C

No es hasta que ves la puerta de tu casa cuando dejas salir las lágrimas. Abres la puerta y ves a tu madre, que acaba de llegar y se gira para mirarte.

Por fin está aquí cuando se la necesita.

–Mamá... –sueltas en un sollozo.

Ella te mira sorprendida al ver tus lágrimas. Corres hacia ella y la abrazas, escondiendo la cara en su hombro. Tu madre te abraza pasando la mano por tu largo cabello.

–Hey... ¿Qué te pasa, pequeña?

–Mel... Mel... Melca... Me... ha... ha dicho... me... quiere.

–Vaya... Pero eso es genial, ¿no? –pregunta ella sin comprender tanto llanto.

–No... Me... e... quere... pero no... o... pue... e... ede.

–Oh. Vaya. –Tu madre está perpleja, recapitulando la información– Lo siento, cielo.

Tú sólo lloras y te abrazas a ella con fuerza.

Porque ahora duele mucho más.

Porque incluso preferirías que fuera hetero.

Porque ahora sabes que te quiere, sabes que podrías convencerla, pero que no puedes ser tan egoísta de pedirle que elija entre tú y su familia.

Y porque ahora sabes que ella también está sufriendo.

Que esas ojeras no se las ha provocado su abuela.

Que lo has hecho tú.

–Bueno... ¿Y entonces quién es Romea y quién Julieta? –intenta bromear tu mandre.

Tú la golpeas en el hombro, sin separarte de ella. No es el momento.

Ella te mira con cariño, pasando su mano por tu pelo.

–Tranquila, cielo... –te dice con dulzura– No llores más... Lo que tenga que ser pasará.

–Tú no lo entiendes –replicas.

–Oh, claro que sí. También yo he sido una joven enamorada y rechazada, ¿sabes?

–Tú no lo entiendes –repites, mirándola a los ojos, los tuyos están rojos–. A ti no te ha dicho toda la puta sociedad con quién deberías salir. A ti no te han hecho sentir mal como si tu enamoramiento fuera una monstruosidad. A ti no te han gritado bollera por la calle. Tú no perdiste a tus abuelos e hiciste que tu madre perdiera a sus padres por tu culpa. Tú no has sentido miedo por ser quien eres. Tú no has tenido que aceptarte. Tú no has sabido que la persona a la que amas te quiere, y que podríais tener una historia perfecta si tan solo una de las dos tuviera una puta polla, pero que no puedes porque salir contigo le destrozaría la vida.

Te vas corriendo a tu habitación y te tiras en la cama. Abrazas las mantas y sigues llorando.

Te sientes como una mierda.

Porque ahora sabes que Melca también te quiere, pero que salir contigo podría tener tantas consecuencias negativas que le aterroriza. Y ahora, cuando más cerca estás de ella, tienes que prohibirte intentar conquistarla porque sabes que no puedes hacerle eso: no puedes ponerla entre la espada y la pared contra su voluntad.

Porque ahora que por fin consigues que sea ella quien te bese y te confiese que te quiere... Ha sido el peor día de tu vida.

Es un quiero y no puedo que te mata demasiado.

Puta homofobia.

Puta sociedad.

Puta familia de Melca.

Puto miedo.

Puto amor.

Lo peor de todo se te hace saber que Melca lo está pasando profundamente mal y que no puedes hacer nada para solucionarlo. Te produce una inmensa rabia, frustración e impotencia.

¿Pero qué haces cuando sabes que salir con la persona a la que amas le hará mal y no hacerlo también?

Porque has sentido la desesperación en sus labios, has visto un grito de ayuda en sus ojos, has oído su voz rota.

Y preferirías saber que ella no te corresponde y que está de las mil maravillas mientras a ti te duele que saber que lo está pasando incluso peor que tú.

Porque claro, tú no tienes la presión de toda una familia detrás diciéndote que todo lo que sientes está profundamente mal y que harían todo lo que les fuera posible para cambiarlo si lo supieran.

