E
-Hola, preciosa.
-Hola, enana. ¿Otra vez no te puedes dormir?
-Ajá. ¿Y tú?
-Estoy terminando el trabajo para clase.
-Oh, entonces te dejo.
-No, tranquila, lo pongo en altavoz, te puedo escuchar.
-Vale.
-A este paso nos quedaremos sin tema de conversación para pasar las noches.
Ella se ríe.
-Posiblemente. Pero no pasa nada, con escucharte me basta.
No puedes evitar sonreír, y la imaginas a tu lado. Tus ojos se achinan con dulzura.
-Ojalá pudiéramos dormir abrazadas...
-Sí... Seguro que así conciliaríamos el sueño antes.
-Seguro.
-Mm... ¿Qué significa tu estado? Lo has cambiado.
-On écrit sur les murs le nom de ceux qu'on aime. Escribimos sobre las paredes el nombre de las personas que amamos. Es de una canción. Espera, ¿te puedo llamar por Skype?
-Sí... Aunque no te asustes por mis pelos de loca.
Te ríes. Abres la pestalla del Skype y le haces una video llamada. Ella te responde y aparece en tu pantalla.
-Woala... -exclamas con cara de asombro.
-¿Qué pasa?
-Que estás preciosa.
Ella se sonroja y tú sonríes al conseguir lo que pretendías. Compartes la pantalla y vuelves a Internet, abriendo una pestaña distinta a la del trabajo para abrir el YouTube.
-Creo que te queda bien estar despeinada, somnolienta y en pijama... Ojalá fuera la primera imagen que viera todas las mañanas.
Melca se sonroja más.
-No seas tonta...
-No soy tonta. Sólo tengo buen gusto.
-Tonta.
-Preciosa.
-Te quiero...
Te quedas parada un momento y bajas la mirada al cuadradito donde sale ella.
-No más que yo, rubita.
-Bueno... ¿Me enseñas la canción?
-Claro.
Das a reproducir en el vídeo de On ecrit sur les murs de Kids United.
-Escribimos sobre los muros los nombres de aquellos que amamos, mensajes para los días venideros. Escribimos sobre los muros con la tinta de nuestras venas... -Te saltas algunas frases que no entiendes- Escribimos sobre los muros la fuerza de nuestros sueños, nuestras esperanzas en forma de graffiti. Escribimos sobre los muros para que el amor se eleve un bonito día sobre el mundo dormido. Palabras solamente grabadas para no olvidar, para cambiarlo todo.
Dejas que el resto de la canción suene sin traducirla.
-Vaya... Qué bonita.
-Mucho.
-¿Qué nombres escribirías tú en las paredes, Valeri?
Tú te quedas pensando, quieres contestar objetivamente, como si no se lo contaras a ella.
-Escribiría en grande Leia. No sé qué haría sin esa puta loca en mi vida. Después pondría mamá, Melca, Sam y papá.
-¿Y las chicas?
-Ellas después.
-¿Nada más?
-No.
-¿Y tú?
-Escribiría Valeri. Después todos los nombres de mi familia, y luego Paloma.
-¿Estás diciendo que me pondrías a mí primero?
Ella baja la mirada.
-Sí... Pero siguen siendo demasiados nombres como para que llenen el mismo trozo de pared.
-Entiendo.
-Oh... A mí se me ha olvidado un nombre.
-¿Cuál?
-El mío. Ese lo pondría el primero.
Melca suspira.
-Yo el mío lo pondría el último...
-Ese es el problema. Que valoras más todo lo que piensen los demás o lo que quieran antes que tu felicidad, que los prioritizas siempre. Tienes que vivir para ti, Mel... Y tienes que amarte más que a nadie.
-Ya... Bueno.
-Me da que tú no crees eso.
Ella se queda callada sin mirar la pantalla.
-Déjame enseñarte otra cosa.
Buscas la canción Brave de Sara Bareilles con subtítulos en español.
