Capítulo 6
En todos los años de angustias y penurias que había vivido, Nellie no recordaba haber estado nunca tan triste. Le parecía una locura sentir dolor por haber decepcionado a quien la había secuestrado, pero así era. Algo se había fracturado dentro de ella y no era capaz de arreglarlo. Sabía que era culpa de su carácter obsesivo, de su tendencia a buscar siempre a alguien que le profesara el más mínimo afecto. Y esta vez casi había logrado tener una amiga, o al menos algo parecido, pero también la había perdido. Ahora sí que no le quedaba nada.
¿Por qué no se lo había contado? "Porque no quiero que crea que soy un monstruo... No quiero que sepa que soy un monstruo" se respondió con amargura. Pero se había equivocado. Aunque el resultado hubiese sido el mismo, al menos con la verdad no habría tenido que ver la expresión de desilusión de la bruja al sentirse rechazada. Bellatrix era una asesina, igual lo hubiese comprendido... pero no. Ella mataba por su causa, por un mago todopoderoso, por lo que consideraba un bien mayor; que lo hiciera una muggle por un enamoramiento enfermizo sería la demostración de que no eran más que alimañas. Aunque ya daba igual, había cumplido su palabra y no había vuelto a visitarla.
No se había engañado, no como con Sweeney: sabía que no iban a acabar viviendo juntas en una casita junto al mar. Pero igual verse de vez en cuando... Creyó que quizá, cuando acabase la guerra, la bruja le permitiría ir a visitarla una vez al mes o pasaría a verla por su tienda. O si se avergonzaba de que la viesen con una muggle podían escribirse cartas. No aspiraba a mucho, solo quería tenerla en su vida, poder hablar con alguien que la escuchaba y se reía con ella aun en contra de su voluntad. Y aunque siendo realista sabía que nada de eso resultaría factible, al menos pensaba haber disfrutado con ella los días que quedaban hasta que dejaran de necesitarla. Se dio cuenta de que tristemente sus paseos juntas habían sido lo más cerca que se había sentido de alguien en décadas.
Todos los días intentaba abrir la puerta varias veces, pero el sellado mágico resultaba infranqueable. Le suplicó a Ruffy que la ayudara a contactar con la mortífaga, pero él no solo se negó sino que dejó de entrarle la comida. Se quedaba al otro lado de la puerta y con un chasquido de dedos la bandeja aparecía dentro. A las dos horas los platos desaparecían intactos. No tenía hambre, no comía y apenas bebía. Probó a leer o al menos a mirar las imágenes en movimiento que antes la fascinaban. Ahora la hastiaban. Dejó de salir de la cama. Era una mujer alegre, optimista, hiperactiva, despreocupada... pero hasta su buen humor tenía un límite. Y lo había rebasado.
Estuvo sumida en esa especie de limbo durante cuatro días. Al quinto, en algún momento de la tarde, la puerta de la habitación se abrió. Despertó del letargo con la esperanza de que fuese Bellatrix. Pero no. Entró un hombre alto y fuerte que resultaría atractivo de no ser por su expresión de estudiado desdén. Le sonaba de algo pero no se molestó en recordar de qué, se lo habrían cruzado camino al jardín en alguna ocasión. La castaña volvió a dejarse caer sobre la almohada, ya ni siquiera tenía miedo.
-Tú, muggle -espetó él intentando llamar su atención.
No funcionó. La mirada de la prisionera seguía fija en algún punto del suelo. El visitante desde luego había esperado una reacción más intensa... Se acercó a ella con la varita desenfundada, pero siguió sin obtener respuesta alguna.
-¿Por qué no comes? -preguntó en el mismo tono desabrido.
Nellie recordó que la necesitaban con vida. El Señor Serpiente insistía en conservarla hasta cumplir la misión por si se le ocurría alguna otra estúpida pregunta. Mala suerte, ya le daba igual. No obstante, en deferencia a su visitante murmuró: "No tengo hambre". No era la respuesta correcta.
-Muy bien, igual un par de maldiciones te abren el apetito -comentó con crueldad.
