Capítulo 42
Las semanas siguientes la tensión de sus vidas se redujo. Como habían logrado aprobar su plan para revelar la magia, el ambiente en el Ministerio resultaba más optimista y triunfante. El poder de Bellatrix aumentaba cada día. La noticia de cómo una sola bruja había convencido al mundo entero de dar ese paso había corrido por la comunidad mágica como una snitch. Nadie dudaba de que en la próxima reunión del Consejo Mundial de Magia -el organismo más poderoso que tomaba las grandes decisiones- no solo la propondrían como miembro sino también como presidenta. Por supuesto la afectada contaba con ello.
Aún así seguían centrados en continuar por esa vía y trabajaban en pulir las propuestas para la apertura al mundo muggle. Y en eso estaba Bellatrix esa mañana cuando alguien llamó a su puerta y entró sin esperar respuesta. Solo una persona hacía eso.
-Te traigo un café, preciosa.
-¿Lleva...?
-Dos dedos de whisky, como a ti te gusta -se adelantó Rodolphus sentándose frente a ella.
-Gracias, Rod -murmuró la morena aceptado la bebida.
-Veo que has vuelto a castigar a Voldy -murmuró el mago al ver al escarbato encarcelado entre cubiletes guarda-plumas.
Bellatrix asintió. Le contó que su hijo se había enganchado al botón dorado de la capa de la jueza suprema del Alto Tribunal de Bruselas. A la visitante le había parecido adorable y no lo frenó. Así que logró arrancar el botón y desgarrar toda la capa. Por supuesto Bellatrix lo había arreglado con su varita, pero la vergüenza la había pasado igual. Así que de nuevo, Voldy había sido encerrado para reflexionar sobre su comportamiento. La mortífaga había probado una poción para que le saliera un remolino de pelo como a su hermano y darle el cambiazo a Nellie. Pero no funcionó, Voldy era un traidor que siempre volvía con ella. Había que quererlo con sus defectos, igual que a su difunto tocayo.
-¿Qué tal fue ayer la comida con Andy?
Desde que vivían en casas diferentes Rodolphus pasaba menos tiempo con su exmujer y la echaba de menos. Siempre que podía desayunaba con ellas, pero ahora era un hombre casado y sospechaba que a su marido no le hacía gracia que anduviera mendigando comida por otras casas. O quizá era porque solía tirarle los trastos a la pastelera, no estaba claro. Así que aprovechaba los descansos para pasar un rato con ella.
-Bien, fue sorprendentemente bien. Es un poco raro... -murmuró Bellatrix- Pero tampoco hemos cambiado tanto. Ella prácticamente no ha hecho nada salvo criar a sus hijos durante estos veinte años y yo domino el mundo. Y ya. Se cuenta rápido. No hubo mucha conversación, pero tampoco fue muy incómodo.
-Muy bien, poco a poco. ¿La has vuelto a incluir en el tapiz?
-Sí. A ella y a sus dos críos. A Nymphadora no le ha hecho gracia que se sepa que su padre es su tío, pero bah, tampoco ha habido mucho problema. Ya sabes cómo son nuestras familias...
-Lo sé. Me da un poco de pena esa chica, no sé si va a poder volver a metamorfosearse alguna vez. Desde el tercer día en Azkaban no ha podido cambiar ni el color de su pelo. Me ha contado que cuando es infeliz deja de controlarlo, le pasó cuando la rechazó el hombre-lobo y...
-¿Por qué te lo ha contado? ¿Ahora sois amigos? -inquirió la bruja con cierta inquina en su voz.
-No -respondió Rodolphus encogiéndose de hombros-, simplemente me lo ha contado. Le gusta hablar y creo que le es más fácil conmigo porque he estado dos veces en Azkaban, sé de lo que habla. Tengo una reunión semanal con ella para asegurarme de que no se va de la cabeza como tantos otros. Es buena auror, sobre todo con la magia defensiva. Es una Black al fin y al cabo.
