Capítulo 36: Detonación
Largos pasillos, luces que centelleaban y pasos apresurados de gente corriendo. Su respiración agitada y el corazón latiendo desbocado presa de la angustia y el terror momentáneo. Esa era la situación que Naruto veía en ese instante frente a sus ojos mientras seguía corriendo delante de Sasuke por los pasillos en busca de los laboratorios.
Ni siquiera sabía dónde se encontraba en este momento el segundo equipo. Debían estar buscando la forma de llegar a los generadores principales igual que ellos. La idea era muy sencilla, dejar sin energía todo el complejo y desactivar las armas que tuvieran para que el resto de naves pudieran atravesar los escudos del planeta. Sólo con eso, deberían tener una gran ventaja.
Al menos, la idea de la guerra civil dentro de la propia Federación les estaba siendo de gran ayuda. Era cierto que algunas naves de la Federación defendían Kepler, pero otras, con capitanes que no aprobaban esas prácticas, habían decidido oponerse, lo cual equilibraba sus fuerzas en el espacio y Naruto confiaba plenamente en el mando de su padre para dar instrucciones precisas. Muchos capitanes eran de su época y los más jóvenes, conocían las leyendas de Minato Namikaze y sus viajes, así que le escuchaban con sensatez y le apoyaban en las decisiones.
Mientras Minato distraía a las tropas enemigas en el espacio, sólo dos equipos se infiltraban en Kepler para conseguir quitar la energia y por tanto, el escudo protector para que las naves pudieran entrar en caso de acabar la guerra galáctica. Esos equipos no eran ni más ni menos que él junto a Sasuke e Itachi en el primer equipo y Madara e Izuna en el segundo.
Súbitamente, su brazo fue agarrado antes de llegar a la siguiente intersección de pasillos. Tiraban de él hacia atrás y sin poder evitarlo por la fuerza que ejercían sobre él, fue metido dentro de uno de los recovecos entre puertas.
¡Cinco segundo! Fue exactamente el tiempo en que todo se detuvo. Una patrulla pasaba por el pasillo ignorando su presencia. Sasuke tenía un buen oído y unos sentidos mucho más desarrollados que él, tanto, como para saber que esa patrulla iba a pasar por ese pasillo y debían esconderse un momento.
Itachi también lo había hecho en el recoveco de la puerta del otro lado del pasillo. Sin embargo, esos cinco segundos, Naruto lo único que pudo pensar fue en lo cerca que tenía el pecho de Sasuke, en la respiración cálida y sosegada tan diferente a la suya, inestable por haber estado corriendo. Los androides no parecían cansarse nunca, seguramente no lo hacían.
Mientras la patrulla pasaba, Naruto observó a Sasuke. Tan calmado como siempre mientras aún miraba y se cercioraba de que la patrulla seguiría su camino y pasaría de largo.
Infiltrarse en ese planeta ya había sido todo un logro y él, ni siquiera entendía cómo habían podido hacerlo. Los androides habían estudiado planos del planeta, sabían dónde teleportarse desde la nave, cuando para que los escudos defensivos no estuvieran activos todavía y sobre todo, sabían el lugar exacto para no ser detectados y por eso mismo, las alertas del interior no habían sonado hasta hacía unos minutos cuando finalmente, tuvieron que empezar a desactivar cámaras del recinto para poder cruzar hacia las salas donde se dirigían.
Los Maikan ni siquiera sabían quienes eran los intrusos, al menos todavía, las cámaras habían sido desenchufadas pero sí sabían una cosa, alguien las había apagado y por tanto, había intrusos dentro del recinto. Por eso las patrullas, recorrían todo el gran edificio en busca de ellos.
La patrulla siguió su camino. El silencio del pasillo hizo que no fueran conscientes de que ellos estaban allí y más, porque ni siquiera estaban seguros de por donde estaban al haber apagado todas las cámaras. El edificio entero se había convertido en el campo de juego de búsqueda para ellos.
‒ Vamos, sigamos – susurró Sasuke tirando de la muñeca de Naruto para que se quedase a su espalda. Estaba claro que él prefería ir delante por si tenía que volver a esconderle o algo. Al fin y al cabo, sus sentidos para detectar a las patrullas estaban más desarrollados.
***
Los bombardeos eran incesantes pero los escudos de la nave aguantaban. La Júpiter, aunque armada, nunca fue precisamente una nave de combate. Era grande y por lo tanto, lenta. Se diseñó como nave de investigación, una nave para explorar el espacio y abrir el camino a la ciencia, a la diplomacia con otras especies, no para la guerra. Pese a ello, otras naves aliadas de la Federación mantenían sus posiciones, unas mucho más aptas para el combate.
En medio de esa guerra, las distracciones podían ser mortales pero Minato no podía evitar que su mente, de vez en cuando, se fuera a Izuna. Estaba preocupado por él pero su misión era estar allí, liderar las tropas en la galaxia y conseguir ganar.
A su lado, un chiquillo movía su pierna de forma errática e impaciente. Sentado en su silla, Minato no podía evitar observar ese movimiento cargado de nerviosismo.
‒ ¿Preocupado por ellos? –. Preguntó Minato – me refiero a los grupos de infiltración.
