Snoggletog con sorpresa

Era la víspera de Nochebuena y el frío volvía a azotar Nueva Mema con una nevada. Todos los vikingos se reunían en el centro de la aldea para comprar regalos para sus seres queridos, y para hartarse de poncho de yak y de jarras de hidromiel. Era unas fiesta para celebrar con la familia y amigos.

Astrid salió de casa de Gothi, todavía con mareos. No podía creer que estuviera embarazada otra vez. Aunque hayan pasado dos años desde que Zephyr nació, para ella ha sido un tiempo muy corto. Estaba muy nerviosa por decírselo a Hipo. ¿Cómo reaccionaría? Hace unas cuantas de semanas, Hipo y ella no pudieron contenerse y al final pasaron el límite. Demasiado tiempo se habían estado absteniendo.

Ahora Astrid caminaba por la aldea en busca de algún regalo para su marido y para Zephyr. Durante el tiempo que había ido creciendo, su hija había demostrado que era una niña bastante inteligente. Parecía que prefería conocer historias e idear artefactos, antes que luchar con un hacha.

Astrid estaba muy orgullosa de que su hija hubiese salido a su querido Hipo. Eran tan parecidos. Cada vez que los veía juntos, el corazón de Astrid se envolvía de un dulce calor bastante conocido desde que estaba con Hipo. Un calor que le llenaba de una felicidad infinita.

Astrid pasó por al lado de un puesto de armas, que habían montado junto a otros en la plaza, y vio a Brusca mirando algunos escudos. Hacía algunos días que no la veía por ninguna parte.

—Eh, Brusca. ¿Buscando algún regalo para Patapez?

Astrid jamás se habría imaginado que Brusca terminaría enamorándose de Patapez. Y tampoco se habría imaginado que Patapez podría gustarle una chica de verdad. Son como el agua y el aceite de pescado.

Brusca miró a Astrid de pasada y se puso las manos en la barbilla, mientras volvía a mirar los escudos.

—No. Ya le compré un regalo. Estoy buscando uno para Chusco.

—¿Para tu hermano? Eres muy considerada.

—No es eso. Es que el otro día discutimos porque él había visto el regalo de Patapez que tenía escondido debajo de mi cama, y se creía que era para él. Se enfadó porque me dijo que ahora sólo pensaba en el gordo de Patapez y no en él. Llevamos días sin hablarnos, así que le estoy buscando un regalo de Snoggletog como disculpa.

Astrid se quedó perpleja. Chusco no suele ser demasiado celoso, pero él quiere la misma atención que siempre ha recibido de su hermana. Ella comprendía los sentimientos de Chusco.

—¿Y entonces quieres comprarle un escudo? ¿No tiene muchos ya?

—Mmm... tienes razón.

Brusca se alejó del puesto dándose por vencida. No había podido encontrar el regalo ideal para su hermano.

Astrid vio la expresión de Brusca y pensó en algo para ayudarla. Pensó en los años atrás que habían pasado todos juntos, tanto en Mema como en el Confín. Conocía a Chusco mejor de lo que quería. Una idea le vino a la mente.

—Eh Brusca, ¿y si le regalas otra maza como la que tenía cuando vivíamos en el Confín?

Brusca levantó la mirada del suelo y se iluminó cuando miró a Astrid.

—¡Astrid eres un genio! A Chusco le encantaba aquella maza. Si le regalo una nueva, sabrá que tengo en cuenta sus profundos sentimientos.

¿Profundos sentimientos? pensó Astrid. Es sólo una maza.

—Sí, exacto. ¡Ve a por ello chica!

Astrid animó a Brusca y ella se fue corriendo en busca de una maza. Al menos alguien tenía decidido su regalo. Dio unas vueltas por el centro de la aldea, pero nada había conseguido llamar su atención.

Astrid pensaba que era un verdadero desastre cuando se trataba de regalar. Luego, se le ocurrió una idea al ver el último puesto. A su hija le encantaría.

