N

Te despiertas al notar algo rozando tus labios. Algo con tacto a piel, suave.

Abres los ojos de golpe y ves a Melca pasando sus dedos por tu boca. Ella sonríe traviesa.

–Mmm... Eres idiota, pensaba que por fin habías caído bajo la tentación de besarme.

Remoloneas y le das la espalda para volverte a dormir.

–Nah, esa tentación es grande; pero tampoco tanto.

–Tonterías...

Sueltas un gran bostezo y Melca se ríe. Te abraza por la espalda, asomándose por encima de tu hombro para mirarte.

–Cielo, que tengo que ir a por mis cosas antes de clase...

–Pues ve.

–¿No me vas a acompañar?

–No... Por hacerme falsas ilusiones.

–Aaayyy, ¡venga! –se queja ella sentándose para zarandearte.

Arrugas la nariz y te dejas caer de espaldas para quedar de frente a ella.

–¿No me dirás que se te ha olvidado el camino hacia tu casa?

La rubia hace un mohín. Tú la sigues mirando.

–Joder.

Se levanta de la cama y coge su ropa de la mesa. Alzas una ceja. Te incorporas.

–Que es broma, tontita. ¿Y tú desde cuándo dices "joder"?

–Creo que va a ser verdad eso de que las mujeres son complicadas... –replica ella antes de encerrarse en el baño para cambiarse.

Miras la puerta sin entender.

–Bueno... Al menos ya va diciendo frases como las de cualquier persona que sufra de amor por mujeres. Supongo que es un avance –bromeas contigo misma.

Suspiras y miras el reloj. Es temprano. Muy temprano. Agh.

Te levantas y te vistes antes de que Melca vuelva. Escuchas pasos por las escaleras y bajas, ella se dirige a la puerta. La adelantas y le obstruyes el paso.

–Hey, de aquí no te vas sin desayunar.

–Ya os he robado la cena, desayunaré en mi casa.

–No porque yo allí no quiero entrar y quiero aprovechar el tiempo contigo.

–Ah, así que ahora si lo entiendes, ¿no?

La miras con la ceja alzada hasta que el puzzle encaja en tu mente. Se ha molestado porque quería pasar tiempo contigo y tú has hecho como que te preferías quedar durmiendo a pesar de saber que ella tiene complicado buscarte un rato.

–Que era broma, tontita. Claro que no me pensaba volver a dormir.

–Ya.

–Que sí.

–Ajá.

Pones los ojos en blanco.

–Y por esto es por lo que dicen que las mujeres son complicadas.

Bufa.

La imitas.

Ves como intenta aguantarse la risa, pero acaba sonriendo. La alarma de su móvil comienza a sonar. Es una canción: Hands of Love, de Miley Cirus.

–¿Está tu madre durmiendo?

Niegas con la cabeza.

–Ya debe haberse ido al trabajo.

Melca asiente y pasa sus brazos por tu cuello, mirándote a los ojos. Empieza a bailar lentamente. Sonríes y posas tus manos en su cintura, siguiendole el ritmo, escuchando la canción, sin despegar tu mirada de sus ojos.

Dais cada paso juntas, dando vueltas en el pequeño espacio de tu entrada. Sus manos se sienten muy bien sobre tu cuello, sientes esa electricidad que ella te da cuando te toca. Su cintura produce la misma sensación entre tus manos. Ese contacto que hace parecer que todas tus células bajo su piel vibran celebrando que la están tocando.

Por un momento, te parece que se ha detenido el tiempo, tu corazón late rápido, aunque tu respiración es pausada. Notas el aire que sale de su nariz chocar contra ti. Huele a ella. Estudias cada mota azul y verde en sus ojos. La luz de la lámpara les saca destellos aún más claros y brillantes.

Cuando deja de sonar, acercas tus labios a los suyos, pero ella agacha el rostro y tu beso termina en su nariz. Melca bordea tu cara para besarte en la mejilla y se aleja de ti para entrar en la cocina. Te quedas unos momentos parada. Asimilando la situación. Ha sido un momento mágico; pero, como siempre, no ha podido llegar al final. ¿Cómo se supone que deberías reaccionar ahora?

Aún tardas unos segundos más en entrar en la cocina. Ella está de espaldas, metiendo pan en la tostadora. Tus ojos estudian toda su figura, parándose en su trasero respingón, bajo esa cintura donde hace segundos descansaban tus manos. Suspiras y coges una bocanada de aire sin darte cuenta.

No sabes si hacer como si nada o si hacer como si todo.

Terminas dejando a tu cuerpo cumplir su deseo: estar más cerca de ella. La abrazas por la espalda y la besas en la mejilla.

–Oye, tú eres mi invitada, se supone que yo tengo que hacerte el desayuno...

–Sí, pero tú estás empanada y no te movías.

Sonríes a punto de decirle que es culpa suya por dejarte prendada.

–No todos los días tengo que asimilar que he bailado con la chica de mis sueños y que, a pesar de ser estas horas, no, no era un sueño.

La sueltas para interponerte entre ella y la encimera, la besas en la mejilla y pones las manos en su cintura para empujarla con cuidado hacia una silla. Ela te sonríe levemente, se sienta y cruza las piernas.

Desayunáis en silencio, ambas estáis pensativas. Aún así, te gustaría no tener que levantarte nunca: el silencio es mucho más provechoso cuando estás a su lado.

La acompañas a su casa y esperas fuera a que recoja sus cosas. Vais juntas a la facultad, al lado pero sin tocaros. Cuando llegáis, ella abraza a Marco. Tú saludas a los demás con una sonrisa y miras a tu alrededor buscando a tus chicas. Cuando ves a Sam corres para capturarla entre tus brazos y depositas un beso en su mejilla. Sam se ríe.