"Genial, ahora es tu Black favorita" murmuró la bruja ignorándolo y centrándose en los documentos que tenía delante. El mago alzó las cejas sorprendido. Se levantó, rodeó la mesa y se arrodilló frente al sillón del escritorio de la bruja. La cogió de las manos y la obligó a mirarle.
-Tú siempre serás mi Black favorita, mi bruja favorita y mi hermana favorita.
Bellatrix frunció el ceño y le dedicó un mohín de enfado. "No es verdad, ya casi no nos vemos" murmuró enfurruñada. Rodolphus no pudo evitar sonreír. La obligó a levantarse, ocupó su sitio y la sentó sobre su regazo. La bruja apoyó la cabeza en su hombro y él la abrazó con cariño. Le explicó que ahora cada uno tenía su hogar y su pareja y no podían verse tanto, pero eso no quitaba que siguiera adorándola. A la slytherin le dio igual.
-Ya ni siquiera vienes a robarnos el desayuno -protestó ella-. Si Dolohov ha aniquilado hasta tu amor por la comida no me gusta para ti. Divórciate.
-Podría terminar el mundo con cien bombas nucleares de esas y lo único que sobreviviría sería mi amor por la comida, querida -bromeó él mientras le acariciaba la melena-. Pero tú también tienes a Eleanor, pasáis todo el día juntas, ya no me necesitas.
-Sí, quiero mucho a Nell, es mi mundo y quiero estar con ella siempre. Pero aparte de ella, tú eres toda la familia que me queda (la de verdad, no como mi reaparecida hermana a la que simplemente tolero). Ya nadie me toma el pelo con mudarnos a una granja en el campo y extrañamente echo de menos lo molesto e imbécil que puedes llegar a ser.
-¡Oooh! -exclamó el mago emocionado- ¡Eso es lo más bonito que me has dicho nunca!
Su exmujer simplemente profirió un gruñido de protesta.
-Mira, los domingos Dol queda con sus amigos a comer y luego van al quidditch. Yo le acompaño a veces, pero tampoco me emociona. ¿Qué te parece si a partir de ahora paso de ellos y quedo contigo? Podemos comer donde quieras y pasar la tarde juntos. Y llevarnos a Eleanor también. ¿Te apetece?
La bruja asintió más animada.
-Quedamos así entonces. Y ya que estaremos los tres y hablando de planes divertidos... y contando con que debemos vengarnos de Dol porque por su culpa te veo menos... Creo que en determinando momento podríamos conocernos en un sentido más íntimo y...
-Vale, ya está. Ya has propuesto hacer un trío, he recuperado a mi marido -sentenció la bruja.
Rodolphus rió y no añadió nada. No pensaba rendirse nunca. Siguieron en silencio en esa posición durante unos minutos. El mago ojeó los documentos que descansaban sobre el escritorio de la bruja. Casi todo era relativo al plan de apertura al mundo muggle. Aunque él no trabajaba en ello, estaba bastante al día: seguía quedando con Nellie para cotillear y ella le contaba cómo avanzaba el asunto.
-Mira -murmuró la bruja incorporándose un poco pero sin moverse de su regazo.
Con un gesto de su varita, uno de los documentos voló hasta su mano. Lo revisó unos segundos y se lo tendió al mortífago para que lo leyese.
Rodolphus lo observó con interés. Era un apartado de una de las leyes que acababan de tramitar para ir preparando el terreno. Ese punto establecía que a los muggles procedentes de familias en las que nunca había habido ningún mago se los consideraría de sangre pura ("puramente muggle, pero pura, al fin y al cabo").
-Lleva tanto tiempo bromeando con eso que al final se lo he concedido -comentó Bellatrix sonriente.
-Es buena idea. Pero ¿cómo funciona? ¿En la práctica afecta a algo?
-No, es más bien simbólico, como un gesto de respeto hacia ellos. Y así relacionarnos con ellos no nos convertirá en traidores de sangre, porque aunque sean de segunda clase, siguen siendo puros en cierta manera. En realidad en la práctica no afecta a nada, solo que...