Melca es bisexual y hasta hace poco ni si quiera sabía que eso fuera una verdadera opción.

Y eso es una puta mierda.

Putos todos.

No sabes qué hacer. Rabia, confusión, tristeza... Agh. En el fondo no sabes ni lo que sientes.

Y es una mierda no poder alegrarte de que la persona a la que quieres te quiere porque sabes que eso mismo es lo que la está matando.

Melca te ha dicho que siempre te había tenido una gran admiración, mucho cariño, que le encantaba estar contigo como nada y le hacía ilusión verte... Pero que nunca había visto esa opción como una posibilidad.

Luego le dijiste que te gustaban las mujeres y le dio miedo, porque sus padres siempre hablaban demasiado mal de los homosexuales.

Hasta que habló con Kike y él le explicó que no pasaba nada, y ella comprendió que eras una buena persona, y que no entendía por qué debía haber algo malo en ti.

Entonces empezaste a salir con Alicia, ella ya estaba con Kike. Melca amaba mucho a Enrique, eso también te lo ha dicho, que sabe que se enamoró de él de verdad. Pero luego él se mudó, después de que dejaras a Alicia, y tú estuviste animándola y te aseguraste de que ella se sintiera mejor. Y se encariñó todavía más contigo. Pero siempre te vio como a una hermana, no cabía en su mente la posibilidad de que pasara nada.

Llegó el día en el que la besaste y se enteró de que querías salir con ella. Le dio muchísimo miedo, como si en su interior supiera que existía la posibilidad de que le gustaras. Y se alejó de ti más por miedo a sí misma que por miedo a ti. Te echaba de menos, y lo pasó muy mal, sobretodo cuando veía que tú estabas mal, pero estaba aterrorizada. Hasta que se concienció de que si se había enamorado tanto de Kike, no se podría enamorar de ti, porque no era lesbiana.

Luego llegó Kike, y removió antiguos sentimientos del pasado, las ganas de volver a estar a su lado. Y aún así ella se sentía triste porque tú no estabas con ella todo lo que pudieras. Su abuela se puso mal, y le dio miedo perderla. Sólo quería que la abrazaras y le repitieras que todo iría bien, y no quería que nadie más lo hiciera, quería que fueras tú. Quería olvidarse del miedo entre tus brazos. Pero cuando se sentía segura entre tus brazos... Otro miedo volvía a su mente. Se sentía como en el hogar entre tus brazos... igual que lo hacía entre los brazos de Enrique cuando salía con él.

Fue entonces cuando le dijiste que existía la bisexualidad. Tras darle varias vueltas y concienciarse de que era imposible que ella lo fuera, se lo apartó de la mente, y siguió preocupándose por su abuela.

Pero Kike le dijo que la veía contigo, que le gustaría que fuera así porque sabía que os iría muy bien y que había notado cómo te miraba, al igual que cómo tu seguías mirándola a ella. Que había notado la proximidad entre vosotras, cómo te buscaba con la mirada a cada rato, cómo se le agrandaba la sonrisa cuando hablaba de ti. Kike le dijo que dejara de pensar desde la mente de su familia y que escuchara a su corazón.

Pasó toda la noche pensando en ti. Su mente se convirtió en un remolino que no la dejaba descansar ni un segundo, se moría de miedo con pensar que sus padres pudieran notarlo como lo había hecho Enrique, se moría de miedo con pensar en salir contigo y que sus padres la echaran de la familia, la alejaran de ti o intentaran por todos los medios hacerla cambiar de idea, pero también se moría de miedo con pensar en perderte o en que te olvidaras de ella y salieras con alguien más porque ella era demasiado cobarde. Soñaba contigo, y el sueño era perfecto hasta que despertaba con sudores fríos cuando alguien de su familia os encontraba besándoos. Tu voz al otro lado del teléfono era lo único que la reconfortaba.

