Único
Kazutora se encontró algo frustrado. Había regresado de una reunión con la touman y se había hecho algo tarde para una "cita" por San Valentín la cual una chica bastante linda le había pedido en su preparatoria.
Admitía que la chica pelirroja que lo citó fue bastante amable con él pero algo de su personalidad no le agradaba.
¿Tal vez exageraba y simplemente no gustaba de la pelirroja? Kazutora piensa que es lo más probable.
No tiene la mínima idea del porque aceptó, total ya le gustaba alguien más.
Suspiró y se sentó en una de las bancas del parque, en el cuál habían quedado. Hizo un chasquido con la lengua algo fastidiado, este aún traía la ropa de touman, solo esperaba no asustarla. Se removió algo inquieto.
Se suponía que la pelirroja debía de haber llegado ya hace cinco minutos, trató de pensar que se estaba demorando ya que sabe cómo son las mujeres o así le había dicho Mikey.
“ Emma siempre se demora para salir, Draken me dijo que siempre llega cinco minutos tarde.”
Kazutora miró incómodo la hora en su celular. Haciendo una mueca.
14:08
Se suponía que la cita era a la una y media.
Se levantó del banco y bufó, no le importaba que la chica lo haya dejado plantado, la verdad es que le importaba en lo más mínimo, simplemente le hubiera gustado que por lo menos le hubiera dicho que no vendría y no lo haría perder el tiempo.
— Que tontería. — Susurró enfadado, pensó en ir hasta su casa pero grande fue su sorpresa al ver cómo desde lejos podía visualizar una cabellera azabache que reconocería en cualquier parte, este estaba quieto fuera de una tienda de mascotas, la cual estaba casi al frente del parque, Baji estaba tomándole fotos a los animales que salían desde afuera.
Kazutora soltó una pequeña risita boba.
Ahora con una sonrisa en la cara fue hasta su amigo, el cual no había notado su presencia. Lanzándose a abrazarlo por detrás.
— ¡Idiota! — Gruñó el pelinegro. — ¡Me asusté!
— Que miedoso. — Soltó burlón mientras seguía abrazado a su espalda. — ¿Qué haces acá? — Posó su rostro en el hombro del pelinegro, haciéndolo temblar.
— Primero ponte bien. — Se removió Baji, tratando de ocultar su vergüenza, el bicolor rodó los ojos pero asintió. — Ahora sí... ¿Pero por qué sigues con el uniforme de la touman?
— Ah, eso... Hoy es San Valentín y una chica me invitó a una cita y como la reunión de touman demoró mucho tuve que ir con el uniforme. — Explicó el chico de mechas rubias, Baji no pudo evitar hacer una mueca, escuchaba atento con cierta incertidumbre que lo empezó a carcomer por dentro.
¿Por qué Tora no le dijo nada? Son mejores amigos y se supone que se contaban todo.
Obviamente Keisuke no estaba celoso. Para nada.
— Igualmente nunca vino. — Declaró el bicolor, atinando a rascarse la parte posterior de la cabeza, dedicándole una pequeña sonrisa.
Baji frunció el ceño . — Pues que chica tan imbécil. — Soltó y Kazutora lo miró con sorpresa. — ¿Te gustaba mucho?
Kazutora al instante negó.
— No la conocía demasiado, no te preocupes, simplemente quería tener una cita por San Valentín, ya sabes no quería sentirme solo en estas fechas...
Baji lo miró sorprendido ante dicho comentario.
— Entonces ambos tengamos una cita. — Murmuró.
El pelinegro por dentro se quería morir, maldició haber sido tan directo.
— ¿Eh?
— ¡Que tengamos una cita! — Gritó señalandolo. — Tu y yo ¿Aceptarías?
Baji hizo el mayor esfuerzo posible para no ruborizarse y caer rendido por las emociones que estaba sintiendo en ese momento.
