Capítulo 30: Infiltración

Durante el vuelo y aunque mantenía en todo momento el caza estelar de Deidara en su radar y a vista, Itachi no podía negar que, en parte, le preocupaba un poco aquella situación. Deidara venía de una civilización que, aunque poderosa por algunos dones que ellos no podían comprender y que muchos considerarían como "magia", en el fondo, eran una civilización pacífica, tanto que nunca peleaban y ahora lo estaba arrastrando a una guerra. Él era de los pocos supervivientes de su país, el único heredero que quedaba ahora mismo. Para los Maikan, la civilización que había colonizado por completo Kepler y otros planetas, debió ser demasiado fácil colonizar el planeta de Deidara. Nadie opuso resistencia.

Recuperar el planeta iba a ser mucho más complicado y, desde luego, no quería intervenir en cambiar los pensamientos de esa civilización tan diplomática. Ellos no eran guerreros y, sin embargo, allí estaba Deidara, subido en ese caza estelar para ayudarle a dañar una nave de la Federación.

No negaba que le preocupaba demasiado cambiar la posición pacífica de todo un pueblo por lo que había ocurrido con los Maikan. Deidara era puro, dulce, agradable e inocente, jamás había empleado su magia ni sus dones para hacer daño. Ni siquiera había tenido un arma en sus manos jamás y ahora, pilotaba un caza estelar.

También era cierto que Deidara había accedido a acompañarle a esa misión puesto que Itachi había prometido que no habría heridos ni muertos, sólo era dañar un poco el casco de la Júpiter para que tuviera que entrar al puerto más cercano y regresar a reparación.

Metidos en el túnel a velocidad luz, pronto llegaron al cuadrante donde debería estar la Júpiter. Allí deberían buscarla cerca de alguno de los planetas donde quisieran llevar a cabo sus investigaciones o sus diplomacias.

‒ ¿Qué buscamos exactamente? – preguntó Deidara por radio.

Itachi sonrió al escuchar su voz. Tenía un tono único y divertido, le recordaba a la voz de un adolescente, pero le gustaba ese ligero sonido que tenía al finalizar sus frases.

‒ Un planeta que tenga tecnología suficiente avanzada como para que la Júpiter pueda tener contacto con él.

‒ No entiendo demasiado eso.

‒ Son políticas de la Federación. Nunca hacen tomas de contacto con civilizaciones que tengan tecnología por debajo de la suya para que ellos mismos progresen por sus propios medios. No quieren involucrarse en su desarrollo.

‒ Me parece algo extraño, porque ellos mismos tienen tecnologías por debajo de la de muchos otros planetas. ¿No iría contra su propio código que aprendieran entonces de otros?

‒ Eso es cierto – sonrió Itachi – pero yo no entiendo demasiado a la Federación. Pregúntale a Naruto o a Minato cuando lleguemos de vuelta, quizá ellos te aclaren algo más. Por ahora, sólo sé que debe ser un planeta con una tecnología que al menos puedan salir al espacio y realizar una curvatura para entrar en velocidad luz. En este cuadrante, por suerte, no hay demasiados. Estoy haciendo lecturas de los planetas.

Deidara aguardó en silencio dejando que la nave planease. Mientras Itachi esperaba las lecturas que llegaban al panel de control sobre los diferentes planetas, observaba de reojo la nave de Deidara. Podía verle claramente por la cúpula transparente y eso le hizo sonreír. No podía negar que tenía un instinto demasiado protector con ese chico desde que le salvó la vida en aquel planeta y que nunca esperó que aprendiera tan rápido a pilotar cazas, pero allí estaban.

‒ Lo tengo. Maniobramos, sígueme y dispararemos al motor derecho para obligarle a volver a puerto. En cuanto disparemos, nos largamos a velocidad luz evitando que ellos nos ataquen. Su nave es mucho más lenta que las nuestras. No les dará tiempo a maniobrar hacia nosotros y podremos desaparecer frente a ellos.

‒ De acuerdo. Te sigo.

***

El impacto se notó en toda la nave, pero fue Gaara, ingeniero y mecánico en la nave, a quien recurrieron enseguida para revisión de daños. No eran graves pero sí habían reventado uno de los motores de curvatura para saltar al hiperespacio. Eso no era bueno, los dejaba vendidos en mitad de esa galaxia.

‒ ¿Gaara? – preguntó el nuevo capitán por el audífono. Esperaba su respuesta pero sólo obtuvo silencio por su parte. Gaara aún revisaba los informes que llegaban.

