Capítulo 37

Tras una pausa que duró varios minutos, Bellatrix respondió por fin:

-Vale, reconozco que eso le da a tu cría un poco más de utilidad, pero eso no quita que procreara con un hombre-lobo y...

-Eso no es todo -la cortó la castaña-. Sirius y yo seguimos viéndonos y...

-Por favor, resume, no me des más datos vomitivos.

-Teddy también es hijo mío. Soy muy joven para ser abuela.

Bellatrix la miró parpadeando varias veces. ¡¿Pero qué clase de ninfómana incestuosa era su hermana?!

-Fue la mañana del día en que Sirius murió, el día en que lo... mataste. Ted estaba investigando lo de la profecía y como nuestra casa tenía menos protecciones, para no estar sola, pasé esas semanas en Grimmauld. Amo a mi hijo, pero no fue una concepción muy feliz: yo lo hice pensando en fastidiar a mi marido y Sirius lo hizo pensando en... Bueno, digamos que en el momento clave el nombre que gritó fue "Bella".

La mortífaga estaba completamente lívida, sentía que iba a vomitar. Ni siquiera pudo preguntarle a su hermana qué había hecho después. No hizo falta, ella estaba deseando terminar el relato y quitárselo de encima.

-Esa vez fue peor: hacía meses que mi marido y yo no teníamos relaciones, no lo podía pasar por suyo. Pero tampoco quería darle el disgusto... Ni, sinceramente, humillarme así: me había acostado con mi primo y me había quedado preñada como una adolescente estúpida... otra vez. Además afectaría a Dora. Empezarían a cuestionarse su caso y atarían cabos. Así que utilicé los hechizos que aprendí en mi juventud para ocultar el embarazo. Apenas hizo falta porque tardó meses en notarse y Ted pasaba semanas fuera en diferentes misiones. A mi hija obviamente no logré ocultárselo y se lo tuve que confesar.

-¿Dedujo quién era su padre?

-Así es. Me odió durante unos meses. Finalmente como yo renuncié a todo para criarla, decidió ayudarme y fingió estar embarazada ella. Se lo contó a su marido (al que nunca soporté) y para preservar la memoria de su difunto amigo, aceptó también. Por eso lo crié yo y Dora trabajó sin preocupaciones. Y por eso a Lupin no le importaba dejar a Dora e irse de misiones: el niño no era suyo.

Bellatrix no sabía qué decir ni qué preguntar. Al principio creyó que era una broma, pero nadie se inventaría nada tan grotesco. Además encajaba con las cosas que le había contado Nellie de su estancia en Grimmauld: Teddy no se parecía en absoluto a sus padres, tenía el pelo oscuro y los ojos azul grisáceo (como los tuvo Sirius) y sus presuntos progenitores apenas pasaban rato con él. También le contó que cuando lo acunaba Nymphadora lloraba, pero se calmaba cuando lo cogía ella: Nellie se parecía a Bellatrix y a Andrómeda más que Tonks. Todo encajaba. Decidió empezar por uno de los datos menores:

-¿Y no se te ocurrió cuando te tiraste al chucho usar protección? Y más teniendo en cuenta que ya habíais triunfado una vez...

-La primera vez no. Éramos unos críos y estábamos muy borrachos. La segunda solo estábamos muy borrachos. Me bebí lo que creí que era una poción anticonceptiva pero... Era la poción matalobos de Lupin, ya sabes que ambas son de color azul oscuro. Nos dimos cuenta tarde.

A esas alturas a la mortífaga ya no la sorprendía nada.

-¿Sirius se enteró de que la cría es suya?

-No. No se enteró o no quiso enterarse. Yo le aseguré que era de Ted y que así tenía que ser. Captó la pista y nunca se inmiscuyó (hubiera sido un padre horrible, es evidente), pero aún así siempre se preocupó por Dora.

Hubo unos segundos de silencio hasta que Bellatrix suspiró con agotamiento:

-¿Y qué pretendes que haga yo con esto?

