M
Estás desayunando cereales. En la caja hay un monstruito azul que sonríe ampliamente. Por alguna razón, eso te recuerda a Blue Smiling, y tienes una idea. Abres su perfil, en el mismo vídeo de la otra vez, y dejas un comentario. No piensas que Azuleima tenga la verdad absoluta en las relaciones, pero toda opinión nueva es buena, y te gustaría tener una que sea objetiva y desde fuera.
"SP5SOS: Hola de nuevo. Espero no molestar.
Verás, resulta que me ha pasado algo nuevo con la chica que te conté y quería saber tu opinión.
El otro día estaba hablando con ella cuando le revelé que me dolía que ella no me quisiera igual. Entonces me besó y me dijo que me quería, pero que no me podía querer tanto como a toda su familia junta. Me contó que tiene mucho miedo de perderlos, porque ellos son muy beatos, y no lo ven bien. Ella es bisexual, por lo que ve más viable la opción de esperar a casarse con un tío y ya está. Pero también dice que le duele no estar conmigo porque me quiere. Aún así sé que nunca cambiara de opinión si yo no hago algo.
Su ex, que es amigo mío, me dijo que él creía que si le demostraba que yo la iba a seguir apoyando y ayudando a reconciliarse con su familia ella saldría conmigo.
El problema es que creo que es muy egoísta salir con ella sabiendo que le puede acarreear malas consecuencias y que ella lo teme; pero al mismo tiempo opino que debería tener a alguien que la quiera de verdad mejor que a una familia que la condiciona; y por otra parte si no hago nada seguiremos haciéndonos daño las dos.
De verdad que no sé qué hacer. Ahora mismo somos amigas.
Un abrazo, gracias de antemano y disculpa por las molestias".
Abres el WhatsApp después de cepillarte los dientes.
"Galaxia: Puta, tú me tienes preocupada, ayer no te vi y no me mandaste ni un sólo mensaje en toda la tarde. ¿Te ha pasado algo?"
Leia y sus corazonadas. Es capaz de no acordarse en tres días de decirte nada, y justo ahora que la necesitas, se acuerda de tu existencia.
"Valeria: Luego te cuento... ¿Nos vemos después de clase? Solas."
Sales a la calle y empiezas a caminar, mirando el resto de tus WhatsApps.
"Fire: Cielo, mira el grupo, por favor."
Abres Las Divinas.
"Fire: Chicas, necesito hablar con vosotras.
¿Almorzamos juntas?
Fabimar: Por supuesto, preciosa.
Acosadora: Claro que sí, guapa.
¿A que me das un besito a cambio?
Fire: Si es en la mejilla sí.
Acosadora: Joe, siempre igual.
León con honor: Allí nos vemos.
Valeria: ¿Te doy un beso yo, Zahara?
Acosadora: Tú no, guarra. Yo quiero un beso de pelirroja.
Valeria: Claro que sí... Lo que te pasa es que sabes que yo sí te lo doy y en realidad te da vergüenza que te den un beso.
Acosadora: Que te he dicho que te calles, puta.
Valeria: ¿Y si no quiero qué?
Acosadora: Mira, que serás muy fea siempre, pero cuando cierras la boca un poquito más bonica estás.
León con honor: Pero si ya se lo diste...
Acosadora: Leona no te pongas de su parte.
León con honor: Yo sólo me pongo de parte de la verdad.
Fire: Chicas... No os peleeis...
Esas uñas...
Valeria: Aquí viene nuestro príncipe para salvarnos de asesinarnos las unas a las otras.
Fire: Jajaja. Vale, ¿vendrás?
Valeria: Por ti lo que sea, mi amor.
Acosadora: Valeria corta el rollo y no le tires la caña.
Valeria: No le tiro la caña.
Acosadora: No los cojones...
Fire: Chicas...
Valeria: Oye, Sam, ¿te importa si le pregunto a Melca si se viene?
Fire: Como quieras.
Acosadora: Ya estamos. ¿Sabes eso de que no hay que dejar de lado a las amigas por estar todo el día pegada a la pareja? Pues si ya estás así y no sois nada no sé cómo vamos a acabar...
Valeria: Zahara, todavía te reviento la cabeza.
