• CAPÍTULO 45 •
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45. Trágicos finales.
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Nina amaneció con la idea de que la muerte estaba rondando las murallas del castillo porque no podía sacarse de la mente el sueño que había tenido la noche anterior. Ella veía el cielo con un resplandor verde y podía escuchar su voz hablando parsel.
Casi no pensaba en la ocasión donde había podido hacerlo, pero sin duda había sido un episodio confuso que la había llenado de interrogantes, ella venía de una familia demasiado común como para haber sacado el gen de alguna parte, como para que hubiera aprendido de forma innata o alguna excusa sobrenatural.
—Hoy es la última prueba— le animó Astoria cuando entró a dejarle unas cosas a Daphne— ¿por qué sigues en la cama, Nina?
Ella suspiró y rodó entre las sábanas verdes de su cama.
—No quiero levantarme, tengo el presentimiento que todos vamos a morir hoy— siseó— ; la prueba debiese cancelarse.
—¿Tú tan fatalista? creía que eras la única Slytherin que no poseía esa característica, finalmente Draco ha hecho lo suyo contigo por lo que veo.
—Él siempre termina consiguiendo lo que quiere, así que ten cuidado con él, Astoria —advirtió Nina en tono divertido.
—¿La intrusa podría salir de mi habitación? —inquirió Pansy cuando salió de la ducha, interceptado claramente a la muchacha —quiero cambiarme.
Astoria rodó los ojos y no le respondió nada, pensaba que no valía la pena estresarse por una chica como Pansy en esos momentos. Sonrió de forma irónica cuando pasó por su lado.
—Ah, el traidor te espera a la entrada de la sala común; esa era una de las cosas que venía a decir.
—Sí si, ya te oímos —recalcó Parkinson, que si bien ya tenía asumido que ella y Draco tenían una especie de conexión y que entre ellos ya no había nada, aún estaba resentida por aquella situación— ¿Quieres marcharte?
Nina negó con la cabeza y después de ello se incorporó moviendo su cuello y estirándose una vez que estuvo sentada. De verdad que este día era como si la cama no quisiera soltarla por alguna u otra razón. De igual forma tuvo que levantarse para hacer las actividades del día de hoy, debía entregar un trabajo para el profesor Moody y no podía darse el lujo de pasar de largo, la presión por el hecho de que el hombre fue el mentor de sus padres era bastante, no quería desentonar o hacerlos quedar en vergüenza por su repentino agotamiento.
Salió de la sala común y Fred estaba esperándola mientras leía un libro bastante grueso sobre transformaciones avanzadas. Ella se acercó y colocó de puntillas para depositar un tierno beso en sus labios, acto que consiguió que el pelirrojo sonriera de forma tierna y espontánea; cada vez se hacía más satisfactorio el hecho de estar cerca y tener esos instantes que eran sólo de ellos.
—¿Por qué piensas aquello?—preguntó Fred apretando sus manos con las de ella mientras caminaban pasillo hacia el Gran Comedor, casi nunca tenían la oportunidad de comer juntos, por lo que esta vez la tomarían sin pensarlo; el que no estuviera Xavier en el castillo lograba que la tensión disminuyera bastante para ambos —¿no te encuentras tranquila? ¿le temes a alguna situación que te esté pasando?
—No, no creo que sea algo en específico Fred, de hecho creo que es el desconocimiento con respecto al tema, porqué sucedió, porqué sueño esas cosas.
—Tal vez sólo necesites descansar— se refirió y después de eso sonrió y le indicó a Nina sobre la presencia de sus padres, quienes caminaban hacia el campo de Quidditch. John y Amelie en conjunto a otro grupo de aurores habían decidido participar de la última prueba del Torneo de los tres magos con el fin de ser útiles en caso de que las cosas en el laberinto se complicaran.
—¡No pensé que les vería acá! —gritó detrás de ellos con el fin de sorprenderles; ambos se volvieron y le abrazaron de modo cariñoso, les había visto no hacía mucho y tener ese privilegio le hacía sentir bien. Extrañaba a sus padres durante toda la temporada de clases y no era lo mismo verles a escribirles.
—El ministerio nos ha enviado con el fin de revisar la seguridad de la prueba, se supone que es la más compleja de la competición y tenemos que supervisar que todos los docentes sepan que hacer en caso de ser necesario, Alastor es quien se encuentra verificando que el escenario sea seguro para los participantes— comentó Amelie— Sin embargo también queríamos verte ¿todo está bien?
