Capítulo 4: Kristion Valian
Toda la tripulación mantenía un tenso silencio mientras los pilotos maniobraban la gran nave para entrar en Kristion Valian.
Naruto nunca había visitado ese planeta y, por eso mismo, hoy que tenía la oportunidad de poner sus ojos sobre él, se daba cuenta de lo precioso e imponente que resultaba.
Todo el planeta estaba cubierto por una inmensa roca de granito sostenida sobre columnas del mismo material. En la superficie, unos cráteres y aperturas laterales entre ciertas columnas en la roca proporcionaban luz a la parte inferior donde se podía ver la vegetación y los lagos. ¡La vida se creaba en el interior de esa enorme piedra que les protegía de las amenazas externas!
La tensión se palpaba en el ambiente a medida que la nave reducía su velocidad y se aproximaba a las entradas entre las rocas. Un mal movimiento y todo acabaría muy mal. La nave podría dañarse y quedarse atrapados en ese lugar no era algo que les conviniese demasiado, menos en una misión de rescate como en la que se encontraban.
Naruto observó cómo la nave empezaba a entrar por uno de los agujeros de la piedra con lentitud. Sasuke no perdía la concentración al igual que el resto de pilotos, sin embargo, la Júpiter, con su gran envergadura, era difícil de maniobrar para meterla sin dañar el casco. Por eso mismo, todos los tripulantes observaban con atención y algo de temor por todas las ventanas disponibles cómo trataban de acceder al interior del planeta.
— Desactivando propulsores – dijo Sasuke pulsando uno de los botones antes de que el ruido proveniente de ellos descendiera drásticamente –. Abriendo los "flaps" para desaceleración.
— Flaps abiertos – comentó el compañero de Sasuke sentado en otra de las sillas tras haber movido un par de pequeñas palancas en el panel de control.
No fue hasta que la nave estuvo completamente bajo la piedra que cubría la superficie, que todos suspiraron aliviados. Naruto se mantuvo en su silla de capitán observando con atención el aterrizaje. ¡Era bueno tener un androide como piloto! No podía negarlo. Era milimétrico hasta para los aterrizajes.
— El escaneo del sistema indica un plano donde poder aterrizar suficientemente grande para la nave a unos tres kilómetros de aquí – comentó uno de la tripulación que observaba el radar y los mapas.
— Sasuke, lleva la nave hacia la explanada y aterriza allí.
— Sí, capitán. Posicionando la nave para aterrizaje. Descendiendo. Desplegando tren de aterrizaje – matizó Sasuke para que supieran los movimientos que se estaban realizando.
Lentamente, encima de la gran explanada, la nave empezó su descenso hasta que las patas tocaron el terreno.
— Abre la compuerta – ordenó Naruto al piloto.
— Sí, capitán. Abriendo compuerta interna.
Pulsando el botón, Sasuke inició la descompresión de la cámara para estabilizar la zona a la nueva presión del planeta.
— Descompresión completada. Abriendo compuerta externa.
Quitándose los grandes cascos de sus oídos, Sasuke se dispuso a levantarse para salir a inspeccionar junto a su capitán, sin embargo, éste, que ya preparaba a un grupo de la tripulación para emprender la misión de rescate, tan sólo se giró para darle una orden que Sasuke no comprendió.
— Sasuke, quédate en la nave, pon el camuflaje y custódiala.
— Sí, capitán – repitió Sasuke aunque no entendía esa orden. Nunca le dejaban a él en la nave precisamente por si había peligro. Él era el mejor guerrero que tenían, pero... tampoco podía desobedecer a su capitán. Volvió a tomar asiento y pulsó el botón del camuflaje.
Iba a ser una espera larga. Gaara, atento a lo que sucedía en el puente de mando, tampoco entendía la decisión de Naruto de dejar allí a Sasuke. Quizá se estaba dejando llevar por su desconfianza hacia el planeta Kepler y los androides. Prefería no llevarle consigo. Suspiró. Él había trabajado con Sasuke en muchas ocasiones y tenía un comportamiento ejemplar.