Acosadora: No, me revientas la cabeza no. Es que últimamente estás siempre con ella y su séquito de pijas o con Leia y sus locopitres. ¿¿Qué pasa con nosotras??
Valeria: Vale... Tienes razón... Lo siento.
Acosadora: Pues demuéstralo.
León con honor: Zahara, guarda las garras.
Acosadora: Que voy en serio.
Valeria: Hoy voy a ir con vosotras, ¿está bien?
Acosadora: Pues no te la traigas.
Valeria: ¿Pero qué tienes en su contra?
Acosadora: En su contra nada, en que nos des plantón sí.
Valeria: El otro día estuve con vosotras...
Acosadora: Sí, perdida en tu mundo y sin hacer ni puto caso. Además, tú cuenta horas...
Valeria: Mira, Zahara, ahora mismo Melca se siente muy mal. Y yo también. No os he dicho nada porque quiero contároslo en persona y no sé cuándo hacerlo. Pero el caso es que no la quiero dejar sola, porque está muy mal. Y ahora sé que ni siquiera es por lo de su abuela.
Fire: Dejadlo ya. Valeria, traela contigo, mientras que me escuches me da igual. Zahara, déjalo estar.
Acosadora: Vale... Lo siento, Vale.
Eso ha sonado demasiado redundante...
Cámbiate el nombre.
Mandas unos emoticonos riéndote."
Tras una larga jornada, acabáis las clases. Te acercas a Melca, que realmente no se separa demasiado de ti en todo el día. Normalmente, ella y sus amigas se quedan en la cafetería para comer y estudiar juntas, y últimamente tú las acompañas.
Le pasas un brazo por los hombros y la detienes para que se separe un poco de las demás.
-Cielo... -susurras- Mis amigas me han pedido que vaya hoy con ellas, creo que Sam tiene algo que contarnos; pero no quiero separarme de ti... ¿Vienes, por favor?
-Mm... No quiero estar en medio, Valeri. No me gusta acoplarme.
-No lo estarás. Ya les he preguntado y han dicho que no les importaba.
-Pero... Cielo, no pasa nada si un día no te quedas conmigo, ¿lo sabes, verdad?
-Lo sé, pero quiero que vengas, por favor...
-Está bien... ¿Segura que no les molestará?
-Segurísima.
-¡Paloma, chicas! -las llama, ellas se giran y os miran- Hoy voy a irme antes con Valeria.
Paloma arruga la nariz y las demás ponen cara de disgusto.
Melca te mira y ve tu cara de súplica. Las vuelve a mirar.
-Lo siento... Mañana nos vemos, ¿sí?
Paloma no dice nada en contra, por lo que la rubia se acerca a darle dos besos a cada una. Tú te despides con un simple adiós y ellas se van a su cafetería.
Melca se gira hacia ti.
-¿Y dónde habéis quedado?
-Espera.
La coges de la mano y la llevas a un pasillo de aulas cercano, que en ese momento está vacío. Le apartas el pelo de la frente y la besas en ella. Melca te mira con esa cara de miedo suya que te pide que no hagas nada de lo que se pueda arrepentir. Tú la abrazas por un largo rato, cerrando los ojos para sentirla a tu lado. Tu corazón late rápido, y puedes notar que el suyo también. Te separas de ella y le das un beso largo en la mano, notas como si algo en tu pecho se expandiera.
-Lo siento, lo necesitaba.
Ella te sonríe tímidamente.
-Tranquila, yo también.
Te da un abrazo rápido.
-¿Vamos?
Asientes y caminas a su lado, dejando la mano abierta a una distancia estratégica de la suya para que la coja cuando quiera pero sin hacerlo tú para no incomodarla.
Caminas por los jardines y encontráis a Sam. Os dais un abrazo nada más veros.
Sam sonríe a Melca cuando se separa de ti, y ella se la devuelve, ambas tímidas.
-Buenas, Melca.
-Hola.
Se dan dos besos.
Sam te mira.
-Las chicas salen un poco más tarde, hemos quedado en ir a la cafetería de la facultad de Fabiola para que tarden menos.
-Vale.
-¿Y qué tal? -pregunta Sam.
-Bien.
-Bien.