-Solo que tú y Eleanor podréis casaros sin que afecte a tu estatus -completó Rodolphus-. Es brillante, Belle.
-Sí, yo creo que valdrá con esto. Obviamente el matrimonio tendrá que ser en secreto para que nadie comente. Pero al tratarse de una ley vinculante y sellada con magia, los tapices familiares y libros que documentan los cambios en los Sagrados Veintiocho no me considerarán una traidora. Claro que si tuviéramos hijos serían mestizos, pero no hay problema, eso jamás pasará; de sobra tenemos con estos dos... -murmuró mirando a Voldy que intentaba trepar por un cubo para escapar de su prisión.
-Me parece muy bien. Así dentro de unos años podéis...
-¿Cómo que dentro de unos años? Se lo quiero pedir ya. Este sábado hará un año que la secuestré, creo que es una buena fecha.
-Belle, no te lo tomes a mal, pero creo que sería mejor que esperaras un poco. Solo lleváis unos meses como pareja y...
-¿Y eso qué más da? Hace tiempo que sé que quiero pasar con ella el resto de mi vida. Ella siempre ha querido casarse y tener una familia de forma oficial, así que voy a concedérselo. Haremos una boda sencilla junto al mar, solo nosotras y...
-No es eso, preciosa. Mira, yo... Hablé con Eleanor de esto... Ella quiere casarse pero más a largo plazo. Por supuesto que te quiere de forma absoluta y desea que seas su familia, pero le da miedo que las cosas cambien. Ahora estáis de maravilla, vivís una luna de miel continua y parece que no, pero el matrimonio realmente cambia las cosas.
-¿Eso te lo ha dicho ella? -respondió Bellatrix intentado ocultar la tristeza.
-Sí... Se dio cuenta de que Dol y yo no habíamos discutido hasta que decidimos casarnos y tuvimos la horrible pelea esa. Además le da miedo que descubran que estás casada con una muggle y afecte a tu reputación. Sé que no pasará porque podrás manejarlo como hasta ahora, pero entiende que ella se preocupa por ti y quiere protegerte.
-Entonces no quiere casarse conmigo... -susurró la bruja conteniendo las lágrimas- Con Mr. Todd sí que quería.
-¡No, mi vida, no te pongas triste otra vez, por favor! -suplicó Rodolphus abrazándola de nuevo- Por supuesto que quiere casarse contigo, solo que prefiere esperar unos pocos años a que todo se estabilice. ¡Pero por el amor de Merlín, claro que te quiere! Te quiere tanto que siempre que la veo me sigue pidiendo que le cuente anécdotas de tu época en el colegio o cualquier cosa tuya. Te quiere más que nada, ¿a que eso lo sabes?
Bellatrix asintió con lentitud.
-Entonces ya está, no le des más vueltas. Háblalo con ella y verás cómo te sientes mejor. Ahora tengo que volver al trabajo porque mi departamento no funciona sin mí (al igual que el mundo entero), pero no me puedo ir si tú estás triste. Así que sonríeme para que me vaya feliz.
Bellatrix le miró e intentó forzar una sonrisa, pero sus músculos faciales no respondieron. Rodolphus le acarició la mejilla. Después alargó el brazo y liberó a Voldy de su confinamiento. La morena protestó, aún no había reflexionado lo suficiente. De inmediato el escarbato trepó por el vestido de la bruja y se agarró a su colgante.
-Míralo, ¡mira cómo te quiere! ¿Ves cómo sois una familia? Aquí tienes a tu hijo rebelde, es igual que tú a su edad.
La mortífaga mostró por fin una débil sonrisa mientras acariciaba al animal. Se levantó para liberar a su exmarido y le acompañó a la puerta. Antes de salir, Rodolphus la besó en la mejilla y comentó sonriente: "Somos una familia y no necesitamos ningún documento que lo acredite. Solo hay una cosa que podría unirnos más: un bonito y elegante trío, mi marido no tiene porqué enterarse, no quiero compartiros, así que...". Cuando vio que su exmujer sacaba la varita para lanzarle una maldición, supo que había recuperado su estado anímico y se marchó satisfecho.