Hipo salió de la Gran Sala con su hija en brazos y junto a su madre y Bocón. Iban a pasar juntos la Nochebuena en su casa. Este año los demás comerían con sus familias.

Zephyr tiraba y jugaba con el pelo de su padre, mientras este cojeaba al caminar por la prótesis.

—¿Tienes ya el regalo de Astrid? —le preguntó su madre.

Hipo pensó en la cinta para la cabeza que él mismo había hecho para su esposa. Dibujos dorados de púas lo decora. Igual que las que tenía Tormenta. No podía evitar en pensar si Desdentao aún se acordaba de él. Si lo demás dragones todavía les importaban sus antiguos amigos.

—Sí, ya lo tengo preparado.

—¡Genial! ¿Y el de mi nieta?

—Sí, también.

—¡Estoy deseando verlos! —dijo Bocón.

El regalo de Zephyr era un pequeño bolso, también hecho a mano. Esperaba que le sirviera para guardar sus lápices de carbón que usaba para dibujar, y otras cosas pequeñas que podía guardar.

Hipo vio a Astrid charlando con su madre entre el bullicio de vikingos que hacían las últimas compras para esta noche. Valka se dio cuenta y miró a Bocón como señal.

—Hipo, si quieres vamos tirando para casa con Zephyr mientras vas a por Astrid.

Hipo miró a su madre y asintió. Le pasó a Zephyr y ella la acogió en sus brazos. Bocón le hizo una mueca y ella se rió. Los dos fueron hacia su casa y el fue en busca de Astrid.

Hipo llegó a donde estaba Astrid y silenciosamente la abrazó por la espalda haciéndole dar un salto inesperado. La madre de Astrid sonreía. Astrid sonrió al darse cuenta de que era Hipo, y puso sus manos encimas de las de él.

—Hipo, no me des esos sustos.

—Creía que no te asustarías.

La madre de Astrid estaba muy feliz por su hija. No podría haber encontrado un mejor vikingo.

—Bueno, será mejor que os deje preparar los preparativos para esta noche. —dijo la madre de Astrid.

Hipo soltó a Astrid y se puso a su lado entrelazando sus dedos con los de ella.

—¿Por qué no pasa la Nochebuena con nosotros? Estará mi madre y Bocón también.

—Sí, mamá. Sé que será muy especial.

Hipo miró algo desconcertado a Astrid. ¿Especial? Suponía que lo sería. Como la mayoría de los Snoggletogs que habían tenido. Excepto el año en el que ya no estaban los dragones con ellos.

—Ay, os lo agradezco mucho. Pero tu padre y yo vamos a comer con los Jorgenson. Nos han invitado esta mañana.

—Ah ya veo. Bueno, pues si tenéis tiempo os podéis pasar por allí.

—Claro, descuida. Bueno, voy a prepararme. Feliz Snoggletog.

—Igualmente. —contestaron Hipo y Astrid al unísono.

La madre de Astrid se alejó y ellos emprendieron el camino hacia su casa.

—Por cierto, ¿dónde está Zephyr?

—No te preocupes, está ya en casa con mi madre y Bocón.

Astrid apretó la mano de Hipo al recordar la noticia que tenía que darle. Quería hacerlo como un regalo para Snoggletog. Pero no sabía si a él le haría feliz o le gustaría.

—¿Te encuentras bien?

Hipo paró de caminar durante un momento y acunó las mejillas de Astrid con sus manos. Había notado a Astrid rara estos días, y temía que pudiera estar enferma. Conociendo a Astrid, sabía que ella lo ocultaría y haría como si nada le pasara.

—Sí, claro. ¿Por qué iba a estar mal?

—Te conozco. Sé que hay algo que te pasa o te preocupa.

Astrid se puso nerviosa al ver que Hipo iba a descubrir que estaba embarazada. Tenía que alejar lo que fuera que estuviera pensando.