Nada va a dañarte de la forma en la que las palabras lo hacen cuando se quedan debajo de tu piel, guardadas en el interior sin luz del sol, a veces una sombra gana; pero me pregunto que pasaría si dices lo que quieres decir, deja a tus palabras salir, honestamente, quiero verte ser valiente.
Melca suspira escuchando la canción, mirándote. Tú sólo observas sus ojos.
Todo el mundo ha estado ahí... Vencidos por el miedo. No huyas, deja de retener tu lengua. Tal vez allí esté la salida de la jaula en la que vives.
-Valeri... No me pidas imposibles.
-No lo hago, cielo.
Ya que tu historia de silencio no te hará ningún bien...
-No soy valiente.
¿Por qué no les dices la verdad?
-No puedo.
-Todos podemos. Y me da corage verte vivir en una jaula, no sólo por esto, por todo... No te valoras lo suficiente, sólo haces lo que quieran que hagas, estás desperdiciando tu vida... Y me da igual que cuando salgas no sea conmigo, quiero que salgas.
-¿Te da igual?
-No, joder... Ojalá salieras conmigo. Quiero decir que no te lo digo para que salgas conmigo, que lo digo por ti.
-Valeri... No tengas esperanzas en que cambie.
-¿Por qué?
-Porque yo no soy fuerte.
-Lo eres...
-No, no lo soy. Tú lo eres, Leia lo es, Sam lo es... Hasta Zahara lo es, aunque todavía le falte algún empujoncito. Yo no lo soy. Y nunca podré serlo.
Suspiras.
-Cielo... Me tengo que ir a dormir.
-No...
-Estoy cansada....
-Por favor... Quédate sólo un poquito más.
-Me muero de sueño, Melca.
-Si ni siquiera has bostezado.
-Apaga ya, ¿quieres? Que no quiero que me veas llorar...
-¿Y luego yo tengo que llamarte a ti cuando lo haga?
-No es lo mismo, Melca. El problema lo tienes tú. ¿Cómo te vas a poyar en mí si yo me derrumbo?
-Valeria, mi vida... Si confío en ti es justamente porque sé que aunque caigas o te equivoques siempre volverás a levantarte. Y me gustaría poder ayudarte a hacerlo como tú haces conmigo.
-Quiero abrazarte.
-Y yo, cielo.
-¿Has llegado a alguna conclusión nueva?
-No... del todo.
-¿Y qué vas pensando?
-Déjame tiempo.
Suspiras.
-Está bien.
-Una cosa, Valeri...
-Dime.
-Como sabes, ahora me siento incómoda yendo a ver a mi familia... Y vamos todos los sábados... ¿Vendrías?
Tú te quedas mirándola, sin terminar de creértelo.
-Claro.
Al apagar el despertador, te sale una notificación de que la rubita te ha mandado una imagen. Lo abres y ves una foto suya recién despertada, con el pelo revuelto, el pijama puesto y entre las sábanas.
"La rubia <3: Al menos será lo primero que veas esta mañana.
Valeria: No podrías haberme dado un despertar mejor. Buenos días, cielo.
La rubia <3: Hey... Que yo también quiero..."
Sonríes y buscas en tu galería una foto que te hizo tu padre mientras dormías hace algún tiempo. Se la envías.
"La Rubia<3: Dan ganas de estar allí... Sales muy mona.
Valeria: Ven y olvidémonos de que tenemos clases.
La Rubia <3: Ja. Sabes que no.
Valeria: Tenía que intentarlo".
Sales a la calle y te encuentras con Leia apoyada en la pared de tu casa. La miras sorprendida.
-Hola, puta.
-Ho... Hola. ¿Qué haces aquí?
Ella se encoge de hombros y echa a andar hacia el campus universitario. Tú la sigues y caminas a su lado.
La observas con detenimiento. Leia simplemente camina mirando hacia delante, con su mirada seria de siempre. Pero parece que oculte algo, y te extraña que haya ido hasta tu casa, estando esta en dirección contraria al campus desde la nave.
