado un beso ni nada?
-Bueno, sí, a esta -contesta señalándote.
Azu os mira alternativamente frunciendo el ceño. Tú levantas la mirada hacia ella divertida.
-¿Es que vosotras dos sois ex?
-No, fue un beso sin importancia -contestas tú, siguiendo con su trenza-. Ella se quejaba de que nunca hubiera besado a nadie y a mí no me importaba dárselo.
-Vamos, que se aprovechó de la desesperación de la otra -bromea Leia.
-Sabes que no, puta. Además, no dejaba de decir que no podía saber quién era porque no estaba segura ya que ni si quiera se había besado con una chica para tenerlo claro... Así que a ver si se callaba ya y entendía que eso no es importante para saber quién eres.
-Hombre, si querías saber quién eras, no era buena opción besar sólo a esta -replica Leia-, nunca sabes si no besará bien y será culpa suya. O si besa tan sorprendentemente bien que te importa una mierda quién es.
-¿Lo dices porque tú tienes gran experiencia en besar, no, Leia? -replica ella- ¿Te queda alguien a quien no hayas besado todavía?
Leia hace como que se lo piensa.
-A esta -replica señalándote.
Azuleima se ríe.
-¿Es que eres la respuesta para todo? -pregunta.
-Pues eso parece -respondes sonriendo.
-Anda, guapa, dame un besito, que no puede ser que rompas mi estadística de haber besado a todo aquel con quien me he quedado sola en lo oscurito -bromea Leia levantándose.
Te echas un poco hacia atrás instintivamente.
-No.
-¿Pero no decías que un beso no tenía importancia? -pregunta Galaxia.
-Que no, Leia, estate quieta.
-Más bien decía que no tiene importancia si no sientes nada de esa manera por la persona a la que se lo das... -se entromete Zahara.
-Uuuuh, Valeria, a ver si va a ser que nos estás ocultando algo... -te pica Azuleima.
-Agh, dejadme en paz, que no.
Leia se aguanta la risa divertida y vuelve a sentarse. Tú le diriges una mirada asesina. Ella te guiña el ojo mandándote un beso.
-Pero qué puta.
Leia se encoge de hombros. Claro que ella sabe que te ha gustado desde siempre, y sabe que no quieres besarla por eso mismo.
-Como si os fuerais a morir por darme un beso... Zahara, dame un pico -la reta.
-No.
-Joder, pero mira que sois sosas.
-No, es que no me van las heteros.
-¡Ni que se contagiara!
-Por si acaso, yo me quito de peligros.
Azuleima se ríe.
-¿Consideras un peligro que te contagien el gusto por los hombres cuando que temes contarle a tu familia que te gustan las mujeres?
-Bah... Cállate. Todo sea por las tetas.
Os reís. Tú le das una colleja.
-Oye, que la niña tiene razón -la defiende Azuleima-. No le pegues.
Os reís más fuerte.
-¿Ves? -se queja Zahara.
-Bueno, Zahara, ahora me voy a pensar que eres heterofóbica y me lo voy a tomar a mal.
Zahara se ríe nerviosa.
-Joe, déjame, Leia, que no te lo voy a dar.
-Parece que os penséis que realmente un beso puede cambiar algo o ser peligroso. Tías, salid de la caverna. Azu, mírame.
La rubia se ríe.
-¿Y luego dices que no me tiras?
-Y no lo hago, que tengo novio. Y aunque no lo tuviera: que no quiero nada contigo, entérate.
-Tranquila, no sabes cuán perfecto me parece que no lo hagas. Si no, posiblemente hasta dejara de hablarte -contesta ella mirándola.
-Pero qué drástica eres.
-No, es una buena manera de no romper corazones.
-¿Dejando de hablar a la gente? ¡Ja! Claro.
-Dejándoles de hablar antes de que te cojan cariño.
-¿Y no es mejor seguir hablándoles pero dejándoles claro que no puede ocurrir nada?
-Hay gente muy loca. ¿Quieres callarte ya y dejar de llevarme la contraria?
-No, me gusta ver como rebates mis argumentos.
-Que te calles.
-Cállame.
Azuleima la besa consiguiendo que se calle. Un beso largo, a decir verdad, ya que la pelinegra le corresponde. Cuando se separan, lo hacen dejando sus lenguas fuera, juntas, por un segundo. Como si quisieran dejar claro que ni siquiera un beso no-tan-inocente tiene por qué significar algo.