Astrid se inclinó hacia delante y le dio un beso a Hipo en los labios. Él confundido, le siguió el beso. Astrid profundizó el beso y luego se apartó de su boca para susurrarle en la oreja.

—Me gustó y disfruté mucho lo de la otra noche.

Hipo se sonrojó al escuchar las palabras de Astrid. Un ola de calor le recorrió todo el cuerpo. Ya no hacía tanto frío.

Pegó a Astrid contra su cuerpo y le sujetó la cara con suavidad para que le mirara.

—¿A sí que estabas preocupada por eso? Yo también lo disfruté, como no puedes imaginar. No importa cuando sea. Siempre que sea contigo, será lo mejor que haya en el mundo.

Ahora la que se sonrojó fue Astrid. Lo abrazó fuertemente y apoyó la mejilla en su hombro. Hipo le devolvió el abrazo envolviéndola en un profundo abrazo.

Parecía que Astrid había conseguido desviar sus pensamientos. Quería que lo de su segundo embarazo fuera una sorpresa para él.

Ambos se deshicieron del abrazo y pusieron rumbo a casa. Cuando entraron, toda la decoración que habían colocado el día anterior les recibió. Junto a Valka, Bocón y Zephyr, con la que estaban jugando.

Todos levantaron la mirada al verlos entrar. Zephyr corrió con sus pequeñas piernas hacia su madre. Astrid la acogió en brazos y la abrazó.

—¡Mamá!

—Ya estoy aquí preciosa.

—¿Y a papá no le dices nada? —preguntó Hipo algo dolido.

—Lleva contigo todo el día. No me extrañaría que estuviera harta de ti.

Valka se rió con el comentario de Bocón. Astrid también se rió un poco sin poder evitarlo. A Bocón se le pegó sus risas y empezó a reírse también. Hipo puso cara de ofendido, pero entendía que su hija quisiera estar con su madre.

—He preparado la mesa para cenar.

—¡Perfecto! Gracias Valka.

Todos se sentaron en la mesa y comieron acompañados de risas y anécdotas. Incluidas algunas de los dragones, con las que derramaron algunas lágrimas. Cuando Astrid vio que llegó el momento de compartir los regalos, sacó el suyo de su bolsillo de la falda y se preparó.

—¡Hora de los regalos!

Todos se levantaron de la mesa y se dirigieron a la chimenea. Valka y Bocón también tenían un regalo para ella. Bocón le regaló una maza pequeña, con la que Astrid puso mala cara. Pues todavía era muy pequeña para eso. Y además no se veía que fuera a ser una guerrera como ella. Ella era pacífica como su padre. Al ver la maza, Astrid pensó en Brusca y Chusco. ¿Le habrá gustado el regalo?

Valka le regaló un juguete de madera. A Zephyr le gustó más ese, que el de Bocón. Luego llegó el turno de Hipo. Sacó la bolsita de piel que le había hecho y Zephyr se quedó mirándola extrañada. Tenía bordado una silueta de Tormenta. A Astrid le encantó tanto que abrazó a Hipo con fuerza.

—Es precioso Hipo.

—Espera, todavía queda otra cosa más.

Sacó su otro regalo para Astrid y esta se maravilló cuando vio la cinta brillar con la luz del fuego de la chimenea. Contuvo el aliento.
No llevaba una desde que estaba soltera, pero esa cinta era tan bonita como para no llevarla y mostrarla.

Esta vez le dio un sonoro beso y los dos sonrieron. A Hipo le encantaba ver a su mujer y a su hija así de contenta. Astrid se lo puso en la cabeza y la cinta dorada decoraba su frente.

—Ahora es mi turno.

Primero le dio el regalo a Zephyr. Cuando lo vio se puso ansiosa por cogerlo. Era un cuaderno junto a un lápiz de carboncillo. Que casualmente cabían perfectamente en el bolso que le había hecho Hipo.