-Pero qué "bienes" más secos me traéis, chiquillas...
Camináis unos pasos en silencio.
-¿Y tú qué tal? -pregunta Melca.
Sam suspira.
-Con muchas cosas que contar.
-¿Es por tu familia? -preguntas al ver la cara que siempre pone cuando habla de ellos.
-Exacto.
-¿Qué ocurre con tu familia? -se interesa Melca.
-Bueno... Mis padres me echaron de casa. Y ahora me he encontrado con mis tíos y ellos dicen que hable con mi familia e intente explicárselo para volver con ellos...
-¿Por ser lesbiana?
-¿Qué? ¡No! A mí me gustan los hombres.
-Oh... Pensé que... Perdón.
-¿Por qué todo el mundo se cree que soy lesbiana en vez de preguntarse si soy transexual, demisexual, no-binario o simplemente hetero cisgénero a quién le gusta vestir así? No sé, yo lo veo mucho más lógico. Al fin y al cabo la mayoría de lesbianas que conozco son muy femeninas.
-Eso es por los estereotipos y porque casi nadie sabe que existe gente como tú, Sam... A parte de que los trans también se toman menos en cuenta.
-¿Gente... como tú?
-Sí. Mi género es fluido, a eso se refiere.
De la misma manera en la que a ti no te gusta decir "soy lesbiana", sino "me gustan las mujeres", Sam evita decir "soy género fluido" en la medida de lo posible: el verbo ser es definir, y no creéis que eso os defina.
Melca te mira con cara de "estoy quedando muy mal y no entiendo nada, ayúdame".
-No creo que Melca sepa lo que es eso, Sam.
La rubia te mira con reproche, como quejándose porque podrías haber hecho algo que no la hiciera quedar peor.
-No te preocupes, no pasa nada. Es lo normal -dice Sam, suspira-, lamentablemente. Género fluido, o gender fluid, significa que tienes varios géneros que van fructuando, bien con una duración de años bien de días o minutos, de forma que tu género no es fijo: va cambiando. Yo, por ejemplo, a veces me siento hombre y a veces mujer, para que tú me entiendas, con lo que puedo despertarme un día siendo mujer y acostarme siendo hombre.
Melca parece estar poniendo todos sus esfuerzos para comprenderlo.
-¿Y cómo lo sabes? Quiero decir, ¿cómo sabes cuándo eres cada cosa?
-Bueno... Realmente no es algo de "saber". Además, tengo un tercer género, agénero, que significa que no me considero ni una cosa ni la otra. Podría tener más, pero... Los míos son esos. Y, como te decía, no es una cosa de "saber", porque no lo puedes demostrar ni contrastar, sino, más bien... Mmm... ¿Diste a Descartes en filosofía cuando estábamos en Bachillerato, verdad?
-Sí.
-¿Te acuerdas de las evidencias?
-Más o menos...
-Descartes dice que algo es cierto cuando se siente como una evidencia, es decir, algo claro y distinto que no puedes refutar; aunque no puedas decir el por qué es así, pero sí asegurar que no es falso. Por ejemplo, "pienso, luego existo". No puedes negar que eso sea cierto, porque sabes que piensas, aunque no sepas por qué piensas, pero ahora mismo, mientras lo dudas, estás pensando. Y para que algo piense tiene que existir. Bueno, pues yo lo siento como algo parecido: no puedo explicarte el por qué, no puedo demostrártelo (como tampoco puedo demostrarte que pienso y que no soy un producto de tu imaginación), simplemente sé que es así, como una evidencia. Realmente ni siquiera creo en las diferencias entre hombre y mujer, pues creo que todo aquello de "las mujeres, o los hombres, son todos iguales" es por mero aprendizaje, influencia de la sociedad. Y entonces, te preguntarás, ¿cómo puede ser que te sientas distinto cuando eres hombre que cuando eres mujer? Pues no lo sé. Es como una premonición... Yo sé que soy un chico. Y creo tener cuerpo de chico si no lo pienso mucho, aunque si me detengo a pensar o me miro sé que no es así. Es algo que... Simplemente sé, pero no puedo explicar. Lo tengo demasiado interiorizado como para saber exponerlo con palabras, lo siento.