— Naruto – susurró Gaara su nombre evitando que los demás tripulantes le escuchasen. No quería perder el respeto a su capitán, pero también era su mejor amigo y quería hablarle como amigo, no como subordinado.
— Teniente, usted se queda al mando de la nave – dijo Naruto en dirección a Gaara –. Haremos una misión de reconocimiento, si no hemos regresado en tres horas, mande a alguien a buscarnos donde indiquen las coordenadas de los localizadores. Todos, activen localizadores.
— Sí, capitán – fue lo único que pudo decir Gaara.
***
¡Tres horas! Mientras todos descansaban, los de la sala de control observaban los monitores y a través de los cristales para asegurarse de que todo estaba en orden. Gaara paseaba de un lado a otro del puente. Tan sólo algunos animales herbívoros pastaban no muy lejos de su posición, evidentemente, gracias al camuflaje, no podían ver la nave y parecían relajados.
— ¿Qué haces, Sasuke? – preguntó Gaara al verle sentado sobre su silla y tecleando a gran velocidad.
— Arreglo el condensador y busco otros errores menores de la nave.
Gaara sonrió. Sasuke era incapaz de estar tres horas sin hacer nada. De hecho, era incapaz hasta de pasar cinco minutos sin hacer algo productivo.
— ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que se marchó el capitán?
— Dos horas, cincuenta y cinco minutos, cuarenta segundos, 5 decisegundos, 2 centisegundos...
— Vale... vale – le detuvo Gaara antes de que siguiera bajando a unidades más pequeñas que los segundos o llegase hasta los "yoctosegundos" –. Suficiente con los minutos, Sasuke. Gracias.
— De acuerdo.
— Vayamos a buscar al capitán – sugirió finalmente.
— Para el plazo establecido por el capitán faltan exactamente, cuatro minutos, veintitrés segundos, nueve decisegundos...
— Sasuke... ya sé que quedan cinco minutos... – al ver que Sasuke iba a abrir la boca de nuevo para corregirle, Gaara le hizo un gesto con la mano para que se callase – aproximadamente, cinco minutos – le matizó, por lo que Sasuke cerró la boca nuevamente. No podía rebatirle un "aproximadamente", no había equivalencias para cuánto era exactamente un aproximadamente. –. Vamos a ir a buscarle.
Sasuke pensó durante unos segundos. Su superior al mando ahora mismo era Gaara y si él decía que había que ir, entonces era una orden directa de su superior.
— Vale.
— Vamos tú y yo. ¿Tienes configurado la localización de sus posiciones?
— Sí. Tengo el mapa en mi sistema.
***
Las señales no se habían movido en mucho tiempo, así que, siguiendo el mapa, ambos caminaron hacia el lugar donde debían estar sus compañeros. Entre la vegetación, cerca de un pequeño arroyo, una pequeña y arcaica aldea seguía con sus rutinas diarias. Las mujeres vendían fruta y verdura en los puestos de la calle principal y los hombres bebían vino en una taberna cercana tras haber acabado su dura jornada en el campo.
Completamente primitivos. Fue lo que Sasuke pensó. No había señales de tecnología de ningún tipo. Sus herramientas eran rudimentarias, sus cabañas de adobe y paja, sus alimentos cultivados por sus propias manos y el comercio ni siquiera tenía dinero, sino que lo hacían mediante el trueque.
Gaara le observó sabiendo lo que Sasuke pensaba. Eran mucho peor que los humanos, tecnológicamente hablando. Tras el suspiro que Sasuke dejó escapar como si le fuera a agotar el tener que entablar conversación con esa gente, Gaara dejó escapar una ligera mueca de sonrisa.
Él apenas era expresivo o eso le decían. Había tratado de cambiar, pero la realidad era que se llevaba mejor con las máquinas que estudiaba que con los humanos u otras razas alienígenas. Entendía a Sasuke.
— Vamos –. Le animó.