Tampoco hubo contestación. Que la torturara si le apetecía. El mortífago se lo planteó, pero no era tonto. Se dio cuenta de que esa estrategia no era la que funcionaba con la muggle. Así que probó otra cosa. Murmuró que hiciera lo que quisiera, él ya lo había intentado. Se giró hacia la puerta y comentó:
-Da igual, yo no soy responsable de ti... No será a mí a quien el Señor Tenebroso castigará.
Le costó unos segundos comprender el significado de eso, pero enseguida le gritó: "¡Espera!". El hombre volvió a entrar y la miró con gesto burlón. Nellie lo contempló con más atención y recordó de qué le sonaba. Era el mortífago al que se encontraron el primer día tras la reunión con el Señor Serpiente. Recordó que llamaba "Bella" a la bruja y que se preocupaba por su bienestar, ella también le había mostrado cierta familiaridad. Por supuesto desconocía su nombre, pero era su mejor oportunidad. Se sentó en la cama y le preguntó:
-¿Podría usted pedirle a Madame Lestrange que viniera? ¿Por favor?
-¡Por supuesto que no! -respondió Rabastan- No soy una jodida lechuza y mucho menos la de una necia muggle.
-Pero, ¡por favor! Comeré y haré lo que haga falta, lo prometo, solo quiero...
-Ya te he dicho que no me importa lo más mínimo que comas o te mueras de hambre.
Nellie abrió la boca para seguir insistiendo pero vio que había perdido la batalla. Asintió con tristeza.
-¿Podría al menos decirle que lo siento? ¿Que siento haberla decepcionado?
-Dudo mucho que a Bella le interese escuchar nada de lo que pueda decir una ridícula muggle...
"Ya, pero aún así, si pudiera decírselo..." suplicó. El mago sacudió la cabeza negativamente y le explicó que él no sacaría nada con aquello, solo perder el tiempo. La castaña miró a su alrededor pensado en qué podía ofrecerle a cambio de que le hiciera el favor. Nada, no tenía nada.
-Puedo cocinar para usted o limpiar o...
-Eso ya lo hace el elfo.
Nellie le aseguró que ella lo haría mucho mejor que esas criaturas, pero a él le dio igual. La muggle asintió y se rindió definitivamente. En ese momento, el mago, junto al marco de la puerta murmuró:
-Le diré que lo sientes si me das la capa.
La mujer siguió su mirada y vio semi oculta bajo su almohada la prenda que la mortífaga le había regalado, la que tenía sus iniciales y aún olía a ella. La cogió y la contempló con duda y profunda tristeza.
-¿Por qué, señor? -le preguntó con pena- Seguro que usted tiene muchas, esta está usada...
-Porque es de Bella y la magia preserva su perfume, olerá a ella. Esa chica me vuelve loco desde el colegio, pero tuvo que casarse con mi maldito hermano pequeño...
-¿Y no puede ser cualquier otra cosa? -insistió la castaña casi con lágrimas- Es el único regalo que me han hecho y...
"La capa o no hay trato" sentenció él. Nellie le miró intentando sin éxito despertar su compasión. Bajó los ojos a la prenda y la acarició por última vez. Finalmente asintió y se la tendió. Con un movimiento de varita voló hasta la mano de Rabastan que la cogió y cerró la puerta tras él. La mujer se levantó de la cama, fue al baño y se metió en la ducha a llorar. No supo cuánto rato pasó ahí rezando porque el cuñado de Bellatrix cumpliera su palabra. Cuando decidió que ya era suficiente, cerró el chorro de agua y se envolvió en una toalla. Al menos había hecho todo lo posible, como siempre.
Se miró al espejo. Las ojeras de antaño se habían difuminado y aunque su piel seguía muy pálida ya no se asemejaba a la de un enfermo como en sus tiempos en Fleet Street; seguía estando delgada pero se la veía más sana. O al menos antes de llorar. Ahora sus ojos se hallaban completamente enrojecidos, el pelo le caía empapado sobre los hombros y aún sentía los últimos estertores del llanto. Se encogió de hombros, era lo que había. Volvió al cuarto para buscar algo que ponerse.