-No te preocupes. Creo que lo entiendo. ¿Puedo hacerte una pregunta sobre ello?
Sam asiente. Tú te has dado cuenta que ahora Melca está muy curiosa con todo lo que tenga que ver con la diversidad de sexo, orientación sexual o género, si bien antes no quería ni oír hablar de ello o no le interesaba.
-Cuando te sientes hombre... ¿Te sientes mal con tu cuerpo, como los transexuales?
-A veces sí, a veces no. Hay veces que a lo mejor estoy hablando o jugando con mis amigos y no me doy cuenta de que mi cuerpo no es el que según mi género debería, me siento hombre y no hay nada que me recuerde que mi sexo no es masculino. Hay otras en cambio en que sí, en que me molesta tener pecho y quisiera arrancármelo porque siento que no debería estar ahí, o en que echo de menos tener pene. Por suerte no me pasa muy a menudo, pero sí que me pasa.
-Y si eres hombre y mujer... ¿Cómo sabe la gente cómo tratarte si no pueden saber qué eres en cada momento? Quiero decir, por ponerte un ejemplo, a mí no me gustaría que me trataran de "él" porque no soy "él".
-Es todo cuestión de preguntar. Se aconseja que preguntes qué pronombre le gustaría a cada persona que uses. Por ejemplo, a mí no me molesta si me dices "él" o si me dices "ella" en cualquier momento. Me molesta si te corriges y cambias de pronombre, como si fuera una cosa más que otra. Ya sabes, lo típico de decirte algo en masculino y luego corregirse y volver a decirlo en femenino. Me molesta que me encasillen de cualquier manera en sólo uno de los dos géneros. Y, a la hora de hablar, prefiero que se intente no usar ningún género, que digas mi nombre en vez de un pronombre y que intentes buscar un adjetivo neutro u otra forma de decirlo mediante adverbios o sustantivos. De todas formas, es algo que casi nadie hace, sólo Valeri, Leia y Víctor, y tampoco me voy a enfadar si no lo haces.
Melca escucha a Sam con mucha atención, y después asiente.
-Intentaré recordarlo.
Sam le sonríe.
-Gracias, preciosa.
Melca te mira por el rabillo del ojo como si eso te pudiera molestar. Tú le sonríes y sigues andando.
Mientras ellas hablaban y tú caminabas por detrás, observándolas, habéis llegado a la facultad. Te parece una imagen muy bonita ver a las dos juntas, debido a que son de las personas más guapas que conoces, y su físico no es muy normal: las pecas de Sam contrastan con la piel sin marcas de Melca, sus ojos esmeraldas y celestes, sus cabellos pelirrojos y rubios.
Entráis en la cafetería y veis a Fabiola, Zahara y Leonor sentándose, acaban de llegar. Os acercáis a ellas.
Sam y tú le dais un abrazo a cada una, y Melca las saluda con dos besos.
-Vaya... Pero qué chica más guapa me traéis por aquí -comenta Zahara, echándote una rápida mirada al hacerlo y observando a Melca.
La rubia se sonroja.
Está claro que a Zahara se le quita la vergüenza sólo por tres razones: porque te quiera molestar, porque sea una persona con la que no crea que vaya a tener más relación o porque crea que no se lo va a tomar en serio. Y en esta ocasión se le juntan las tres.
Tú le echas una mirada asesina.
-Zahara, no seas acosadora.
Ella te dirige una sonrisa de angelito.
-Si no he hecho nada... Sólo he comentado que tu amiguita es muy guapa. No te puedes quejar, ¡como si no fuera verdad!
Sigues mirándola con gesto amenazador y das un paso hacia ella sin darte cuenta.
-Zahara, no me toques los ovarios.
-Mujer, me pones muy difícil llevarte la contraria, que están muy adentro.
-Pues no me toques el coño.
-¿Segura?
-Zahara, todavía te pego. Te aviso que últimamente no tengo mucha paciencia.
-¡Chicas, parad! -se interpone Sam, como siempre.
Melca sólo se ha quedado mirando a una y otra como un partido de tenis. Te separas de Zahara y te acercas a ella.
-¿Se puede saber por qué te has puesto así con ella si cuando me lo ha dicho Sam te ha dado igual?