Haciendo caso omiso a los puestos de la calle principal, se adentraron en la pequeña taberna. De allí procedían los puntos de los localizadores y exactamente, allí se encontraban. Sus compañeros bebían con los aldeanos y narraban sus hazañas por el espacio. Gaara se quedó en shock al verlos, pero fue Sasuke el que se adelantó hasta llegar a su capitán.
— Lleva una hora de retraso, veinte minutos y...
— ¡Joder, aguafiestas! – se quejó Naruto al ver que Sasuke iba a recitarle toda la hora con una precisión asombrosa – no me recites esa cantinela. Además, ¿qué hacéis aquí? Te dije que esperases en la nave...
— Capitán, hace cuatro horas que dio esa orden.
— Pero si han pasado cinco minutos – comentó con un leve rubor en sus mejillas.
Cansado por esa conversación absurda, Sasuke agarró la muñeca de Naruto y bloqueando el movimiento que hacía con ella, le quitó la jarra de entre las manos llenas de barro para oler el contenido.
Sasuke arrugó la nariz y alejó la taza como si ese aroma le hubiera molestado. Su sentido del olfato estaba mucho más desarrollado que el de un humano, podía almacenar información sobre los olores que iba conociendo y ése... lo conocía.
— Nepente – susurró Sasuke hacia Gaara.
Gaara no supo de lo que el androide hablaba. Jamás había escuchado esa palabra, pero su capitán por fin pareció estar dispuesto a escuchar.
— Es una planta que crece en ciertos planetas, muy cotizada en el mercado negro. Provoca cierto grado de amnesia y embriaguez. Será mejor que dejen de beber ahora, llevarlos a la nave y que descansen hasta que se les pase esto dentro de unas horas.
Gaara apoyó la mano sobre el hombro de Sasuke y señaló con la otra libre hacia una mesa del fondo donde se encontraban en el mismo estado que sus actuales compañeros, la tripulación que habían ido a buscar.
— Ya sabemos por qué no volvían ni contactaban con la Federación.
— Hay que irse de aquí – intervino Sasuke al ser consciente de lo que estaba ocurriendo – esto no es una aldea cualquiera, es una granja.
— ¿Una granja?
— Sí. Aquí es donde cultivan el Nepente que se vende en el mercado negro. Toda esta gente está aquí cultivando esa planta porque han olvidado lo que hacían en realidad. Ahora deben estar en su descanso, el cual es aprovechado por quien está detrás de todo esto para mantenerles en estado de embriaguez.
— ¿Son prisioneros?
— Sí – afirmó Sasuke –. Agarra a los nuestros, nos largamos. De vuelta a la nave.
¡Como niños pequeños! Ése fue el plan que se le ocurrió a Gaara para no perder a ninguno. Atarlos con unas cuerdas y tirar de todos ellos mientras estos caminaban por el bosque con las jarras de esa bebida en sus manos. Sasuke le había dicho que era mejor no quitarles la bebida ahora para que siguieran caminando, en la nave se ocuparían de ellos y la desintoxicación.
Sasuke, que arrastraba el primero a su capitán mientras éste hablaba de tonterías que a él no le interesaban, tuvo que frenar el paso cuando unos pequeños animalitos aparecieron frente a él. Gaara frenó también al verlos, deteniendo la fila de la tripulación que seguían cantando y armando jaleo tras él.
— ¿Qué son esas cosas? – preguntó al ver unos tiernos animalitos que más parecían ositos de peluches con lanzas.
— Son los Minkys – susurró Sasuke – no te dejes engañar por su pequeño tamaño y la ternura que desprenden, son temibles en combate.
— ¿En serio?
— Uyyyy, mira qué cosita más tierna – sonrió Naruto soltando su brazo del cuello de Sasuke para acercarse al pequeño osito.
Sasuke se quedó inexpresivo como siempre, pero Gaara realizó una pequeña mueca como si supiera que eso traería problemas. Estaba claro que allí nada era lo que parecía. Esas granjas las debía controlar alguien y ponían esas plantas en circulación en el mercado negro.
— ¿Sasuke?