Ellos se veían tan ocupados que Nina no quiso molestarles con aquella estúpida sensación que le había estado rondando todo el día, el trabajo de los aurores de por sí era estresante; no quería que más encima tuvieran que estar pendientes de ella generándoles preocupaciones innecesarias sobre cosas que para ella ni siquiera eran reales del todo. Sonrió y les otorgó un abrazo fuerte a cada uno.
—Les he echado un montón de menos, espero que podamos hacer algo divertido cuando salga de vacaciones— propuso—, tienen que tomarse vacaciones también.
—Es lo que más queremos cariño, creo que con el tiempo vamos cayendo en la maldita rutina del trabajador del ministerio de magia y no queremos dejarte sola tanto tiempo.
—No se deben preocupar por mí, saben que ya crecí ¿Lo saben cierto?
John enarcó una de sus cejas pues no entendía si es que Nina había hecho ese comentario al azar o significaba alguna otra cosa. A pesar de que ya no podía considerarse una niña, para él siempre sería su pequeña bruja que necesitaba de toda su protección, amor; no concebía la idea de dejarla crecer aún.
—¿Tratas de decir algo más, querida?
—¡No, sólo ...ah! olvídenlo; iré a desayunar y espero que no sea un día tan ajetreado para ustedes, nos vemos en la noche para celebrar con el campeón.
Todavía no quería mencionarle a sus padres de que su relación con Fred era totalmente formal, eso debería esperar a la salida del curso, pues sabía que su padre se pondría en modo detective y querría contratar a todo el departamento de seguridad; por lo que debería hacerse de valor para enfrentar aquello. No obstante el pelirrojo la esperó con paciencia durante toda la conversación y agitó su mano para despedirse de los aurores cuando volvieron de camino al comedor, eso según Nina debería darles señales de lo que significaba la compañía del Gryffindor.
—¿Desayunamos ahora? —preguntó Fred mientras caminaron hacia las mesas, antes de que pudieran sentarse al final de la mesa de Gryffindor, el pelirrojo se inclinó y dejó un suave beso en los labios de la chica; lamentablemente este no duró mucho, pues alguien se aclaró la garganta justo al lado de ellos.
—Creo que están impidiendo el paso, jóvenes —Los ojos penetrantes de Minerva McGonagall estaban sobre ellos, quienes al notar la presencia de la jefa de Gryffindor se separaron y colocaron algo nerviosos, no obstante no podían borrar la sonrisa de haber sido descubiertos de sus rostros.
—Profesora ¿cómo está? —saludó Fred.
—¿Puedo saber qué es lo que está sucediendo aquí?
—Pues nos besabamos, profesora —contestó el pelirrojo con su característico tono de voz.
—Eso ya lo he visto, sólo quiero saber el porqué.
—Pues eso es porque somos novios ¿cómo es que no lo sabía? fuimos el chisme durante bastante tiempo.
—Eso para que vean que realmente me dedico a mi trabajo y no a oír las historias de los adolescentes —recalcó —pues bien, me alegro por ustedes, sin embargo les pido que sus demostraciones afectuosas sean en un lugar que corte el tránsito del comedor.
—Bien, profesora McGonagall—sonrió Fred y sacudió la mano al despedirse.
—¿Realmente crees que no lo sabía? —preguntó Nina al sentarse.
—Sí, creo que sólo quería saberlo de primera fuente— dijo al darle un beso en la coronilla.
Nina fijó su vista en Fleur a quien saludó con la mano mientras desayunaba en la mesa de las águilas. Viktor estaba hablando con sus compañeros en la mesa de Slytherin, Harry estaba con Ronald hablando con Hagrid, Cedric por su parte estaba junto a Cho Chang en la mesa de Hufflepuff, se veía tranquilo; sin embargo había algo en su expresión que lograba inquietarla.
—¿Me engañas mentalmente con ricitos de oro? —bromeó Fred.
—¿Qué? No cómo dices eso—rió ella mientras le daba una mordida a su sándwich—, sólo que no dejó de tener una extraña sensación, pero creo que sólo debe ser la adrenalina de conocer al campeón el día de hoy.
—Harry ganará, te lo aseguro.
—Pues si tiene la ayuda de Dumbledore, claro— respondió ella sin apartar la mirada de Cedric Diggory.