-Hay una gran diferencia entre que te lo diga Sam y que te lo diga Zahara.
-¿Por qué?
-Porque Sam es súper amable, lo dice a buenas y le gustan los tíos y Zahara es una acosadora, lo dice con segundas y le gustan las tías.
-¡Y dale, que yo no acoso a nadie!
-Porque no tienes los cojones necesarios. Que si no lo harías.
-Venga ya... Que sólo le he dicho guapa. Seguro que tú habrás acosado muchísimo más a tu queridísima rubia -contesta con retintín.
Melca intenta ocultar una carcajada que sirve como tu sentencia final, por lo que todas se ríen.
-Jo... Melca... Anda que me defiendes...
-Tu amiga tiene razón, acosadora.
Ella se sienta en la mesa mientras tu grupo intenta no reír demasiado.
-¡Ves como tengo razón! -replica Zahara.
-Bueno, bueno... Pero al menos yo soy acosadora de una mujer, que tú las miras a pares.
-Ñañaña... -Se sienta en la mesa- Bueno, Sam, ¿qué nos querías decir?
-Comamos primero.
Coméis hablando de cosas sin importancia, tú te sientas al lado de Melca y pones la mano en su rodilla con disimulo. A veces ella te la coge o juega con tus dedos, sin que nadie se dé cuenta. Parece hacerlo cada vez que se pone nerviosa por no conocer bien a las chicas del grupo, lo que no te extraña, porque Melca es tímida y encima tu grupo y el suyo son muy distintos. Leonor puede contaros perfectamente la noche que pasó con su novio cuando sus padres no estaban, como Zahara soltar unos cuantos comentarios cuando ve a una tía buenorra o Fabiola señalar a un chico diciendo lo bueno que está. Eso son cosas que en su grupo son impensables.
Salís a los jardines y Zahara vuelve a preguntarle a Sam, quien os explica que sus tíos han organizado una cena con toda la familia dentro de poco y que no sabe qué hacer: si ir o no, y, de hacerlo, qué decirles.
-Yo de ti buscaría la manera más sencilla de explicarlo, y la repetiría varias veces en mi casa para aprenderla hasta automatizarla. Porque si no con los nervios posiblemente no lo sepas expresar bien cuando estés allí... -le recomienda Fabiola.
-Sí, es una buena opción. Y sobretodo recuerda mostrar en todo momento que estás segura y orgullosa de lo que digas, si no no funciona. Ya sabes que la actitud tiene un gran potencial informativo, y cuanto más demuestres tú que lo ves normal más normal lo verán ellos -añade Leonor.
-Sí, eso también. Si te sirve para sentirte mejor, imagina que hablas con nosotras o mira directamente a tu primo Pablo o a tus tíos que ya lo saben mientras lo cuentas.
Sam mira a Zahara, que parece muy pensativa. Cuando esta se da cuenta, contesta al tiempo que saca su móvil:
-Esperad, que voy a apuntármelo todo para que no se me olvide para cuando me de por salir del armario con mis padres.
Os reís.
-¿No se lo has dicho? -le pregunta Melca, interesada.
-No... No es tan fácil. No todas tenemos la suerte de Valeri, su madre directamente llegó un día y le dijo de ver juntas una serie policíaca lésbica que estaba saliendo en la televisión, y comentó que las dos protagonistas eran muy adorables juntas... Mis padres no comentan nada así, asi que no puedo saber cómo se lo tomarían.
-Cierto es... -respondes. Miras a Sam, que también te observa- Cielo, yo creo que Leonor y Fabiola tienen razón. Asegúrate de relajarte antes de ir, y de tener preparado lo que les vas a decir desde el principio. Apóyate de tus tíos y tu primo, incluso podrías cogerlo en brazos, de forma que aunque mires a los demás para saber cómo reaccionan sentirás que te apoya... Y conciénciate antes de ir de que pase lo que pase estará bien... Si no te matarán los nervios. Recuerda que si reaccionan mal, seguirás siendo tan feliz como ahora, no pierdes nada. Y si sale bien, eso que ganas.
Sam asiente lentamente. Mira a la única persona que aún no ha hablado, con curiosidad.
-¿Tú qué opinas, Melca?
