Capítulo 36

Aren acaricia tiernamente mis brazos, su aroma inundaba mi nariz de una manera tan agradable que no pude evitar sonreír. Me estaba quedando dormida junto a él pero apenas empecé a soñar las caricias de Aren se volvieron las del rey, su rostro apareció en mi mente y el dolor regresó.

-¡Hm! -me sobresalté al instante y Aren se detiene.

-¿Ha pasado de nuevo? -me mira mientras yo asentía y lo abrazaba-. Me gustaría poder hacer algo por ti...

-Creo que puedes... -comenté sin mirarlo.

-Dime cómo, haré lo que sea por ti. Para hacerte olvidar sobre todo lo malo que mi padre te hizo.

No dije más, me agradaba que le importara tanto. Levanté la mirada y me acerqué a sus labios.

-Puedes reemplazar sus huellas con las tuyas propias... Hacerme sentir mejor... -mi rostro arde por lo que le estaba pidiendo. Él acaricia mi mejilla mientras sonríe.

-¿Es eso lo que quieres? ¿Estás segura?

-Sí, completamente.

Besé sus labios más intensamente que nuestros anteriores besos. Él acaricia mi cintura y me gira hasta colocarse sobre mí, se levanta para verme y besa mi cuello.

-Hm... -solté un suspiro cerrando los ojos.

Sus besos bajan aún más y a diferencia de lo que sentía con el rey... ahora no quería que se detuviera. Estaba nerviosa, pero no asustada. Una de sus manos va hasta mi espalda y estira del cordón del vestido para aflojarlo más, la otra mano acaricia mi pierna subiendo las finas telas hasta mi cadera.

Mis manos no se quedaron quietas y le quité los botones del cuello de la camisa. Se enderezó y me observó por un tiempo antes de comenzar a quitarme el vestido y su ropa, bajé la mirada hasta aquella zona de su cuerpo. Mi rostro arde y mi respiración se hizo pesada.

Levanté ambas manos hasta apoyarlas en sus mejillas, él me mira sonriendo hasta que lo atraje hasta mí y volví a besarlo. Su mano alcanza uno de mis senos para apretarlo provocando oleadas de placer recorriendo mi cuerpo. Repentinamente se desliza por mi cuerpo hasta encontrar mi intimidad y presionar sus dedos en ese lugar.

-¡Hmg! Aren... -solté entre jadeos mientras miraba sus ojos.

Metió dos de sus dedos y los movió realmente bien, haciéndome sentir tanto placer que seguía creciendo. Sus besos bajan por mi cuello hasta lamer mi clavícula y dejar unas pocas mordidas. Su boca alcanza mis pezones y los succiona mientras empuja sus dedos dentro de mí.

-¡A..Aren! ¡Nhg!

Sentía mi cuerpo ponerse más sensible con cada roce, entonces él sacó sus dedos y se acomodó entre mis piernas. Las levantó hasta dejarlas apoyadas en sus hombros y me miró de una manera que me hizo estremecer.

-Dime si quieres que me detenga, no quiero lastimarte -menciona con un tono de voz suave y tranquilo.

Negué con la cabeza y lo sujeté por el cuello para acercarnos y besar sus labios.

-Tú no me harías daño, mi rey... -jugueteé con mi tono de voz consiguiendo que su respiración se hiciera más pesada.

La punta de su miembro apretó mi entrada, cerré los ojos y solo sentí como empujaba dentro de mí hasta meterlo por completo. Me arqueé por la sensación de estar llena por dentro, era extraño ya que él lo hacía tan delicado y tierno. Me gustaba...

Empezó a moverse, aumentando la velocidad al ver mis expresiones y darse cuenta de que me encantaba. Agarró mis piernas para sujetarme mejor y golpeó dentro de mí con fuerza en un punto donde las sensaciones se disparaban y sentía que me volvería loca.

-¡Aren...! ¡Mhmg!

-Delia... te juro eliminar cada rastro suyo y dejarte solo con mi huella... -alcanza mis labios-. Te olvidarás de él por completo y solo me recordarás a mí.

-E..Eso... Eso ya lo hago.

Une nuestros labios ocasionando que mis gemidos se ahogaran en su boca. Seguía embistiendo, sus manos apretaban la piel de mis piernas haciendo que aquella zona hormigueara, se sentía bien. Pero pronto empecé a sentir algo que ni con el rey sentía, un revuelco en mi vientre bajo... como si algo se acercara.

-¡A..Aren, yo...! ¡Ah...!

No pude terminar de hablar cuando una extraña sensación de liberación arrasa con mi cuerpo. Temblaba de placer y tenía la respiración acelerada, Aren me observa y acaricia mi mejilla con ternura.

-¿Estás bien? -asentí únicamente, apenas podía pensar en lo que me preguntó. Mi mente estaba en blanco.

-Aren...

-¿Sí, Delia?.

-¿Podemos... hacerlo otra vez? -mi pregunta parece sorprenderlo por poco tiempo antes de ver su sonrisa asomarse.

-Las veces que quieras, mi amor.

Mi sonrisa se ensancha por su respuesta, él vuelve a acomodarse junto a mí pero no pude evitar abrazarlo. Sentirlo sin el miedo constante de ser descubiertos era la mejor parte. Por fin estaría a su lado cuando nosotros quisiéramos y no tendríamos ni una razón para ocultar nuestros sentimientos.

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