Ahogó un grito cuando vio a Bellatrix sentada en su cama. Se miraron a los ojos en silencio durante unos segundos. "¿Por qué se la has dado?" preguntó al fin la bruja sin mostrar ninguna emoción. Nellie bajó la mirada y vio que en su regazo descansaba la dichosa capa. No quiso que creyera que había rechazado su regalo o algo así, por tanto se apresuró a responder:
-Es lo más bonito que he tenido nunca y me ha roto el corazón tener que dársela a ese hombre, pero aún me duele más haberte fallado de alguna forma. Necesitaba que supieras que lo siento, aunque me quede sin ella.
La bruja siguió observándola y asintió lentamente. No añadió nada. Y como Nellie era propensa a expresarse, siguió intentándolo.
-Yo te lo hubiese contado, no es que no me fíe de ti, pero... Si sabes como soy ya no querrás ser mi... Bueno ya no querrás estar... no querrás pasar conmigo ningún rato y me gusta cuando estás conmigo.
-No soy tu amiga, soy tu secuestradora -le recordó Bellatrix.
-Pues no lo has hecho muy bien, no tengo ningunas ganas de huir... -murmuró Nellie con una media sonrisa.
La slytherin no respondió. La castaña se fijó en que las ojeras de la bruja sí que habían aumentado y había en sus ojos un agotamiento que en absoluto se debía a la guerra. ¿Habría estado triste por su culpa? No, no podía ser, era solo una muggle estúpida... Pero era cierto que desde el primer momento la había tratado mucho mejor que a los otros prisioneros, nadie la había torturado y pasaba muchas horas con ella sin ninguna necesidad. Igual Bellatrix tampoco tenía amigos... Lo único que Nellie tenía claro era que el tiempo que le quedara ahí le gustaría poder verla.
La mortífaga sacudió la cabeza, dejó la capa en la cama y se levantó para irse. No pudo porque la muggle le cortó el paso.
-¡Espera! Déjame que te cuente mi historia y luego...
-Me has contado ya muchas historias y estoy cansada, de verdad, estoy cansada -confesó la morena con agotamiento-. Tengo ganas de que termine todo esto para poder irme a mi mansión y olvidarme del mundo.
-¡Pero en esta historia hay sangre y muertos! -se arriesgó Nellie.
Bellatrix abrió los ojos disimulando el interés. "¿Cuántos muertos?" inquirió.
-Dos o tres... -respondió la muggle.
La bruja puso los ojos en blanco, eso no era nada. "Cada día" añadió la castaña. El interés de la mortífaga resultaba ahora evidente. Suspiró y aceptó, pero le ordenó que se vistiera antes. Nellie se ruborizó al darse cuenta de que seguía con una toalla enroscada. Se puso unas bragas y el jersey de slytherin mientras Bellatrix intentaba -sin mucho éxito- desviar la mirada. Iba a sentarse en la cama cuando la morena le indicó que se peinara. "¿Cómo?" preguntó ella desconcertada.
-Así estás rara, hazte tus moños extraños de siempre.
La castaña sonrió y obedeció. Cuando estuvo lista y la mortífaga le dio el visto bueno, se sentó junto a ella en la cama. Le suplicó que no dejara de hablarle después de haber escuchado su historia, que ella solo había hecho lo necesario para sobrevivir. La slytherin le aseguró que actuaría en consecuencia de lo que le contara. Eso no tranquilizó en absoluto a su interlocutora, pero aún así empezó a hablar.
-Cuando nací, tenía dos hermanos mayores, de ocho y diez años. Mis padres hubiesen preferido que yo también fuese un chico porque siempre es más útil y fácil de emplear.
"Qué me vas a contar..." pensó Bellatrix que había cargado con decenas de prejuicios porque sus padres tuvieron tres niñas.