-¿Querías algo? -preguntas.
Leia niega con la cabeza.
-Por una vez que la reina de la Galaxia baja a la tierra para hacer tareas de simples mortales como acompañar a una dama al castillo de la sabiduría, no te quejes.
Sigues mirándola sin entender, lo que parece molestarle, pero no te mira. Lleva los brazos cruzados. Metes tu mano entre ellos para cogerle del brazo y ella acaba bajándola. La pasas por tus hombros y rodeas su cintura con tu brazo. Leia no se queja. La besas en la mejilla. Su expresión se afloja un poco.
-¿Seguro que no te pasa nada?
Leia niega con la cabeza.
-¿Seguro?
Asiente.
-Leia... ¿Sabes que te quiero, verdad?
Ella vuelve a asentir, y notas como el aire sale lentamente por su nariz.
Tú sabes que a Leia le aterroriza que en cuanto dejes de necesitarla, te pierda. Que en cuanto deje de hacer cosas por ti, no te salga rentable tenerla en tu vida. Últimamente has pasado mucho menos tiempo con ella, y quizá sea por eso. Porque vea que cada vez te apoyas más en Sam y Melca y menos en ella.
Leia nunca ha creído que nadie la quiera y quiera estar a su lado por cómo es, si no por lo que da. Por eso teme ser sustituida por alguien que lo haga mejor.
-Ya no me mandas los audios resumen por la noche... -comenta ella, como si fuera algo sin importancia.
Pero tú notas que le duele.
Llevas mandándole audios contándole tu día todas las noches desde que existe esa función en vuestros móviles. Ella nunca lo hace, pero siempre se detiene a escucharlos y contestar a cada cosa que dices, sea esa misma noche o a la mañana siguiente. A veces, incluso se le acumulaban varios, pero siempre los escuchaba por largos que fueran: una vez llegó a media hora, y ella lo escuchó entero.
¿Sabes que divagas mucho cuando grabas tus audios, verdad?
Alguna vez has pensado que quizá a ella le moleste recibir audios tan largos, ya que ella nunca lo hace, pero descubrías que no cada vez que ella te preguntaba por qué no se lo habías enviado.
A Leia le gusta formar parte de tu vida y saber cada cosa de ella, por insignificante que sea.
-Lo siento... Me quedaba hablando con Melca o estudiando y... Se me olvidó.
Ella simplemente asiente con la cabeza.
-Pero no te preocupes, esta noche hago memoria y te cuento lo de los días que me ha faltado y lo de hoy.
-No te preocupes. No hace falta.
-Que síiii.
Leia se encoge de hombros y sigue andando. Realmente es un poco incómodo que sea ella la que tiene el brazo por tus hombros, porque es más baja que tú, pero por alguna razón a ella no le gusta hacerlo al revés.
-¿Y qué tal vais tú y Nico?
-Bien.
-¿Simplemente bien? Hace mucho tiempo que no me cuentas nada.
-Ya sabes cómo es Nicolás: él cada día más ñoño y yo igual de sosa... No hay más.
-Uy, "Nicolás"... ¿Seguro que no ha pasado algo?
Leia niega con la cabeza.
-¿Seguro?
Ella asiente.
-Cielo... Te conozco. Sé que estás pensando en algo.
-Sólo es que... Sigo pensando que Nico se merece a alguien mejor.
-Ay, Leia... Que no digas eso. Ya te lo hemos dicho un montón de veces: Nico te quiere, ¿qué más quieres que tenga?
-Alguien que le pueda dar el amor que él quiere. Nico es como un cachorrito que siempre quiere que le den caricias, le hablen bonito y le den amor. Yo soy el perro que camina sólo por la calle y que te muerde si intentas acariciarle. Hay una gran diferencia.
-Cielo... Si Nico está aún contigo, será porque eso no le importa.
-O porque tiene fé en que eso pueda cambiar. -Suspira- Anda, déjalo, tengo la regla, ya se me pasará, no le des más vueltas.
Sonríes levemente.
