Capítulo 8: Kira 5-b

Los kirianos eran una tribu pacífica y granjera. La tecnología allí era inexistente y, de hecho, su tradición les mantenía al margen de todo ello. En Kira 5-b estaba completamente prohibido introducir tecnología bajo pena de muerte. Por esto mismo, era arriesgado llevar a Sasuke junto a él a esa misión. Era un androide y si los habitantes se enteraban de ello, tendrían un grave problema.

Kira 5-b era un planeta enorme en comparación a la esfera Bernal u otros planetas más pequeños que había en su galaxia. Sin duda alguna, era el planeta que más productos primarios vendían al resto de planetas. Sus inmensas granjas abastecían con eficacia a gran parte de su galaxia, por ello mismo, todas las civilizaciones cercanas toleraban sus tradiciones y evitaban conflictos con ellos. ¡No podían ser descubiertos o repercutiría en su relación diplomática y comercial!

Vestidos con ropa hecha de algodón y lana de oveja que habían conseguido de los altos cargos de la Federación antes de partir a la misión, Sasuke y Naruto caminaban hacia el poblado más cercano de donde obtuvieron la última señal de la nave estrellada. A partir de ahora, sin tecnología a su alcance, Naruto sólo dependía de las capacidades de Sasuke para realizar la misión con éxito.

El camino de tierra no era demasiado ancho. Como mucho, podría pasar fácilmente un carruaje tirado a caballos, o en este caso, por eunfantes, un animal autóctono de Kira 5-b que sustituía a esos animales en cuanto a las funciones de carga. En Yggdrasil no tenían ninguno, pero sí disponían de caballos traídos desde la lejana tierra hasta la esfera Bernal. Eran de gran ayuda en las granjas.

— Este lugar es muy parecido a las afueras de Yggdrasil – susurró Sasuke. Aquello confundió a Naruto puesto que pensaba que Sasuke no debería conocer demasiado la ciudad ni la esfera en general –. Supongo que a ti te traerá más recuerdos que a mí.

Naruto se había criado en una granja de las afueras de la gran ciudad. Allí lo único mecánico que tenían eran los trenes de alta velocidad y los mercancías que transportaban las cargas. Su madre solía ocuparse de dar de comer a los animales y los jornaleros contratados mantenían las cosechas y, sobre todo, el vino. Su granja siempre mantuvo un buen estatus en cuanto a sus viñedos de calidad. Muchas mujeres de las aldeas cercanas tenían trabajo allí mientras su padre tenía misiones en el espacio a bordo de la Júpiter.

Por un instante, Naruto detuvo su caminar y observó a Sasuke. Aquella cinta que le dio de su padre en la granja cuando tenía días de permiso era un hecho irrefutable de que él había estado en su granja también.

— La granja siempre tiene un rincón guardado en mi corazón. Es el lugar donde he sido más feliz.

— Creí que ansiabas ir al espacio como tu padre.

— Sí, pero... tampoco me habría disgustado formar una familia en la granja familiar. Era un lugar tranquilo y hermoso. Era mi remanso de paz. Allí los niños corrían libres por los campos sin temor a nada ni a nadie. Era estupendo.

Sasuke no volvió a pronunciar palabra alguna. Para él, la infancia era sólo una palabra. Había visto a Naruto de niño cuando su capitán le llevó una vez a la granja, pero por el contrario, no podía hacerse una idea de lo que significaba completamente tener una infancia. Por más que él tratase de recordar algo de la suya, nada le venía a la mente.

— Sasuke, ¿Kepler era un lugar tranquilo y bonito? – preguntó Naruto.

— Pues... no estoy seguro.

— ¿Cómo no puedes estar seguro? Viviste allí, ¿no? Más bien naciste allí.

— No sé si nacer es una palabra que se pueda aplicar a mí. No tengo recuerdos de una niñez, sólo... recuerdo brevemente la ciudad, pero yo ya no era un niño. Siempre he sido así.

— Eso es raro. Creo que incluso los androides habéis tenido que tener una infancia o al menos, aunque no haga referencia a vuestra edad, un momento donde aprendéis a hacer todo, a manejar vuestras aplicaciones, a caminar, a moveros... no sé...

