Capítulo 33 [Final]

-Todo salió redondo. Es tipo está tras las rejas y no tuvimos que gastar el dinero robado. –habla Jesica victoriosa.

-Sip. –yo la sostengo de la cintura y la levanto un poco, ambos nos miramos profundamente.

-Ay mi cadera. –Se queja el viejito que aún permanece tirado en el suelo –Ya estoy viejo para esto.

-Yo lo ayudo. –dice Jesica pasándole su mano y levantándolo con cuidado.

-Debería renunciar. –él frota su cintura.

-No señor. –Interrumpo –Ahora que su… jefe está preso y estoy seguro de que no saldrá, usted quedará como dueño de toda la empresa. –digo entregándole el cheque con la cantidad robada y con ella compro las tierras.

-Nico ¿Estás loco? Devolviste todo el dinero. Ahora ¿Cómo reconstruiremos la mitad de la ciudad? –me regaña Jesica.

-No se preocupen, ese empresario también destruyó el hogar de ancianos donde estaba descansando, ahora que puedo, arreglaré toda la ciudad. –Promete el viejecito –Ten, aquí están los papeles de tus tierras. –me dice pasándome los papeles.

-Gracias. –lo abrazo y regresamos la casa. Mientras caminamos a casa, Jesica sonríe felizmente y no para de mirarme.

-Eh… se que dije que me gusta verte feliz pero ya me estás asustando. –digo mientras forzo una sonrisa.

-Tampoco es para tanto ¿Te das cuenta de lo que hicimos? –responde ella dirigiendo su mirada hacia adelante.

-Sí, hicimos robos muy peligrosos arriesgando nuestras vidas y recuperamos los terrenos de mi abuela. –le recuerdo pero ella niega con la cabeza y se detiene frente a mí.

-Nop… me refiero a esto. –me enseña la pulsera que le regalé.

-Oh… eso –Sonrío nervoso –B-bueno… es una tradición de m-mi familia –Murmuro rascándome la nuca. Creo que nunca en mi vida estuve tan nervioso, Jesica me ha cambiado completamente –P-pero entenderé si es muy pr-pronto par… - Me interrumpe dándome un dulce beso.

-Deja de hablar tanto y pídemelo como se debe –Susurra sobre mis labios con una pequeña sonrisa.

-¿L-lo dices enserio? –Pregunto sintiéndome más nervioso pero al mismo tiempo ansioso. Ella asiente soltando una pequeña risita –Ehh… b-bueno, aquí voy –Me inclino sobre mi rodilla y la tomo delicadamente su mano derecha. Aclaro mi garganta y hago lo posible para tranquilizarme –Mi amada, preciosa, gruñona, terca y valiente Jesica… ¿Me harías el honor de convertirte en mi esposa? –Susurro con la voz algo quebrada las últimas palabras. Ella tiene lágrimas acumuladas en sus ojos pero aun así no borra su sonrisa. Recuerdo todo lo que me costó sacarle una sonrisa innumerables veces y ahora que sonríe todo el tiempo no puedo evitar sentirme orgulloso.

-¡Acepto! –Y se tira sobre mí, ambos caemos y reímos pero no duramos así mucho tiempo. Me pierdo en sus ojos y no me entra en la cabeza que este tan enamorado de ella.

-No sabes lo feliz que me haces –Susurro acariciando su mejilla –Te amo Jess.

-Te amo Nico –Y cortamos esa maldita pequeña distancia que separaba nuestros labios para darnos un apasionado beso.

-¿Qué sucede aquí? –ambos escuchamos una voz seria y profunda, entonces ayudo a levantarse a Jesica y sus padres se encuentran allí, además creo que vieron todo lo que pasó hace un momento.

-¿Papá? ¿Mamá? ¿Qué hacen aquí? –pregunta Jesi acomodándose el cabello que yo desbaraté.

-Bueno… yo y tu padre decidimos volver a estar juntos y estuvimos almorzando en un restaurante que está a unas cuadras. –nos explica su madre.

-¿Qué? –se sorprende Jesica.

-Felicidades. –digo sonriendo.

