Capítulo 43

El sábado por la mañana Bellatrix y Nellie salieron a volar. A la castaña le encantaba, era su hobby favorito. Surcar el cielo abrazada a su novia y riéndose de los pobres muggles que –de momento- vivían ajenos a la magia era mejor de lo que nunca hubiera soñado. No volvieron a casa hasta que ambas tenían ya agujetas del esfuerzo. Comieron una de las empanadas de Nellie y luego se dedicaron a otra de sus ocupaciones predilectas: dormir la siesta.

-Quiero estar así siempre, peluchín -murmuró la castaña abrazándola cuando se despertaron.

-Y yo. Cuando logremos encauzar todos los proyectos, nombraré ministro a Adrien y que se ocupen otros. Así podremos dedicar todos los días a estar juntas y hacer lo que nos dé la gana.

-Ya sabes que no hay nada que desee más, pero... ¿no te aburrirás? -murmuró Nellie sentándose sobre su cintura y cogiéndola de las manos- Tú necesitas incendiar cosas, gritar... sembrar el caos en general.

Bellatrix le besó la mano y respondió:

-Puedo seguir haciendo todo eso contigo. De hecho eres incluso peor que yo... El otro día estando tumbada en el sofá le pegaste un tiro a un gnomo del jardín. Si bien fue una proeza, casi me paras el corazón, ¡creí que nos atacaban!

-Lo siento, cielo -murmuró Nellie riendo-. Es que ese bicho se estaba burlando de mí, merecía morir. Además así comprobamos que las ventanas no eran a prueba de bala y pudimos solucionarlo.

La bruja sacudió la cabeza sin poder ocultar la sonrisa y Nellie se inclinó para besarla. Estuvieron así un rato hasta que decidieron ir a dar un paseo. Eligieron uno de los lugares favoritos de ambas: los bosques que se desplegaban al norte del pueblo. Pertenecían a la comarca y por tanto estaban libres de muggles y habitados por criaturas mágicas. A la castaña le fascinaba cada vez que veían un unicornio o cualquier otro animal. También moraban serpientes y varias especies venenosas, por tanto no solía contar con muchos visitantes. Como ambas adoraban a los reptiles, no había problema. La bruja tenía con los animales la buena mano que no tenía con los humanos (solo su cerril Voldy se le resistía). Así que se dejaban acariciar por ella e incluso lograba obtener pelos, escamas y todo tipo de fragmentos valiosos para la fabricación de pociones

-¡Hala, qué hipogrifo más raro! -exclamó la muggle al descubrir entre fresnos a una criatura con cabeza de águila.

-Es un grifo, no un hipogrifo -aclaró la morena-. Son iguales excepto porque los grifos tienen...

-Cuerpo de león y los hipogrifos de caballo -completó la castaña recodando su libro favorito.

Bellatrix asintió mientras se acercaba con cautela. El animal, que estaba sesteando, abrió un ojo al oírla acercarse. Enseguida se sacudió, se incorporó y la miró calibrando si se trataba de un enemigo. La mortífaga se detuvo, inclinó la cabeza en un gesto de respeto y permitió que la criatura se acercara y la husmeara. Cuando el grifo frotó su enorme cabeza contra ella supo que se lo había ganado. Le indicó a Nellie, que nunca había visto ninguno, que se acercase. La muggle obedeció y el animal le permitió acariciarlo también. Siempre que iban al bosque la castaña llevaba en el bolso algún alimento para dárselo a la criatura que encontraran. Lo abrió con cuidado y le ofreció la chuleta de buey que llevaba envuelta. Su nuevo amigo lo aceptó de inmediato y engulló con prontitud. En cuanto se lo terminó, empezó a golpear a Nellie con la pata.

-Quiere llevarte a dar una vuelta -le indicó Bellatrix-. ¿Te ayudo a subir?

-¡Claro! ¿Pero tú no vienes? ¡Es enorme, cabemos las dos!

-Ve tú, te espero por aquí. Esta semana florece la campanilla de invierno y necesito varias para la poción agudizadora de ingenio.