-¡Pero qué putas! ¡Que ahora me dais más ganas! -se queja, como siempre, Zahara.
-¿Quieres un beso, guapa? -rebate Azuleima guiñándole un ojo.
-¡Nooo!
Azu se ríe.
-Si es que te quejas por vicio.
-Eso ya te lo digo yo -respondes.
-Pues con ella no tienes excusa, Zahara -comenta Leia.
-¡Queréis dejadme en paz y solucionar mis problemas!
-O una cosa o la otra, nena -responde Azuleima-. No pidas tanto.
Leia se ríe.
-Obviamente. Si te dejamos en paz tenemos que dejarte completamente, y no podemos ayudarte sin tener contacto contigo.
-Agh. Ya me habéis entendido.
-Dime una cosa, Zahara -le dice Azu-. Si supieras que tus padres aceptan que puedas tener una relación con una mujer, ¿te resultaría más fácil besarla o pedirle salir?
Tu amiga asiente.
-Ahora entiendo por qué te resulta tan importante que ellos lo sepan -comenta Leia.
-Sí... Por alguna razón, sigo sintiendo que les estoy fallando. Que me moriría si me pillaran mirando a una chica.
-Te entiendo -responde Leia.
-No sé... Quizás pudieras tantear el terreno, para que te sientas más segura al decírselo -dice Azuleima.
-¿Tantearlo?
-Sí -respondes-, por ejemplo, yo les dije que Luke era gay para saber cómo reaccionaban antes de decirles que me gustaba Melca.
Leia se ríe. Se sienta en el suelo en frente de vosotras y Azu la imita.
-Tú es que eres muy puta. Me acuerdo que mi hermano se quedó como "y si les sienta mal y ya no puedo ir a visitarte, ¿qué?" y tú "no te preocupes, que si eso pasa seré yo la que me mude a la nave".
-Y lo pensaba de verdad.
-Yo les conté que estaban acosando a una chica de mi instituto porque le había pedido salir a otra chica -comenta Azuleima-, cuando vi que reaccionaban enfadándose y pidiéndome que les dijera quién era para poder hablar con sus padres y solucionarlo ya que nadie debería meterse con nadie por algo así, les dije que esa chica era yo.
Os quedáis mirando a Azuleima. Zahara sigue pensativa desde la última vez que habló.
-Te entiendo -le dice Leia en voz más ronca-, yo nunca se lo dije a mis padres, pero les comenté una situación similar para ver cuál era su opinión. Luego me inventé que todo se había solucionado para que no fueran a armar revuelo en el colegio. No creía que fueran a solucionar nada, ya que yo iba a seguir siendo un bicho raro fuera a donde fuera, pero al menos así sabía que ellos no les daban la razón.
La rubia pone una mano sobre la de Leia, sin acariciarla ni entrelazar sus dedos. Parece haberse dado cuenta de que a Leia no le gustan los gestos de cariño, pero sí los de comprensión. O eso... O ella es igual.
-Bueno, pero ya pasó, ¿no?
Leia asiente levemente y gira su mirada hacia Zahara.
Tú sabes que lo único que no pasará es que ella siga considerándose un bicho raro y difícil de apreciar (imposible, si es por mucho tiempo).
Zahara gira la cabeza para mirarte.
-Valeria, ¿puedo decirles que tienes novia?
Te encoges de hombros.
-Como quieras.
-Bueno... Y si reaccionan bien... ¿Cómo se lo digo?
-¿Te gusta alguien ahora mismo? -pregunta Azuleima.
Ella niega con la cabeza.
-Bueno, pues entonces simplemente diles que quieres decirles algo porque es importante para ti y quieres que lo sepan. Y les dices de la manera más simple y natural que se te ocurra, que te gustan las chicas.
-¿Tú que opinas, Valeri?
-Sabes que no me gusta la idea de salir al armario... Pero si eso te hace sentir mejor, adelante.
-Hombre, nunca sabes si algún día te entrara un tío -dice Azuleima-; pero si tú a día de hoy crees que no y te vas a sentir más libre de hacer lo que quieras si ellos lo saben... No tienes nada que perder.
-¿Y si reaccionan mal?
-Entonces aprende a darte a ti misma el derecho a decidir por tu vida -contesta Leia-. Deberías ser la única con el poder de enjuiciarte. Y si tú crees que lo que haces está bien... Está bien. Que te hayan criado no les da el derecho a decidir por ti, ni a saber lo que está bien... Ni deberían decepcionarse porque seas quien eres.