No podía hablar con nadie, porque la única amiga que tenía que lo entendería eras tú, no podía contar con su familia y se le hacía raro hablar con su ex de temas de amor.

Sólo tenía ganas de correr a tu casa para perderse entre tus brazos y que tú espantaras el miedo por unos momentos. Pero no podía, porque no te quería dar falsas ilusiones cuando sabía que no podía darte lo que querías.

Lloró entre tus brazos en el campamento, mientras tú dormías. Lloró porque le gustaría vivir así, entre tus brazos, pero le está prohibido. Lloró porque le has robado el corazón, y no sabe cómo recuperarlo. Lloró porque eres la persona a la que más quiere, y a veces desearía no haberte conocido. Lloró porque sabe que si se aleja de ti perdería a la persona en la que más confía, y si no lo hace tú la seguirás enamorando con cada sonrisa.

Lloró porque la vida es muy injusta.

Y ella tiene miedo. Tiene mucho miedo. Tiene tanto miedo que no puede vivir, porque tiene el corazón en un puño a cada segundo del día.

Cuando te coge de la mano en público, siente miedo de que alguien piense que estáis juntas y llegue a oídos de su familia. Cuando no lo hace, se siente desamparada.

Es un sinvivir, porque no conoce el término neutro, y ambos extremos son malos.

No puede ni confiar en su propia mejor amiga para desahogarse, ni en su madre, ni en nadie. No puede ni confiar en sí misma porque una parte de ella le dice que aquello está mal y que realmente no está enamorada de ti, que sólo la han confundido, y la otra le dice que se tire hacia tus brazos y no piense en nada más.

Melca se muere de miedo.

Tú te mueres de impotencia.

Sabes que no puedes quitarle ese miedo a pesar de ser su causa.

Porque sabes que no acertaras con nada de lo que hagas: si la convences para salir contigo, podría pelearse con su familia; si te alejas de ella, os dolerá perderos; y si no haces nada, seguiréis sufriendo.

El amor es una mierda cuando se meten terceras personas y miedos por dentro.

Y luego dicen que ser LGBT+ es fácil hoy en día... ¡Já! Ya no os matarán como antes, pero el miedo mata por dentro. Y tener miedo por quien es uno mismo es horrible, porque no lo puedes cambiar.

Tu madre sube a tu cuarto y se tumba a tu lado. Te pasa la mano por el cabello.

Tú la abrazas. No has dejado de llorar ni un momento, y tienes la cara roja.

Sientes demasiada impotencia por dentro. Te da rabia, mucha rabia.

–Mami... No sé qué hacer...

–Lo siento, cariño... Yo tampoco.

–Creía que los padres lo sabíais todo... –bromeas.

Ella sonríe levemente.

–En realidad sólo fingimos hacerlo hasta que os hacéis lo suficientemente mayores como para tomar vuestras propias decisiones.

–Mentirosa...

Tu madre te pasa la mano por el pelo tratando de tranquilizarte.

–¿Qué te ha dicho Leia?

–Me acabo de enterar... No he hablado con ella ni con nadie. Ahora mismo sólo quiero olvidarme de todo.

–Lo entiendo... Pero no creo que eso sea justo para Melca...

–Soy la única que lo sabe.

–Lo suponía. ¿Y qué le respondiste?

–Sólo la escuché abrazándola hasta que terminó de contarme todo lo que se había estado callando... Ella está atemorizada, mamá. Estaba tumbada encima de mí, mirando hacia otro lado, así que sólo controlé mi respiración para que no notara que yo estaba llorando... Ella sollozaba, y yo la abrazaba más fuerte, sin interrumpirla. Cuando terminó me miró y me dijo que lo sentía. Le dije que no era su culpa. Ella me dijo que sabía que en el caso contrario yo vencería mi miedo para estar con ella. Le respondí que nunca había tenido tanto miedo como debía tener ella ahora, y ella que es una cobarde. Le dije que no era así. No pude hablar más porque se me cortó la voz y me abracé a ella llorando. Melca me dijo que lo último que quería era verme llorar. Le respondí que pensara en que lloraba porque la quiero. Me dijo que eso era lo que más le dolía. Que odia hacerme daño constantemente. Le dije que no era su culpa. Respondió que sí. Le contesté que se callara y me abrazara. Melca me comentó que ellos creen en que Dios tiene un plan, un camino para cada persona, y que no entiende qué es lo que busca dándole una familia homofóbica, enamorándola de una mujer y diciéndole que la familia y el amor son las dos cosas más importantes del mundo.