-No teníamos mucho dinero, pero nos apañábamos. Mi padre era cazador y vendía las piezas que cazaba a los mayoristas, mi madre limpiaba en casas de gente bien y mis hermanos trabajaban de ayudantes de diferentes comerciantes. Yo ayudaba a mi madre a limpiar desde que cumplí seis años y a veces también acompañaba a mi padre para ayudarle a llevar los trastos. También hacía recados para los vecinos y cosas así.
-No quiero resultar frívola, ¿pero cuándo empiezan los asesinatos?
-¡No seas impaciente! -protestó Nellie- Quiero que tengas el contexto para entender por qué soy como soy. Nunca le he contado esto a nadie...
-Vale, sigue.
-Bueno, cuando tenía ocho años, mis hermanos habían conseguido trabajo en una fábrica de fertilizantes y las cosas nos iban bastante bien. Yo podía ir al cole y tenía que currar menos. Una tarde volví a casa y no había nadie. Me quedé sentada en la calle esperando a que volvieran. Un chico que acababa de mudarse enfrente me vio y me ofreció esperar en su casa. Fue muy amable conmigo y acepté. Se llamaba Benjamin Barker. Me contó que sus padres también habían salido porque había habido un accidente y necesitaban ayuda. Yo no le di importancia, había hecho un amigo y estaba muy contenta. Cuando por fin volvieron mis padres me contaron que había habido una explosión en la fabrica donde trabajaban mis hermanos y ambos habían muerto.
Bellatrix no supo qué hacer. Quitando el hecho de que había conceptos muggles que no entendía, las historias trágicas solían encantarle (sobre todo cuando las causaba ella) y le hacían muchísima gracia. Pero por primera vez en su vida, sintió dolor por alguien que no era de su familia. Ella se hubiese hundido de haber perdido a sus hermanas cuando era pequeña. Como no estaba acostumbrada a ofrecer consuelo, no supo hacerlo y simplemente se quedó en silencio mirándola. Su interlocutora tampoco esperaba reacción, así que continuó:
-Desde entonces todo cambió. Me convertí en un estorbo para mis padres: era la que menos dinero conseguía y encima iba al colegio, tenían que alimentarme, conseguirme ropa porque estaba creciendo y tó eso. Nunca tuve juguetes ni nada. Iba a la Biblioteca de mi barrio y leía. Me gustaban las historias de la época victoriana en las que las chicas eran muy cultas, todo el mundo las admiraba e iban a bailes con vestidos bonitos... Yo siempre llevaba harapos de mis hermanos que me quedaban grandes. Soñaba con llevar vestidos lujosos como las protagonistas de mis novelas. Me prometí que cuando fuese mayor llevaría la ropa que me diera la gana tuviera o no dinero, estuviese pasada de moda o no. Me da igual que las vecinas me critiquen por ser gótica, una chalada o lo que sea. Sé que es una tontería, pero...
-No lo es. Te secuestré por eso -reconoció la bruja.
Nellie sonrió y asintió reconfortada. Al menos sus traumas habían servido para algo extrañamente positivo.
-Hice todo lo que pude para ayudar, faltaba mucho al cole para trabajar, así que nunca pude hacer amigos. En el barrio también llevaba mala fama por ir siempre con ropa usada y hablar mal y eso. Mi mayor alegría era pasar a jugar con mi vecino los días que tenía un hueco libre. Supongo que aunque solo era una cría me enamoré de él. Era muy guapo, un caballero, me trataba bien y...
-¿El infame Mr. Todd? -la interrumpió Bellatrix.
-¿Cómo lo has acertado? -preguntó sorprendida.
Bellatrix sonrió con amargura y suspiró.
-Yo me enamoré de un hombre que se llamaba Tom Riddle. También era un caballero muy guapo y me trataba bien.
Nellie la miró sin comprenderlo. Hasta que al rato captó el paralelismo y exclamó:
-¿¡Me quieres decir que el Señor Serpiente fue humano en algún momento!?
-¡No llames así a mi Maestro! -advirtió la morena- Pero sí, lo fue y me enseñó casi todo lo que sé. Sigue con tu historia.
