Cafetera

Eran las diez de la mañana y la morena miraba por la ventana de la cocina el resol dominguero que iluminaba los árboles del bosque que yacían frente al hogar, mientras contrariando a lo que sus ojos veían, un sentimiento de incertidumbre total se apoderaba de ella, siendo responsable de eso la cafetera.

Si, una mugrosa cafetera le había estado quitando el sueño desde la noche anterior.

La razón era más sencilla de lo que parecía. Alya amaba a Nino, pero amaba aún más al café. Una comparación extraña pero útil para describir la desesperación que sentía la morena en ese momento, al caer en cuenta de que jamás había aprendido a usar la cafetera, y que, sin cafetera no había café.

¿Ahora que iba a hacer sin su motor de vida?

Y para variar, la cafetera que tenían en la cabaña no era como las típicas francesas de embolo, si no que eran de esas raras que daban expresos.

¿Desde cuándo las cafeteras tenían cable y se conectaban?

Pronto las voces de Adrien y Marinette sonaron en la otra habitación, provocando que la crisis que Alya sentía en sus adentros creciera más que sus ganas de un café.

En minutos ellos llegarían a la cocina y se burlarían de ella por no saber usar una simple cafetera. ¡No! No podía permitirse ser el hazme reír por los siguientes treinta días restantes de la cuarentena.

¡Pero esque ni siquiera las circunstancias la ayudaban un poco! No había internet para buscar un tutorial de como usar una cafetera y no podía usar su lógica porque su organismo aún no funcionaba bien ¡porque necesitaba café para funcionar!

No le quedó más que respirar profundo y pensar. Pensar como jamás había pensando. Alguna vez escuchó algo de una tal intuición femenina, ¿acaso se adquiría o se activaba? ¿Era posible nacer sin ella? Porque tal vez ese era su caso.

Escuchó la voz de Nino y supo que el tiempo se le estaba agotando, por lo que conectó aquel artefacto raro e introdujo en él granos de café y agua.

Pulsó el botón más grande que la máquina tenía y sonrió al ver que se había encendido.

Ni siquiera ver expuesta una mentira de Lila le había hecho sentir tal satisfacción.

El olor llegó a sus fosas nasales, sintiéndose ella en ese momento la mejor chef del planeta. No pasó mucho tiempo cuando observó llegar a la cocina a Marinette siendo cargada por Adrien, alagando ambos inmediatamente el olor a cafetería que tenía todo el lugar.

Genial, Alya había quedado bien con ellos.

Un mes más y la morena podría dejar de fingir que sabía manejar una cafetera, cuando ni siquiera sabía manejar su vida.

La de lentes miró llegar a Nino y feliz sirvió el café en tazas, no notando que las sonrisas que sus amigos le brindaban eran más falsas que la buena voluntad de Gabriel Agreste al querer vender oxígeno envasado.

¿Cómo le podían decir a una loca de la cafeína que en realidad no les gustaba el café, y salir vivos en el intento? A los tres no les quedó más que recibir las tazas fingiendo gusto.

Genial, ellos ya habían quedado bien con Alya.

Lentamente, los tres con secreto desagrado acercaban sus bocas a las tazas, sabiendo que solo había que tomárselo por su amistad con Alya, y podrían seguir con su día.

-Tengo una idea, voy a hacer galletas.

-Oh, Alya, te ayudaré a lavar los trastes.

Hablaron al mismo tiempo Marinette y Nino, dejando sus cafés en la mesa de la cocina, con una excusa tan perfecta que fue casi imperceptible.

Adrien al darse cuenta de lo que habían hecho Lahiffe y Dupain, intentó salir de esa situación al igual que ellos, pero la mirada asesina de Alya lo hizo palidecer.

Solo le quedó mirar la taza e intentar ponerle azúcar y leche, tomándola toda de golpe dispuesto a acabar con su sufrimiento lo antes posible.

Pero contrario a sus planes, los tres compañeros de cuarentena observaron como Adrien abría los ojos completamente, comenzando a toser desesperadamente, no teniendo habla.

Marinette quien se encontraba midiendo la harina que iba a usar, corrió de inmediato donde el Agreste que se estaba asfixiando, derramando el polvo blanco sobre si misma y el suelo, importandole poco pues quería ayudar al amor de su vida.

Nino también corrió al ver a su amigo tornarse morado, resbalando por la harina que la azabache había tirado y llenándose hasta la cabeza con él, observando a su lado en el suelo, la taza de café ya rota que en su asfixia el Agreste había dejado caer.

-Alya, los granos están enteros, ¿le pusiste el filtro?

Preguntó el moreno mientras Marinette le hacía la maniobra de Hemlich al Agreste que se negaba a caminar hacia la luz. Alya en cambio se dirigió a la estufa como si nada estuviera pasando.

Pocos segundos pasaron para que el Agreste expulsara el grano con ayuda de la azabache, quien al sentir aire denuevo, miró a su alrededor.

Marinette y Nino repletos de harina, harina y café en el suelo, Alya sirviendo hotcakes quemados, y él casi pasando a mejor vida.

¿Así iban a ser todas las mañanas?

Continuara...

Todo eso me paso cuando tuve un viaje escolar y me tocó quedarme en la misma habitación de hotel que la loca del café. Ahí había una cafetera y ella enloqueció. A mi en lo personal no me gusta pero fue imposible decirle que no. Cuando menos me di cuenta, casi muero por un mugre grano de café frio.

No sabía usar la cafetera y yo solo sabía usar la émbolo (la de la imagen del principio) por lo que ella se quedó sin café :)

Por cierto ¿Desde cuando es tan difícil dibujar músculos? Si les soy sincera, mi fuerte es dibujar chicas. No soy muy buena dibujando musculatura ni cara masculina. Debería de practicar más.

Este es un cómic de cuando están adultos. Me imaginé algo chistoso y dije "tengo que dibujarlo".

En fin, disfruten.

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