Capítulo 35: La calma antes de la tormenta

Formar un ejército llevaba su tiempo, era indiscutible pero ahora mismo, ese no era su principal problema. Perdidos en algún punto de la galaxia, circulando a velocidad de hiper espacio para evitar ser encontrados y sobre todo, para evitar que les dieran alcance, la Júpiter seguía su trayectoria en un intento de alejarse lo más posible y pensar en una contramedida.

En el pasillo, Izuna daba vueltas de un lado a otro sin saber muy bien si tocar a la puerta de Minato o dejarle tranquilo un poco más después de aquella discusión. Pocas veces discutían, pero cuando lo hacían... solía durarles bastante la cabezonería a ambos.

Itachi observaba con una ligera sonrisa. Los humanos eran complicados y los androides como ellos eran demasiado lógicos y racionales como para entender ciertas actitudes más sentimentales. Incluso su tío Izuna, con tantos años de experiencia desde que consiguió liberarse del yugo del razocinio de los androides, aún tenía esos problemas de entendimiento en algunos momentos.

‒ ¿Cómo es ser humano? – preguntó Itachi hacia su compañero que leía un libro sentado junto a una de las máquinas de donde había sacado un café.

‒ Pues... diferente a vosotros, eso seguro – explicó Deidara.

‒ ¿Estás seguro de eso? Nunca has sido un androide.

‒ No lo he sido, pero me hago una idea. Vosotros tenéis una inmensa fuente de información a la que recurrir cuando no sabéis algo. Solventais problemas y no dudais, los humanos la gran mayoría de las veces... dudamos y no sabemos qué hacer o si será correcta la decisión que tomamos.

‒ ¿Por qué? No hay que dudar de...

‒ Por las consecuencias. Vosotros podéis ver muchas cosas pero además, cuando os ordenan algo, la cumplís sin preguntar y sin cuestionar, os dan igual las consecuencias con tal de llegar a la solución, los humanos tenemos que vivir con las consecuencias de nuestros actos, no podemos eliminar esa información porque sí como os pasa a vosotros.

Por un instante, Itachi trató de pensar en esa afirmación. "Consecuencias", sabía lo que era por la teoría, pero la realidad era muy diferente, él nunca se había preocupado de consecuencias. Deidara tenía razón en eso. Siendo un androide había asesinado a gente, había hecho muchas cosas éticamente incorrectas todo por seguir las órdenes ciegamente y cuando despertó de ese letargo, no llegó nunca a pensar en las consecuencias que dejó atrás.

‒ Supongo que la gente nos odia por lo que hacemos, ¿no es así?

‒ No sois vosotros mismos, eso es lo que hay que hacer ver a la gente. Estáis siendo manipulados por una raza alienígena más poderosa, o bueno... más poderosa antes de que os convirtieran en esto, en sus armas. Para la gente, vosotros no sois humanos y supongo que tendréis que trabajar en ello ahora. Vuestra misión a futuro, será conseguir que os vean como medio humanos pese a tener esos componentes de máquina que ya es irresversible de quitar.

Itachi sonrió al escuchar eso.

‒ Supongo que puedo trabajar en intentar arreglar los problemas o ser más pacifista cuando todo esto acabe. Mientrs los Maikan sigan ahí, convirtiendo a humanos en máquinas de matar, no habrá paz para nadie.

‒ Lo sé. Nuestra civilización es pacifista, lo sabes bien, pero... si tenemos que librar una guerra para poder obtener la paz que tanto deseamos, supongo que no nos queda otro remedio que acudir a la llamada. Muchos planetas se unirán a vuestra causa en cuanto empiece a correr la noticia de lo que está ocurriendo.

¿Cómo negar que le gustaba ese chico? No podía, simplemente no podía negarselo él mismo, pero a la vez era demasiado frustrante saber que jamás estarían juntos. Ya no era sólo el hecho de que él fuera un androide, sino... que Deidara era un alto dignatario de su planeta, él gobernaría allí en cuanto recuperasen el control y por tanto, estaría obligado a cumplir ciertas condiciones, entre ellas, casarse, tener descendencia a quien dejar el trono y muchas otras obligaciones. Evidentemente, él no estaba incluido en nada así.

‒ ¿En qué piensas? – preguntó Deidara al ver que Itachi se había quedado tan pensativo.

‒ Nada en particular. Sólo... en que no sé dónde se ha metido mi hermano – sonrió Itachi camuflando así el tema que realmente tenía en mente.

***

El espacio era un lugar frío, demasiado y cuando entraban al hiper espacio, parecía aumentar más todavía esa sensación. Congelado como estaba en su cuarto, Naruto se lanzó el aliento a sus manos congeladas intentando que entrasen un poco en calor.

La guerra se aproximaba, ahora debían volver a ese planeta donde habían estado ocultos y convocar las tropas para poder pelear contra las naves de Kepler y todo aquel traidor de la Federación que ayudó a los Maikan. Sin embargo, eso mismo era algo que asustaba a Naruto. ¿Cuántos de la Federación irían en su ayuda? Ahora quizá, se libraría una guerra civil en la Federación entre los que creían las noticias y los que no. Mucha gente moriría en estos días.