‒ Un poco, sí – respondió Deidara –. He pasado mucho tiempo con ellos desde que atacaron mi planeta. Sobre todo con Itachi. Me han estado dando clase y he estudiado mucho de esa especie, de cómo crean los androides y aún así... a veces siento que no conozco ni la mitad.
‒ He visto que has hecho buenas migas con Gaara. Quizá él entienda algo más sobre la estructura de los androides.
‒ Sí, él entiende cosas, pero hay muchas incógnitas todavía.
‒ Todo saldrá bien. Puede que los humanos u otras especies no entiendan demasiado a los androides ni a los Maikan, pero ellos los entienden, algo. Al menos los propios androides. Ellos saben cosas. Hay que confiar en sus conocimientos y sus capacidades, no queda otro remedio. Itachi estará bien, sabe mucho de los androides y era uno de los mejores.
‒ Lo era, cuando lo dominaban pero ahora... su mente no es la misma. Sólo quiere vivir en paz, no quiere volver a ser lo que era y sin embargo está allí. Es consciente que quizá ésta sea su última batalla antes de obtener la paz que tanto anhela. Itachi no es de los que posponen sus obligaciones. Las cumple y luego, intenta encontrar su paz. Al menos siempre fue así desde que yo le conozco – sonrió Minato – desde que me salvaron de Kepler.
‒ Confío en él. Me gusta mucho y me transmite mucha paz el estar a su lado, aunque a veces siento como que no pudieramos estar así por siempre.
‒ Eso ocurre a menudo con los androides. Te alejan una y otra vez, son diferentes a todo lo que conoces. Ellos mismos tienen su lucha interna entre la parte robot y la parte humana. Son complicados. También yo siento eso a veces con Izuna. Un acercamiento y un alejamiento.
‒ Si, también lo he sentido pero a la vez, si mi planeta es recuperado soy el futuro gobernante, eso me alejaría más de Itachi.
‒ Eso sí será un gran problema.
‒ Lo sé.
***
¡Demasiada gente! Las patrullas no paraban de rondar esa zona y por tanto, Izuna y Madara no podían continuar su camino hacia los generadores inferiores. Esos generadores eran los más importantes, desactivarían todo el escudo y las armas. Luego dependería de Sasuke e Itachi que consiguieran desactivar el resto de la energía que alimentaba la base e impedir cualquier movimiento de restauración.
‒ Demasiados Maikan aquí, custodian los generadores – comentó Madara.
‒ Lo sé. Suponía que estaría muy protegido, siempre lo estaba ante posibilidades de guerras o invasiones pero... esto supera lo que recordaba – dijo Izuna al ver la situación.
‒ No podremos llegar a los generadores sino los sacamos de aquí, al menos a unos cuantos. Quizá esta guerra está demasiado cerca de su planeta y por eso han aumentado las medidas de seguridad.
‒ Podría intentar distraerles.
‒ Es un suicidio. Si sales ahí, todos irán a por ti.
‒ Pero si vienen a por mí, despejarán la sala para ti – susurró Izuna.
‒ No sobrevivirás.
‒ Soy un androide, no se arriesgarían a perderme. Soy valioso. Han gastado mucho tiempo y tecnología en mí como para desaprovecharla.
‒ Te harán un reseteo. Volverán a controlarte como antaño y quizá esta vez no puedas regresar a tu forma original, puede incluso que te extirpasen el cerebro o algo así.
‒ No pueden extirparlo, lo necesitan.
‒ Pues algo harán para que no recuperases tus recuerdos de humano, de eso estoy seguro.
‒ Entonces no podrán atraparme, no me queda otro remedio.
‒ ¿Y si te atrapan? – preguntó Madara - ¿Y si te hacen el reseteo? ¿Qué pasará con Minato? Tenéis una relación.
Eso era sin duda alguna lo peor de todo. Pensar en esa opción dolía. No quería perder a Minato pero también asumía un gran riesgo con sólo estar allí ahora mismo. Daba igual si conseguía fastidiar el generador y fuera Madara el que ahuyentase a los guardias, en cuanto tocase ese generador, volverían y él estaría en el centro a menos que Madara pudiera distraerles lo suficiente. Si en su lugar, era él quien intentaba la distracción, también podría ser capturado. Fuera como fuera, ambos iban a correr un gran riesgo.
‒ Podríamos pensar otro plan – comentó Madara.
‒ ¿Crees que hay más? Esas patrullas no se moverán de ahí hasta que la guerra acabe y si ganan nuestras tropas... no se dispersarán porque la amenaza sigue ahí.
‒ De acuerdo. Ya que nos vamos a meter en la boca del lobo, ¿prefieres ser la distracción o ir a por el generador?
‒ Me da igual. Elige tú.
‒ Yo iré a por el generador entonces – comentó Madara – y con suerte, cuando desconecte el generador, quizá vuelvan todos y te dejen en paz. Tú al menos tienes una relación que proteger, a mí me da igual el reseteo. No tengo demasiado que preservar.
‒ Pues... vamos allá.
Centellear: Despedir destellos vivos y rápidos de manera intermitente
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