— De esa parte de mi vida, sólo recuerdo un cuarto blanco impoluto, con una silla y un espejo en una de las paredes. La única ventana que había era pequeña y tenía una reja de mitrilo, un material altamente resistente para impedir a los androides romperlo. Viví allí durante meses hasta que fui capaz de moverme con normalidad y utilizar las aplicaciones. Todos los días entraba alguien a revisar cómo iba el proceso de aprendizaje.

— De verdad que no entiendo nada de Kepler.

— Es una ciudad silenciosa. Sólo hay algunos androides encargados de las funciones básicas para servir a nuestros creadores.

— ¿Cómo son vuestros creadores?

— No lo sé. Yo nunca los he visto. Sólo unos pocos androides, los más cualificados y de su plena confianza son elegidos para servirles directamente. El resto somos mandados a diferentes puntos de las galaxias para hacer nuestras funciones por las que se nos contrata.

— ¿Así es como acabaste pilotando la Júpiter?

— Algo así. La Júpiter necesitaba un piloto y alguien que pudiera arreglar toda la parte mecánica e informática. Fui el elegido por la Federación para esta tarea y aquí sigo.

El sonido de un carromato que venía hacia ellos les hizo callarse. Ambos se apartaron a un lado del camino para dejarle pasar. Naruto observó fijamente al eunfante que tiraba del carro. Para ser sincero, era la primera vez que veía uno real y no por fotografías en un libro. Ese animal de tres patas y cuello largo le recordaba a una avestruz salvo que no tenía alas. Ese planeta era muy diferente al suyo.

— Sigamos – comentó Sasuke –. Será mejor llegar cuanto antes a la taberna. Allí nos informarán de dónde podemos pasar la noche. Dudo que sea buena idea quedarnos a la intemperie.

— Sí. Tienes razón.

***

El pueblo no era demasiado grande. Una calle principal y unas cuantas viviendas a lo largo. La taberna era, sin duda alguna, el lugar más concurrido. Los aldeanos se tomaban un descanso de su duro día de trabajo en el campo. El vino corría por todas las mesas y la gente charlaba animadamente.

Sasuke se detuvo un momento observando todo a su alrededor. Seguramente quería intentar comprender mejor el comportamiento de la gente para hacerse una idea de cómo debía comportarse el.

— Eso va a ser un problema – susurró Sasuke al verles beber y comer.

— Yo me ocuparé de ello.

— ¿Es que vas a poder explicar por qué yo no como ni bebo?

— Cállate, ya te he dicho que yo me hago cargo.

Fue Naruto el primero en iniciar la caminata hacia la taberna. Pronto anochecería y era mejor quedar a resguardo. Las noches en ese planeta atraían a los animales salvajes hacia los poblados en busca de alimento. Sasuke se fijó en los cestos a la entrada de la aldea. En ellos había algo de comida, y supuso que estaban allí para que los animales se entretuvieran con ella y no accedieran al pueblo. Siguió a su capitán hacia el interior de la taberna.

Si las mesas de fuera estaban llenas, las de dentro de la taberna se encontraban abarrotadas. Se acercaron al mostrador donde el tabernero servía los cuencos de madera llenos de comida y los vasos de vino. Ambos se acercaron al mostrador, pero sólo Naruto habló.

— Buenas tardes, estamos buscando una habitación donde pasar la noche.

El tabernero les miró inquisitoriamente. En esas aldeas todos se conocían y evidentemente, ellos eran extranjeros pese a que vistieran como ellos y tratasen de hacerse pasar por gente del mismo planeta.

— ¿Os encontráis de paso? – preguntó el tabernero buscando unas llaves en uno de los cajones.

— Algo así – sonrió Naruto – venimos del sur del planeta en busca de una tierra para asentarnos. ¿No conocerá algún terreno o alguna granja que esté a la venta? Tampoco nos importaría trabajar de jornaleros si alguien busca mano de obra.

— Al lado este del río hay una pequeña cabaña. Sus propietarios buscan empleados. Podríais preguntar allí. Aunque es raro ver a dos jóvenes que se alejen de sus granjas familiares.

— Oh... somos hermanos y nuestros padres decidieron que era hora de que aprendiésemos a valernos por nosotros mismos.

