Capítulo 29

Nota: Me habéis dejado varios comentarios preguntado si este fic termina ya. ¡No! Tiene unos cuarenta capítulos, ¡así que aún nos quedan domingos! Muchísimas gracias a todos los que leéis, votáis y comentáis, es la historia a la que más cariño le tengo y me hace muy feliz. Os amo como Rod a las voldyburguesas. 

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La semana siguiente fue casi más ajetreada que la de la guerra. Bellatrix ocupó el cargo de Ministra de Magia, por el momento no se fiaba de nadie para delegar. Su principal ocupación fue reunir un equipo de confianza. Colocó a Rodolphus a cargo del departamento más importante, el de "Operaciones Mágicas Especiales" que incluía la Oficina de Aurores. Su marido era uno de los mortífagos más inteligentes, un gran mago y había sido educado en esas materias desde niño. En el Wizengamot, la corte suprema mágica, nombró a Rabastan, también brillante y con mano dura. Y en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, a Dolohov, pues tenía un don de gentes excepcional y hablaba media docena de idiomas. Bellatrix había aprendido que lo más importante era la confianza, y ellos eran su familia, las únicas personas en las que confiaba ciegamente. Y también eran de los magos más capaces del mundo mágico.

Del Departamento de Misterios se hizo cargo ella misma, después de lo que vivió en aquellas dependencias no pensaba dejarlo en manos de nadie. En el resto de divisiones (mucho menos importantes) nombró a mortífagos cercanos a ella. Y como mano derecha eligió a Adrien de Brienne, el ex ministro francés que renunció a su cargo en su país por ayudarla. Por mucho que quedó satisfecha con su equipo, hubo numerosos momentos de angustia y desesperación.

-Belle -llamó Rodolphus entrando a su despacho-, me tienes que firmar...

Se interrumpió al ver a su mujer en un sillón en un rincón con restos de lágrimas en su rostro. Se acercó a ella y no le hizo falta preguntar qué sucedía. Sabía que la bruja estaba tremendamente agobiada, no sabía por dónde empezar, qué cambios hacer, ni cómo hacerlos. Sentía vértigo de fallar y miedo a que sus aliados se pusieran en su contra. Temía fracasar igual que su maestro. Por eso ambos llevaban días buscando el cuaderno del difunto Voldemort. En las reuniones con los mortífagos a veces le veían garabateando cosas. Incluso en soledad en la biblioteca, el Mago Oscuro tomaba notas sobre sus planes y estrategias. Bellatrix se odiaba por necesitar su ayuda, pero tuvo que rendirse a la realidad.

-Lo he encontrado -murmuró la bruja alargándole un cuaderno de cuero negro.

-¡¿Dónde estaba?! -exclamó su marido- ¡Lo hemos revuelto todo!

-En la caja de seguridad. Resulta que aparece si le lanzas un crucio a ese busto de Salazar...

-¿Cómo has descubierto eso, amor mío?

-Puede que "amor mío" haya tenido un momento (o quizá varios días) de intensa rabia y haya atacado a todo el mobiliario -comentó la bruja-. El muy imbécil puso de contraseña su propio nombre, si es que tenía un ego más grande que mis tetas...

Rodolphus no pudo evitar sonreír. La elegancia y finura de su mujer se disolvían conforme perdía la paciencia. No obstante, no entendió el motivo del disgusto. Quizá los planes no eran muy buenos o elaborados, pero al menos tendrían de dónde partir. Le preguntó a la bruja cuál era el problema. "Ábrelo" respondió ella con amargura. Rodolphus empezó a hojear el cuaderno. Desde la primera página a la última estaban repletas de apuntes en tinta negra.

-Venga, léelo en voz alta, así disfrutamos ambos de los planes de futuro que cuidadosa y concienzudamente elaboró nuestro señor -se burló la morena.

-Eh... -murmuró el mago pasando las páginas a toda velocidad.

-No te molestes, en todas pone lo mismo.