-Que liberes a mi hija, lleva meses en Azkaban y nadie de sangre pura es enviado allí. No solo es una Black, también es muy buena auror, déjala recuperar su trabajo, puede ayudarte. Además, la piltrafa que eligió por marido murió en la guerra; le hice prometer que si eso no funcionaba buscaría a alguien de sangre pura. Es rebelde, pero me aseguraré de que sea así. Por supuesto a Teddy lo estoy criando con los ideales de nuestra familia, no tendré que neutralizar la influencia de su padre como en el caso de Dora. Deja a mi hija en libertad vigilada, por favor, haré lo que quieras a cambio. Y necesito pedirte otra cosa...

-¡Hombre, claro que sí! ¡Barra libre, adelante! –ironizó la mortífaga.

-Quiero recuperar a mi hija, pero también a mi hermana. A ti, Bella. También echo de menos a Narcissa, pero acepto que ya no hay posibilidad, y además siempre te preferí a ti. Sé que no será rápido ni sencillo, pero necesito tenerte en mi vida, necesito a mi hermana mayor.

-¿Pretendes que crea que después de que matara a tu... amante/primo/mascota y de que haya enviado a tu hija a Azkaban ahora quieres hacer las paces? No vas a apuñalarme por la espalda. Olvida cualquier plan para traicionarme que hayáis tramado para quitarme el poder porque no va a funcionar.

-Es verdad que me han sugerido planes así, pero te aseguro que no es mi intención. Obviamente te odié cuando hiciste esas cosas, pero no borraron el pasado. Nunca olvidaré tu primer crucio... Tenía once años y papá iba a pegarme por no haber sacado todo Extraordinarios. No dudaste ni te tembló la mano. Desde entonces se lo pensó antes de hacerme daño si estabas tú. Y como esa hubo mil situaciones en las que me protegiste. Por eso, tanto a Sirius como a Dora les pedí, les supliqué desde el principio que no se enfrentaran a ti. Les imploré que no fueran aquella noche al Departamento de Misterios y no me hicieron caso. Sirius estaba loco por ti, pero también ansiaba matarte por las decisiones que tomaste, así que eligió su destino.

-Ahora entiendo por qué me provocó tanto y murió con una sonrisa... Te lo habías follado bien esa mañana.

Pese a lo cruel de la sentencia, Andrómeda echaba de menos el humor macabro de su hermana. Así que se rió sin poder evitarlo. Bellatrix dibujó una sonrisa pero enseguida la borró.

-No fui a la guerra porque no quería enfrentarme a ti, jamás sería capaz y por esa misma razón nunca me uní a la Orden. Además, en la batalla final, cuando tuviste oportunidad de matar a mi hija, le perdonaste la vida y me contaron que a Hermione también y...

-No fue por decisión mía.

Ese dato hizo dudar a la más joven. Había oído rumores de que alguien en la guerra salvó a su hermana de Molly Weasley. Como apenas había habido supervivientes de su círculo nadie se lo pudo confirmar. No obstante, decidió que daba igual: Bellatrix le había perdonado la vida a su hija, necesitaba agarrarse a eso.

-El resultado es el mismo. Podemos, simplemente, empezar de nuevo, ¿no crees? Todo ha cambiado, eres la bruja más poderosa del país; yo he vivido una vida miserable pero nunca he dejado de quererte. Estoy cansada de todo. Podría ayudarte, daríamos la imagen de que los Black siguen siendo una gran familia que seguirá creciendo. Te lo pido de verdad, métete en mi mente y...

-¿Qué quieres, que vea la imagen de ti y tu primo fornicando como animales? No, gracias -respondió la morena con repugnancia-. ¿Cómo sé que tu hija va a obedecerte? ¿Cómo sé que no intentará matarme o boicotear mi causa?

-Se lo pediré, lo hará por mí. Le diré que te he prometido que a cambio de perdonarle la vida nos comportaremos. Y lo hará por protegernos a mí y a su hermano. Ella también lo ha perdido todo, solo le quedamos nosotros. Además lleva meses en Azkaban, cualquier cosa le valdrá.

Hubo más segundos de reflexión.