Sasuke enarcó una ceja. Decir algo así no debería ser del todo extraño en esas tierras, al fin y al cabo, todos se dedicaban a la agricultura y la ganadería, sin embargo, a Sasuke le hizo gracia eso de "ser hermanos". Nadie pensaría algo semejante al verles. Para su sorpresa, el tabernero no hizo preguntas.

Dejó la llave sobre la barra de madera y les dijo el precio a pagar por la habitación. Naruto sacó las monedas de la bolsa y, tras pagar, recogió la llave. Hoy dormirían allí y mañana emprenderían su empresa para buscar trabajo. Con esa excusa, ellos podrían investigar las tierras de alrededor y tratar de localizar esa nave estrellada.

— ¿Van a querer cenar algo? – preguntó el tabernero.

Naruto sonrió y depositó un par de monedas más sobre la tabla. Era un claro "sí", pero pese a que se entendía, Naruto prefirió dejar explicaciones más claras.

— ¿Podríamos cenar en nuestro cuarto? Estamos agotados por el viaje.

— Por supuesto. Pueden subir a sus dormitorios. En breve, uno de mis empleados les subirá la comida.

— Muchas gracias.

Con un movimiento de cabeza, Naruto le indicó a su compañero que le siguiera hacia las escaleras. Sasuke no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa al entender el motivo por el que su capitán había preferido que mandasen la comida al cuarto. Evidentemente, pese a que podría haber sacado más información para la misión involucrándose con la gente que allí comía y bebía, prefirió mantenerle a él a salvo y evitar que pudieran descubrir que no necesitaba comer ni beber.

Dentro del cuarto y a salvo de miradas indiscretas, Naruto se dejó caer sobre el mullido colchón de paja. ¡Era tan parecido al de la granja donde se crío! Le gustaba esa sensación. Sasuke, en cambio, se sentó frente a él en una de las duras sillas de madera.

— ¿Quiere que mande un aviso de que todo está yendo según lo previsto a la nave, capitán?

— Sí, por favor. Será mejor no preocupar a nadie. Esta noche descansaremos aquí y mañana nos pondremos manos a la obra.

— ¿Cómo piensa investigar la nave si debemos ir a la granja y trabajar allí? No nos dejarán investigar a nuestro antojo.

— Trabajaremos por las mañanas y en vez de ir a la taberna por la tarde, nos escabulliremos a investigar el lugar donde cayó la nave.

— Eso deja pocas horas de margen. Este planeta es famoso por sus animales nocturnos. Son peligrosos. Por eso están las cestas de restos de comida a las afueras de la aldea. Les mantienen ocupados allí para evitar que entren. De hecho, la empalizada la cerrarán de noche. No es conveniente que nosotros nos quedemos por ahí a pernoctar.

— Espero llegar antes de que anochezca. Este planeta tiene apenas seis horas de oscuridad y además, si nos quedamos fuera, tú estarás a mi lado.

— Le recuerdo, capitán, que debo aparentar ser un humano. No puedo ir por ahí sacando mis armas ni nada semejante.

— Lo sé. No te preocupes, lo tengo todo bajo control.

— Eso es precisamente lo que me preocupa – susurró Sasuke.

Ya conocía lo suficiente a su capitán como para saber que las estrategias no eran lo suyo. Naruto siempre había sido más de improvisar sobre la marcha y pese a que confiaba en él, a Sasuke no le gustaba dejar las cosas sueltas sin un plan de antemano. Su capitán era todo un peligro en ese aspecto y, aun así, sonrió. También sabía que no era fácil que su capitán cambiase y, por tanto, debería adaptarse a él y sus tomas de decisiones.

— ¿Vas a comerte también mi cuenco? Porque el tabernero subirá dos platos.

— No te preocupes, Sasuke. Ya te he dicho que lo tengo todo bajo control.

— Eres un glotón – susurró Sasuke frente a la gran sonrisa que Naruto le ofreció.



Aviso importante: El mes que viene lo tomaré de vacaciones, así que nos vemos en Agosto para el siguiente. La única historia que saldrá en julio es la siguiente ya que la tengo finalizada y no tengo que escribir más en ella:

- Hear me out


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