Kazutora ante aquella pregunta lo miró nervioso e incrédulo, sintió como sus mejillas ardían. Nunca esperó que Baji le diga tan descaradamente que quería tener una cita con él, ambos ya habían salido solos pero siempre eran salidas de amigos. Además que en San Valentín algunas veces solían pasarlo juntos pero nunca fue una "cita" solo era un día normal para ellos.
De todas formas San Valentín también es para amigos y eso Kazutora lo tenía en mente.
El bicolor sabía que ya no veía a Baji como un simple amigo, este se sentía sentía nervioso cuando el azabache le tocaba su mano o se abrazaban.
Eso no era normal en una amistad, claro que no lo era y Kazutora lo había aceptado hace ya unos cuantos meses atrás. Simplemente intentaba ignorar el remolino de sentimientos que revolvían en su corazón al estar a su lado. Y le avergonzaba admitirlo pero sabía perfectamente como aquel chico solo por su mera existencia alegraba sus días de una sobremanera antinatural, haciéndolo sentir afortunado a su lado, sintiéndose la persona más especial y amada. Solo por estar con él.
— Y-Yo... Sí.— Se regañó mentalmente, odiaba tartamudear.
Baji volteó su mirada, evitando así que Kazutora lo mire. Ocultando su sonrojo con su cabello azabache, llevándose una mano en la cara.
Ambos chicos se encontraban completamente sonrojados y nerviosos, y no los podían culpar, ellos solo eran unos adolescentes enamorados que aún estaban intentando expresar los sentimientos mutuos que ambos tenían guardados en el fondo de su corazón.
— Bueno... — Tosió el azabache, haciendo que Kazutora lo mire.
Para Baji, Kazutora era el chico más apuesto que vería en su vida.
— ¿Pero está bien que vaya así? — Interrogó el de mechas rubias avergonzado. Recalcando el traje de touman.
— ¿A quien le importa eso, Tora? ¡Te ves muy genial con el traje de touman, si preguntan puedo presumir que mi cita es el capitán de la primera división de la Tokyo Manji!
— Pero si tú también lo eres...
— Eso da igual. — Sonrió para mirar los hermosos orbes oro de su mejor amigo. Kazutora se estremeció. — No te preocupes por cómo estás vestido, para mí siempre estás apuesto.
Ante dicho cumplido Baji vio como el sonrojo en las mejillas de su mejor amigo aumentaba. Sonrió satisfecho. Kazutora bufó, sin acostumbrarse a recibir tan repentinamente los halagos de Keisuke.
Igualmente para ojos de Kazutora, el chico de hebras azabaches tampoco lucía nada mal, este iba con una ropa normal, su típica camisa negra de rayas, con el mítico collar, unos jeans negros acompañado de una chaqueta beige y sin faltar en su muñeca el arete que compartía con él.
— ¿Y a dónde vamos?
— Al arcade. — Le comentó, con una sonrisa de oreja a oreja. — Al arcade dónde nos conocimos.
Kazutora sonrió nostálgico, asintiendo ante lo replicado.
— Está bien, Kei.
Baji se avergonzó por aquel apodo, "kei" solamente sonaba bien con la dulce voz de su Tora.
Keisuke entrelazó las manos con el contrario para que así transcurran en camino hacia el arcade. Kazutora no se quejó y Baji se sentía como en un sueño.
— ¡Hiciste trampa, me empujaste! — Gruñó el mechas rubias, ambos ya estaban en el arcade, jugando Pac-Man, un juego que estresaba bastante a Baji.
— ¡Es que nunca te iba a superar! — Le esperó. — Eres muy bueno, no es justo — Murmuró.
—¡Baji, eres el peor! — Pero los regaños de Kazutora se desinflan, porque éste estalla en
carcajadas y echa los brazos al cuello del pelinegro. Keisuke tiene que afirmar bien los pies en el piso para no caer, mientras lo sostiene por instinto de la cintura.
La risa de Kazutora arrulla los oídos de Baji y este cierra sus ojos, mientras desea con todas sus
fuerzas detener el tiempo, adoraba estar así con el chico el cual lo volvía loco.