-¿Por qué no viniste antes con esta historia? –inquirió Bellatrix- Entiendo que no lo hicieras cuando estaba Voldemort, él no te hubiera permitido abrir la boca, pero llevo meses al mando.

-Lo intenté, estuve en la entrada un par de veces, pero me daba miedo, la verdad. Me jugaba demasiado: si no hacía nada, Dora seguía en Azkaban, pero al menos estaba viva. Sabía que viniendo aquí, me arriesgaba... me arriesgo a que acabes con nosotras. Así que preferí esperar a tener esto por si querías pruebas. Ya sabes que hasta que el niño cumple dos años no pueden hacerse las pruebas de paternidad mágica.

La más joven extrajo de su bolso unos documentos oficiales con el sello de la planta de natalidad de San Mungo. El primero se veía bastante antiguo y los datos corroboraban que Andrómeda y Sirius Black eran los padres de Nymphadora. El segundo informe, mucho más moderno, confirmaba lo mismo de Teddy.

-Puedo ponerles sus verdaderos apellidos en el Ministerio, no lo he hecho porque obviamente para eso tenía que venir aquí y...

Bellatrix asintió y recapacitó en silencio. Notaba la sinceridad en el discurso de su hermana, el hartazgo de su vida de privaciones y sinsentidos. Sabía que era cierto que de pequeña la adoraba, siempre fue mutuo. Y su propuesta no era nada despreciable: suponía la continuidad de la línea de los Black que de lo contrario moriría con ella. Por último, una pequeña parte de ella también añoraba a la que fue su única amiga durante su infancia. Así que finalmente sentenció:

-Haz el juramento inquebrantable. Júrame que ni tú ni tus hijos ni nadie que tu conozcas hará nada en contra de mí y que serviréis a mi causa. Hazlo y mañana tienes aquí a tu incestuosa hija.

-Por supuesto -se apresuró a responder la castaña-. Pero necesitamos un testigo...

"Eso no será problema" murmuró la bruja. Con un movimiento de su varita, la puerta del despacho se abrió. Rodolphus y Nellie prácticamente se cayeron dentro. Que hubiera hechizos silenciadores no les había impedido intentar cotillear durante toda la reunión. Ambos comentaron como si nada que pasaban por ahí y que volvían al trabajo. La muggle salió corriendo. El mago iba a imitarla pero tuvo menos suerte.

-Aquí quieto, Rod.

-Lo que tú digas, amor mío -contestó él con su sonrisa encantadora.

Andrómeda lo saludó inmediatamente: después de la tortura por ignorar a Voldy no se arriesgó. En otro tiempo fueron buenos amigos. Desde el segundo curso Bellatrix y Rodolphus habían sido inseparables y las dos Black y los Lestrange siempre pasaban tiempo juntos en la sala común de slytherin o en sus excursiones a Hogsmeade. El mago le devolvió la cortesía y ella le preguntó por Rabastan.

-Como siempre, ya sabes, Rab no cambiará nunca.

Lo dijo sin especial emoción, no estaba seguro del plan de Bellatrix y no quería intimar demasiado por si acaso. La castaña asintió y forzó una sonrisa. Seguidamente, la morena le resumió la situación y él aceptó realizar el hechizo. Ambas hermanas se dieron la mano y Bellatrix repitió las peticiones que deseaba ver cumplidas. La castaña las aceptó todas y el pacto quedó sellado. La mayor le dijo a Rodolphus que ya podía volver a su trabajo. Él se despidió y salió corriendo; no hacia su despacho sino hacia el de Nellie: tenía una primicia y era su deber compartirla.

Esa tarde, cuando volvieron a casa, Bellatrix se mantuvo taciturna y no mostró interés por sus actividades habituales. Nellie y Rodolphus -que seguía con ellas porque se negaba a conversar con su prometido- lo respetaron. Sabían que necesitaba tiempo y soledad para asumir lo sucedido. Así que la dejaron tranquila en su habitación y ellos dos se centraron en preparar la cena; tarea nada sencilla porque el mortífago le suplicó que elaborara una docena de platos diferentes. La muggle se esforzó en complacerlo puesto que él seguía triste por su conflicto con Dolohov. Cuando la comida estuvo lista, avisaron a la morena, pero no tenía hambre. Les entristeció pero aún así no sobró nada: su exmarido dio buena cuenta de todo. Después salieron los dos con los escarbatos a dar un paseo por la playa.