-Bueno, Ben y yo éramos muy amigos. Hasta que un día fui a buscarle para ir al parque y su madre me dijo que había ido a comprar caramelos con otra niña. A mí no me gustaba ir a tiendas porque no tenía dinero para gastar. Al día siguiente me presentó a su amiga Lucy. Tenía una melena rubia, ojos azules, era como una muñequita y siempre llevaba ropa bonita. Además era muy educada, frágil y delicada y sabía hablar de muchas cosas. Salí con ellos algunas veces, pero pronto me di cuenta de que sobraba, en muchas ocasiones no entendía ni de qué hablaban. Conforme crecíamos se hicieron inseparables, se adoraban y se casaron muy jóvenes. Pero nunca dejé de estar enamorada de Ben, aunque ella era mucho más guapa que yo...
-No lo era -replicó la bruja-. La vagabunda esa que había muerta en el sótano el día que te encontré no era más guapa que tú.
La castaña se sorprendió de nuevo de que lo hubiera adivinado. Envidiaba la inteligencia de Bellatrix aún más que su belleza. Le aclaró que aún no habían llegado a esa parte, que de joven (y sobre todo estando viva) sí que era más guapa que ella. La bruja la miró burlona mientras jugueteaba con su varita.
-Se llama legilimancia, puedo meterme en tu mente y ver tus recuerdos, ver lo que me estás contando.
-¡Eso es como violarme el coco! -protestó la muggle ocultando su fascinación.
-Lo es. Pero te estoy diciendo que siempre has sido más guapa que esa rubia insípida -contestó mirándola con suficiencia.
Nellie frunció el ceño debatiendo si ese cumplido era suficiente para obviar la intrusión. Decidió que lo era de sobra y prosiguió.
-A mis dieciséis mis padres murieron por un brote de legionella y me quedé sola. Quería haber estudiado para tener más cultura y un futuro mejor, pero fue imposible. Nos endeudamos para pagar el tratamiento médico que al final no sirvió y me quitaron la casa. Tenía varios trabajos, pero no llegaba a todo... Un amigo de mis padres se ofreció a echarme una mano. Era bastante más mayor que yo, feo y no muy inteligente, pero buena persona. Nos casamos. Un matrimonio de conveniencia: él me ayudaba con los gastos y su imagen mejoraba al tener una mujer joven que le cuidaba. No nos queríamos pero había cariño y nos hacíamos compañía. Con el tiempo conseguí trabajo de ayudante en una pastelería. Resultó que se me daba bien y me gustaba. Me pagaban mejor y pude dejar mis otros curros, estaba muy contenta. Hasta que un día detuvieron a Ben y le arrestaron. El juez de nuestro distrito estaba obsesionao con Lucy desde hacía años y se inventó los cargos para librarse de él.
A la duelista la idea de un señor enamorado de la mujer de otro y acechándola durante años le recordó terriblemente a Snape. Tomó nota mental de asegurarse de que no conociera a su muggle, seguía sin fiarse de él.
-En resumen: el juez violó a Lucy, ella se zumbó y se envenenó con arsénico. No murió, se quedó trastornada y la encerraron en el psiquiátrico. Poco después, Albert, mi marido, murió de gota. No hacía otra cosa que comer y cada día estaba más gordo. Nunca le quise, estaba enamorada de otro, pero lo sentí. Cuando ahorre suficiente, compré la casa donde Ben tenía su barbería, estaba segura de que un día regresaría. Monté mi propia pastelería creyendo que me iría bien, invertí todos mis ahorros. Mi especialidad eran las empanadas de carne y me centré en eso. El problema fue que la carne era muy cara y cuando la conseguía ni siquiera sabía de qué animal... ¿Qué haces?
"Lo necesitamos" murmuró la bruja que acababa de invocar una botella con un líquido dorado oscuro y dos vasos. Los llenó ambos y le tendió uno a su compañera que lo aceptó.
-¿Qué es? -preguntó observando el alcohol burbujeante.
