Capítulo 17: Mecánicos

Acuclillado en el suelo, Sasuke miraba sus brazos apoyados sobre sus rodillas. Sus armas funcionaban, ¡por ahora! Pero se sentía muy extraño. A su cabeza llegaban imágenes que él no reconocía pero sabía que si estaban en su cabeza o en su chip, era por algo. Intentaba ordenar las escenas que le llegaban de vez en cuando pero eso sólo le confundía más.

En Kepler iniciaron el proceso para formatearle y se quedó a medias cuando él lo interrumpió precipitadamente. No podía estar seguro de cómo iba a afectar ahora mismo a todo su sistema todo aquello, pero al ver sus manos temblar ligeramente, se dio cuenta de algo que nunca antes había sentido: miedo.

Él no sentía, no debía sentir nada y, sin embargo, ahí estaba. Miedo y no a morir él o a que le ocurriera algo, miedo a no ser suficiente ahora y poder controlar bien sus acciones como para llevar a cabo su función: proteger a su capitán. Ésa había sido siempre su misión: proteger a los capitanes de las naves donde él trabajaba.

— ¿Nos vamos? – preguntó Naruto al ver a su compañero acuclillado en el suelo con la espalda contra la pared.

— Sí, claro.

— ¿Ocurre algo?

— No – susurró Sasuke sin siquiera moverse, aunque elevó el rostro para mirar aquellos impresionantes ojos azules cargados de inocencia – no es nada.

— ¿Estás seguro? ¿Hay algo mal?

— Está todo perfecto. Vayamos a por ese bicho.

Sasuke se levantó con decisión o al menos, la fingió aunque no debió de ser demasiado buena su interpretación.

— No te sientes cómodo con el apaño, ¿verdad? – preguntó Naruto.

— Lo arreglaré.

— ¿Qué necesitas exactamente, Sasuke?

— Un buen mecánico, supongo, uno que entienda no sólo de mecánica sino de androides. Pero admito que ese hombre ha hecho un buen apaño por ahora.

— No hay muchos que sepan de androides y lo sabes. Kepler siempre ha sido muy restrictivo con ese tema. Si ellos no te hacen la actualización y las reparaciones, no sé si alguien podrá hacerlo.

— Puede que no haya nadie – dijo Sasuke con sinceridad.

— ¿Te sientes raro? – preguntó Naruto pero Sasuke sonrió.

— ¿Sentir? Yo no siento nada.

— Ya, claro... se me olvidaba eso – aclaró Naruto.

— Pero sí es una sensación extraña. Es raro, nada más. Estará todo bien, tengo las armas y puedo activarlas. Sólo es ese bicho, nada más. Acabemos cuanto antes.

***

El calor era sofocante pero no se podía esperar menos de un planeta tan cercano a su sol. Caminar hasta el territorio de ese bicho no fue placentero para ninguno de los dos. Mientras Sasuke caminó en silencio y completamente oculto bajo prendas gruesas y oscuras, Naruto había optado por no parar de quejarse en todo el camino. ¡Que si el calor! ¡Que si las gruesas prendas que le dificultaban moverse! Y finalmente...

- ¡Me estoy asando! – se quejó –. ¿No se derriten tus circuitos, Sasuke?

- Cállate y sigue andando.

- ¿Falta mucho?

- Naruto, tú fuiste el que elegiste esta misión. Camina.

- No sabía que había que caminar tanto por el desierto.

- ¡Todo el planeta es un maldito desierto! Cuanto antes acabemos con ese bicho, antes nos iremos.

No soportaba ese calor infernal, a ese paso, se derretiría allí mismo. Ahora entendía por qué todo el mundo trataba de evitar ese planeta. Absorto en sus pensamientos, buscando la cantimplora de agua en su cintura, sintió el empujón que Sasuke le dio. Ese leve contacto de su mano sobre su brazo le impulsó varios metros a la derecha. ¡Maldita fuerza de los androides! Sin embargo, no se quejó al ver la enorme boca seguida por el cuerpo de un gigantesco gusano saliendo de debajo de la arena. Si hubiera seguido allí, ahora estaría dentro de esa cosa.

- Muévete – ordenó Sasuke, que ya corría hacia una gran piedra.

Hasta ahora, Naruto no se había fijado detenidamente en el terreno. Era un desierto y todo le parecía igual. Con dunas y más dunas, pero lo que tenía frente a sus ojos era diferente. La arena dificultaba su carrera, pero podía ver enormes y salientes piedras. Era un lugar cerrado por una gran cordillera que sería imposible de trepar. La única salida sería por donde habían llegado.