Tu madre suspira mirando al techo, pasando la mano por tu pelo. Te sientes más tranquila estando entre sus brazos. Te sientes mal al recordar que Melca no puede refugiarse entre los brazos de su madre. Que ahora mismo estará sola u ocultando lo que siente.

–Kike me dijo que pensaba que Melca saldría con una mujer en el caso de que ella le demostrara que iba a seguir a su lado pasara lo que pasara, que la iba a apoyar y a querer siempre y que iba a estar mejor con ella que con su propia familia. Si realmente conseguía convencerla de que una vida con ella sería lo mejor. Pero me parece muy egoísta hacer eso. ¿Qué pasa si al final terminamos mal y ella se ha quedado sin su familia y sin sus amigas por mi culpa? Se quedaría sin nadie que la apoyara...

–También pienso que es muy egoísta, pero al mismo tiempo que nadie debería tener una familia con la que tenga miedo constantemente de hacer algo que los decepcione y que por ello dejen de quererla. Debería rodearse de gente que la quiera y apoye pase lo que pase, no que le haga pasar miedo.

–Lo sé... Pero...

–Pero si al final lo vuestro saliese mal y ella tuviese razón en cuanto a que su familia la dejaría de lado, se quedaría completamente sola, lo sé. Siempre he pensado que mejor sola que mal acompañada, pero... Eso tiene que ser decisión suya. Además, ni siquiera sabemos cómo es realmente su familia, o si realmente reaccionarían tan mal como ella cree.

–Lo sé... Pero no sé qué hacer, mamá, porque seamos sinceras: Melca no hará nada si yo no la incito a ello, porque le gusta aferrarse a algo que la haga sentir segura.

–Deberás mostrarte fuerte delante de ella aunque te sientas mal... Y demostrarle que la vas a apoyar decida lo que decida.

–Es que... Es muy complicado. Porque normalmente la aconsejaría con lo que pienso: que sea ella misma y que se quede sólo con quien realmente la quiera tal y como es. Pero sabiendo que para Melca lo más importante en el mundo es su familia... Ufff... Me da miedo que se rompa.

–Lo sé...

–Mamá, la vida es una mierda.

Ella sonríe con tristeza.

–A veces lo es.

Lo es porque hay quien no tiene la suerte de tener una familia y amigos que los respeten y apoyen, que los entiendan.

Lo es porque es una mierda vivir siempre con miedo, que si no es por una cosa es otra, pero cada vez que piensas en qué es lo que más sueles sentir lo primero que viene a tu mente es "miedo". Y ahora sabes que Melca vive así.

Dios, si realmente existes... ¿No tenías bastante con hacerles temer la muerte por acabar en el Infierno como para hacerles temer también a la vida? ¿Dónde se acaba el miedo? Vale que sin sufrir un poco no se aprende ni se valoran de verdad los buenos momentos... ¿Pero realmente esto es necesario?

Cuando piensas en toda la gente que vive por miedo, que si no es por homofobia, transfobia, racismo o machismo es por las guerras, el hambre, los delitos... Se te remueve algo por el estómago y te entran miles de escalofríos. Sabes que hay gente con muchos más motivos para tener miedo que Melca, pero sabes que a ella el miedo la está matando.

Realmente das gracias por la vida que tienes. Para ti todo ha sido siempre mucho más fácil.

–Mamá...

–¿Qué?

–No sabes cuánto me alegro de que tú seas mi madre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top