‒ Daño estructural en el motor de curvatura derecho. Hay que ir inmediatamente a puerto a repararlo o estaremos vendidos aquí en medio.

‒ ¿No podemos funcionar con el resto de motores? – preguntó el capitán.

‒ Funcionar sí, pero no saltar a velocidad luz, lo cual nos deja a velocidad demasiado baja. Seríamos vulnerables a más ataques. Hay que repararlo cuanto antes pero aquí no tengo los materiales como para hacer algo así. Una cosa es arreglarlo y otra es crear un motor nuevo. Lo han reventado.

¡De improviso! Así les habían pillado esos dos cazas. Salieron de hiperespacio, atacaron directos el motor y se esfumaron tal y como habían llegado. Ni siquiera le dio tiempo a la Júpiter a poner los escudos para defenderse. Para Gaara era muy raro todo aquello. Ahora que no podían saltar, eran blanco fácil para otro ataque, pero se habían ido sin más.

Sonrió ligeramente porque ese tipo de planes tan extraños sólo podían venir de una única persona y él no pensaba decir nada por el momento. Todos decían que Naruto era un traidor, pero en Kepler ocurrían cosas muy raras, tanto... que Gaara no terminaba de creerse todo lo que se decía. Por eso mismo, necesitaba hablar con Naruto en persona y saber qué narices había ocurrido en Kepler para que le otorgasen ese título de traidor cuando nunca lo fue.

‒ Puerto – susurró Gaara para sí mismo.

Sí, eso era lo que su capitán seguramente estaba buscando, que ellos fueran a puerto y esa sería su única opción de hablar con su antiguo capitán de ser el caso, así que buscó en la lista de planetas y trató de pensar cómo lo haría su antiguo capitán. ¡Vergary! No estaba lejos y tenía buenos satélites, así era como los habrían localizado a ellos. Gaara sonrió porque no cayó en algo tan simple.

‒ Habría que ir a puerto. Vergary no está lejos y tiene tecnología de última generación. Sería posible reparar la nave allí – comentó Gaara entonces entendiendo el plan de su capitán.

***

Desde la oficina, Madara recibió la orden de entrada de la Júpiter para reparación y tal y como habían acordado, la mandó al muelle número seis. El más alejado y tranquilo dando la orden de reparación a los androides y, sobre todo, a Itachi para que fuera con todos ellos para poder colarse en la red del sistema mientras él lo intentaba desde la propia oficina. Había que confundir al androide de la nave como fuera.

Tal y como la nave entró en la dársena, Madara recibió la orden directa de Izuna: "apaga los sistemas". Un simple movimiento y Madara apagó todo desde la propia oficina. Eso les daría unos segundos para conectarse a la red de la Júpiter.

‒ Estoy dentro – escuchó entonces a Itachi aunque Madara seguía intentando entrar en el sistema. Los cables de su brazo se habían conectado a la terminal y finalmente, tuvo acceso y volvió a encender los sistemas.

‒ Lamentamos las interrupciones, vamos a proceder a la reparación – dijo Madara como si realmente fuera el operario.

Aquel mensaje sonó en toda la nave donde algunos tripulantes ya se disponían a abandonarla mientras durasen las reparaciones y mantenimientos. Era el momento idóneo para que la tripulación visitase el planeta, hiciera compras o se divirtiera antes de partir de nuevo. Poca gente se quedaría en el interior, entre ellos, algún alto cargo, el capitán y por supuesto... máquinas, robots y el androide al que hubieran asignado.

‒ Itachi, enciende el transportador – ordenó Izuna para que Minato, Sasuke, él y Naruto pudieran acceder al interior de la nave.

‒ Generando problemas – sonrió Madara tomando el control de la Júpiter para empezar a hacer saltar las alarmas y así, distraer al androide al cargo del teletransportador.

Bajo la nave, vestidos con el traje de operarios para no levantar sospechas, esperaron a que Madara crease algunos problemas antes de que Itachi activase el transportador. Finalmente y tras unos minutos de espera, el brillo azul de sus cuerpos les indicó que iban a ser transportados a la nave. Fueron apenas unos segundos y cuando por fin recuperaron su conciencia, lo primero que vieron fueron las paredes blancas de la sala de transporte de la Júpiter.

‒ Vale, hay que darse prisa. Enseguida verán que el transportador se ha activado – dijo Izuna – vamos, por aquí.