La semana transcurrió sin más incidentes. Bellatrix reunió valor para preguntarle a Nellie sutilmente si deseaba casarse pronto. La castaña le respondió que no había prisa, mejor que la apertura al mundo muggle estuviera más desarrollada para que la acogieran mejor. La bruja asintió y no objetó.
El viernes, como cada semana, Dolohov y Rodolphus fueron a cenar a su casa. De nuevo Rabastan no acudió porque tenía una cita con alguna amante. No lo necesitaron para disfrutar de la compañía. El pequeño de los Lestrange no solía intervenir mucho en la conversación: cada palabra era un bocado que perdía, no podía permitírselo. De vez en cuando Nellie contemplaba fascinada los abdominales que se marcaban bajo su camisa, ¡¿cómo era posible comiendo tanto?! En lo que sí intervino Rodolphus fue en las cábalas que estaban haciendo su marido y su exmujer sobre la nueva pareja de su hermano. Nellie y él llevaban días investigando el caso como buenos cotillas profesionales y tenían sus sospechas.
La muggle le preguntó a su novia qué tal le había ido con su hermana. Bellatrix frunció el ceño y aclaró que esa semana no habían quedado.
-Pero si me la he cruzado esta mañana en el Ministerio... No me ha saludado, parecía ir con prisas -murmuró la castaña-. He dado por hecho que había quedado contigo.
-No... Conmigo no...
-Yo la he visto también, creo que iba hacia la sala del Wizengamot –comentó Dolohov.
Nellie y Rodolphus se miraron con una sonrisa victoriosa. Sabían de sobra quién trabajaba en esa sala. ¡Otro caso resuelto! Sus respectivas parejas fruncieron el ceño sin entender qué pasaba. El mago se lo explicó:
-Eleanor y yo llevamos unos días investigando... en nuestros ratos libres, por supuesto...
-Y no por cotillas sino porque nos preocupa la familia... -añadió la muggle.
-Exacto. Y buenas noticias, Belle, ¡mi hermano se está tirando a tu hermana! O al revés, para que suene menos machista... Sospechamos que van en serio, porque Rab nunca trata nada con este secretismo. Además ha dejado de ver a sus amantes fijas. Es evidente que siguieron tu consejo de salir juntos.
Bellatrix reflexionó en silencio. Todo empezó a encajar: su hermana parecía más animada y ocupada las últimas semanas. Además tenía la sensación de que quería confesarle algo pero no lograba reunir valor. Por otro lado, recordaba que en la época escolar acudieron juntos al baile de Navidad en alguna ocasión y ella y Rodolphus siempre sospecharon que había algo más. Dedicó unos minutos a decidir qué opinaba de aquello. Hasta que Rodolphus y ella se dieron cuenta de algo y se miraron con una sonrisa.
-¡La descendencia de nuestras familias está garantizada! -exclamó la bruja satisfecha.
-¡Y va a ser más numerosa que las canas de McGonagall! -se unió Rodolphus chocando los cinco con su exmujer.
-Pero si están empezando... -murmuró Dolohov- No creo que...
-Por favor, mi hermana tiene una facilidad para quedarse preñada alucinante... -murmuró Bellatrix- Y Rab siempre está dispuesto a poner los medios para ello. Así que los Black y los Lestrange se multiplicarán sin necesidad de que movamos un dedo. Fíjate, Rod, lo que tú y yo nunca estuvimos dispuestos a hacer ni por la gloria de nuestra estirpe nos lo van a solucionar estos.
-Solo había que tener paciencia, querida, somos unos genios -sentenció Rodolphus-. Saca el champán que vamos a celebrarlo sin ellos.
Tras el brindis fueron a dar un paseo por la playa y así transcurrió la velada entre alcohol, risas y cotilleos. Eran, sin duda, una familia.
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