Escrito en mayúsculas y con la rabia patente en cada letra se repetía una sola frase: "¡MATAR A POTTER!, ¡MATAR A POTTER!, ¡MATAR A POTTER!, ¡¡¡MATAR AL MALDITO POTTER!!!". Voldemort había llenado doscientas páginas con esa única oración. Había algunas incluso agujereadas por la fuerza que había imprimido a su escritura. "¿Cómo pudimos ir a la cárcel por semejante retrasado? ¿Cómo pude plantearme hacer daño a mi muggle molesta por él?" murmuró la bruja con los ojos cerrados. Su marido también estaba noqueado y no sabía qué responder. Al rato murmuró:

-Hubo veces en que fui a comunicarle el resultado de una misión y me despachó porque estaba ocupado redactando su visión del mundo mágico... Entiendo que necesitara concentración para pensar todo esto...

-Empiezo a sospechar que en el fondo deseaba follarse a Potter -comentó la morena con amargura-, porque me vas a contar sino de qué viene esa obsesión...

Su marido sacudió la cabeza con una sonrisa. Cuando logró tranquilizarla, decidieron empezar poco a poco. Enumeraron las medidas que más les interesaban: impedir a los sangre sucia acceder al mundo mágico, revelar la magia a los muggles, eliminar los matrimonios concertados y aprobar el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Les pareció que con eso ya tenían bastante para empezar. Además, por supuesto, de seguir extendiendo su fama y buscando aliados a su causa en otros países. La bruja reunió a su equipo y les comunicó los diferentes proyectos. A todos les pareció bien y se repartieron las primeras tareas para ir abriendo camino. La slytherin estaba bastante orgullosa de ellos: sabía que la respetaban, eran fieles y creían en ella. Y no había necesitado marcarlos, amenazarlos, ni nada similar.

Así que pese a los momentos de duda y zozobra, sentía que iban por buen camino. La peor parte era la ingente cantidad de trabajo que tenía. Pasaba en el Ministerio desde primera hora hasta que anochecía, a veces ni siquiera se daba cuenta de que había cambiado de día. Se le olvidaba hasta comer. Había conectado la chimenea de su despacho con la de la Mansión Lestrange para ahorrar tiempo. Nellie aprovechaba a veces para llevarle comida o simplemente pasaba a asegurarse de que estaba bien. Pero tampoco se atrevía visitarla mucho por miedo a interrumpirla. Sin embargo, el viernes por la tarde mientras rellenaba unos informes en su escritorio, Bellatrix vio que la chimenea se iluminaba. Al poco apareció su novia algo mareada por el viaje.

-¿Molesto? -preguntó la muggle antes de acercarse.

En otras circunstancias Bellatrix habría bromeado con que esa era su naturaleza, pero aquel día estaba tan cansada que simplemente negó con la cabeza y extendió el brazo para que se acercara. La castaña se sentó en su regazo y la bruja hundió la cara en su melena. Su olor siempre la tranquilizaba. La abrazó con fuerza y guardaron silencio durante unos minutos. Hasta que al rato la muggle sacó un envoltorio de su capa y se lo tendió a la bruja.

-Quería... Me hacía ilusión regalarte algo para tu nuevo despacho. No es gran cosa, pero es para que sepas lo orgullosa que estoy de ti. Bueno ya lo sabes, pero...

La bruja la miró sorprendida y aceptó el obsequio. Se trataba de una foto de las dos durante la última fiesta en la que se abrazaban y reían juntas en bucle. El marco era de plata con figuras de thestrals que lo recorrían con elegancia. La bruja acarició la foto y sonrió. Era evidente que era de una tienda mágica, supuso que le habría pedido a su marido que le acompañara a comprarlo.

-Me encanta, muchas gracias, Nell -murmuró ella-. ¿Fuiste a comprarlo con Rod?

-No, con Dolohov. Me llevó a una tienda decoración del Callejón Dragón que me dijo que te gusta -explicó- ¡Pero lo pagué yo!