"Whisky de fuego. Quinientos galeones la botella, pero los vale" murmuró la mortífaga dando un sorbo. Estaba segura de que la castaña escupiría o se atragantaría, muy pocos magos eran capaces de aguantar un alcohol tan fuerte, así que una muggle menos aún. Nellie dio un trago con ganas y exclamó:
-¡Joer, está muy bueno!
Bellatrix asintió sorprendida mientras la veía seguir bebiendo. Ese whisky le resultaba fuerte hasta a Rodolphus y ahí estaba la muggle como si de agua se tratase. Pese a su voluntad, esa mujer cada vez le fascinaba más. Le pidió que continuara.
-¿Por dónde iba? Ah sí, lo de mi tienda. Adquirí fama de regentar "la peor pastelería de Londres" y no tenía un solo cliente. Vivía casi en la miseria. Hasta que un día apareció un extraño cliente. Su aspecto era chungo y sus gestos bruscos, pero aún así lo supe, supe que era él. Ahora se hacía llamar Sweeney Todd y su único propósito era vengarse del juez que le jodió la vida. Le conté que Lucy se envenenó y él entendió que estaba muerta. Se instaló encima de mi tienda, en su antigua barbería. No me pagó alquiler ni ná y yo le hacía la colada, la comida y todo... Estaba segura de que por fin era nuestro momento. Ya no era el hombre bueno que conocí en mi juventud, no quedaba nada de eso. Pero he vivido con poco, me conformo con poco. Éramos pobres, pero por fin iba a quererme, nos casaríamos y seríamos una familia.
Se calló durante unos segundos con la mirada perdida en el alcohol mágico y al rato siguió.
-Pero empezaron los problemas, como siempre... Un día apareció otro barbero que conocía su pasado y él se lo cargó. Cuando subí y vi el cadáver creí que se había vuelto loco por asesinarlo sin más, pero me contó que le había chantajeado con delatar su verdadera identidad. Eso me tranquilizó, no se había chiflao, solo se protegía.
La bruja levantó las cejas sorprendida por el liviano sentido de la moral de la muggle y le preguntó cuál fue su reacción al ver el cuerpo. Nellie abrió la boca para mentir, pero le había prometido contar la verdad así que... "Le birlé el monedero" murmuró.
-¿Le robaste el monedero a un cadáver? -inquirió la bruja incrédula.
-¡Estaba muerto, no lo iba a necesitar y yo apenas tenía para comer! -se defendió ella- Además, el muerto tenía un chaval ayudante, Toby, y como me recordó a mis hermanos, le ofrecí quedarse conmigo. Mr. T insistió en matarlo varias veces, pero no se lo permití. Cuando el juez se le escapó la primera vez que intentó vengarse, se le fue la cabeza del todo y decidió degollar a todos los hombres que subieran a afeitarse. Montó una trampilla para que los cadáveres acabaran en mi sótano.
La bruja la contempló estupefacta. El tal Sweeney le había dado mala espina desde el principio, pero tanto como para diseñar un tobogán para cadáveres...
-Por supuesto él contaba con que yo me deshiciera de ellos: les pegaba el tajo y se desentendía, el trabajo sucio me lo dejaba a mí... Pero no me importaba incinerarlos en mi horno, hubiese hecho cualquier cosa por él aunque no recibiese a cambio más que desprecios y amagos de acuchillarme -aseguró dolida-. En la situación en la que me encontraba me pareció un desperdicio...
La castaña jugueteó nerviosa con el vaso entre sus manos, esa era la parte más difícil. Decidió quitárselo cuanto antes.
-Me pareció un desperdicio desaprovechar la carne fresca siendo que mi negocio estaba arruinado. Así que empecé a utilizar los cuerpos para mis empanadas de carne. A Mr. T le pareció una idea maravillosa, nunca había estado tan contento y orgulloso de mí. Mi pastelería se convirtió de la noche a la mañana en la mejor de Londres. Pude pagar mis deudas, contratar a un exterminador para limpiar y empezar a ahorrar. Confiaba en juntar lo suficiente para comprar una casita junto al mar y mudarnos con Toby en un año o así. Y ahí todo se jodió de nuevo.
