Capítulo 30
Narrador: Sabrina.
Me estoy rompiendo la cabeza intentan tejer una bufanda pero siempre me sale algo mal.
-No hay caso, no se tejer. –digo dándome por vencida.
-Te falta práctica. –la Tía Blanca es un profesional y eso me hace sentir peor, en ese momento Jesica llega y se sienta en el sofá con una sonrisa de oreja a oreja, también olfatea una pequeña margarita entre suspiros.
-¿Quién eres tú? –le pregunto hostilmente con el ceño fruncido.
-Soy Jesica… -responde mirando la flor que está en su mano.
Rápidamente salto sobre ella y termino atándola por una silla con mi intento de bufanda.
-¡Habla! ¡¿Eres una espía o qué?! –comienzo con el interrogatorio.
-Soy tu amiga. –contesta pero no parece enojada ni nada y eso la incrimina más.
-La verdadera Jesica estaría muy furiosa al estar atada. –cuestiono cruzándome de brazos.
-Sabri espera… -interrumpe la tía Blanca, ella dirige su vista a las muñecas de Jesica en busca de algo.
-¿Qué pasa? –pregunto confundida.
-¡No puede ser, ya ocurrió! –dice ella al ver una pulsera de plata en la muñeca derecha de Jess.
-Nico me la regaló. –habla Jesica sonriendo.
Entonces la desato para escuchar lo que tiene que decir, nunca la había visto tan feliz, algo le sucedió. Algo muy fuerte.
-¿Qué es lo que te pasa? –pregunto arqueando la ceja.
-Nada. –dice colocando la florcita en su cabello.
-Ya tuvo su noche de bodas. –comenta doña Blanca.
-¡¿Qué?! –mi sorpresa en muy grande porque eso significa que Jesica y Nicolás estuvieron juntos, pero por otro lado es imposible porque mi amiga es muy reservada por así decirlo.
-Lo mismo dijo Nico. –Habla ella confundida –Pero la noche de bodas es después de haberse casado ¿no?
-Ya se casaron en el momento que Nicolás te entregó esa pulsera. –nos explica.
-No espera, ¿Con solo llevar esa pulsera, Jesica está casada con Nico? –pregunto tratando de entender todo.
En ese momento Jesica y yo nos miramos por un momento y comenzamos a reír a carcajadas. Casi me caigo al suelo de la risa pero la tía Blanca se cruza de brazos y sus cejas forman una línea recta.
-Eh… ¿Es en serio? –murmura Jesica confundida. Ella asiente seria y nos explica que es una vieja tradición de su familia.
-Tus padres te matarán si se enteran. –le digo sacudiéndola de los hombros.
-Tranquilízate, mantén la calma como yo. –Jesica sonríe de nuevo.
-¡Sí, lo logré! We are the champions… -grito victoriosa arrodillada en el suelo y con los brazos en alto, logré que Jesica volviera a ser la misma que antes, soy la mejor.
-¿Qué lograste? –me pregunta Blanca mirándome como si estuviera loca.
-Son locuras de Sabrina, hablaré con ella. –Jesica me toma del brazo y salimos a la calle.
-¿Locuras mías? Tú que siempre me criticas, terminaste más rápido en la cama de alguien que yo. –digo seria.
-Gracias. –ella me abraza cálidamente.
-Para qué son las amigas, creo que tú y Nicolás ya dejaran de pelear. –comento separándome.
En ese momento un auto se detiene y unos hombres nos atrapan obligándonos a subir al vehículo.
-¿Quiénes son ustedes? ¡Auxilio! –grito para que alguien pueda rescatarnos pero es inútil.
-¡Callada! –me dice uno de los hombres entonces nos muestra una tablet por donde recibimos una video-llamada.
-Hola, veo que las recogieron. –saluda Ana.
-¿Qué es lo que quieres? –pregunta Jesica seria juntando las cejas.
-No se hagan las inocentes, ustedes son los que roban a mi padre, la encargada de la joyería que robaron hace dos meses dijo sus nombres… -contesta hostilmente.
-¿Sí? –murmuro al recordad que dije mi nombre y el de Jesica por el radio.
-Ja jaja, yo no soy la única que se llama Jesica en el mundo. –Ella comienza a reír –Además, seguramente que estaban usando nombres falsos. –comenta cruzándose de brazos.
-No soy idiota, tú amenazaste a mi padre con quitarles las tierras. –cuestiona Ana.
-Sí pero del dicho al hecho… -interrumpo con un tono inocente.
-¡Ya basta! Tengo el video de su último golpe… -Ana se enfurece y nos muestra las imágenes de las cámaras de un banco; donde muestra a dos ladrones huyendo montados en un burrito.
-Reporto un robo al banco, son dos fugitivos que van en un poni de arcoíris. –avisa el policía que estaba en un patrullero cerca del lugar.