Nellie asintió. El grifo se tumbó junto a ella para que pudiera montar y subió con agilidad. El animal echó a correr y alzó el vuelo. Enseguida superaron las frondosas copas de los fresnos y desaparecieron de la vista de la bruja. Bellatrix se quedó un rato ahí parada sonriendo. Después sacudió la cabeza y comenzó a buscar las plantas que necesitaba para sus pociones. Ese lugar le recordaba al Bosque Prohibido, que siempre fue su zona favorita de Hogwarts.

Se le fue el tiempo recogiendo las plantas y semillas con gestos distraídos de su varita. Cuando se dio cuenta casi había transcurrido una hora. Miró a su alrededor. No se había alejado mucho de la zona donde habitaba el grifo, sin embargo, no había rastro de ellos. Empezó a preocuparse. Justo entonces escuchó un crujido a sus espaldas. Se giró con velocidad animal apuntando con su varita hacia la espesura. No parecía haber nadie... Sin el más mínimo temor, empleó un hechizo para despejar la maleza. Pronto comprobó que no estaba sola.

-Ah, eres tú, Pesadilla -murmuró.

Se acercó al thestral que la contemplaba. La siniestra bestia también acortó las distancias y agachó la cabeza para que le acariciara. Bellatrix sentía debilidad por aquellas criaturas y conocía a la mayoría de los que habitaban en el bosque. A muchos Nellie les había puesto incluso nombre, Pesadilla era uno de ellos. La morena extrajo de su bolso encantado un noni, también conocido como fruta del diablo. Su olor y sabor eran fuertes y desagradables, se empleaba con fines medicinales. Pero a aquellos seres mortuorios les encantaban. Se la acercó al hocico al animal que la olisqueó y la devoró al instante. La mortífaga le acarició un rato hasta que repentinamente el animal alzó la vista y se tensó. Su oído estaba mucho más desarrollado que el humano. La bruja se giró de nuevo dispuesta a atacar.

No fue necesario. El rugido que se escuchó a continuación la alertó de que el grifo estaba aterrizando. Se acercó al lugar de donde provenía el bramido y efectivamente ahí estaba. Nellie, bastante excitada por la experiencia, desmontó de un salto y corrió hacia la bruja.

-¡Ha sido alucinante! ¡Hemos volado por toda la costa y...!

Lo que siguió fue un relato de más de media hora en el que la muggle le detalló su viaje. La cogió del brazo y pasearon por el bosque un rato más. Pesadilla las acompañó un tramo pero al final hasta él se cansó del parloteo de la castaña. Bellatrix la escuchó con paciencia hasta que horas después salieron del bosque. De repente la muggle se calló y obligó a su novia a frenar en seco: había olvidado algo. La slytherin frunció el ceño. Nellie la atrajo hacia sí y comentó consternada:

-¡Había olvidado el beso de bienvenida!

A la morena no le dio tiempo a comentar que solo habían estado una hora sin verse. No obstante, no tuvo quejas. Se besaron y acariciaron durante varios minutos a la entrada del bosque que las luciérnagas empezaban a alumbrar.

-Te adoro, peluchín, cada día contigo es extraordinario. ¡Ha sido una tarde súper genial!

-Me alegro, muggle molesta -murmuró la bruja mientras le apartaba con cariño el pelo de la cara.

Realmente le ilusionaba que su novia hubiese disfrutado. En ese momento, hacía justo un año que entró en su pastelería. Fue el olor a sangre lo que la atrajo, así que de no ser por la vertiente asesina de Sweeney Todd, nunca habría conocido a Mrs. Lovett. Por esa parte le estaba agradecida al difunto barbero. "Si es que matar gente siempre trae algo positivo" pensó la bruja mientras volvían al pueblo. No expresó en voz alta su línea de pensamiento.

No habían comentado lo de su aniversario, Bellatrix no tenía claro cuándo debían celebrarlo. Cumplían un año desde que se conocieron, pero faltaba más de un mes para su primer beso y aún más para el momento en que ambas aceptaron sus sentimientos. Era nueva en la materia y no sabía manejarse bien. Le daba vergüenza preguntar y quedar mal. Además su orgullo seguía siendo notable en todos los aspectos, no quería ser la típica novia cursi y empalagosa. Así que prefirió pasar un gran día junto a Nellie sin necesidad de celebrar nada.