-¡No cambien el tema! ¿Qué es eso de que te casarás con él? –interrumpe su padre molesto y juntando las cejas.

-Sí, ya estamos casados. –comento abrazando a Jess.

-¡¿Qué?! –ambos casi se caen de espaldas. Jesica les explica sobre la pulsera, pero no logran entenderlo.

-¡No! Esto es intolerable. –grita su papá negando con la cabeza.

-Sí… no puedes casarte así nomás, debe ser en la iglesia como se debe. –habla su mamá estando orgullosa de su hija.

-¿Qué? –decimos los tres en un mismo solo.

-Vamos Jesi, tenemos mucho que organizar. –dice ella jalándola del brazo y dejándome a solas con el señor Juan.

-Mientras las chicas están en sus cosas, nosotros podemos conocernos mejor. –propone seriamente.

-Claro, me parece bien. –acepto con gusto.

Él me invita a tomar un trago en cerveza en el bar de enfrente y conversamos.

-Bueno, cuéntame ¿Cómo eran tus padres? –inicia él dando un trago profundo a su vaso.

-Ellos murieron cuando era niño, tuvieron un accidente de auto. –respondo teniendo el vaso entre mis manos.

-Sabes… eres igual a mí, yo tampoco conocí a mis padres ¿Entiendes? Y cuando conocí a la madre de Jess, mi amada, su familia se convirtió en mi familia. –me cuenta con un tono triste en su voz y vuelve a tomar otro trago.

Varias horas después, él ya ha tomado 4 botellas de cerveza y empieza a decir cosas sin sentido.

-Cuando deje de mi esposa casi no dormía, la necesitaba… -se recuesta por mi hombro y contiene el llanto –Pero el orgullo es más fuerte y siempre que la veía ¡La despreciaba! –vuelve a levantarse y su aliento me ataca.

-Pero… eso ya quedó atrás, ahora nos volvimos a amar y-y, lo más raro, f-fue gracias a ti. –dice palmeándome la espalda con fuerza.

-Agr… creo que ya bebió demasiado. –hablo alejando lentamente el vaso de él.

-Si… s-si, ya e-e… es suficiente. –balbucea mientras hace un esfuerzo para ponerse de pie.

-Yo lo ayudo. –paso su brazo sobre mi hombro y lo sostengo.

-Sabes que… debes divertirte, este es tu último día de soltero ¿No? Saldremos a buscar mujeres. –propone arreglándose el cuello de su camisa, la cual estaba arrugada.

-¿Qué? No, ya estoy casado son su hija. –le recuerdo sintiéndome un poco ofendido.

-No te hagas, debes divertirte. –me palmea la espalda.

-No. –Niego con la cabeza –Es más, ahora quiero estar con Jesica. –digo serio.

-Okey… vamos. –acepta y salimos por la puerta, cuando nos dirigimos al auto, él camina torpemente hasta choca con un poste.

-Es…estoy bien. –Se recupera y continúa caminando –Yo conduzco. –balbucea mientras trata de abrir la puerta del auto, lo cual es difícil si colocas la llave en la esquina de la puerta y no en la cerradura.

-Espere, yo voy a conducir. –digo tomando las llaves. En ese momento me lanza una mirada fulminante y aniquiladora -¡¿Quién te crees para quitarme mis llaves?! –se comporta un tanto agresivo a pesar que está borracho.

-No, eh… yo, solo es que… -contesto un poco intimidado.

-¡¿Crees que no puedo manejar?! –Me grita empujándome con su dedo – ¡Devuélveme mis llaves! –me ordena.

-No.

-¿Qué? ¿Dijiste “no”? –pregunta acercándose a mí.

-Sí… ¡Dije que no, porque no quiero terminar muerto por dejar, no se ofenda, a un borracho infeliz conducir un auto! ¿Entiende? –respondo serio y le dejo claro lo que puede llegar a pasar.

-Okey… tú maneja. –acepta sin hacer más escándalos y se sienta en el asiento del acompañante, yo subo al volante y enciendo el auto y conduzco hacia la playa, Jesica me envió un mensaje de texto diciendo que nos esperaba en le playa por eso nos dirigimos allá.

-Ve más rápido. –dice Juan.