En el arcade estuvieron así por varios minutos, jugando, riéndose, dándose abrazos y pequeñas confesiones que ponían nerviosos a ambos.
Eran dos bobos enamorados.
— Baji... — El chico intentó posar en los penetrantes ojos cafés del pelinegro. — Tengo una sorpresa para ti...
Baji lo miró, mostrando una clara mueca de sorpresa.
— Bueno... — Recalcó Kazutora.— No será la gran cosa pero espero te guste...
— Si tú me lo regalas seguro me va a encantar. — Le aseguró, como siempre mostrándole una dulce sonrisa dando a relucir sus colmillos.
Aquella sonrisa Kazutora jura que brillaba más que el sol.
El camino a la casa del bicolor fue tranquila, ambos se hacían bromas, algunos cumplidos que de vez en cuando Baji soltaba haciendo tensar al mayor. Entrelazando sus manos en el camino, ambos chicos estaban muy enamorados.
Cuando llegaron, Kazutora fue hasta su cuarto lo más rápido posible, dejando a Baji sentado en el sofá. La madre de Kazutora estaba trabajando por lo que llegaría tarde, como de costumbre.
El bicolor fue hasta el cajón de su armario de este saco una pequeña cajita negra, al instante fue a la sala, encontrándose al azabache mirando sus manos como si fuera la cosa más entretenida del mundo.
— Aquí está. — Con ambas manos le mostró la cajita, dedicándole una media sonrisa. — Un regalo...
El azabache lo miró con sorpresa.
— ¿Un regalo? — El azabache se levantó del asiento, mirando cara a cara al chico de hermosos orbes dorados, las mejillas de ambos estaban teñidas de un rojo carmesí.
— Trabaje horas extras en la tienda de Shinichiro, fue bastante amable conmigo y me dió una buena paga, así que decidí comprarte algo...
Los grandes ojos mieles de Kazutora brillaron al ver cómo el azabache abría la pequeña cajita, encontrándose con un reloj plateado.
— Ah... — El azabache se quedó mirando el reloj de mano, aún algo anonado por todo lo que estaba pasando.
Kazutora moría por cada segundo el cual Keisuke se quedaba en silencio mirando el reloj, este temía que no le gustará el regalo.
El azabache sonrió con cariño, mirando de la misma forma al chico que lo volvía loco.
Baji sin pensarlo dos veces se puso aquel reloj plateado.
— Me gusta mucho, gracias Kazutora. — Sonrió de la manera más hermosa posible, haciendo que Kazutora se sonroje más de lo que ya estaba.
— ¡Claro!
Era la primera vez que el bicolor gastó una gran cantidad de dinero y fue gracias a Shinichiro que pudo hacer realidad ese regalo, y a también a su esfuerzo claro está.
— Yo también tengo algo para ti... — Miró con temor el reloj. — No es algo tan caro como esto... — Le declaró avergonzado. — Lo siento yo...
— Entonces bésame. — Se lanzó a los brazos del pelinegro, abrazándolo por la cintura, lo acercó a él hasta que sus rostros quedaron a centímetros de distancia.
La expresión de Baji cambio completamente. Ahora lo miraba con los ojos abiertos como platos, el azabache trago saliva, solo para que a los segundos corte la distancia, uniendo sus labios con los de su amante.
Fue apenas un toque de labios, pero no por eso dejó de transmitir a ambos todos esos sentimientos que no habían podido expresarse.
Ambos estaban conmocionados. No sabían qué hacer, ni podían creer lo que estaba pasando.
Se estaban besando.
Sus corazones comenzaron a palpitar muy rápido. Cerrando lentamente sus ojos, y comenzando a disfrutar del beso.
Lentamente movieron sus labios, sintiéndolos, y saboreándolos. Para ambos ese era su primer beso, y se sentía bien.
Unos minutos después, se separaron -apenas unos centímetros- se miraron a los ojos, se sonrieron, y volvieron a besarse.
