hermanas

Tengo dieciséis años y ya llevo cuatro metida en el movimiento feminista. 

Me encontraba perdida, sin saber que era ese sentimiento de disconformidad que cargaba dentro mío, ese dolorcito en el pecho que ante cada injusticia se hacía presente, esos ojos que juzgaban el mundo de una manera distinta, esas voz atragantada en mi garganta. Ellas me dieron identidad, me dieron entendimiento, me dieron un sentido. Me ayudaron a darle un significado a todo lo que era.

Este ocho de marzo quiero agradecerles a ellas. A todas y a cada una de mis hermanas. A las que están luchando en las calles, a las que luchan desde sus casas, y a las que no pueden luchar. A aquellas que estudian, trabajan y a las que laburan en sus hogares. A esas mujeres que eligen cada día como vivir su vida. A las mujeres que pasaron, por todos sus logros, a la mujeres que estamos, por todo lo que luchamos, y a las que vienen, por continuar el esfuerzo que le ponemos a nuestro movimiento. A todas aquellas que ya no están con nosotras, a las que nos fueron arrebatadas, a las que lastimaron, a las que las hicieron sentir como si no fueran nada. Quiero agradecer a todas y a cada una de las mujeres, gracias por ser lo que son.

Hermanas mías, son la razón de todo. Somos la rebelión, somos las que hacemos temblar el suelo con nuestros gritos de dolor, ira y alegría. 


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