Parte 6.

Ardor, todo su cuerpo ardía por completo, no recordaba el momento exacto en el que despertó, pero sentía que se moría del dolor, no podía moverse, las piernas no le respondían y cada vez se ponía más nervioso; necesitaba darse un baño, se sentía sucio, usado, maltratado, intentó levantarse y arrastrarse hasta el baño, pero apenas logró sentarse el dolor lo atravesó por completo, tirándolo al piso. Quiso usar los brazos para arrastrarse, pero cualquier movimiento lo inmovilizaba.

Sehun lo encontró en la mitad del camino hacia el baño, llorando, completamente desnudo y cuando notó su presencia, empezó a gritar buscando escaparse. El mayor se acercó, lo cargó, llevándolo hasta el baño y sentándolo en la ducha, salió un instante para regresar con dos toallas y algo de ropa. Entró a la ducha y abrió el grifo, mojándolos a ambos con el agua helada, que empezó a templarse después de unos segundos. Se agachó hasta entrar en su campo visual y le sonrió.

-Te ves hermoso con mis marcas en tu piel, amor. Y verlas apenas entré fue jodidamente excitante.- dijo. Luhan no dijo palabra alguna, se había quedado mudo; el mayor lo notó y lo besó suave, como si estuviera buscando con su lengua las palabras perdidas dentro de Luhan.

Cuando se separaron, el menor no lo miraba, tenía los ojos llenos de lágrimas y se recogía en sí mismo, Sehun ignoró aquello y se dispuso a asearlo, casi con adoración, completamente dedicado. Una vez terminó, cerró el grifo, salió de la ducha con el castaño en sus brazos, lo sentó en el lavamanos y lo secó lo mejor que pudo para después colocarle la ropa que había traído: un bóxer y una camiseta ancha.

Lo llevó a la cama y lo acostó de nuevo, dejó la bandeja con el desayuno en su regazo y salió silenciosamente de la habitación. Luhan devoró todo lo que había; el dolor, el cansancio y la confusión dejaron su estómago vacío la noche anterior, así que cuando acabó cerró los ojos y se quedó dormido.

Una nueva rutina se estableció a partir de ahí. Luhan despertaba adolorido, lleno de chupones y algunas marcas de los dedos de Sehun, se arrastraba hasta el cuarto de baño, fallando en el intento y el mayor lo encontraba en esa misma posición siempre, lo llevaba hasta la ducha, lo aseaba para después vestirlo, alimentarlo e irse hasta la tarde, cuando era hora de almorzar. Volvía a alimentarlo y luego lo sacaba de la habitación, siempre siendo cargado, hasta su despacho, o lo llevaba a la piscina, donde lo acostaba en una silla de playa y dejaba que le diera un poco el sol; después lo cargaba hasta la sala de televisión y cenaban viendo una película o una serie tonta. Cuando todo acababa, Sehun lo regresaba a su habitación y lo follaba una y otra vez, sin descanso, sin mesura, rompiéndolo siempre. Luhan ya no lloraba, ni gritaba, tampoco hablaba, simplemente se quedaba ahí, como un muñeco sin vida el cual Sehun movía a su real antojo.

Luhan se había bloqueado, eliminando todo rastro de humanidad y sentimientos en él para poder protegerse del mayor, las cosas eran mejor así, se decía. Dejó de mostrar demasiado interés en las actividades que una vez amó, sólo se permitía relajarse un poco durante su tiempo a solas en su cuarto cuando Sehun era necesitado para cuestiones de la mafia o cuando debía viajar a hacer algún trato con gente importante. Para sorpresa del menor, estas reuniones eran frecuentes, no tanto como quisiera, pero sí las suficientes.

Intentó escapar. Incontables veces. Y en todas y cada una de ellas Sehun lograba interceptarlo justo cuando iba a esconderse en el vehículo de su escape, ya fuera la avioneta, la lancha o el vehículo híbrido, pero nunca se rendía, el plan A no funcionó, pero el alfabeto tiene otras 26 letras para nombrar todos los planes necesarios.

Pasaron los meses. Y los años. El tiempo seguía corriendo pero las cosas no cambiaban.

Sehun entró al cuarto del menor, ya no traía tarta, sólo la bolsa de regalo. Se sentó en la cama y notó que estaba vacía, otra vez; caminó al baño y entró, también vacío. Joder. Otra vez no. Tiró la bolsa en la cama y salió corriendo, Luhan intentó escapar, otra vez; tenía la manía de fugarse una y otra vez, por lo menos dos o tres veces al mes. Entró a su estudio y revisó el enorme monitor donde se proyectaban las cámaras de seguridad; ahí estaba, en la parte trasera de la mansión, intentando colarse en la avioneta que les traía provisiones mensualmente.

Sonrió con suficiencia y caminó hasta donde estaba el menor, sorprendiéndose de ver lo mucho que había avanzado, incluso ya estaba dentro de la avioneta, escondido detrás de unas cajas, pero su cabello ahora rubio resaltaba en la penumbra. Se acercó caminando con chulería y dijo:

-¿Se te perdió algo, amor? ¿O sólo estabas jugando a las escondidas conmigo?- el menor se sobresaltó y salió de su escondite.

-Eres un hijo de puta, Sehun.- le soltó. El pelinegro sonrió de lado y lo agarró de la muñeca para pegarlo a él -No juegues con fuego, Lu. Ya te lo he dicho miles de veces. Ahora, no quiero que te escapes aunque ya sé que no me harás caso, pero esta será la última vez que te lo digo: no lo intentes más, o vas a sufrir las consecuencias, y no seré paciente contigo.- el menor se tensó. Hacía meses que Sehun no lo tocaba, ni siquiera para besarlo, y eso lo estaba matando.

Tener sexo con el mayor dejó de ser doloroso, e incluso asqueroso, con el paso del tiempo; se había convertido en una deliciosa costumbre a medida que su cuerpo iba madurando poco a poco. Sabía que había cambiado, su cuerpo siguió creciendo, sus caderas se ancharon un poco más y sus glúteos y sus muslos crecieron gracias a la constante tonificación por todas las actividades que Sehun le hacía hacer, aparte del sexo, claro.

Asintió obediente y se acercó más a él, queríaque lo abrazara, que lo besara, que simplemente hiciera algo en él; pero elmayor solamente le acarició el cabello y se fue sin mediar más palabra,decepcionándolo.

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