Al llegar a la piedra y subirse a ella, escuchó de nuevo la voz de Sasuke. Él estaba completamente inmóvil sobre otra gran roca a unos metros de él.

- Quieto, no te muevas absolutamente nada – le ordenó, con su brazo estirado hacia Naruto y la señal de que se quedase muy quieto – estos bichos no tienen ojos, se abrasarían con el calor del planeta, pero captan a las mil maravillas las ondas que se producen en el suelo, como un radar. Si te mueves, creas vibraciones que él notará y se lanzará a por ti.

- ¿Y cómo le hacemos salir de debajo de la tierra?

- Con vibración – sonrió Sasuke.

- Ah, no, no pienso ponerme a correr con este calor por todos lados para que tú dispares – se mosqueó Naruto al ver que el otro brazo de Sasuke que no le daba el alto, se convertía en un arma de fuego.

Sasuke pareció molesto con aquello. ¡La duda ofendía! No pensaba dejar a su compañero corriendo por allí, era arriesgado.

- No te he dicho que hagas de cebo. Lanzaré piedras – comentó antes de enseñarle a Naruto algunas piedras de tamaño medio que se encontraban encima de las piedras donde estaban – cuando el bicho ese escuche la vibración y salga, disparamos. Llevas tu arma, ¿no?

- Sí – susurró Naruto, sacándola del cinturón.

Sus ojos azules se fijaron en cómo Sasuke agarraba una de las piedras y la lanzaba lo más lejos posible de él. ¡Para él no era complicado con su fuerza de androide! Los dos esperaron. Un ligero temblor casi imperceptible sacudió el lugar. Antes, mientras hablaban, Naruto no pudo fijarse en las señales de ataque, pero ahora, veía cómo la arena se movía ligeramente y, como si de una gotera se tratase, se concentraba en un único punto antes de que el enorme gusano apareciera frente a ellos saltando hacia el cielo con su boca bien abierta.

Los disparos de Sasuke fueron lo primero que escuchó, una ráfaga que hizo gritar al animal y tratar de escapar nuevamente bajo tierra. Ese bicho no había muerto aún. Sasuke chasqueó los labios en señal de frustración.

- No sale demasiado tiempo – susurró Naruto.

- Lo sé. No es fácil matar a un bicho de esos.

- Yo lo haré salir – comentó finalmente Naruto.

- Ni hablar. No vas a exponerte para esta misión.

- ¿Tienes una idea mejor? Yo corro y tú disparas.

- He dicho que no...

¡No le escuchaba! De hecho, Naruto ya había salido a todo correr por la arena. El temblor volvió a aparecer y lo único que pudo hacer Sasuke fue apuntar sus armas justo bajo los pies de Naruto. El bicho ese aparecería por abajo. Cuando la tierra se abrió y la boca salió, Sasuke disparó.

Rodando por el suelo, Naruto se escondió tras una de las grandes rocas mientras el Testosaurius excavaba una vez más en busca de refugio. Los brazos de Sasuke cambiaron nuevamente, sacando más armas de fuego y disparando al agujero en la arena desértica por el que escapaba el horrendo gusano.

***

La puerta de la chatarrería se abrió y el repugnante olor llegó a las fosas nasales del chatarrero. No necesitaba preguntar cómo les había ido para cerciorarse de que cumplieron con la misión. Repletos de sangre verde y pedazos de ese bicho, los dos se detuvieron frente al tipo que les contrató.

- Veo que os ha ido bien. Aunque, qué peste echáis.

- Necesito una ducha o voy a vomitar – se quejó Naruto, corriendo hacia la nave que ya debería estar arreglada para irse.

- ¿Explotó? – preguntó hacia Sasuke el chatarrero en cuanto Naruto se perdió rampa arriba en busca del baño de su nave.

- Claro que explotó, esos bichos son asquerosos – se quejó Sasuke – hemos terminado la misión. ¿La nave está lista?

- Toda vuestra.

- Genial. Nos largamos.

- Que os vaya bien y cuidado con la federación, os están buscando. Por cierto... para tu problema, yo buscaría a alguno de los androides exiliados, quizá te puedan echar una mano con la mecánica. Ellos la entenderán mejor que cualquier otro mecánico que no sea alguien de Kepler.