Izuna se dirigió a la trampilla de ventilación y transformando sus manos en anclajes, tomó la trampilla de ventilación del techo y tiró de ella hacia abajo haciendo palanca para poder desincrustarla.

‒ Yo iré primero – dijo Naruto, aunque la mano de Izuna en su hombro se lo impidió.

‒ Sasuke irá primero – dijo Izuna – si hay algún peligro ahí arriba, tú no tienes espacio de movimiento, pero Sasuke tiene armas incorporadas en su cuerpo.

¡Tenía sentido! Así que Naruto no puedo revindicar nada. Tenía toda la razón.

‒ Sasuke, Naruto, Minato y yo el último – dijo Izuna – yo puedo cubrir la retaguardia.

‒ De acuerdo – comentó Minato en completo acuerdo con ese plan.

Sasuke ni siquiera necesitó ayuda para subir hasta la trampilla. De un salto se agarró al borde y terminó de subir sin apenas fuerza. Viéndole a él subir con esa facilidad, hasta parecía fácil cuando no lo era. La fuerza que necesitabas para subir todo tu cuerpo hasta allí era abrumadora.

‒ Siempre me sorprenden los androides – susurró Naruto frente a la sonrisa de Minato.

‒ Vamos, te impulso – dijo Izuna con una sonrisa.

Por un instante, Naruto pensó que Izuna pondría su mano para que él apoyase el pie y elevarle... algo semejante, pero no, fue completamente sorprendido cuando le agarró de la cintura y lo lanzó como si de peso pluma se tratase hasta la trampilla. Un sonido gracioso salió de su boca cuando se quedó agarrado a la parte del tubo de ventilación moviendo los pies en un intento por terminar de subir lo que quedaba de su cuerpo sin conseguirlo. Fue Sasuke el que, finalmente, tiró de él para meterlo en el tubo.

‒ En serio... qué fácil parece cuando lo hacéis vosotros – se quejó Naruto.

‒ Algo bueno tiene ser androides – dijo Sasuke sabiendo todo lo malo que llevaba.

‒ No sé yo... ahora que estás recuperando tus recuerdos y tus sentimientos... todo parece bueno. Tienes superfuerza, armas, navegas en cualquier servidor como si nada... y encima eres casi inmortal, no envejeces... veo muchos puntos positivos.

Sasuke sonrió.

‒ Dudo que quieras ser un androide o no estarías aquí peleando para salvar Kepler y otros planetas.

‒ Bueno... si pudieras elegir ser androide voluntariamente... pero esos tipos colonizan, esclavizan y os convierten porque sí. Os quitan vuestra voluntad, eso no me gusta. Ganan dinero con el sufrimiento ajeno.

‒ Visto de esa forma... – comentó Sasuke – vamos, sigamos avanzando.

Detrás de él, Minato fue el siguiente en subir al tubo y como comentó Izuna, él se quedó el último para cubrir la retaguardia y, sobre todo, utilizar sus piernas convirtiéndolas también en anclajes para poder poner la trampilla en el sitio y que no sospechasen.

‒ Oh, oh... ¿Itachi?

Se escuchó a Sasuke. Evidentemente, arrastrándose por el tubo como iba, Naruto no podía ver nada de lo que ocurría delante, así que debía confiar en Sasuke y su buen juicio.

‒ ¿Itachi? – volvió a preguntar por comunicación interna de ellos – tenemos un ligero problema.

‒ ¿Qué tienes? – preguntó Itachi entonces.

‒ Robot limpiador delante. Dudo que vaya a atacarme pero dará la voz de alarma. Desactívalo.

‒ Estoy en ello, pero el otro androide sigue mis pasos de cerca, no puedo desactivarlo en este momento sin que sepa que tramo algo en el conducto de ventilación.

‒ Si no lo desactivas dará la voz de alarma y lo sabrán igualmente.

‒ Dispárale.

‒ ¿Y activar la voz de alarma yo mismo cuando vean sus compañeros que uno ha sido destrozado? Desactívalo.

‒ Estoy buscando la forma. Dame unos segundos.

‒ No tenemos segundos.

‒ No consigo escabullirme del otro androide. Va apagando los fuegos que estoy creando.

‒ Haz algo... y ya – dijo Sasuke cuando entonces, toda la corriente de la nave se apagó de golpe.

‒ Apagando sistemas. Os quedáis a oscuras pero no hay robots – comentó Madara.

‒ Me sirve – dijo Sasuke activando la linterna integrada en su cuerpo.

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