Azuleima asiente. Tú le das un beso en la cabeza.
-Esperemos que vaya bien, Zahara... Y si no, ya sabes: es tu vida, no la suya. Eres tú quien tiene que aprender a vivirla.
Zahara asiente y traga saliva.
-Vale. Creo... que lo intentaré. Y ya os contaré cómo va la cosa.
-¿Cómo crees que se lo tomarán?
-No lo sé... Quiero decir, mi padre es musulmán, y es muy creyente, pero se casó con mi madre siendo cristiana... Y a nosotros nos dejan elegir en qué queremos creer. Así que algo abiertos de mente son.
-Eso es bueno.
-Sí. Pero nunca han sacado el tema en casa... Así que ni idea de cómo se lo tomarán.
-Entiendo.
-Sácalo tú hablando de mí. Es la mejor opción.
-Sí... Pffff... Qué miedo.
-No lo tengas. No te va a pasar nada -la consuela Azu-. Al fin y al cabo, está en ti decidir al final si se enterarán.
Zahara asiente lentamente. Os quedáis en silencio.
-Zahara... -la llama Leia-¿Puedo hacerte una pregunta de esas que no se deben preguntar?
Ella se ríe, nerviosa.
-Anda, dí.
-Si tu madre es cristiana y tu padre musulmán... ¿Tú en qué crees?
-Yo creo en que hay algo. No sé si Dios, o Alláh, si tendrán más razón los cristianos, los musulmanes, los judíos... Supongo que será una mezcla de lo que opinan todos. Pero creo en que hay algo. Algo con el poder de decidir sobre nuestras vidas, que nos ha creado, que nos vigila desde algún lugar... Quizá sea sólo una fuerza, o quizá sea de verdad un ente que piensa en todo lo que hace. No lo sé. Pero creo en que hay algo.
-¿Y tú? -le pregunta a Azuleima.
La chica, que ha sacado una mandarina de su mochila y os ha ofrecido, la mira mientras termina de tragarse un gajo.
-¿Yo? Soy agnóstica. Quiero decir, ¿por qué voy a preocuparme por lo que haya en "el otro mundo" si ni si quiera hemos podido solucionar los problemas de este? Primero preocupémonos por solucionar lo que ocurre aquí, en detener las guerras, en que los niños no se mueran de hambre, en que no haya suicidios, ni discriminaciones ni... nada que pueda dañar a alguien. Y, cuando todo eso esté terminado, entonces ya tendremos tiempo para investigar con lo que hay más allá. ¿Qué hay de ti?
-Yo creía. Y dejé de creer. Ya no creo en nada que no pueda hacer yo misma con mis propias manos.
-¿Y tú? -te pregunta.
-Toda mi familia es atea... No he llegado a planteármelo.
-Deberíais creer en mí, que soy toda una diosa -replica Leia.
Azu la mira intentando ocultar una sonrisita, pone los ojos en blanco y bufa.
-Leia, que estas cosas son serias. Cállate.
-Cállame.
Azu la mira alzando una ceja y le saca la lengua. Se levanta y va a tirar la piel de la mandarina a una papelera.
-¿A ti no te iban los tíos? -pregunta Zahara.
-Sí, y me van.
-¿Entonces...?
-¿Qué parte de "o besa tan bien que te da igual quién es" no has entendido?
Zahara se ríe.
-¿Azu besa bien?
-Waaa, muchísimo.
-¿Más que Nico?
-Hay que admitirlo. Aunque claro que con Nico no es lo mismo. Porque ahí sí me importa que estoy con él, más que el beso en sí.
Azu vuelve y se sienta de nuevo al lado de Leia.
-¿De qué habláis?
-De nada.
-¿Y tú, putilla, cómo te va con el novio? Anoche me pareció notarte arisca cuando te pregunté cómo te había ido con él.
Leia hace una mueca y mira hacia otra parte. Se piensa si hablar o cambiar de tema.
-Hemos vuelto a pelearnos, como siempre.
-¿Y eso?
-¿Nico y tú os peleáis? -pregunta Zahara asombrada.
Exceptuando la vez en la cafetería, siempre se les ve muy unidos.
-Sí. Como una de cada tres veces que nos vemos a solas. Miento, dos de cada tres, sino más. Quiero decir, a veces son sólo discusiones tontas que se olvidan a los pocos segundos, a veces son algo más... Pero siempre hay algo.