-¿Te apetece cenar en algún sitio?

-¡Claro! ¿Podemos ir al italiano del puerto? -preguntó ilusionada- Pero antes vamos a casa a por los peques, les encanta cuando les ponen las minialbóndigas esas.

La bruja aceptó ambas propuestas y fueron a casa a por Voldy y Sweeney. Cada uno se acomodó en el bolsillo de su dueña y se dirigieron al restaurante situado en el muelle. Se trataba de un pequeño pero acogedor local ambientado en la Toscana. Había mesitas al aire libre bajo porches de madera entre los cuales se enroscaban brillantes amapolas de invernadero. Las lamparitas mágicas que flotaban en el aire completaban la decoración. Aunque era octubre en aquella zona el clima seguía siendo cálido y muchas veces ni siquiera hacía falta la capa.

Se sentaron en una de las mesas al aire libre y pidieron sus platos favoritos. Sus bebés asomaron la cabeza en cuanto esnifaron el olor a comida. Efectivamente les sirvieron dos cuencos con pequeñas albóndigas de carne que ambos disfrutaron con avidez. En su primera visita les pusieron un solo cuenco, pero Voldy devoró ambas raciones, así que hubo que separarlos. Cuando terminaron, Nellie les limpió la carita con la servilleta y volvieron a sus bolsillos a sestear.

-Sabes -comentó la castaña rebañando la fuente de papardelle-, creí que tras lo que viví destripando cadáveres nunca volvería a comer carne picada. Me daba nauseas, incluso pensé en hacerme vegetariana. Pero parece que me da igual, ¡sigue estando deliciosa!

Bellatrix sonrió y la contempló en silencio. La adoraba más que a la magia oscura. Nellie levantó la vista, sonrió también embelesada y le cogió la mano sobre la mesa. Eran unas asesinas sin escrúpulos ni conciencia, pero se querían con más fuerza que la gravedad. Cuando terminaron fueron a dar su acostumbrado paseo nocturno por la orilla del mar.

La duelista se sentó en la arena y contempló la luna llena que se reflejaba sobre el mar en calma. Le parecía una imagen muy romántica: en todas partes del mundo mágico, en ese momento, habría hombres-lobo desgarrando su propia piel al transformarse. ¿Qué podía haber más hermoso que esas criaturas inmundas desollándose? Por su parte, Nellie correteaba por la orilla jugando a perseguir a su escarbato. "¡Ven aquí, devuélvemelas!" escuchó gritar a la muggle. No parecía que su hijo le hiciera caso. Al rato se rindió y volvió junto a la bruja jadeando por el esfuerzo.

-Cielo, ¿puedes atrapar a Sweeney? Me ha robado las llaves. Cree que estamos jugando y no me las devuelve. Me da miedo que las pierda.

La morena chasqueó la lengua al ver interrumpida su fantasía de torturar hombres-lobo, pero se levantó. En el fondo le alegró aquel acto de rebeldía: a ver si por fin el suyo pasaba a ser el escarbato bueno. Lo extrajo del bolsillo y se lo entregó a Nellie:

-Vigila a este delincuente mientras atrapo al tuyo.

La muggle asintió sonriente y acogió a Voldy entre sus brazos. La slytherin oteó el panorama y distinguió a Sweeney cavando una madriguera en la arena varios metros más allá. En cuanto detectó que se acercaba, el pequeño animal abandonó el proyecto y echó a correr de nuevo. Bellatrix Black no pensaba perseguir a nadie. Sacó su varita y murmuró: "Arresto momentum". El hechizo ralentizador alcanzó al sorprendido escarbato. Con otro giro de su arma, Sweeney voló hacia ella a cámara lenta. Lo atrapó sin problemas y volvió junto a Nellie. "Vamos a ver, ladronzuelo" murmuró la bruja introduciendo dos dedos con cuidado en la bolsa del animal.

-Ah, aquí están...