—¡Mira ese comentario tan venenoso!
—Pues soy de Slytherin y mientras pueda decir algo contra Gryffindor lo diré —dijo sonriendo y volviendo finalmente la vista hacia él.
Quería dejar ir ese presentimiento.
***
Ella no podía dejar de imaginar la marca tenebrosa que Barty Crouch Junior habría de haber dejado sobre el cielo en el cementerio de pequeño Hangleton.
Allí había ocurrido todo según los rumores que corrían por toda la escuela.
Fred había tenido razón, Harry Potter había ganado el torneo; pero Cedric Diggory ya no estaba junto a ellos. Se decía que Lord Voldemort había regresado y todo había sido un plan para que pudiera atraparlo.
—Promete que te vas a cuidar, querida —le dijo su madre cuando se despedía —El año escolar ha terminado, no habría problema si es que tu quisieras transferirte. . .
Nina levantó la cabeza y suspiró, acaban de asistir la funeral de Cedric Diggory que había sido asesinado por el señor tenebroso, o eso era lo que decía Albus Dumbledore.
—No— dijo con la voz segura —voy a terminar mis estudios aquí, en Hogwarts —aclaró —Sé que deben estar preocupados por todo lo que sucedió, por lo que pasó con Cedric, con Alastor Moody y los hechos en general, pero no pueden mantenerme a salvo, ya he crecido y lo hice con la preocupación de que ustedes estaban en peligro, eso me hizo fuerte y ahora no pueden querer llevarme y guardarme en una burbuja.
—Hay muchos estudiantes que probablemente van a cambiarse de escuela —intervino su padre —He hablado con Xenophilius, probablemente envíe a Luna a Beauxbatons el próximo año, Hogwarts ya no es segura teniendo en cuenta lo sucedido.
—Luna no va a aceptarlo y ustedes saben que tampoco lo haré.
Draco estaba esperándola a unos metros más allá. Ella le hizo un gesto para que no se fuera y sonrió a sus padres, no quería irse molesta con ellos, sin embargo ella no abandonaría a todos quienes tenía en Londres.
—Queremos lo mejor para tí.
—Ya he venido de París para acá, ya me desapegué de una vida y era para tener una mejor. No permitiré que quieran enviarme a otra escuela, de aquí soy parte y espero que puedan entenderlo— se acercó a besarlos y después sonrió de forma algo seca— Nos veremos en unos días en el expreso, estaré bien.
Se alejó del lado de ellos quienes estaban junto a la delegación del ministerio que había ido a acompañar el funeral.
Draco no emitía palabra pero pasó un brazo sobre los hombros de su mejor amiga.
—Mis padres acaban de sugerir que quieren cambiarme de escuela.
—¿Y los has mandado a la mierda no es así?
—¿Me imaginas en Beauxbatons?
—No, mínimo que si quieren trasladarte que sea a Durmstrang— sonrió —pero te mato si es que me dejas al lado de todo este caos que va a generarse.
—¿Por qué lo dices, Malfoy?
Los ojos grises del rubio observaron los negros de la joven.
—Sabes a lo que me refiero, Nina —murmuró mientras caminaban hasta la escuela desde el cementerio de miembros honorarios de Hogwarts, ubicado en Hogsmeade— por algo el año escolar ha terminado, por algo todo el ministerio está en negación.
—¿Tú crees qué?
—Ya te lo había dicho en otra ocasión, la marca tenebrosa no puede ser conjurada a menos que la presencia de Voldemort esté latente.
—¿Él está entre nosotros?
Antes de que pudiera contestar, Fred apareció y Draco guardó silencio.
—¿Puedo interrumpir?
—Por supuesto, nos vemos en la sala común —farfulló Draco alejándose de ellos para llegar a empacar.
Fred cogió la mano de la chica y sonrió.
—No contaba con tener que separarme de tí tan pronto— murmuró —Promete que vas a cuidarte y que pasaremos juntos parte del verano aunque sea, no sabes cómo te extrañaré.
—Lo haremos, te lo prometo.
El aire estaba denso, la despedida de los estudiantes extranjeros fue agridulce, no podía ignorarse el terrible sentimiento de pérdida que había dejado el torneo de los tres magos, sin mencionar el terrible sentimiento que guardaba Nina al imaginar la marca tenebrosa en su mente y la mala emoción de haber despertado con la certeza de que alguien moriría y que aquello se hubiera hecho realidad.
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