Sasuke se giró fijando sus ojos en los de Naruto. Veía el miedo en él, era algo inevitable, pero también veía confianza y con eso le bastaba por ahora. Movió su mano hasta alcanzar la mejilla de Naruto y trató de calentarla. Estaba congelada. El hiper espacio tenía ese frío extraño que inundaba toda la nave. Naruto colocó su mano sobre la de Sasuke y cerró los ojos en busca de un calor que no encontró. Sasuke, al ser un androide, apenas desprendía calor.

‒ Lo siento – dijo Sasuke – supongo que no soy bueno para poder calentarte.

Naruto pese a tener los ojos cerrados, sintió la respiración de su novio golpeando contra sus mejillas. Sabía que se acercaba a él y su corazón latía cada vez con más intensidad hasta que los labios se rozaron en un tierno beso que fue haciéndose cada vez más posesivo. Naruto tan sólo pudo intentar seguir el ritmo de su chico, él tenía menos experiencia quizá pero también menos miedo a meter la pata. Por eso mismo, Naruto prefirió esta vez dejarse llevar por Sasuke.

La mano libre de Sasuke envolvió la cintura de Naruto antes de empujar con su pecho al rubio hasta que cayó tumbado en la cama. Sasuke no soltó los labios de Naruto excepto el tiempo justo para tomar aire y comprobar que su novio estaba bien. Temblaba pero supuso que eran los nervios o el frío que había en la habitación. Quizá era mejor encender los aires calientes del cuarto. Sasuke buscó entonces el mando aunque al no encontrarlo, estiró su mano hacia uno de los enchufes y se conectó a la red eléctrica para poder encenderlos.

Sasuke se bajó un poco el pantalón antes de agarrar la mano de Naruto e indicarle el camino hacia su propio miembro que empezaba a despertar tras ver el cuerpo desnudo de su capitán. Le indicó cómo mover la mano y a qué ritmo le gustaba. Pese al rubor de Naruto, cuando Sasuke apartó la mano de encima de la suya, éste continuó el movimiento que le había indicado escuchando por primera vez los intentos de Sasuke por aguantar los gemidos.

El moreno tras quitarle la ropa a Naruto, también aprovechó para agarrar su miembro y darle placer mientras introducía lentamente uno de sus dedos en el rubio. Al principio Naruto se removió algo nervioso, luego intentó calmarse escuchando la voz tranquilizadora de Sasuke tratando de conseguir que se relajase. El dolor del principio fue lentamente disminuyendo aunque volvía cuando Sasuke incorporaba otro dedo para dilatarle lo más posible.

Una vez Sasuke sintió que Naruto estaba listo, se lamió los dedos lubricando más la zona y se posicionó para entrar. El dolor se hizo presente enseguida pero Sasuke capturó sus labios con violencia procurando que se centrase en otra cosa hasta que consiguió estar completamente dentro de él. Se movió con mucho cuidado sabiendo que el dolor aún seguía presente en Naruto pero no dejó de moverse con suavidad hasta que Naruto soltó el primer gemido que ahogó en su boca.

En aquel momento, Sasuke entendió que podía empezar a moverse más rápido. Sosteniendo la mano de Naruto y llevándola hasta su propio miembro pidiéndole que fuera dándose placer él mismo, Sasuke se esforzó en aumentar su velocidad entrando cada vez un poco más. Naruto fue el primero en eyacular seguido no mucho después por Sasuke que cayó rendido encima del pecho de Naruto.

‒ ¿Has dejado de pensar en todo esto por ahora? – preguntó Sasuke.

‒ ¿En la inminente guerra? Sí, creo que sí. Aunque pronto volveré a darle vueltas al asunto.

‒ Arreglaremos esta situación.

‒ Supongo pero... ¿Cuántos morirán en el proceso hasta que consigamos contener la amenaza? ¿Tenemos siquiera algún buen plan a parte de ir a la guerra en el espacio?

‒ Atacar Kepler desde dentro – dijo Sasuke – es la única idea que tenemos.

‒ ¿Tenemos? No habiáis dicho nada.

‒ Comunicación interna entre androides. Madara cree que la mejor opción es ir a Kepler, acceder al planeta y neutralizar la central desde donde se dan las órdenes a los androides. Si cortamos sus comunicaciones, no podrán enviar a esos androides a la guerra y algunos, al menos los más antiguos, posiblemente recuperen su mitad humana, lo que quiere decir liberarlos de esa opresión.

‒ ¿Y los más nuevos?

‒ Una vez nos hagamos con el control del planeta, entonces tendríamos que estudiar una forma de conseguir liberarles de ese yugo. Pero lo haremos, de alguna forma.

‒ No es mala idea, pero los Maikan no permitirán que entréis en su planeta. Pondrán todas las armas a su disposición en pie de guerra contra el que intente entrar en el planeta.

‒ Lo sabemos. Por eso buscamos una distracción.

‒ ¿Qué distracción? – preguntó Naruto todavía tumbado en la cama junto a Sasuke.

‒ La guerra contra lo que quede de la Federación. Mientras los Maikan y esa parte de la Federación pelean contra nuestras tropas, unos pocos podríamos ir de camuflaje hasta el planeta e infiltrarnos.

‒ Yo quiero ir.

‒ Es peligroso, más para un humano.

‒ Voy a ir contigo, porque estoy convencido que tú irás a Kepler al igual que lo hará Izuna, él es el que más conocimientos tiene sobre el planeta.

‒ Está bien. Veré que puedo hacer.

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