Añadió lo último para demostrar que era un regalo de su parte, pero entonces se dio cuenta del fallo. Por mucho que para la bruja no significase gran cosa porque tenía marcos de oro macizo, seguía siendo plata mágica, había sido caro. No pudo evitar preguntarle de dónde había sacado el dinero. Nellie retorció las manos nerviosa y desvió la vista.

-Bueno... De lo que había ahorrado de las misiones... De cuando le...

Se interrumpió bastante intranquila, igual aquello no era tan romántico como había pensado. A la morena le bastaron unos pocos segundos para recordar cuál era su única fuente de ingresos.

-¿Me lo has comprado con el dinero que robaste a los cadáveres?

Nellie asintió avergonzada. Intentó justificarse, explicar que Bellatrix le había salvado la vida y hecho mil y un regalos y ella quería corresponderla pero no tenía otra forma... No pudo porque la mortífaga, con voz temblorosa, respondió:

-Es lo más bonito que han hecho por mí nunca. Te quiero, muggle molesta.

Nellie levantó la vista al notar la sinceridad y la emoción en su voz. La alegría volvió a sus ojos y respondió al beso de su novia sin dudar. Estuvieron achuchándose unos minutos y finalmente la bruja paró para colocar la foto en su escritorio. "Si no quieres que vean que estás conmigo puedes poner una foto con Mr. Rod, de verdad que no me importa..." murmuró la castaña.

-En primer lugar, míranos -sonrió la bruja acariciando el retrato-, parecemos hermanas, nadie dirá nada. Y si lo dicen, crucio primero y empanada después.

La castaña rió y asintió totalmente dispuesta a cumplir su parte. Seguía sintiendo un cosquilleo de emoción cada vez que alguien la comparaba con la temida bruja.

-Y además, nos vamos a separar. No se lo he dicho a Rod todavía, pero ya tengo los papeles de la anulación. Como fue un matrimonio que nuestros padres concertaron cuando éramos menores, el contrato mágico se puede rescindir con facilidad ya que el consentimiento resulta dudoso. Así que será como si nunca hubiera estado casada. No quiero pertenecer a nadie que no sea mi muggle molesta. La semana que viene anunciaremos la legalización del matrimonio homosexual y pienso obligar a Rod y a Dol a casarse para dar ejemplo.

Nellie fue incapaz de decir nada, se centró en contener las lágrimas de felicidad que acudían a sus ojos. Sabía que ellas no podían casarse: si lo hacían, Bellatrix se convertiría en una traidora de sangre y eso sí que no lo tolerarían sus aliados. No lo habían hablado pero ambas eran conscientes de ello. No obstante, que ya no fuera la mujer de otro le parecía un gran paso y la hizo enormemente feliz. La volvió a besar y después apoyó la cabeza en su hombro mientras jugaba con sus rizos.

-O sea, ¿que vas a obligar a tu marido a casarse con otro para que la gente vea que tus medidas tienen éxito? -sonrió la muggle.

-No. Voy a obligarle a casarse para que pase a ser problema de Dolohov. Yo ya le he aguantado muchos años, es suficiente. Y si eso deriva en una mejora por romper un tabú que siempre se había ocultado... pues otro aliciente. La pega sigue siendo que eso podría reducir la descendencia, pero también nos igualamos a otros países que ya aprobaron esos enlaces hace años. Si Inglaterra se convierte en un país menos cerrado, podemos contar con familias de sangre pura de toda Europa. En nuestras familias se casan hasta primos, no será raro que gays y lesbianas se apañen para tener hijos entre sí. Además, Dol pertenece a la nobleza sueca, por eso también será una gran alianza.

A la castaña le pareció un buen plan. Estaba orgullosa de lo inteligente que era su novia. Cerró los ojos y Bellatrix apoyó la barbilla en su cabeza con expresión ausente sin dejar de abrazarla. Estuvieron así unos minutos hasta que el ulular de un búho junto a su ventana devolvió a la bruja a la realidad. "Hay otra cosa que quería decirte, Nell" murmuró. La aludida levantó la cabeza y la miró con interés.