Se bebió lo que le quedaba de whisky de un trago y miró a Bellatrix de reojo. La bruja ya no sonreía, no le rellenó el vaso ni comentó nada.
-Toby descubrió lo que hacía Mr. T y me lo contó creyendo que yo era inocente. Nos queríamos mucho, yo era casi como su madre y él como mi hijo, pero no podía dejar que nos delatara. Tampoco quería que Sweeney lo matara. Le encerré en el sótano para darle la oportunidad de huir por el sistema de alcantarillas sin que Mr. T se enfadara conmigo por liberarlo. Y así lo hizo. Espero que con el dinero que le di el tiempo que estuvo conmigo haya salido adelante... Me dolió mucho hacer aquello, mi pobre Toby... -suspiró la castaña.
Se secó las lágrimas que empezaban a formarse en sus ojos y terminó el relato.
-Mr. T mató al juez, pero antes asesinó a una mendiga que se coló en su tienda. Yo grité de horror al reconocer el cadáver de Lucy en mi sótano. Él me oyó, bajó y se dio cuenta de lo que había pasado. Y el resto... el resto lo viviste. Quiso matarme en venganza por haberle ocultado la verdad y él ya no tenía motivos para vivir...
Miró a la bruja esperando alguna reacción, pero la contemplaba con el rostro impasible, incapaz de decir nada. Así que Nellie intentó justificarse una última vez.
-Ahora me doy cuenta de que fui una estúpida, pero todo lo hice por amor. Yo solo quería a alguien que me quisiera, es lo único que he deseado siempre. Sé que no habría sido como yo soñaba ni como él recordaba, pero podríamos haber sido felices. Le hubiese cuidado y le habría querido mucho, aún así... él solo intentó asesinarme y de no ser por ti...
Se secó las lágrimas otra vez. Por la pequeña ventana se veía que hacía rato había caído la noche, pero la oscuridad de fuera no era tanta como la que anegaba los ojos de Bellatrix.
-Yo mantuve la esperanza hasta el final, ¿sabes? Subía a verle y le calmaba asegurándole que si esperaba el juez acudiría. Le sugerí poner flores en su barbería para que quedará más bonita... algo barato, margaritas o quizá claveles, no sé. Intentaba encontrar un atisbo de esperanza donde no la había, donde nunca la hubo... Creí que igual, si el cuarto donde los hombres entraban a ser degollados brillaba un poco más, también nuestras pobres vidas lo harían. Pero no fue así, no hubo final feliz.
Estuvieron varios minutos en silencio. La mortífaga se bebió lo que quedaba de whisky y finalmente se levantó. Le ordenó a su prisionera que cogiera sus cosas. "¿Qué?" preguntó Nellie aterrada.
-Que cojas tus cosas, no puedes quedarte aquí -sentenció la bruja con frialdad.
La castaña se dio entonces cuenta de que la había hecho cómplice o encubridora de decenas de asesinatos. No lo había pensado antes. Pero creyó que no le importaría, eran asuntos del mundo muggle, para los magos no parecían ni una mala broma. Intentó suplicar que le permitiera quedarse, pero la mirada de la mortífaga era tan seria y salvaje, que no insistió. Ni siquiera le pidió que la dejara vestirse bien. Cogió su vestido, la capa y el libro de criaturas fantásticas y lo abrazó todo junto a su pecho con nuevas lágrimas.
-¿Podría al menos quedarme en...?
-Ya has hablado suficiente -advirtió la mortífaga.
Nellie asintió. Había confiado en poder volver al menos al sótano, ahí también había estado a gusto. Pero no emprendieron ese camino. La iba a echar y no tenía a dónde ir. ¿Qué habría sido de su casa? Seguro que encontraron los cadáveres de Mr. Todd y su mujer. Igual la culparon a ella y creían que había huido. ¡Probablemente la buscaban para encerrarla en la cárcel! No volvería a ver a Bellatrix. Rezó porque no le borrara la memoria como le había contado que hacían siempre, si al menos le quedaban los recuerdos... O quizá la mataba y terminaba de una vez.
