Capítulo 8

Narrador: Nicolás.

-¿Qué piensas hacer? –le pregunto a Sabrina.

-Arreglaré esto de una vez. –contesta, mientras caminamos por el pasillo.

Cuando pasamos frente a un grupo de chicos que están recostados por la pared, unos de ellos me dice:

-Lindo chaleco, ¿Quién te lo hizo, tu abuelita? –refiriéndose a un chaleco negro que mi abuela me hizo para que la recuerde, en ese momento los demás se ríen.

-Sí, ¿Quieres que te haga uno igual? –respondo, todos se callan de repente y se miran entre ellos.

-¿Lo dices en serio? –pregunta poniéndose de pie.

-Ya basta Matías. –Sabrina me toma del brazo y seguimos con nuestro camino. 

-Le gusto mi chaleco… -murmuro mientras nos alejamos.

-No, casi haces que te manden al hospital. –interrumpe Sabri.

-No te entiendo. –digo confundido rascándome la nuca.

-Ahora ya sé a lo que Jesica se refería. –piensa en voz alta dejándome más confundido.

Cuando llegamos al curso, Jesica aun sigue escuchando música y encerrada en su propio mundo, Sabrina le arranca, literalmente, los auriculares junto con el teléfono y lo lanza al suelo con rabia.

-¡¿Qué  te pasa?! –ella se molesta muchísimo.

-Ay por favor, tu papá puede comprarte 100 de esos iguales. ¡¿A ti qué te pasa?! – Sabrina la regaña, Jesica sólo mira hacia un costado y acomoda un mechón de su cabello.

-¿Por qué rechazaste de esa manera a Darío? Él te re gustaba antes. –pregunta tratando de comprender.

-¡Antes, tú misma lo dijiste! Él tiene que aprender que el amor… ¡No existe! –responde agresiva golpeando la mesa con ambas manos.

-¡Bien! –Sabina se da por vencida y se sienta en su lugar, entonces toca el timbre, regreso a mi asiento justo a Jesica, pero me extraña que los demás no hayan entrado al curso. El profesor entra con el cuaderno de asistencia y nota, en todos los nombre de la lista excepto el de nosotros tres, tardanza.

Varios minutos después, llegan mis compañeros, sabiendo que tiene tardanza pero no les importa.

-¿Por qué llegan tarde? –pregunta el profesor, él ya sabe la respuesta; algunos se quedan fumando en el patio y las chicas se arreglan el cabello frente al espejo en el baño durante horas, pero tiene curiosidad por lo que inventarán sus alumnos.

-La preceptora nos llamó. –inventaron las chicas.

-Ayudamos a la bibliotecaria. –dicen los varones.

-¿La preceptora las llamó a todos al mismo tiempo? Y ¿Los varones, desde cuando se asoman siquiera a la puerta de la biblioteca? –se pregunta sarcásticamente.

-Les recuerdo que hoy tenemos un examen sorpresa sobre educación sexual. Empezaremos con unas preguntas sencillas. –él relee la lista se detiene en el nombre de mi compañera de asiento.

-Jesica, quiero que me digas lo primero que se te viene a la cabeza cuando te digo la palabra “pene”. –pregunta juntando sus dedos y apoyando sus hombros sobre la mesa. Todos comenzaron a reír en ese momento, menos el profesor, Sabrina y yo.

Jesica se pone de pie en actitud seria y responde:

-Es lo que le deberían cortar a los violadores. –entonces se vuelve a sentar.

-Sólo por las dudas, te quiero aclarar que yo no soy un violador. –murmuro corriendo mi silla para alejarme un poquitito de ella.

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