Esta vez más rápido, y con más pasión que antes. Kazutora abrazo con más fuerza a Baji de la cintura, y este le rodeo el cuello con los brazos.
Y a juzgar por ese beso, no hacía falta palabras para profanar lo que sentían. Se querían y eso era suficiente.
Al sentir que les faltaba el aire, se separaron.
— Keisuke... —Susurró tocándose los labios, mientras lo miraba a los ojos con las mejillas totalmente rojas. Había soñado e imaginado ese beso muchas veces, pero sin duda la realidad era mucho mejor.
— Tora, yo... —La valentía que había tenido minutos atrás, se esfumo completamente. Decir que estaba avergonzado era poco; un gran sonrojo cubría todo su rostro. Hasta se podía comparar con un tomate— Q-Quiero que seas mi...mi... —Estaba tan avergonzado, que no pudo evitar comenzar a tartamudear.
—¿Tu qué, Kei? —Le preguntó mirándolo divertido, fingiendo ignorancia. Sabía perfectamente lo que Baji intentaba decirle, pero le fascinaba ver como se sonrojaba y se ponía nervioso por él. Así que decidió molestarlo un rato más.
— Ya sabes, mi...novio. —Una gran sonrisa se formó en el rostro de Kazutora al escuchar sus palabras—. ¿Q-Quieres? —Le preguntó con timidez, y temor a la vez.
El pelinegro temía que tal vez pueda ser rechazado y destruir una amistad de tantos años.
Kazutora noto el temor de Baji, por lo que rápidamente se lanzó a él abrazándolo por el cuello, para después mirarlo a los ojos. —Por supuesto que quiero, Kei.— El pelinegro sonrió levemente, y lo abrazo por la cintura.
Y así, volvieron a unir sus labios una vez más, otro beso lleno de amor y ternura. Aquel beso que daba inicio a miles más, los cuales ambos se asegurarían de cumplir.
— Basta, Kei. — Dijo entre risas vergonzosas el bicolor, posando su mano en el rostro del pelinegro, intentando detenerlo. Ambos estaban acostados en el sofá, el azabache estaba llenando de besos por todo el rostro a su ahora novio, Kazutora. El chico más apuesto del mundo, según palabras de Baji.
A este le encantaba avergonzarlo y verlo así era la cosa más tierna del mundo.
— Baji, suéltame, quiero ir a por agua... — Suplicó el chico, que estaba preso en aquellos grandes brazos del peligro, este en regañadientes lo soltó, Kazutora rodó los ojos, ya por fin dirigiéndose hacía la cocina.
El azabache el cual estaba solo en el sofá, sonrió mirando el reloj que Kazutora le había regalado, recordando así aquel regalo que le tenía a Kazutora. Exaltado se levantó del sofá.
— ¡Mierda, el regalo! — El azabache fue corriendo hasta Kazutora, el cual justo estaba saliendo de la cocina.
— ¿Qué... — No pudo terminar la frase porque el azabache lo jaló, corriendo hasta la puerta de salida. — ¡Baji! — Reclamó el bicolor.
— ¡Tenemos que ir a mi casa, ahí está mi regalo! — Contestó rápidamente ante el reproche, Baji sonaba preocupado.
Kazutora lo miró con sorpresa pero no dijo nada.
Ambos salieron de la casa y Baji rogó a los dioses para que todo en su habitación esté bien.
Luego de unos minutos de caminata en silencio, el cual fue bastante acogedor llevaron al departamento, Kazutora sentía curiosidad al saber porque Baji estaba tan apurado por el regalo pero prefirió no decir nada, por lo menos no por el momento, por fin habían llegado a la casa de Keisuke.
Estos habían encontrado de paso a Chifuyu con una chica bastante linda, al parecer esta vez el rubio no iba a pasar solo San Valentín, se le veía bastante enamorado.
Baji quería detenerse y burlarse de su amigo pero no había tiempo, el regalo esperaba en casa.