–Buenos días, preciosa.

–Buenos días, cielo.

Vuelves a abrazarle moviéndote de un lado a otro. Sam sonríe y te pasa la mano por el pelo.

–¿Estás feliz?

–La verdad es que sí. –Te ríes– Y quiero recordarte que no me olvido de ti, pequitas.

–Hey, idiota.

Te vuelves y ves a Zahara.

–¡Hola!

La abrazas también y ella te mete mano por debajo de tu ropa. Das un salto hacia atrás riendo.

–Ya se me olvidaba por qué nunca te abrazo, acosadora.

Ella te saca la lengua sonriendo.

–¿Qué tal, Zaha?

–Pues bien, la verdad. ¿Y tú?

–Muy bien.

–Está feliz, algo ha hecho –comenta Sam.

–Uy, ¿a quién te has tirado ya, Valeri?

Te ríes.

–A nadie, idiota. Si la felicidad dependiera de eso, tú estarías siempre triste.

Sam suelta una carcajada y Zahara hace como que llora.

–Jo... Pues líate conmigo si me quieres, para que no esté triste.

–Mmm... Déjame que me lo piense... No.

–Pfff... Tendré que contentarme sola.

Te ríes.

–Más bien.

–¿Y cómo es que no estás con Melca? –pregunta Zahara.

–Si estoy con ella, te quejas; y si no, también –replicas bromeando.

–Eso es porque Zahara le tiene envidia... En realidad le molas –dice Sam.

–Cállate, idiota –responde ella.

–Va a ser eso.

Le das toquecitos en la cintura haciendo que se ponga nerviosa. Se esconde detrás de Sam, quien ríe.

Tu reloj empieza a sonar.

–Tengo que ir a clase. ¿Os quedáis a almorzar?

–Yo no puedo –responde Sam.

–Yo me iba a quedar con la leona y la marina, vente.

–¡Okay! Hasta luego, nos vemos, Sam.

Das un beso en la mejilla a Sam poníendote de puntillas y vuelves con el grupo de Leia. Melca sigue hablando con Marco.

–Cielo, ya empieza la clase.

Ella asiente y se separa de él.

–Voy en un momento, ¿vale? Ve cogiendo sitio.

La rubia asiente y se va.

–Marco, ¿puedo hablar contigo?

Llegas a la clase y te sientas al lado de Melca. La profesora comienza a hablar. Posas una mano en su rodilla y te preguntas si ella también sentira como si sus células se revolucionaran.

–Leia me ha dado esto para ti –te dice ella enseñándote una bolita de papel.

La coges y la abres, leyendo el mensaje que pone en ella.

"Permíteme el beneficio de la duda".

Suspiras. Menuda testaruda.

Os dirigís a la salida tras la última clase.

–¿Me puedes acompañar aunque sea a unas calles de mi casa? –te pregunta Melca.

Niegas con la cabeza.

–No, lo siento, he quedado con las chicas.

–Oh... Vale. Entonces les diré a Paloma y estas que me quedo con ellas.

Veis a Marco entrar en la facultad, mirando a ambos lados.

–Pero... ¿Qué hace este aquí? –pregunta ella.

Te encoges de hombros y alzas una mano para saludarlo. Él te ve y sonríe, se acerca.

–¡Hola, chicas! Melca, espero que no sea muy precipitado, pero me preguntaba si querrías venir ahora conmigo a comprar... Necesito ayuda para comprar una camiseta a mi madre, que es su cumpleaños mañana, y como comprenderás, Carlos pasa y los gustos de Leia y Silvia son... demasiado... Estrafalarios.

Melca sonríe y asiente.

–De acuerdo, pero no he comido todavía...

–No te preocupes, yo te invito.

–No hace falta...

–Que sí, vente.

Sonríes.

–No le digas que no a una comida gratis, muchacha. Os veo mañana.

Le das un beso en la mejilla a Melca, un abrazo a Marco y te vas a la cafetería, donde pasas un entretenido almuerzo con tus amigas.

Tras haber ido a tu casa a ponerte una sudadera negra y unos vaqueros, estás apoyada en una pared de un pequeño parque donde no suele haber nadie, con la capucha calada. Ves a una pareja entrar. El chico le dice algo a la chica tras sacar su móvil del bolsillo y ella se queda sentada en un banco.

Empieza a sonar la canción Boyfriend de Justin Bieber y te separas de la pared, poniéndote delante del banco de la chica. Supones que te mira, pero no levantas la mirada del suelo para que la capucha no te descubra.

https://youtu.be/4GuqB1BQVr4

Empiezas a actuar, a veces cantando y a veces haciendo playback cuando no eres capaz de seguir el ritmo. La chica delante de ti no entiende nada, y no sabe si debería irse.

Cuando cantas con una voz más parecida a la tuya, en el agudo, deja de mover tan rápidamente la pierna.

Como a los dos minutos de canción, te arrodillas delante de ella y te quitas la capucha.

So give me a chance... –Coges su mano– You are all I need girl.–Melca te mira atentamente, su cara está completamente roja y no parece saber cómo actuar– Spend a week with your boy, I'll be calling you my girlfriend. If I was your man, I'll never leave you, girl. I just wanna love you and treat you right.

Dejas que la canción siga sonando (If I was your boyfriend, never let you go, keep you on my arm, girl. You'd never be alone. I can be a gentlemen, anything you want...) mientras la miras fijamente a los ojos. Ella no hace nada. Tú tampoco. Ambas tembláis.

Te levantas cuando acaba la canción, con la respiración entrecortada. Apoyas la frente en la suya.

–Dame una oportunidad... Eres todo lo que necesito, y me gustaría ser todo lo que quieras... Melca Caballero Alcántara, ¿quieres salir conmigo?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top