-La dama roja ataca de nuevo para liar todos los cables de tu furibundo corazón.
-Exactamente. De mi furibundo y pequeño corazón.
-Tienes un corazón muy grande...
-¡Ja!
-Pero mira que eres idiota...
-Perdona, yo he dicho que mi corazón es muy pequeño, pero mi cerebro es el mejor del mundo.
Te ríes.
-Leia... ¿Me quieres?
Ella te mira alzando una ceja, con mirada asesina. Como recordándote que sabes que no le gusta que le pregunten esas cosas.
-No seas idiota -contesta antes de volver a mirar al frente.
-¿Me quieres o no?
-Valeria, preguntar cosas que ya sabes me parece una pérdida de tiempo monumental.
-¿Por qué me tienes miedo, Leia? Sabes que yo nunca te haría daño... Sabes que pienso seguir a tu lado para siempre... Sabes que puedes quererme sin temer que te rompa el corazón. Soy yo, tu hermana. No me temas. ¿Cuándo te he mentido yo a ti? ¿Cuándo te he decepcionado o he dejado de quererte? Leia, ¿me quieres o no? No sé porque aún tienes miedo a decírmelo, precisamente a mí. Con los demás lo entiendo, ¿pero por qué conmigo? ¿Aún no te lo he demostrado lo suficiente?
Esta es la primera vez en mucho tiempo que Leia se queda completamente callada, con la vista perdida por delante de vosotras.
Suspiras y la besas en la mejilla.
-Siempre, pase lo que pase, yo sí te quiero, hermana.
Llegáis con el grupo sin que Leia te haya contestado nada. Nico os sonríe y abre los brazos, de forma que Leia le da la espalda para apoyarse en su pecho, como cada día desde hace un año, y él la rodea con sus brazos. Saludas a Silvia y Carlos chocando las manos y a Marco con dos besos. Abrazas a Melca por la espalda mientras ella habla con el chico.
-Nikolai... Al final este sábado no voy a poder ir.
-¿Qué? ¿Otra vez, Leia?
-Sé que es nuestro mesniversario... Pero tengo una competición con el grupo de judo. Ya sabes que normalmente sólo participo en los entrenamientos, pero me hace ilusión ir...
-Pfff... Leia, si sabes que va a molestarme, no sé para qué lo haces.
Nico lo sabe porque siempre le llama Nikolai o vampirito cuando quiere ablandarle.
-Lo siento, vampirito... Es que me invitaron ayer, en el entrenamiento. Y me gustaría probar si pudiera ganar aunque sea una batalla en una competición.
-Te pasas horas al día dedicándote a hacer deporte y a probar tu cuerpo... Es nuestro mesniversario. Incluso haces ejercicio los días que vienes a verme. Pero joder, al menos ven.
-Cielo... Una fecha es sólo un número, y puedo ir el domingo. Nunca he ido a una competición antes.
Nico bufa, molesto.
-Como quieras...
-Lo siento, Nikolai. -Se pone de puntillas y le da un pico en los labios- Te prometo que el domingo me tiraré desde primera hora de la mañana contigo.
-El domingo tengo que cuidar a mis hermanos...
-Bueno, pues los cuido contigo.
-Ya...
-No te enfades, cariño...
-No me enfado, sólo me decepciono.
Leia se muerde el labio mirándolo a los ojos.
-Venga, Nikolai... Será divertido cuidar contigo de mis cuñis. Y si quieres puedes venirte hoy conmigo a casa y estudiamos juntos, ¿vale?
Él suspira.
-Está bien. -La besa- Entiendo que por una vez que tengas competición quieras ir. Pero el mes que viene pásalo conmigo, por favor.
-Por supuesto. Gracias por entenderlo, Nikolai.
Caminas hacia la clase con Melca.
-¿Por qué Leia lo llamaba Nikolai? Creía que Nico venía de Nicolás.
-Viene de Nicolás. Es por una anécdota suya, de cuando empezaron a salir.