-Me encanta este lugar -murmuró el mortífago observando como la luna llena se reflejaba en el mar.

-¡Es que es el sitio más bonito del mundo! Hay días que cuando despierto sigo pensando que todo ha sido un sueño -confesó la muggle-, que sigo en mi pastelería, con Mr. Todd amenazándome y mandándome cadáveres para desmembrar. Ojalá hubiese sabido entonces que todo valdría la pena porque la recompensa era Bella...

El pequeño de los Lestrange sonrió y le pasó un brazo por los hombros. Adoraba su candidez envuelta en la oscuridad que la había acompañado desde pequeña. Y le encantaba que quisiera tanto a Bellatrix. La muggle apoyó la cabeza en su hombro. De repente se le ocurrió lo que consideró una gran idea y exclamó con ilusión:

-¡Podéis comprar una casita junto a la nuestra! Aunque solo sea para pasar el verano o venir algún fin de semana, ¡así seríamos vecinos!

-Uy a Belle le desquiciaría que hiciera eso... Así que sin duda lo haré, gran idea -la felicitó él.

Siguieron con sus planes durante todo el paseo y finalmente volvieron a casa. Nellie le preparó un tazón de leche con canela y Rodolphus le dio las gracias y le pidió matrimonio. Antes de acostarse, la muggle cogió un trozo de pastel de calabaza que había guardado y subió al dormitorio principal. "Sé que no tienes hambre, cielo, pero hoy no has comido nada. He escondido esto para que no se lo comiera Mr. Rod por si al final lo querías..." murmuró la muggle. Bellatrix salió de su ensoñación y la miró con calidez. "Eres una mezcla de unicornio y basilisco, Nell" contestó con cariño aceptando el plato. Aquella respuesta tan inusual –que sin duda era un cumplido- le hizo ver a su novia que realmente se hallaba perdida y bastante insegura con su situación. La bruja cenó en la mesita de su habitación y después se acostaron. "Todo va a ir bien, peluchín, ya lo verás" aseguró Nellie mientras la abrazaba entre las sábanas. Bellatrix asintió en la oscuridad y le susurró que la quería más de lo que nunca quiso a nadie.

Bellatrix cumplió su palabra. A la tarde siguiente, cuando todos los empleados se habían marchado, se reunió con Andrómeda en la entrada del Ministerio. La acompañaron Nellie y Rodolphus. Necesitaba apoyo moral para volver a ver a su hermana, porque era una reunión pacífica; si hubiese sido para torturarla se habría bastado sola. Por su parte, la mediana de las Black prefirió dejar a su hijo con la vecina que le hacía de canguro. Mejor no arriesgarse, la cosa podía fácilmente terminar mal y quedarse sin hijos. Ambas se miraron en silencio. La más joven, con notable nerviosismo, le dirigió una sonrisa débil y le dijo que estaba preparada.

-Ahora la traen los guardias –indicó la mortífaga.

Se habían encargado del traslado los guardias en lugar de los dementores como de costumbre. Además, le habían permitido ducharse, cambiarse de ropa y tomar un par de pociones revitalizadoras para que la imagen no traumatizara demasiado a su madre. A su carcelera, Pansy Parkinson, también la habían devuelto a su familia.

Cuando el mago que la custodiaba apareció, Tonks surgió tras él con la mirada vacía. Andrómeda gritó y corrió hacia ella. Aquella persona no recordaba en absoluto a la chica alegre, despreocupada y vivaz que había sido antes de su encierro. El pelo castaño le caía desgreñado por los hombros y a pesar de la ducha no había logrado peinarlo bien, se la veía preocupantemente delgada y su piel parecía fina y frágil como el papel. No obstante, lo peor era el vacío de sus ojos, la expresión de quien es ya solo un cascarón vacío. La metamorfomaga no tenía la locura ni la fe enfermiza que inmunizó a Bellatrix y a Sirius. Habían sido solo unos meses, pero Azkaban siempre se cobra su precio.