Cuando ambos llegaron, Baji fue rápidamente hasta su cuarto dejando a un Kazutora confundido esperando en la sala.
La madre de Keisuke no se encontraba en casa por lo que suponía Baji es que fue de compras o estaba charlando con la madre de Chifuyu.
El chico de hebras bicolores se mostraba inquieto, sentándose en en un mueble, jugueteando con sus dedos.
— ¡Tora, cierra los ojos! — Gritó el azabache desde su habitación, Kazutora frunció los labios, lleno de incertidumbre pero no hizo ninguna objeción.
— ¡Ya los cerré! — Gritó en respuesta.
El pelinegro suspiró angustiado con la cosita peluda que tenía entre sus brazos. Soltó un suspiro.
— Me alegro que hayas estado tranquilo, bonito. — Hablo con cariño al animalito.
“Mi animal favorito es el perro, ellos siempre son fieles, nunca te abandonarían.”
— Vamos. — Le sonrió al canino acariciando su cabecita.
Cuando salió de la habitación, rumbo a la sala, pudo observar al bicolor sentado con los párpados cerrados.
Le causaba mucha ternura.
— ¿Los abro? — Preguntó Kazutora, al sentir la presencia de su novio.
— ¡No! — Se apresuró en decir. — Primero, sé que ahora que tus padres están separados, sueles estar más tiempo solo en casa ¿No?
Kazutora frunció los labios, ¿A qué venían sus problemas familiares ahora?
— ¿Que tiene eso que...
— Y más ahora que tú mamá está ocupada. — Interrumpió. — Hace poco me dijiste que estar en tu casa hace que te sientes solo, cosa que me dejó mal, porque puedes venir a mi casa y estar todo el día aca, si quieres ven hasta para dormir, mi mamá te quiere, incluso pienso que hasta más que a mi. — Se rió y el bicolor también. — Pero bueno, ese no es el tema, además de que ahora soy tu novio, jamás te sentirás solo conmigo, lo juro. — Declaró Baji con completa sinceridad, los labios de Kazutora se abrieron pero se cerraron al momento, no sabía que decir. — Igualmente perdón, me desvío del tema, bueno la cosa es que quise darte algún regalo y como sé que estás capacitado, además yo te ayudaré, así que...— Aquella curva en los labios del bicolor iba desapareciendo solo para mostrarse una sonrisa que se ensanchaba cada vez más. — ¿Quisieras ser el padre de este pequeño? Abre los ojos, Tora.
El chico abrió rápidamente los párpados, para ver una hermosa imagen frente a sus ojos, Baji sonriendo mostrándole aquellos lindos colmillos mientras tenía en brazos a un lindo perrito peludo que era blanco como la nieve.
Kazutora sonrió ampliamente, levantándose para ir hasta el azabache y cargar al canino.
— ¡Es muy lindo! — Los ojos de Kazutora se iluminaron, Baji asintió, mirándolo a él.
— No tanto como tú. — Confesó Baji, las mejillas de Kazutora se tiñeron de rosa, soltando un gruñido. — Mi Tora, mi Torita, que lindo eres avergonzado. — Se burló.
— Imbécil. — Respondió y a la vez acariciaba a la pequeña bolita de pelos, sonriéndole.
— ¿Entonces sí quieres?
Kazutora suspiró, Baji pensó que seguramente la había cagado.
— Claro que quiero, tonto, gracias por preocuparte tanto por mi. — Keisuke sonríe y está a punto de de decir algo, pero Kazutora es más rápido que él y le da un beso en la mejilla. — Te quiero mucho.
Keisuke se queda estático un instante, tocándose la mejilla como un bobo.
Kazutora se ríe por ese hecho.
— ¿Y como se llama, está cosita linda? — Pregunta, acariciando la barriguita del peludo, haciendo que el canino empiece a moverse en los brazos del bicolor.