—¡Gracias por los regalos! —dijo Zephyr.

Cogió todos sus regalos, excepto la maza y se fue al rincón de la habitación a dibujar en el cuaderno.

Todos nos reímos al ver la cara de Bocón.

—Lo entiendo, todavía es muy pequeña para que le interese.

Astrid respiró hondo y se preparó para dar la noticia. Ella carraspeó para llamar la atención de todos, pero sobretodo de Hipo. Todos le miraban con incertidumbre.

—Escuchad, tengo un último regalo. Aunque en realidad no es un regalo. Y es más para Hipo, que para todos. Aunque también es para todos...

—Tranquila Astrid... Habla despacio.

No se había dado cuenta de que estaba hablando rápidamente y sin ni siquiera coger aire al hablar.

Volvió a respirar profundamente y se armó de valor.

—Vas a hacer papá por su segunda vez. Estoy embarazada.

Hipo abrió los ojos como platos y se quedó con la boca abierta. Eso no se lo esperaba. Por eso Astrid se comportaba de un modo extraño. No sabía cómo decírselo. Iba a ser padre por segunda vez. Iban a tener otro bebé.

Valka y Bocón estaban muy contentos. Se acercaron a Astrid y le dieron la enhorabuena. A Hipo también se la dieron, pero él aún no se lo creía.

Astrid miró a Hipo con preocupación.

—Hipo, di algo.

Hipo se acercó a Astrid y la levantó para darle una vuelta completa. Hipo tenía una amplia sonrisa en la cara. Astrid se calmó cuando vio la expresión de su marido. Después Hipo la besó dulcemente en los labios y luego se arrodilló en el suelo para abrazarle por la cintura y poner la cabeza en su vientre. Astrid estaba entusiasmada por la inesperada reacción de Hipo. Llevó una de sus manos a su cabeza y le acarició el pelo.

Valka y Bocón contemplaban la preciosa escena, mientras Zephyr seguía inmersa en sus regalos. Ya le explicarían que pronto tendría un nuevo hermanito.

—¡Oh! No te imaginas cuánto te quiero. —dijo Hipo.

—Yo también te quiero muchísimo.

—Este es el mejor regalo de Snoggletog que he tenido en mi vida.

—Creo que el mío también. —le correspondió Astrid sin poder quitar su sonrisa de la cara.
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¡Hola a todxs! ¡Feliz Navidad! 🎄 Sé que llego algo tarde, pero más vale tarde que nunca jajaja Os traigo un capítulo especial de Navidad, cómo habéis podido leer 🙈 Espero que lo hayáis disfrutado mucho, aunque sé que no es el mejor que he escrito.

Espero que hayáis pasado una buena Nochebuena con vuestra familia y amigos 😊 y dentro de unos días está aquí el año nuevo 😱 parece mentira que este año haya terminado. El año en el que ha acabado Cómo Entrenar a Tu Dragón para siempre 😭 Nunca lo superaré. Por eso mismo, quiero mantener viva la memoria de estos personajes y de esta increíble saga. Porque son lo mejor que me ha pasado nunca ❤️ Sí, son sentimientos muy profundos jajaja

Os agradezco muchísimo que hayáis estado leyendo mis historias, votando y comentando. Gracias por hacerme volver y escribir sobre mis personajes favoritos ☺️ A decir verdad, estoy pensando en otra historia dónde los protagonistas serían Zephyr y Nuffink 🙊 Es una idea espontánea que he tenido, pero ¿os gustaría leer una historia sobre ellos, adolescentes y después (obviamente) de CEATD 3? Ya me decís vuestra opinión 😉

Os quiero pedir disculpas por mi desaparición, pero el mes que viene se me va a ser más difícil actualizar por los exámenes 😅 espero hacerlo en cuanto pueda. Mil gracias de nuevo 😄 Nos leemos pronto x

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