— Ellos son los culpables – susurró Sasuke escuchando la lengua casi a gruñidos e infantil de los ositos – son los que mantienen a la gente que se pierde aquí trabajando en sus granjas. El Nepente hace que olviden las cosas, así que siguen trabajando. Tienen mano de obra gratis. No dejarán que nos vayamos así sin más.
— Cuchi, cuchi, cuchi – se escuchó a Naruto, acuclillado frente a uno de los ositos con lanza y moviendo su dedo en la barriga de éste como si fuera un niño pequeño al que hacerle cosquillas. Gaara se tensó.
El rostro del osito era tierno al inicio, luego empezó a fruncir el ceño y finalmente, sacando unos afilados dientes, le dio un puñetazo de lleno en el rostro de su capitán.
— Auch – susurró Gaara al ver que le había girado la cara del golpetazo.
— Puede que así espabile – comentó Sasuke al ver la cara de anonadado que se le había quedado a su capitán tras el brutal golpe.
— Será desgraciada esta cosa – se quejó Naruto – te vas a enterar. Ven aquí ahora mismo.
Naruto se lanzó como alma que lleva el diablo hacia el osito, pero éste, con un silbido, llamó al resto de sus compañeros para que acudieran en su ayuda. Al segundo siguiente, una multitud de ositos les rodeaban, apuntándoles con las lanzas. El capitán se echó a reír al ver a las pequeñas criaturas. Evidentemente las menospreciaba por su diminuto tamaño.
Una lanza se clavó en la pierna de Naruto, por lo que dejó de reír para quejarse por el dolor causado y, al segundo siguiente, todos los ositos le perseguían con perseverancia mientras Naruto echaba a correr intentando perderles de vista. Su gran número era una ventaja para ellos.
— ¡Alerta! ¡Alerta! – sonó en la cabeza de Sasuke con una luz roja.
Uno de los ositos acababa de subirse por su espalda y el sensor se había activado para avisarle de que algo intentaba acceder a su sistema, aunque en realidad, esos animalitos eran tan primitivos que no sabían lo que era un androide. Simplemente se había subido a su espalda sin ser consciente de que la tapa que protegía sus circuitos estaba en su nuca.
Naruto cayó al suelo cuando los ositos se subieron en sus botas para derribarle. Era un blanco fácil estando en el suelo, sin embargo, una explosión se escuchó de golpe.
Todos se paralizaron y miraron a Sasuke con total asombro. Con su mano estirada hacia uno de los ositos, éste tenía una red eléctrica por encima y la descarga le hacía temblar de dolor. La explosión no había sido otra cosa que él lanzando la red para electrocutar a ese bicho.
— ¿Sasuke? – Naruto le observó con un montón de ositos subidos a su espalda que echaron a correr hacia el compañero intentando quitarle la red.
— ¡Alerta desactivada! – la luz roja se desactivó y Sasuke miró entonces a su capitán.
— ¿Qué? – preguntó.
— ¿Acabas de matar a un osito?
Sasuke miró hacia el lugar donde había atacado. Entre calambrazos, el osito estaba inmóvil mientras el resto intentaban quitar la red dándose chispazos también.
— No. Sigue vivo. Sólo lo he... electrocutado. Es una descarga pequeña. Se pondrá bien, pero larguémonos ya.
— Estoy con Sasuke – dijo Gaara. ¡Evidentemente, después de haber visto cómo activaban su alerta, no pensaba contradecir al androide!
— Por primera vez, estoy de acuerdo con el robot – dijo Naruto, aunque la palabra "robot" hizo que Sasuke le mirase de reojo como si no le hubiera gustado para nada.
Datos curiosos:
Unidades menores al segundo: Segundo, decisegundos, centisegundo, milisegundo, microsegundo, picosegundo, femtosegundo, attosegundo, zeptosegundo y yoctosegundo.
Nepente: En la mitología griega, descrito por Homero en la Odisea, los Dioses usaban en Nepente para preparar una bebida que, según ellos, mitigaba el alma, adormecía el dolor, calmaba la cólera y hacía olvidar las penas.
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