Oye, ¿recuerdas que Leia escribió un word a Nico en el que le contaba cómo habían empezado a salir? Pues... ¿Por qué no hacemos un copia y pega aquí?
Me acerqué a Silvia enfada aquel lejano día, hace más de un año.
-¡No te puedes creer lo que me ha dicho mi madre, tía!
Me senté a su lado enfadada, con los brazos cruzados, bufando y dejando las piernas estiradas. Algunos de la clase se giraron a mirarme por el ruido que hice al caer sobre la silla; pero en cuanto arrugué la nariz dejaron de hacerlo.
-¿Qué pasa, Leia?
-Mi madre, que estábamos ayer hablando y me vino a decir que realmente no creía que fuera a tener nunca pareja, y que ya que tenía un nombre de personaje ficticio quizá alguien ficticio era lo único apropiado para mí, porque alguien con los pies en la tierra no me soportaría. ¡Me encanta el amor de madre, joder!
-¿Pero tú no decías que te importa un carajo tener pareja como si estás soltera?
-Sí, pero esa no es la cuestión, joder.
-¿Y entonces qué?
-Que mi propia madre me diga eso. Menos mal que no hago ni puto caso a nadie, según dicen, porque si no tendría una autoestima de mierda.
-Ya... La verdad es que es jodido que tu madre te diga algo así. ¿Y por qué fue?
-Nada, que dice que soy una antipática, que soy más fría que el hielo y que podría demostrar algo más de cariño de vez en cuando. Porque mi hermano Luke me abrazó por detrás mientras estaba haciendo la cena, le dije que se quitara porque me agobia que me limiten mi espacio vital mientras estoy haciendo cosas, me abrazó más diciendo "¡aaay, pero con lo que yo te quiero!" y le empujé diciendo que se fuera a dar por culo a otra parte. Y ya dice mi madre que voy a quedar más sola que to' como no aprenda a controlar mi caracter y blablabla blablabla. Y luego con Luke siempre es a lo "¡ay que suerte tiene Ashton de estar con un chico como tú! ¡Ay que dulce es mi niño! ¡Ay que apañado que eres!". Vale, me conozco, sé como soy, y me mola serlo, sé que no estoy hecha para estar en pareja y que mi actitud no agrada a la mayoría, y me parece genial que sea así, no necesito que vengan a echármelo en cara.
-Lo sé... Pero no sé, Leia, quizá... Ya sabes que yo opino como tú y que creo que todo el mundo debería ser quién es. Pero también opino que a ti no te cuesta nada quitar a tu hermano más suavemente, callarte el comentario o darle de vez en cuando alguna muestra de afecto a tu madre, contestar los "te quiero", no sé...
La miré enfadada.
-Es... mi puta... manera... de ser.
-¿Pero qué pierdes por decirle "te quiero" a tu madre o recibir bien un abrazo?
Le dirigí una mueca arisca.
Vi entrar a la profesora y me coloqué detrás de la mesa con mi silla.
-Anda, calla, que empieza la clase.
Miré a la fila de delante y te vi observándome.
-¿Y tú qué miras, Nicolás? ¿Tengo monos en la cara o qué?
Negaste con la cabeza y te giraste hacia delante.
Ese recreo, como todos, nos juntamos en nuestro rinconcito de siempre. Pero entonces yo no apoyaba mi espalda contra tu pecho y tus brazos no rodeaban mis hombros. Yo solía tontear con Marco, siguiéndole el juego, al no darme cuenta de que a él le gustaba de verdad, hablaba con Silvia y pegaba a Carlos. Tú solías mirarme.
Yo siempre esperaba a que el tema de conversación atrajera lo suficiente tu atención como para que comentaras algo. Siempre me pareció que tenías una mente interesante.
Y una voz muy sexi, para qué mentir.
Pasaron unos días antes de aquello.