Caminó detrás de la bruja por los oscuros pasillos con la vista fija en el suelo. Miró su capa y le alegró pensar que pese a todo, podía conservar el único regalo que le habían hecho jamás. La abrazó con más fuerza junto a su corazón y se perdió en el olor a sándalo y pachuli con toques de frambuesa.
"Ya estamos" murmuró la mortífaga. Nellie levantó la cabeza y le extrañó no ver la puerta de entrada. Estaban en un pasillo y a juzgar por las vistas desde la ventana próxima debía ser un tercer o cuarto piso. Con un movimiento de varita la puerta se abrió. Dio paso a una especie de antesala que parecía desembocar en un enorme dormitorio. No obstante, la bruja se dirigió a un lateral y abrió otra puerta. Hizo pasar a Nellie.
-Esta de aquí -indicó señalando el cuarto por el que habían entrado- es mi habitación. Y esta -dijo contemplando la habitación adjunta- será la tuya.
La muggle entendió que eran dos habitaciones independientes (cada una con su baño, vestidor y terraza) pero solo la de Bellatrix tenía salida al pasillo; la otra comunicaba con la habitación de la bruja y con nada más. Entró y miró a su alrededor con curiosidad. Aquel espacio tenía más metros que toda su casa con sótano y apartamento anexo incluidos. Estaba decorado en tonos verde oscuro y plateados y los muebles eran de una elegancia exquisita. Presidía el lugar una cama con dosel de dos metros, alfombras de diseño acolchaban el suelo, una librería repleta de volúmenes cubría una de las paredes, había también un escritorio junto al balcón y un mueble bar bien surtido. El vestidor estaba compuesto de varios armarios, un enorme zapatero e incluso estanterías para joyas; ninguno estaba vacío y absolutamente ninguna prenda parecía barata. En el cuarto de baño convivían ducha y bañera, en la segunda se podían hacer varios largos. Nellie no daba crédito, miró a la bruja sin entenderlo.
-Los días que te queden, estarás aquí. Puedes usar lo que quieras y pedirle a Ruffy lo que necesites. Solo hay una cosa que no puedes hacer, ¿adivinas el qué?
-¿Mo... molestarte con mis cosas de muggle molesta? -balbuceó sin salir de su asombro.
-¡Diez puntos para Slytherin! -exclamó la bruja con ironía.
-¿No era de Juflepuff?
-No, sin duda eres de Slytherin. Y ahora haz lo que quieras pero ni se te ocurra...
Nellie no aguantó más y la abrazó con fuerza mientras le daba las gracias una vez tras otra. La mortífaga se sintió profundamente incómoda, a pesar de lo agradable que resultaba el cuerpo de la muggle... o quizá por eso. Intentó recordar cuándo fue la última vez que le dieron un abrazo. Salvo cuando Rodolphus lo hacía en broma, ni siquiera su hermana había tenido ese gesto con ella. Intentó liberarse pero a la castaña le dio igual. Siguió estrujándola con fuerza hasta que sintió que debía liberar a su secuestradora. La morena pudo separarse por fin -ligeramente ruborizada- y se acercó a la puerta para volver a su cuarto.
-Oye, ¿a tu marido no le importará que yo esté aquí? -preguntó la castaña indecisa.
-No, Rod tiene sus propias habitaciones. Y ahora vete a dormir -ordenó-. La puerta está sellada con magia, así que ni intentes pasar a molestarme, ¿entendido?
Nellie asintió con ojos llorosos, esta vez de emoción y gratitud. Igual para muchos era solo una habitación lujosa, pero para ella significaba mucho más, todo su mundo en ese momento. Con un hilo de voz le preguntó por el motivo de aquello. La bruja se encogió de hombros y pasó a su cuarto. Justo antes de cerrar la puerta, la miró a los ojos y murmuró:
-No necesitabas flores, eras tú la que iluminabas la habitación.
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