Sasuke subió la rampa y pulsó el botón para cerrar la escotilla tras él. Desde que salió de su planeta, desde que estuvo en aquel tubo de ensayos y le intentaron reprogramar, sentía que algo había cambiado. Todo su cuerpo era una máquina y por muy humano que pareciera por fuera incluso al tacto, en realidad sólo tenía cables en su interior y, aun así, su mente era lo único humano que permanecía impasible. Desde niños les enseñaban a ser lo que eran, androides sin sentimientos, máquinas de matar, pero... su cerebro ahora mismo le indicaba señales confusas y erróneas. Intentaba, gracias a la placa base, obtener información, pero no podía. Era su parte humana la que estaba funcionando a un ritmo diferente.

Cansado de aquella sensación, caminó hacia el aseo. Necesitaba también quitarse toda la porquería y el olor de ese bicho. Naruto ya estaba allí, en una de las duchas, con el agua caliente encendida y frotándose la cabeza con el champú como si le fuera la vida en ello. Por alguna razón, pese a que su pie entró primero en la ducha contigua, todo su cuerpo se detuvo. Su mente humana volvía a pasar por encima de su placa mandándole esas confusas señales que le hicieron ladearse hacia su compañero.

Pensaba en el beso que su capitán le dio aquella vez y por algún motivo, pese a que quería entrar en su ducha, algo se lo impedía. Su mente sólo le llevaba una y otra vez a ese momento del beso, a recordar las sonrisas de Naruto, sus ojos azules inocentes cuando brillaban con intensidad... y su corazón... se aceleró.

Decidido a terminar con ese error de base, se encaminó a la ducha donde estaba Naruto y entró. Un sonido de sorpresa salió de la boca del rubio al quitarse el champú y abrir los ojos para descubrir que su compañero estaba demasiado cerca. ¡Los nervios se apoderaron de él! Desde hacía tiempo que sentía algo por Sasuke, pero él era un maldito robot, por mucho que le hubiera dicho algo humanamente posible como hablar de sentimientos, él no lo habría entendido. Seguramente tendría una explicación razonable para hacer todo eso.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Naruto al no entender el comportamiento de Sasuke. Nunca había hecho algo así –. ¿Necesitas algo que no pueda esperar? Sé que para ti las duchas es algo... no sé... no sabría cómo decirlo, pero para los humanos es un lugar personal e íntimo, me gustaría mi espacio al menos aquí y...

- Es que... tú, que eres humano, quería preguntarte algo.

- ¿Quieres preguntarme algo? ¿Tú, que tienes una placa base en el cerebro como un maldito ordenador y tienes las respuestas para todo? ¿Quieres preguntarme a mí? ¿Qué dudas puedes tener? – sonrió Naruto de forma nerviosa.

- Es que desde que salimos de mi planeta, después de salir de esa cápsula, siento algo extraño. He buscado información en mi base de datos pero no encuentro nada. Mi cerebro es humano y aunque a veces es opacado por la placa base, creo que puede estar enfermo o algo.

- ¿En serio? ¿Qué es lo que te ocurre? ¿Te duele la cabeza o algo así? ¿Te has sobrecalentado? – se echó a reír Naruto al tomarlo más como una máquina.

Realmente parecía tan real. Incluso desnudo como estaba ahora mismo, sus proporciones y anatomía, hasta su piel, parecía la de un humano normal y corriente. Salvo porque Naruto sabía bien las trampillas ocultas de su cuerpo que, al abrirlas, mostraban su cableado.

- Yo te veo bastante bien – susurró Naruto mirando la entrepierna de Sasuke. Nunca antes le había visto desnudo. Llegó a pensar que tendría un pene metálico, pero la verdad era que, aunque posiblemente tuviera cables dentro, por fuera parecía muy humano.

- Estoy confuso.

- ¿Confuso? ¿Sobre qué?

- Es como si mi cerebro me pidiera hacer algo, pero mi placa no se opusiera ni tampoco me diera información sobre el motivo por querer hacerlo.

- Quizá porque tu cerebro es humano y por mucho que os entrenen para no sentir nada, tu cerebro siente. Es capaz de pensar por sí mismo sin recurrir a tu sistema de datos. ¿Qué es lo que tu cerebro te pide hacer?

- Esto – susurró antes de agarrar la nuca de Naruto y acercar sus labios hasta unirlos en un suave beso que desconcertó al rubio.

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