Te acercaste a mí entre clases, cuando estaba sacando punta a un lápiz con una pequeña navaja al no haber ningún profesor presente. Te apoyaste en mi mesa. Sé que miraste mi navaja unos segundos, dudoso, antes de saludarme. Después acercaste una silla y te sentaste a mi lado, mientras yo seguía pendiente de mi labor.
-¿Sabes...? Hay un personaje en Sombra y hueso que se llama Nikolai...
-Si vas a recomendarme que me lea ese libro ni se te ocurra spoilearme antes tus impresiones como siempre -te corté, sin mirarte.
-No... No es eso...
-Pues entonces no sé para qué me lo cuentas. Me importa una puta mierda cómo se llame un personaje de un libro. ¿Sabes que no existen, verdad?
-Por supuesto.
-Respuesta equivocada. Un personaje suele ser un conglomerado de ideas y cualidades que un escritor atribuye a un ente al que le pone nombre, esas ideas existen y esas cualidades también, por lo tanto, de alguna forma, esos personajes existen. De hecho, no sabes cuándo el personaje es una parte del escritor o es realmente un producto de su mente, o un reflejo de cualquier otra persona. ¿Cómo puedes decir tan claramente que no existen? Quizá en algún punto de este mundo, exista alguien con las mismas características y cualidades que Harry, que no tenga magia, pero que sea Harry. ¿Cómo podrías negarle su existencia si existe alguien que es igual que él? ¿Acaso tú no sueñas y experimentas cosas que no han acontecido como les ocurre a los personajes de historias fantásticas? ¿Acaso no hay historias iguales a las que cuentan algunas novelas realistas?
-Sí... Pero no he venido a discutir eso, ahora no quiero filosofar, Leia.
-Joder, encima de que me lo curro... Con lo que me gusta a mí tener una persona a la que no le aburran mis filosofeos y que me conteste. -Suspiré dramáticamente, aún sin separar la vista de mi lápiz y mi navaja- En fin, ¿qué quieres?
-Mmm... Bueno. Nikolai... Nico. Es mi nombre... Como tú con tu personaje de Star Wars.
Me quedé perpleja al ver que no decías nada más. ¿Pero de qué coño ibas?
Claro que yo no sabía que te estabas muriendo por poder continuar; pero que la vergüenza te mataba.
-¿Qué quieres, un pin o una chapa?
Respiraste hondo.
-La cosa es que... El otro día te escuché hablar con Silvia. Sobre eso de que tu madre decía que tu nombre sería una premonición de que sólo podrías salir con un hombre ficticio... Y... Bueno, lo he buscado y... Creo que yo podría ser ese personaje ficticio, oh, reina de las galaxias.
No fue hasta ese momento que giré mi cabeza hacia ti de golpe y me quedé con la mirada clavada en tus ojos. Por una vez, mi mirada no era seria, sino un gesto indescifrable de sorpresa y espanto.
Entró el profesor.
-Bueno... Sólo piénsatelo... -añadiste levantándote- De verdad que no te haces una idea de lo que me gustaría salir contigo... -Hablabas con la cara completamente roja y mirando al suelo- Me gustas mucho... Y sé que no es la mejor pedida del mundo, pero... En fin. De verdad que me gustaría compartir mi felicidad contigo y apoyarnos en los malos momentos, como una pareja. Sólo... piénsalo.
Me diste un beso rápido en la frente antes de ir a sentarte, alejado de mí, para no soportar la tensión en esa hora de clase.
Evité quedarme a solas contigo, aunque te llamaba Nikolai de vez en cuando. Cuando lo hacía tú sonreías. Eso me asustaba.
Hablé con Valeria y le expliqué que me daba miedo hacerte daño, que te apreciaba mucho y no quería herirte. Tú parecías haber decidido darme un tiempo.
-Hola, Leia. ¿Qué pasa, Nikolai? -nos saludó Carlos.
-No me llames Nikolai -contestaste, con esa voz amenazante que tienes.
Tu voz amenazante es sexi cuando deja de ser acojonante, ¿lo sabes, verdad? Bueno... Tú eres sexi, en todos los sentidos.