-¿Por qué?
-Porque follar es lo único que debería hacer con mi linda boca, es lo único que se me da bien hacer con ella... Así que ya sabéis, cuando tengáis pareja y quedéis con ella, follar y callar. Que dicen que las mujeres son todavía más susceptibles que los hombres... Y pfff... No me lo quiero ni imaginar.
-¿Qué le has dicho ya? -preguntas.
-¿Y qué no? Si siempre hay algo.
-¿Qué fue esta vez para que fuera peor? -pregunta Azu.
Leia la mira durante unos segundos a los ojos. Niega con la cabeza y baja la mirada.
-Lo de siempre: "Te quiero", "dime algo que yo no sepa". "¡Joder! ¡¿Es que esto va a ser siempre así?!". "¿Acaso lo dudas?". "Me gustaría poder hacerlo..." "Pues siento decepcionarte, pero ya te advertí de que, si querías una novia normal, no la buscaras en mí". "Joder... Leia, te quiero... Pero no puedo soportar más esto". Así que me levanté tranquilamente y me dirigí a la puerta. Claro que él intentó detenerme. Le contesté relajada, con educación "si no puedes soportarme, no voy a ser yo la que te obligue a hacerlo. Buenas noches, Nicolás". Y me fui mientras él decía que no había querido decir eso. Claro que había querido decir eso. No dices algo sin querer, es imposible, nadie puede obligarte a hacerlo, ni dices una frase tan larga de pura casualidad. Negarlo es absurdo, y una negligencia. Pero nada, en fin. Lo mismo de siempre.
Observas a Leia. Hay veces que ya no sabes qué decirle. Sabes que regañarla no tiene buenos frutos... Básicamente, que cada vez te esté contando menos lo que pasa entre Nico y ella. Pero no crees que le cueste tanto responderle bien a su novio, o hacer algún que otro apaño para no molestarle. Una relación es de dos... Y según tú, Nico pone mucho más que ella de su parte.
Quizá sea verdad.
Azu hace una mueca.
-¿Y qué piensas hacer?
Leia bufa.
-No tengo ni idea. Estoy harta de decirle que no quiero hacerle daño, que si tan mal está conmigo que lo dejamos, que no quiero verlo mal, y menos por mi culpa... Que no tiene sentido seguir con la relación así. Pero él no quiere dejarlo, dice que me quiere, que son más los momentos buenos que los malos, que en realidad no sabe por qué lo suelta así ya que no le hago daño, que es más feliz cuando está a mi lado... Y claro, yo sé que Nico no es tonto, y que no haría algo que le pudiera hacer daño. Pero también sé que el amor atonta. Y ya no sé qué pensar. A mí lo único que me importa es que Nico no salga mal parado por mi culpa, y, la verdad, cada vez dudo más que no vaya a hacerlo. Somos demasiado opuestos... Él necesita a alguien que le de cariño. Yo sólo quiero libertad. Y no soy la persona más indicada del mundo para tener una relación amorosa, y se lo he dicho, y se lo he demostrado por activa y por pasiva... Pero me parece que él sigue creyendo que, a base de enamorarme de él, cambiaré. Creo que no entiende que hay cosas que nunca cambian, que no es tan sencillo.
Azu asiente levemente. Ves en sus ojos comprensión. Azuleima entiende, mejor que tú, las razones de Leia para seguir siendo así.
-Es una situación... complicada.
-Demasiado.
-Pero... Si tú no tienes en cuenta el hecho de que puedas estar haciéndole daño... ¿Tú querrías seguir con él?
-No quiero salir con alguien a quien le hago daño.
-¿Y si no lo hicieras?
-Es el mejor hombre que he conocido nunca. Me gustaría poder soñar con que acabaremos viviendo juntos y todas esas pollas... Pero sé que algún día se acabará. Más tarde o más temprano. Y cuanto menos explosiva sea la bomba... Mejor. No quiero hacerle daño.
-¿Ves completamente imposible que vayáis a tener un futuro juntos?
-Sí.
-¿Y entonces por qué sales con él?
Leia aparta la mirada. La deja clavada en un punto fijo del cielo.
-Porque cabe la posibilidad de que sienta por él esa cosa estúpida que él tanto se empeña en repetir.
-¿El amor te parece algo estúpido? -replicas.
-Más que estúpido... Peligroso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top