— Ah, aún no lo sé, el dueño de la tienda me dijo que tiene apenas seis meses, es macho por cierto. — Le aclaró y Kazutora asintió con obviedad. — Decidí que lo pongas tú. — Pronunció, el contrario miró al perrito con una sonrisa.
— Me gusta Bex. — Comentó, abrazando a su mascota.
— Entonces será Bex, ¡Es nuestro hijo! — Exclamó emocionado.
— Pero más mío. — Refutó, Baji soltó un suspiro de indignación. —Mi mamá ni se dará cuenta y si se da cuenta dudo que le importe, puede estar en mi casa, Gracias Kei. — Sonrío con ternura nuevamente.
Keisuke adoraba ver a ese chico feliz, al chico que lo volvía loco, lo adoraba y jura que siempre hará lo que sea necesario para verlo feliz. Está seguro que hasta daría su vida por él, con tal de que esté a salvo.
Ambos chicos se sonrieron, estos habían ido a comprar algo de comida, la señora Baji se había quedado con Bex, la cual por cierto los encontró dándose un beso, pero al contrario de la reacción que esperaba Kazutora, la señora fue a abrazarlos, diciendo que estaba completamente de acuerdo con su relación.
— Te lo dije, mi mamá te ama. — Dijo entre risas, Kazutora asintió. Estos ya estaban regresando a casa del azabache. — Oye...
— ¿Hmm?
— ¿Sabes cómo puede terminar este perfecto día? — Le preguntó con una risa socarrona, Kazutora entendió sin necesidad que este diga algo más.
— ¿Quieres quemar un coche, enserio, Kei?
— ¡Estoy feliz, eso es todo! ¡Vamos, Tora, se que también quieres! — Suplicó.
— Pero tu mamá nos puede gritar, además no tenemos gasolina...
— ¡Hay una gasolinera cerca de la cochera, podemos comprar dos potes! ¡Vamos Tora, solo unooo!
Kazutora suspiró resignado, asintiendo al pedido, no iba a hacerse el de rogar, él también quería, para que negarlo.
En ese momento fueron a comprar todo, lo cual fue bastante rápido. Estos fueron hasta una cochera vieja, que para suerte de ellos o desgracia del dueño, había un coche.
Sin perder el tiempo ambos enamorados fueron y empezaron a esparcir aquel liquidó por todo el coche.
— ¿Quien le prende fuego?
— Hay que hacerlo los dos.— Le ofreció un cerillo, Kazutora lo agarró mirando al pelinegro, ambos al ya tenerlo encendido prendieron fuego al coche.
Estos sonrieron al sentir el calor previniendo del auto ahora en llamas.
— Tora, aquí hicimos nuestra promesa de estar juntos ¿Lo recuerdas? Cuando éramos niños ante el fuego prometimos ser amigos y estar juntos, ahora en este mismo fuego hagamos una promesa de amantes. — Kazutora lo miró con sorpresa, sin creerse lo dulce que podía ser Keisuke al veces.
— Así que ahora ante este fuego prometo ser el mejor novio del mundo, te haré el chico más feliz del mundo. Lo prometo. — Ambos se tomaron de la mano, Kazutora se sonrojo ante aquella declaración y acción.
— Bueno... Yo prometo que siempre estaré a tu lado, también trataré de hacerte feliz, prometo mejorar para ser también el mejor novio del mundo y este feliz de que yo sea tu novio. Lo prometo... — Baji lo miro con toda la dulzura del mundo, haciendo temblar al bicolor.
Con la la tranquilidad del mundo Baji se acercó a los apetecibles y dulces labios del bicolor, antes de que Keisuke cierre los ojos para disfrutar aquel dulce y comprometedor beso...
— Te quiero, demasiado. — Susurró Kazutora. Para que así por fin se dieran un dulce beso ante aquel fuego que era testigo de aquellas promesas que prometieron y juraron cumplir.
Ese fue el primer San Valentín de esos muchachos, inolvidable , único y especial.
El primer San Valentín de muchos que faltaban
¡Feliz San Valentín para todos!
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