Andrómeda la abrazó sin dejar de llorar y de repetirle que estaba bien, que ya estaba a salvo y que todo iba a salir bien. Su hija pasó los brazos por sus hombros en lo que fue más un gesto mecánico que afectivo. Pero al rato, reconfortada por el calor, el olor y la voz que la arropaba susurró:

-¿Mamá?

Sonó ronca y algo afónica por la falta de uso de las cuerdas vocales, pero pareció reaccionar por fin. Andrómeda la miró a los ojos y ambas lloraron. Viendo que todo estaba correcto, Bellatrix se alejó un poco junto a Nellie y Rodolphus para darles intimidad. Transcurrieron diez minutos hasta que la mediana de las Black, con su hija de la mano, se acercó a su hermana. No sabía bien cómo proceder, pero aún así se arriesgo:

-Nunca os han presentado oficialmente, así que... -empezó con voz temblorosa- Dora, esta es tu tía Bellatrix y Bella, esta es mi hija, Nymphadora Black.

La auror no protestó ante su nombre. La morena se acercó a su sobrina y la contempló. A pesar de haber perdido su espíritu y sus recuerdos felices, distinguió en los ojos de la chica un brillo de odio y rabia hacia ella. No pudo evitar sonreír. Sin duda era una Black. No le tenía ningún aprecio, pero Bellatrix respetaba la fortaleza y el instinto de supervivencia. Así que introdujo la mano en el bolsillo de su túnica y sacó la varita que le requisó cuando la derrotó en la guerra. Jugueteó con ella entre sus dedos y murmuró con voz burlona:

-Supongo que nunca seré tu tita favorita... Pero considero que por poca que sea la inteligencia que poseas, si sabes usarla, te irá bien con nosotros. Puedes recuperar tu trabajo mañana mismo, pero sabes que ante la más mínima duda, se acabó. Así que, ¿servirás a mi causa?

La hufflepuff la observó también con detenimiento. Odiaba profundamente a esa mujer. Pero también quería muchísimo a su madre. La opción era aceptar o morir ahí mismo; pero tenía esa opción, Bellatrix le estaba dando la oportunidad de elegir. La muerte a veces era una salida digna. Aunque... ¿sobrevivir a Azkaban parar seguidamente morir? No parecía un gran plan... Su madre siempre le había contado que de pequeña su hermana no era así, que la cuidó a costa de su propia salud. Y también, aunque le doliera reconocerlo, la admiraba: era una bruja increíblemente poderosa que había derrotado a Voldemort y se había abierto camino en un mundo que jamás la tomó en serio. No tenía ni idea de qué decisión tomar.

Se sentía profundamente desesperanzada, no sabía en qué creer. Miró a su madre de nuevo: "Podemos empezar de nuevo, Dora, por favor...". Sin duda creía en su madre y necesitaba creer en sus palabras. Habían perdido la guerra, su marido y amigos habían muerto... Había que aceptar la derrota y levantarse. Así que respondió:

-Lo haré. Trabajaré como auror y no me inmiscuiré en tus asuntos. Total, Dumbledore y esos no nos ayudaron una puñetera mierda...

-¡Ese lenguaje, Dora! -le recriminó su madre.

La metamorfomaga hubiera sonreído si recordase cómo se hacía. Parecía que pese a todo sus pequeñas riñas no habían cambiado. Retomó el hilo cuidando más las formas.

-A nadie le importó que los carroñeros asesinaran a papá (al hombre que me crío y siempre será mi padre), no lo protegieron y lo mismo con mis amigos. Dumbledore mandó a morir a Harry y así fue. Pero no permitiré que a mi madre y a mi hermano les pase nada, como se te ocurra...

-Si se me ocurre algo lo haré y punto. Volvería a derrotarte como en todas las demás ocasiones. Pero no lo haré. Yo siempre cumplo lo que prometo, la palabra de un Black es oro. Así que, ¿tenemos un trato?

