Estofado de pollo y Quínoa

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¿Qué comen los postes? ¡Rayos! Es demasiado complicado saber que carajos comen esta gente.

Aparte de eso, me siento como una maldita Hobbit, debería hacer ejercicio más seguido.

Caminé hasta la nevera del fondo, agarré unos 6 muslos de pollo que habían en la parte superior, 2 cebollas blancas, 4 tomates rojos y 2 dientes de ajo.

Los puse en la mesa auxiliar que para mí comodidad es bastante extensa.

Busqué en la alacena salsa soja, la cual encontré escondida, agarré la paprika, la sal, la pimienta y una taza de Quínoa.

Organicé los ingredientes con el orden que deben ser vertidos en el bol. Cuando agarré el bol, recordé cuando golpee a Jeff en su carota.

Basta de recuerdos estúpidos. Agarré una olla grande, agregue aceite y luego puse a dorar el pollo a fuego algo.

-preciosa _______, ¿Qué estas preparando? – me volví hacia la entrada y vi a Jack con Jeff tratante de entrar, lo cual lograron.

-¿ya está listo? – exclamó Jeff abriendo la tapa de la olla.

Agarré una cuchara de palo y le golpee la frente.

-escúchame bien poste parlante- senté a Jeff y a Jack en el suelo- se salen de la cocina o me salgo y no les cocino absolutamente nada.- Jack enseguida salió corriendo a refugiarse a no sé dónde.- ¿te sales o no?

-prefiero ver como cocinas – Jeff sonrió de lado y acercó un banquito- deberías subirte a este banquito para alcanzarme enana

-cállate…y no soy enana – me acerqué a la olla para verificar que el agua del pollo no se saliera

-¿Por qué me odias? Es decir, ¡mírame! Soy demasiado sexy

-no te odio, bueno te aborrezco con todo mi útero por idiota, por alto, por zopenco e inútil en la cocina

-Entonces enséñame a cocinar

-¿Qué?

-sí, enséñame

- ¿Sabes que no soy la mata de la paciencia, cierto? No soy muy tolerante y menos paciente con cabezones que a duras penas pueden servirse agua.

-también se servirme jugo, tampoco me inutilices

-por favor Jeff, tú mismo te has inutilizado- agarré la quínoa y la lleve al fregadero para limpiarla, agarré un sartén le agregue agua y luego la quínoa, ahora toca a que empiece a hervir en cinco minutos.

-no es cierto – volví mi rostro hacia Jeff

-tengo cinco minutos para hablar – revolví el pollo para que no se quemara

-enserio crees que no puedo cocinar

-no lo creo, es la realidad Jeff – el poste se incorporó y se acercó a mí.

-¿realidad?

-si – su voz sonaba aún más profunda, tenía una sonrisa en su rostro con cierto aire de superioridad – agáchate, me va a dar torticolis jirafa

-¿Por qué no subes mejor tú?

Jeff me puso contra la pared, me cargó hasta su altura, entrelacé mis piernas alrededor de sus caderas para evitar caerme de culos.

Tragué saliva sonoramente, mi corazón martilla demasiado fuerte. Jeff es un asesino poco predecible, me podría matar ahora mismo y no he terminado la cena.

-¿Por qué estas nerviosa?

-p-porque eres un asesino y también eres muy poco predecible

-¿poco predecible?

-exactamente

-así ¿Qué no sabes que va a ocurrir en estos momentos?

-no lo se

-menos mal – iba a refutar cuando sus labios se unieron con los míos como el fuego y la pólvora.

Jeff era el fuego por la manera violenta de besar, yo simplemente era la pólvora que al estar en contacto con el fuego, puede causar una gran explosión, depende de la manera en que estén predestinados dichos elementos.

Sus besos eran de aquellos que te dejan sin aire, ya me quedaba poco. Tome una calada profunda y el muy degenerado, introdujo su lengua en mi boca. Su lengua experta, exploraba  cada centímetro de mi boca, en cuanto a la mía inexperta, acariciaba vacilante la suya.

Cuando ambos nos quedamos sin aire, nos separamos lentamente.

-c-creo que debería ocuparme de la comida

-s-si claro

-debes bajarme

-mierda cierto

Jeff me bajó lentamente y yo me encaminé a escurrir la quínoa.

Retiré el pollo que ya estaba dorado,  corté las cebollas en plumas, las agregue en la olla para dorarlas durante cinco minutos y finalmente agregue una pizca de sal y otra de pimienta, las coloqué a fuego medio.

Me senté un momento en el banquito para tomar un poco de aire, vi que Jeff aún seguía en la pared.

-¿t-te duele algo?

-n-no

-¿Qué te sucede?

-necesito ir al baño

-ve

-préstame el delantal

Agarré el delantal algo extrañado y se lo lancé, Jeff lo agarró y se lo colocó rápidamente.

-ya vuelvo – exclamó con su voz profunda y algo apurada.

Pasaron cinco minutos y Jeff no volvía, en fin, me puse de pie para agregar el tomate cortado en tiras junto a la quínoa, lo dejé a fuego medio durante cinco minutos.

Jeff

¿Qué tiene ella que hace que me tenga que manosear? ¿Por qué ella es tan irresistible? ¿Por qué no la puedo asesinar y ya?

Después de unos quince minutos, Salí del baño y me senté  en el sofá junto a los chicos.

-h-huele delicioso – dijo Ben mientras olía

-y se ve delicioso, créanme – dije sin pensar

-¿ya probaste el plato? – me preguntó E. Jack

-no pero vi como lo preparaba

-¡diablos! Debe ser delicioso

Pasaron 2 horas, ya estábamos famélicos.

-moriré de hambre – exclamé desde el frio suelo

-muerte entonces rápido para que quede más comida para nosotros

-vete al infierno Ben

-ya fui, el diablo te manda saludos, y también que no seas hijo de puta, devuélvele las películas que te prestó

-cuando él me devuelva las mías

-ya está servido – exclamó _______ desde la cocina

Todos corrimos y la baba brotó de nuestra boca como una jodida cascada.

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