Extrajo con cuidado lo que creía que eran las llaves de Nellie. No lo eran. Se trataba de un pequeño estuche de piel negro. "¿Qué es esto?" preguntó desconcertada. Si bien en Voldy era habitual encontrar todo tipo de objetos extraños que sustraía, en su hermano resultaba poco frecuente. La muggle se encogió de hombros y el escarbato la miró con interés. Abrió la cajita. Dentro había un anillo de oro blanco en forma de serpiente engastado con un centenar de diamantes. Era la joya más bonita que había visto nunca. ¿Cómo diablos había llegado eso hasta Sweeney? Levantó la vista y miró a su novia con los ojos como bludgers. Nellie sonrió por fin y mirándola con cariño le dijo:

-Hoy hace un año que nos conocimos y desde entonces no me imagino mi vida sin ti. El primer día me salvaste la vida y me curaste... y apreciaste sinceramente mi ropa interior, lo cual agradecí mucho. Ese día aún sin saberlo me enamoré de ti. Cuando un mes después asesinamos juntas a magos y muggles sin hacer distinciones supe que tenías que ser tú y nadie más. Sé que no soy bruja, pero te quiero muchísimo, te cuidaré siempre, te cantaré cuando tengas pesadillas y jamás dejaré de recordarte la importancia de ducharnos juntas para ahorrar agua. Así que ¿podrías casarte conmigo? ¡Por fi, por fi!

Bellatrix abrió y cerró la boca varias veces sin acertar a decir nada. Desde luego no contaba con eso. No fue consciente de cuándo cayó la primera lágrima, pero las siguientes acudieron raudas. Como no respondía, Nellie empezó a ponerse nerviosa. Notaba que le pasaba algo pero no entendía qué. Así que se justificó:

-Sé que te dije que quería esperar, pero es que me hacía mucha ilusión pedírtelo yo. Se lo conté a Mr. Rod hace unas semanas y me acompañó a la joyería para elegir el anillo y todo eso. También me prometió que intentaría detenerte si se te ocurría lo mismo a ti. Pero como con la ley esa que ya hemos aprobado nadie se enterará de que soy muggle... Bueno, creí que... Pero vamos, que si no quieres ahora o es más seguro esperar no hay ningún problema. No tiene porque ser este año, ni el siguiente...

Nada. La slytherin seguía completamente paralizada con la caja todavía entre las manos. La muggle la miró con preocupación:

-Cielo, di algo, lo que sea, por favor...

La mortífaga pareció reaccionar mínimamente. Sacudió la cabeza como para centrarse y lo único que fue capaz de murmurar fue:

-Voldy...

Nellie frunció el ceño sin comprenderlo. Miró al escarbato que aún sostenía entre sus manos para ver si le pasaba algo, pero se le veía tan espabilado como de costumbre. Cuando el animal se sintió observado, introdujo ambas manitas en su bolsa. Con expresión de dificultad, extrajo algo de dentro y se lo tendió a la muggle con sus pequeños brazos. A Nellie le extrañó mucho: Voldy robaba cosas, pero jamás las devolvía. Aceptó el objeto y se dio cuenta de que se trataba de un estuche de la misma joyería que el de Bellatrix. Con manos temblorosas lo abrió. Contenía un anillo de oro rosa en forma de camelia decorado con decenas de diamantes y un solitario central. Nunca hubiese imaginado que existiera una joya tan preciosa y deslumbrante.

-Llevamos semanas ensayando -susurró la bruja mientras le acariciaba la cabecita a Voldy-. Había preparado un discurso, pero estoy nerviosa y... no recuerdo nada... -añadió avergonzada.

Nellie no respondió porque había pasado a ser ella la que lloraba. No es que las dos desearan casarse, es que habían elegido el mismo día, la misma joyería e incluso la misma forma de declararse. Bellatrix había entrenado al incorregible Voldy para que se lo entregara porque sabía que eso le haría aún más ilusión. Parecía imposible ser tan feliz. La morena se tranquilizó un poco y añadió:

-Sé que Rod y tú me dijisteis que todavía no, pero la verdad es que lo compré hace meses. Cuando lo vi me recordó a ti pero pensé que mejor esperar a cumplir un año. Ya había esperado mucho y tenía la esperanza de que cambiaras de opinión... Te lo iba a pedir ahora, pero estabas ocupada persiguiendo a Sweeney y...