-¿Por qué no? Si Leia lo hace.
-Sí, pero sólo Leia puede.
Me quedé mirándote con curiosidad, pero pronto cambiamos de tema. Cuando volvimos a quedarnos solos, me acerqué a ti.
-¿Por qué sólo yo puedo llamarte Nikolai?
-Soy Nikolai cuando soy el chico que se ha enamorado de ti... Algo íntimo entre los dos, ¿vale? Sé que no te gusta usar adjetivos posesivos con una pareja, ni a mí tampoco, porque nadie es posesión de nadie. Pero ese nombre es tuyo. Porque Nikolai es el personaje de tu historia que intenta llegar hasta la Galaxia para poder estar con su Reina Leia.
No pude evitar sonreír. Lo conseguiste, Nico, conseguiste que me sonrojara y me quedara por un momento sin palabras.
-¿Y como piensa hacer Nikolai para llegar hasta la Galaxia?
Se te vio en la cara que eso no lo habías pensado. Suerte que tienes una gran imaginación cuando de romanticismo se trata, no como yo.
-Eh... Bueno, dicen por ahí que soy un vampiro. Así que llegaría volando, hasta que se le cansaran las alas, sabiendo que valdría la pena por descansar en los brazos de su majestad.
Sonreí y te cogí por las solapas de tu chaqueta, poniéndome de puntillas para besarte.
Sabía que a ti no te gustaba que te dijeran así, te lo veía en la cara. Pero aún así seguías para delante sin cambiar nada de ti, y habías dejado que ese nombre te identificara, te diera fuerza y te recordara quien eras: alguien que no se deja vencer por las adversidades y las malas palabras, alguien dulce y bondadoso, sólo tú.
Me apoyé en tu pecho y pasé un dedo tentador por tu pecho, dibujando formas difusas.
-Me gustan los vampiritos... ¿Por qué no me muerdes el cuello?
Tú, que te habías quedado muy tieso tras mi beso, agachaste lentamente la cabeza y posaste los labios con dulzura en mi cuello. Sólo me rozaste. Y sólo eso me dejó sin respiración un momento, a pesar de todos aquellos que antes me habían tocado.
En ese momento supe aún más que tú eras diferente. Te miré a los ojos, intentando que no vieras que estaba asustada, mostrándome seria.
-¿Y... qué quieres tú de mí, Nikolai?
-Quiero empezar una nueva novela contigo -respondiste cogiéndome la mano y mirando al suelo con vergüenza-. Una que dure tanto tiempo como lo que tarde mi ataud en volver a sumergirse en el suelo y su majestad en volver a cabalgar con las estrellas. Una que me llene por dentro y me recuerde que tú estás ahí fuera. Una como Romeo y Julieta pero con un final feliz e inmenso.
-Pues... Tenemos un problema, Nico... -me alejé de ti para mirarte- A mí nunca se me dieron bien las novelas de amor... Yo soy más de 50 sombras de Grey; pero sin látigos y sadismos.
Te quedaste quieto, mirándome, analizando la situación.
-Nunca me gustaron las novelas de miedo hasta que encontré la novela indicada. Déjame adentrarte conmigo en nuestra historia antes de decirle que no, por favor.
-No sé, Nico, yo...
Suspiré frotándome la frente. No sabía qué pensar.
-Prometo que no te haré daño...
Te miré furiosa, sin poder evitarlo. ¡¿Cómo podías saber tú mi miedo, si nunca te lo había contado?! Aunque bueno... Quizás sólo estabas generalizando.
Y, de todas formas, no era eso lo que temía.
-Ese no es el problema, Nikolai, oh, rey de los murciélagos. El problema es que te lo haga yo. Eres un chico muy dulce, muy bueno, y... No quiero hacerte daño.
-Pero yo quiero estar contigo, Leia. No creo que vayas a hacerme daño.