Ella se queda un momento pensando, con la vista perdida, antes de hablar.
-Opino que eres muy valiente. No creo que yo fuera capaz de hacer algo así.
-Bueno... Todo depende de cómo lo mires. Yo ya he perdido a mi familia, porque llevo un año sin verlos, pero... Si se presenta la oportunidad... Es como dice Valeria, no pierdo nada.
Tú sabes que en realidad Sam se muere de nervios y de miedo. Prefiere perderlos sin más a sentir su rechazo directamente.
-No, Sam. Tú eres muy fuerte, además de valiente. Si no no hubieras sido capaz de preferir seguir siendo tú a continuar en casa de tus padres -replicas.
-Bueno...
Escuchas unos pasos acercándose a vosotras y te giras. Ves a un chico cuyo flequillo negro tapa parte de su cara, con los brazos llenos de tatuajes. Es Víctor, que te sonríe.
-¡Hola, chicas! Sam, te estaba buscando. Me han surgido cosas por la tarde y no puedo quedar contigo, así que si no os importa... Os lo robo un rato.
-No, Víctor. En realidad les estaba contando lo mismo que te iba a contar a ti.
Víctor hace como que se enfada.
-¡¿Con que me entero yo el último?! ¡No hay derecho!
Sam sonríe y él dibuja una medio sonrisa. Os da dos besos a cada una, y se detiene en Melca.
-Creo que a ti no te conozco, rubita.
-Soy amiga de Valeria, me llamo Melca.
-¿Melca? ¿De dónde sale ese nombre? No lo había escuchado nunca.
-De... la Biblia -responde ella vergonzosa.
Víctor suelta una carcajada.
-¡Venga ya! ¿En serio?
-Hey... -se queja ella.
-Perdón, perdón, si yo respeto -responde Víctor levantando las manos en son de paz. Mira a Sam-. Bueno, cuenta.
Sam vuelve a explicárselo y él escucha con atención.
-Entiendo. ¿Te gustaría que te acompañase? Como apoyo moral, quiero decir.
-No sé si sería bueno que te metieras en una cena familiar... -comenta Fabiola, dudosa.
-¡Si yo soy más su familia que cualquiera de los que hay allí! ¿A que sí? No por nada me paso veinticuatro horas a la semana en su casa, cuando no más.
-Cierto es... No sé. Me gustaría que vinieras para no enfrentarme a ello sola. Pero... No sé si ellos lo verán bien.
-¿Y desde cuándo eso nos importa? Sam, después de no haberte visto en un año y de que les cuentes todo eso, en lo que menos se van a fijar es en que yo esté contigo.
-También es verdad...
-Pues nada, decidido: te acompaño. ¿Cuándo es?
-Supuestamente este fin de semana.
-Uff... Había quedado con mi chica. Pero bueno, no te preocupes, le diré de cambiarlo a otro día.
-Si no puedes no te preocuoes, ¿eh?
-Nah, yo voy. No pasa nada.
-¡Vamos todas de excursión a hablar con la familia de Sam! -exclama Zahara.
Leonor se ríe.
-Me parece que eso ya es demasiado; pero no dudes en mantenernos informadas.
-Por supuesto.
-Oye, yo he tenido una idea -dice Zahara.
-¿Cuál? -le pregunta Sam.
-Ya que vais a coger los dos práctica, cuando terminéis, vais y le decís a mis padres que prefiero el menú de pescado, bollos, peras y conchas, porque el de salchichas y pepinos me da asco.
Os reís.
-Anda que no tienes cara, aprovechada -bromea Sam.
-¡Oye! Un respeto. ¿Cómo que asco? -bromea Víctor.
-Tío, yo lo siento... Pero ni con un palo -exagera ella.
-¡¿Cómo que no?!
Víctor va a por ella y Zahara intenta escaparse, pero el chico consigue abrazarla por detrás para capturarla y le revuelve el pelo.
-¡Aaaaah, nooooo, me mueeerooo! ¡Me va a salir un sarpuchido hetero!
Os reís. No podría ser más tonta.
Víctor la suelta y ella se acerca a ti y te abraza por detrás.
-Valeria, lo siento, creo que me han contagiado. Necesito que me pegues tu homosexualidad de vuelta.