No pudo seguir porque Nellie la abrazó sin dejar de llorar de emoción. Le susurró que la quería en medio del llanto y continuaron en esa posición varios minutos. Cuando finalmente se tranquilizaron, se sentaron en la arena con sus peques jugando a su alrededor. Bellatrix le tendió la cajita a la muggle y susurró sonriente: "Pónmelo". Con dedos temblorosos Nellie extrajo la serpiente de diamantes y se la colocó a su novia en el dedo anular. La morena sabía que aquella joya le habría costado prácticamente todos los sueldos que había ganado durante los meses que llevaba trabajando. Y al verlo destellar en su mano, la temida líder suprema del mundo mágico volvió a llorar. Nellie la besó sin importarle el sabor salado de sus lágrimas. Cuando se calmó un poco, la bruja le puso su anillo.

-¿Por qué te recordó a mí? -preguntó la muggle absorta en la exquisita joya.

Bellatrix puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza, sabía que la muggle conocía la respuesta. Pero aún así, susurró en su oído:

-Para que recuerdes siempre que no necesitas flores, tú iluminas cualquier lugar.

"Te quiero, peluchín" murmuró la muggle volviéndola a besar. La slytherin le acarició la espalda mientras Nellie introducía la mano bajo su blusa.

-Vamos a casa y lo celebramos como merece.

-¿No podemos celebrarlo aquí mismo? -preguntó la muggle bastante ansiosa.

-No, no quiero que nuestros hijos lo presencien, igual les generamos un trauma...

Nellie rió pero estuvo de acuerdo. Recogieron a sus escarbatos y volvieron a casa. En cuanto acostaron a los peques celebraron su compromiso durante largas horas de todas las formas que se les ocurrió. Hasta que de madrugada, con una capa de sudor y jadeando, la castaña exclamó de pronto: "¡Eh, no me has contestado!". Bellatrix, con una sonrisa de estúpida satisfacción e incapaz de sentir varias partes de su cuerpo, le preguntó a qué se refería. Resultó que con la emoción de la declaración doble no había respondido a la pregunta. Así que en un último esfuerzo, se giró hacia la castaña, la atrajo hacia sí y le susurró: "Sí, sí, ¡claro que sí! No hay nada que desee más que casarme contigo". Nellie sonrió satisfecha.

El domingo por la mañana estaban demasiado cansadas para salir de la cama, así que lo dedicaron a planear cosas sin moverse. Tendrían la boda íntima junto al mar con la que Nellie había soñado desde pequeña. Como Jefe Supremo del Wizengamot, Rabastan tenía potestad para oficiar la ceremonia, así todo quedaría en familia. Podrían hacerlo la semana siguiente, ambas deseaban oficializar su relación cuanto antes. Respecto a la luna de miel, Bellatrix le dijo a su novia que eligiera el lugar que quisiera, a ella le daba igual. Nellie frunció los labios meditándolo:

-Yo siempre había querido viajar porque no había visto nada... Pero ya estuvimos en París y ahora vivimos en el sitio más bonito del mundo, cualquier otro será feo en comparación. Así que no sé...

-Da igual uno que otro, Nell, la situación será la misma: iremos al hotel mágico más exclusivo que haya y no saldremos de la cama en toda la semana.

-Uy, ¡eso también podemos hacerlo aquí! -exclamó la muggle entusiasmada- ¿A ti se te ocurre algo?

-Querías ver dragones... -murmuró la bruja meditándolo- En Canadá está el Santuario más grande del mundo. En esta época hará mucho frío, pero así volvemos aquí con más ganas.

-¡Perfecto! -respondió la castaña emocionada- ¿Pero cómo es el santuario ese? ¿Los dragones están libres y pasan volando para que los veamos por la ventana? Porque si para verlos tenemos que salir de la cama, paso. Tú eres un espectáculo mucho mejor.

La bruja rió y volvió a besarla. "Te quiero, maldita y adorable muggle molesta" murmuró mientras le mordisqueaba el lóbulo. En ese punto decidieron seguir ensayando para la luna de miel.

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