-Entonces no me conoces, Nicolás. Tú eres tierno, romántico, sensible, adorable, bonachón, amable, inocente, gracioso... Yo soy todo lo contrario. Soy fría, calculadora, irascible, capulla, agresiva, manipuladora, pervertida... Una puta piedra, vamos... Odio las muestras de cariño y los romanticismos, Nico. No soy para ti. Y no quiero hacerte daño. Si un peluche abraza a una piedra picuda se rompe. No quiero romperte.
-No lo harás, Leia... Si eso es lo que te preocupa, te prometo que te dejaré si veo que tienes razón. Pero por favor, quiero intentarlo... Quiero estar contigo. Y sé que tú también quieres, en el fondo, aunque lo niegues. Por favor, aguantaré lo que sea.
Te miré suspicaz.
-¿Soportarías una relación abierta?
-Sí.
No pude evitar devolverte una mirada extrañada y asombrada.
-¿Qué? No me perteneces, ni tu cuerpo ni tu vida lo hacen. Si te lías con alguien, es tu cuerpo y es tu vida. Yo sólo te pido que estés conmigo y que no me hagas falsas ilusiones: que si me dices que me quieres sea de verdad. Pero no puedo prohibirte nada. No creo que yo me liara con nadie que no fuera mi pareja, aunque quizá alguna vez lo haga. Pero si lo haces tú, es cosa tuya, yo sólo te pido confianza, sinceridad, y que si llegáis al sexo tengas precaución por dos. Pero sigue siendo tu cuerpo y tu vida. Ahora bien, si veo que no estoy a gusto con ello y que no me merece la pena, tendré que plantearme si quiero seguir así o no; pero yo no voy a prohibirte nada. No eres mía, y lo que decidas hacer es cosa tuya. Eso sí: si te lías con otro teniéndome a mí delante no lo entenderé, porque puedo comprender que tengas ganas y te tires a alguien, pero no que prefieras a otro antes que a mí si decides salir conmigo, porque supondré que realmente no quieres tanto estar conmigo.
Me quedé mirándote callada y tragué saliva.
-Joder... Nico... Cállate que cada vez me gustas más y no quiero eso.
-¿Másss? -Te acercaste más a mí- O sea que ya te gusto...
-Sí, pero no quiero seguir con esto, Nicolás.
-¿Por qué no?
-Ya te lo he dicho.
-No vas a hacerme daño. -Me cogiste de la barbilla para que te mirara y viste la frustración en mis ojos, desesperación, tristeza, rabia. Yo apretaba los puños con impotencia- ¿Por qué te temes tanto?
-No serías la primera persona a la que veo romperse por estar a mi lado.
-Pero tampoco voy a ser la siguiente.
-No, Nico, no... Porque pienso evitarlo. Olvídate de mí, ¿quieres?
Me alejé de ti.
-¿Piensas evitar el amor toda tu vida?
-Ninguna relación va a durarme tanto... Y si no le rompo yo me romperá él. Eres muy sensible, Nico, te aprecio mucho y te valoro porque eres un chico maravilloso... No quiero destruirte.
-No lo vas a hacer.
[...]
Espero que nunca dejes de ser Nikolai, mi vampirito. Que nunca dejes de ser ese chico enamorado de mí. Que nunca dejes de volar al lado de tu reina a través de las galaxias.
No sabes cuánto siento no haberte acompañado en nuestro aniversario... Sé que debería estar ahí, sí, lo sé. Y sé que no podría estar más agradecida por todo lo que pasó aquel día, porque te fijaras en mí, porque me quieras. Pero Valeria necesitaba mi ayuda. Ella misma fue la que consiguió convencerme de que saliera contigo, por lo que sin ella no tendríamos nada que celebrar hoy, así que... Supongo que en el fondo es justo, ¿no?
Lo siento, vampirito. Pero tenía que hacerlo.
Feliz aniversario,
de Leia a Nikolai, desde la Galaxia a Transilvania.
Recuerda que siempre haré que todas mis estrellas velen por ti, que mi nave es tu casa y que mis brazos siempre estarán dispuestos a verte descansar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top