-¡Quiiiitaaa! -te quejas separándola- Deja de decir polladas, tía.
-Sam nunca rechaza los abrazos y es muy gay, quizá te sirva -comenta Víctor.
-¡Pero si le gustan los tíos!
-¿Y qué? Es un tío gay y una tía hetero, sea como sea, homosexualidad tiene.
-No me sirve. Yo lo siento, pero me parece que tienen la mente atrofiada... O sea, habiendo mujeres... ¿Por qué os fijáis en los tíos? -bromea Zahara, sabe que a ti te molesta y las chicas la mandan a callar, quiere ver cómo reaccionan Víctor y Melca.
-Sinceramente, yo tampoco lo entiendo -le responde Víctor-. Es algo que escapa de mi mente. O sea, están las tetas y está quien no tiene tetas, está claro que entre tener y no tener, es mejor tener -bromea.
-Es que yo ya tengo mis propias tetas, ¿para qué quiero más? -le sigue Sam el juego llevándose las manos a encima del pecho.
Víctor se ríe.
-Bueno, viéndolo así, yo si fuera tía me pasaría todo el día tocándome mis propias tetas y al final no ligaría porque estaría demasiado ocupado.
-Te entiendo, tío, te entiendo -replica Zahara dándole unos golpecitos en la espalda mientras pone su mejor cara de comprensión.
Reís a carcajadas, excepto Melca, que se muere de vergüenza. Tú la coges de la mano, lo que parece ponerla más nerviosa.
-Sam, yo creo que no eres capaz de darme una razón lógica -le pica él.
-Yo que sé, tío. El amor es amor, y es incomprensible.
-Vale, no te digo yo que el amor es incontrolable y no hay quién lo entienda, ¿pero que te atraiga más una polla que unas buenas tetas con su culazo y su coño? Par favar...
Zahara parece pasárselo de lo lindo mientras que Fabiola y Leonor lo miran como si esto no pudiera ser posible.
Te cae bien Víctor, sabes que lo dice completamente de broma, y sabes que a Zahara -como posiblemente también a Melca- le puede venir bien escuchar a un heterosexual diciedo cosas así, dejando de lado el hecho de que se sea mujer u hombre para que te atraigan las mujeres.
-Eso es algo que escapa de los límites de mi conocimiento, amiguito mío. Simplemente soy incapaz de ponerme imaginando a una tía.
-Mejores argumentos he escuchado, amiguito.
Sam se ríe.
-Anda, cállate ya.
Víctor mira a las otras tres chicas que quedan.
-¿Y vosotras qué? ¿No decís nada?
El chico parece fijarse en vuestras manos entrelazadas al mirar a Melca, pero no dice nada y simplemente devuelve la mirada a Leonor y Fabiola, inquisidor.
-Esta me parece la conversación más ridícula que he oído nunca -responde Fabiola.
-Y a mí -se une Leonor.
-¿Cuántas veces te han hecho a ti preguntas así pero al revés? -pregunta él a Zahara. Ella responde moviendo los dedos para decir "muchas"- ¿Y a ti? -Te mira, tú separas mucho los brazos- ¿Veis? No puede ser tan absurdo como para que a tanta gente le pase tanto. ¿Cómo sabéis que os gustan los tíos?
-Está bien -accede Leonor tras una leve sonrisa-. Lo sé porque estoy enamorada de mi novio.
-Vale, eso lo entiendo: a mí mi novia me trae loco. ¿Y tú, Fabiola?
-Me enamoré de mi ex.
Víctor posa su mirada en Melca y en ti. Tú niegas con los ojos y él retorna su mirada a Leonor.
-Oye, ahora que lo pienso... -dice ella, que al seguir la mirada de Víctor también ha visto vuestras manos y ha pasado de largo- ¿Y tú, Zahara? ¿De quién te has enamorado para saberlo?
-Pfff... No necesito enamorarme de nadie para saberlo. Sé que me gustan las chicas. Es... una evidencia. Simplemente lo sé.
-Eso y que te moló el beso que te dio Valeria -bromea Fabiola.
-¿Qué? -te pregunta Melca.
Tú la miras y te encoges de hombros, restándole importancia.