-¿Qué? ¿Dijiste poni de arcoíris? –los de la central comienzan a reír a carcajadas.
Entonces Jesica y yo nos miramos y recordamos ese robo:
-Sabri ¿Puedes disfrazar a Robú para el robo de esta noche? –me pregunta Nico.
-Sí. –acepto sin tener algo más que hacer. Cuando termino mi trabajo llamo a Jesica para que aprecie mi obra de arte.
-Sabrina ¡¿Qué hiciste?! –dice molesta.
-¿Qué? Robú se ve genial. –contesto en mi defensa; lo pinté todo de blanco y le puse unos extensiones en su melena y cola de muchos colores.
-Ay no… se supone que debe ser discreto, no colorido. –me regaña Jesica.
-Sabri ¿Dónde está Robú? –dice Nicolás.
-Ahí está. –le indica Jesica apuntando con su dedo.
-¿Robú? –Nico se le acerca, entonces el burrito lo derriba –Eres tú, vaya, no te reconocí. –habla acariciando su cabeza.
Y ese fue el origen del poni de arcoíris del robo. El video de las cámaras termina y el rostro de Ana vuelve a aparecer en la pantalla.
-Solo hay un idiota en la ciudad que tiene un burrito apestoso como mascota. –nos dice seria.
-¡Hey, no insultes a Nico! Tú fuiste la idiota al dejarlo. –Jesica reacciona agresivamente y ataca a uno de los hombres que nos custodian pateándole el rostro, el otro saca su arma pero yo la tomo rápidamente y ambos quedan indefensos.
De repente escuchamos unos gritos a los lados del auto.
-¡Jesica! –es Nico montado en Robú quien corre velozmente en el lado izquierdo.
-Nico… -Jesica abre la puerta, salta sobre el burrito y ambos quedan atrás.
-¿Y a mí quién me rescata? –pienso un poco angustiada, entonces en auto dobla a la derecha hacia una construcción, más precisamente hacia el futuro centro comercial. A lo lejos veo el resplandor de unas luces que vienen detrás de un montículo de tierra, en ese momento una motocicleta salta por los aires utilizando la tierra como una rampa y cae junto al auto.
-¡Sabri, salta! –me dice Lucas mientras maneja la moto.
-¡¿Estás loco?! –grito viendo el suelo pasar rápidamente bajo de nosotros.
Entonces los hombres abandonan el auto al ver una columna justo al frente.
-¡Salta! Te prometo que estarás bien. –Lucas me alienta y decido saltar. Él me sujeta de la cintura haciendo que me siente sobre la moto, luego derrapa la misma y nos dirigimos a la dirección contraria.
-Lo hiciste muy bien. –murmura Lucas, yo me encuentro temblando de miedo pensando que pude haber muerto sin duda, también tengo los ojos cerrados con fuerza mientras me aferro por su cuello, el auto choca fuertemente por la columna.
La moto se detiene lentamente pero aún estoy temblando, ni siquiera puedo abrir los ojos del susto.
-Ya estas a salvo, abre los ojos. –pide él estando muy cerca de mí, lo siento.
-S-sí… -susurro tranquilizándome, parpadeo varias veces y acomodo mis anteojos, sin previo aviso me encuentro con los hermosos ojos verdes de Lucas que me miran con amor.
-Estoy soñando… -balbuceo atontada sin poder dejar de mirarlos.
-¿Qué querían esos tipos? –me pregunta entre serio y preocupado.
-Los matones del empresario… gracias por salvarme. –digo dirigiendo la mirada hacia sus labios, una vez más quiero golpearme porque mi conciencia me ordena que no le parta la boca de un beso y me sugiere esperar, bajo de la moto pero no me alejo demasiado.
-No puedo creer que casi te pierdo. –susurra mientras acaricia mi mejilla con su mano derecha.
-¡Siiiiiiiiii…! Es hora ¡Va a besarme! –grito muy emocionada en mi mente y creo que mis ojos brillan de la felicidad. Cuando quedan solo unos míseros centímetros entre nosotros, una gran explosión en la construcción nos interrumpe, ambos miramos sorprendidos la gran cantidad de llamas y humo que se alzan.
-Wau… ¡Qué espectáculo! –dice Jesica llegando junto con Nico y Robú.
-¿Están bien? –pregunta el desmontando su burrito.
-Nunca me sentí mejor. –responde Lucas mientras me sonríe.
-Yo igual. –murmuro sinceramente.
-¡Dame esos cinco! –Jesica y yo chocamos las manos, sin querer logramos destruir la construcción del centro comercial, todos los material quedaron sepultados bajo escombros y lo demás se rostizó.
-Vamos esposo mío, tenemos un banco que robar. –le dice Jesica a Nico tomándolo del brazo, por suerte ambos nos dejan solos.
Pero Lucas tiene la brillante idea de llevarme a casa, tal vez este no es mi día de suerte, debí besarlo cuando podía. Me odio a sí misma…
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