Nymphadora asintió con apatía y le tendió la mano. Bellatrix se la estrechó y le devolvió su varita. La chica intentó lanzar un hechizo porque tras meses sin usar la magia sentía un deseo irrefrenable. "Quieta" le advirtió la mortífaga. Le explicó que su magia tardaría unas horas o incluso días en reacomodarse tras tanto tiempo en desuso, debía hacerlo con cuidado. La chica frunció el ceño y probó un hechizo menor. Inmediatamente una quemadura apareció en la palma de su mano. "Pues era verdad" murmuró. Andrómeda, que había observado cómo Bellatrix intentaba frenar a su hija de cometer una estupidez, no pudo evitarlo: se acercó a ella y la abrazó.

-Gracias, Bella -susurró en su oído.

La morena estaba visiblemente incómoda, no sabía qué hacer en esa situación. Mientras, Rodolphus, se acercó a la chica y le curó la quemadura con su varita. Pero no fue a él a quien miró la hufflepuff. Sus ojos se fijaron en Nellie. Había pensado en ella durante aquellos meses casi tanto como en su tía. Los engañó a todos, incluso a ella durante unos días: siempre estuvo de parte del enemigo. Aunque tampoco hizo nada en su contra: no intentó asesinarlos, ni boicotearlos y de hecho les dio bastante información. Esa mujer quería a Bellatrix y nada más, el resto le daba igual. Y a pesar de que Tonks no fue amable con ella, Nellie le suplicó a su novia que le perdonara la vida. Se había preocupado de que su "hijo" no se quedase huérfano. En el fondo, tuvo que apreciar eso. Así que la miró y murmuró con sinceridad:

-Gracias.

-De nada -sonrió la muggle-. Y quiero que sepas que yo nunca quise traicionaros, fuisteis vosotros los que me re-secuestrasteis, yo era feliz en mi secuestro inicial.

Las dos Black mayores se habían separado por fin. Andrómeda seguía sin entender el papel de aquella mujer de pelo cobrizo que se parecía a su hermana incluso más que ella misma. La metamorfomaga, que no había olvidado la escena del beso en medio de la batalla, miró a su tía y no pudo evitar murmurar:

-Dirás de nuestros maridos sangre sucia, pero tú te has liado con una squib...

Bellatrix soltó una carcajada. Andrómeda las miró con los ojos como platos.

-De hecho es muggle -corrigió la morena-. Diseñamos esa historia para que no la hicieseis olvidar si la capturabais. Y tienes toda la razón, al parecer los Black no somos los mejores eligiendo pareja... Pero ya lo compensarás tú cansándote con alguien de sangre pura y perpetuando el linaje.

-¿Me... me estás diciendo que estás saliendo con una... muggle? -repitió Andrómeda sin dar crédito- ¿Cómo...? ¿Cómo...? ¡Cómo!

-Es culpa mía, ¡fui un marido desastroso! -sentenció con dramatismo Rodolphus a quien la situación le hacía gracia.

-No es verdad, fuiste el mejor -susurró su exmujer besándole en la mejilla.

Madre e hija los miraban a los tres sin entender qué clase de relación tenían. La bruja se cansó de ellas y decidió que era hora de irse:

-Bueno, ya está, ya tienes a tu cría. Largaos antes de que me arrepienta.

Rodolphus, que era el jefe del Departamento de Operaciones Especiales que incluía la Oficina de Aurores, le dijo a la chica que la esperaban a la mañana siguiente a las siete en punto. Lo dijo sonriendo, pero quienes le conocían sabían que era un jefe extremadamente estricto y se le daba muy bien controlar a la gente. Por algo Bellatrix le eligió de marido... La metamorfomaga asintió aún con la mirada perdida, pero algo en ella parecía batallar por volver a flote. Estaba dispuesta a luchar por recuperar su vida. Cogió un puñado de polvos flu y desapareció por la chimenea. Andrómeda emuló el gesto, pero antes de irse miró a su hermana y sentenció:

-Me mantengo en lo que dije: no solo quiero recuperar a mi hija.

Seguidamente se esfumó.

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