-Simplemente Zahara se moría de curiosidad por dar un beso a una chica. Y a mí no me importaba dárselo. En fin, ya sabes, un beso no hace daño a nadie.
-Ya, ya, Valeria... No hagas como que te sacrificaste al dárselo, que te aprovechaste de la situación seguro -bromea Víctor, que también se acaba de enterar.
Te ríes.
-Para nada. Además, fue sólo un beso con una amiga. No es lo mismo que cuando se lo das a alguien que hace que se te revuelvan las mariposas en el estómago y se te escape la sonrisa. No te voy a negar que me haya liado varias veces con tías porque sí, pero no me interesa tanto y con Zahara no pasó de un beso.
-¿Y quién te revuelve las mariposas a ti, Valeri?
-Alguien -respondes.
No te importaría decírselo de no estar Melca allí, pero no quieres incomodarla.
-Oh, venga ya... No te hagas la difícil.
-Es una chica muy especial... Es inteligente, amable, graciosa, cariñosa, adorable, inocente, divertida, preciosa, de confianza... Es muy especial. Es la única persona que me ha hecho sentir eso tan fuerte hasta ahora.
-¿Pero... tenéis algo?
Niegas con la cabeza.
-Desgraciadamente, no.
-Vaya lástima...
-Bueno, yo doy las gracias porque sea mi amiga.
Tu grupo ha parecido aumentar su atención en Melca al acordarse de ese pequeño detalle. Está claro que no han pasado por alto el detalle de vuestras manos, pero no dicen nada ni las miran, y eso parece relajar a Melca al ver que a pesar de darse cuenta no reaccionan como si fuera algo raro.
-¿Y tú, Melca? -pregunta Zahara- ¿Te gustan los chicos, no?
Ella tarda un momento en contestar, pero finalmente asiente. No es como si mintiera: le gustan los chicos. Simplemente ha pasado de matizar que también le gustan las chicas.
-¿Segura?
La rubia asiente en silencio.
Tú mandas una mirada asesina a Zahara, quien se calla.
Notas como Melca te sujeta la mano con más fuerza.
-Oye, chicas... Creo que Melca y yo tendríamos que ir yéndonos.
-Claro, nos vemos mañana.
-Yo os acompaño, chicas. Me pilla de camino -se ofrece Sam.
Asientes. Os despedís del resto y camináis un poco antes de que Sam os alcance.
-¿Estás bien, preciosa? Lo siento si te han molestado... Sé que es mucho hablar... de todo el tema para ti.
-No soy un bebé, Valeria. No te preocupes, puedo soportarlo.
-Pero... ¿Segura que estás bien?
-Algo así. No me gusta pensar en ello.
-Entiendo.
Tú la abrazas por la cintura.
-¿Les has hablado de mí?
-Claro.
-Quiero decir...
-Lo saben, Melca. Quiero decir, saben que estoy enamorada de ti. Pero no que tú me correspondas.
-Y no pensarán...
-¿Porque tengamos las manos cogidas? Melca, suelo cogerle la mano a Sam casi siempre cuando vamos andando, veo que algo le da vergüenza o Sam nota que yo lo necesito.
Sam os alcanza.
-Chicas... ¿Puedo hablar con vosotras? Sé que sólo os habéis ido porque estábais incómodas...
Tú miras a Melca.
-Claro... -murmura ella.
Tú las miras y suplicas a Sam con la mirada que no la incomode. Melca aprisiona tu mano con la suya, que está sudando. Sientes un nudo en el estómago, no porque posiblemente ahora Sam se entere de todo, sino porque te da miedo cómo se sienta Melca en esa situación.
Confías en Sam porque sabes que nadie mejor que Sam puede comprender a alguien y aconsejarle, más cuando está la familia de por medio.
Pero temes que sus perspectivas choquen.
Temes que Melca llegue a un límite de lo que puede soportar y vuelva a encerrarse para protegerse.
¡Hola a todos! Muchas gracias por leer hasta aquí y por todos vuestros comentarios. Quería pediros una cosa: ¿podríais comentarme qué responderíais cada uno si fuérais Azuleima, sin saber nada más de lo que pone en el comentario de Valeria?
¡Un abrazo a todos!
¡Sonreíd!
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