-No, es peligroso. –contradigo serio y sin quitar la vista del camino.

-¡Más rápido! Nos volveremos viejos a esta velocidad. –insiste.      

-¡No! Yo conduzco y voy a esta velocidad, y si no le gusta, se puede ir corriendo. –contesto molesto pero solo es actuación, este sujeto solo entiende por las malas.

-Bueno… ya estoy muy viejo para correr. –comenta mientras mira por la ventana.              

Unos minutos después llegamos a la playa y dejamos el auto estacionado cerca del muelle, desde allí caminamos por la playa en busca de los demás, ya que es de noche, el cielo está cubierto de estrellas; bellos destellos que se reflejan en el mar, las olas llevan y traen la arena sin cesar. A lo lejos vemos unas refulgentes luces en medio de la oscuridad, al acercarnos noto que es una bello altar; con flores y cintas blancas danzando con la fresca brisa.

-Wau… ¿Qué es eso? –me pregunta el padre de Jesica.

Entonces todos nuestros conocidos llegan al lugar, la señora Gómez, ella será la encargada de un lujoso edificio que será construido para los vecinos que viven en el basurero, y su esposo Marcelo, quien ahora es un artista y que hace sus obras con materiales reciclables. Mi tía Blanca, es la jefe de un grupo de tejido que diseñan ropa y las venden a muy buen precio. Sabrina está acompañada de Lucas, ambos no tiene muy bien definido su futuro, lo único que saben es que siempre estarán juntos. La madre de Jesica y mi fiel amigo Robú.

-Hola, llegaron justo a tiempo. –nos dice Sabrina, ella y todos los demás están vestidos de gala, menos yo; tengo unos jeans negros, zapatillas azules, una camisa a cuadros de mangas cortas y mi cabello está un poco revuelto.

-¿Por qué no me avisaron que harían la boda? Mira como estoy. –murmuro acomodándome la camisa.

-Tranquilízate, estás bien así. –habla Lucas mientras tiene a Sabrina de la cintura.          

-Hasta Robú vino bien vestido. –digo al ver que mi amigo tiene un moño negro por su cuello.

-Ya es hora. A sus posiciones. –anuncia el señor Juan, ya no parece estar borracho.

-Se recuperó muy rápido después de haber tomado tanta cerveza. –comento confundido.

-¿Qué? ¿Luego de tomar, se puso molesto? –me pregunta la mamá de Jesica, yo asiento.

-Te puso a prueba y si no la pasabas, no seguiríamos adelante con esto. –dice sonriendo.

-Entiendo. –en ese momento vemos que Jesica viene caminado tomada del brazo de su padre, lleva un hermoso vestido blanco con la falda a cuatro dedos por encima de la rodilla, su cabello está suelto y lo adorna una pequeña tiara y con un ramo flores amarillas en su manos izquierda. Está más bella que nunca.

-Hola Jess. –murmuro tomando delicadamente su mano derecha.

-Hola… -contesta sonriendo.

-Bueno esto no es nada formal por eso puede pasar directamente al beso. –interrumpe Sabrina muy ansiosa.

-Puede besar a la novia. –dice Jesica mirándome a los ojos. Entonces la beso a mi hermosa novia y todos a nuestro alrededor celebran.

-Arregle esto para ustedes. –nos dice Lucas, caminamos hacia el estacionamiento, allí entontáramos el nuestro auto monstruo, lo arreglaron para la ocasión con muchas cintas blancas sobre él.

-Gracias. Vamos a casa. –hablo ayudando a subir a Jesica y también a Robú.

Todos nos despidieron a las afueras de la ciudad, antes de irnos, Jess lanza el ramo y el mismo termina en manos de Sabrina, a quien le brillan los ojos y abraza con alegría a Lucas.

-¡Adiós! –gritamos mientras nos alejamos, en la parte trasera de la camioneta estaba escrito “recién casados”.

            

                                                                Fin

P.D de Jesica: ¿Recuerdan que al principio dije que yo no era la chica perfecta para Nicolás? Él cree que sí pero yo digo que no, sólo hay una cosa de la cual estoy segura… él es perfecto para mí.

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