-He organizado todo bastante bien y estoy contenta con la gente que trabaja conmigo. Sin embargo, la parte más difícil de mi proyecto, la de descubrir la magia al mundo muggle, me preocupa. He ampliado la Oficina de Enlaces con Muggles y aumentado la plantilla con magos que han estudiado el tema en profundidad. Puse al cargo a Macnair, nos adora desde que le salvamos la vida en la misión del secuestro del ministro. Pero no quiero que sea él el jefe del Departamento. Quiero que seas tú.

La muggle la miró atónita. ¿Cómo iba a trabajar ella, una persona no-mágica que no tenía ni idea de nada, en el Ministerio de Magia?

-Necesito a alguien que conozca de verdad el mundo muggle, el carácter de esa gente, prever sus reacciones, cómo piensan, cómo funciona lo de vivir sin magia... Y quiero a alguien de quien me fíe completamente. No se me ocurre nadie mejor.

-Pe... pero yo no soy bruja, ni tengo estudios, ni nada...

-Eres inteligente, Nell. Y fuerte, decidida y muy trabajadora. Da igual que no seas bruja. Macnair te ayudará en todo lo que haga falta, sabe que eres muggle, que te cargaste a Shacklebolt y que le salvaste la vida; respetaba a Voldemort por mucho menos... El resto del departamento hará lo mismo y si alguien te rechista, tienes mi pleno consentimiento para pegarle un tiro. No tienes ni que revelar que eres muggle, a nadie le importa, solo necesito que diseñes la estrategia y decidas cuál es la mejor manera de afrontar el asunto.

-No... No me veo capaz... Es demasiada responsabilidad. Yo solo soy pastelera, no sé nada de política ni nada de eso...

-Cocinas mejor que nadie, muggle molesta, pero vales para muchísimo más. Con lo que aprendiste durante meses en la Mansión Malfoy ya estás más formada que los dirigentes de varios países... Además has leído mucho y sabes mil veces más sobre muggles que cualquiera de nosotros. Y nos tienes a todos para apoyarte, por supuesto.

Por una parte a Nellie le emocionaba la idea de tener un trabajo tan importante y poder ayudar a la causa de Bellatrix de forma activa. Deseaba profundamente que estuviera orgullosa de ella. Pero por otra, ese punto era la clave de todos sus planes y la apertura al mundo mágico ya fracasó siglos atrás, ¿cómo iba a lograr ella que funcionase? No tenía tanto poder de convicción. Como vio que aún dudaba, su novia añadió:

-Mira, he hecho un borrador del contrato por si lo quieres leer. Tendrás el horario y el sueldo que tú quieras.

-No sé, cielo, yo...

-Tendrás un despacho junto al mío y todos los días tendrás que venir a informarme. Si lo has hecho bien, te premiaré sobre mi escritorio y si lo has hecho mal... te castigaré sobre mi escritorio.

-¿Puedo empezar mañana? -preguntó Nellie con interés.

La bruja sonrió y sacudió la cabeza.

-No. Nos vamos de viaje el fin de semana a celebrar tu nuevo puesto. Siempre quisiste conocer París, ¿no?

-¿Lo... lo dices en serio? -preguntó la muggle con ojos brillantes- ¡Nunca he viajado a ninguna parte!

-Por supuesto. Los de la oficina trasladores ya me han dejado ahí el chisme que nos trasladará ahí y Adrien se ha encargado de reservarme dos plantas enteras en el hotel mágico más caro de la ciudad. Pero mañana, ¿vale? Ahora me gustaría ir a casa y dormir algo.

La muggle le dio las gracias ya sin esforzarse en disimular las lágrimas de felicidad. Se levantaron y se acercaron a la chimenea. Una vez en su Mansión, Nellie preparó algo rápido para cenar. Los primeros días Bellatrix insistió en que eso era trabajo de los elfos, pero comprendió que a su novia le encantaba y le relajaba. Además ella adoraba su comida (con cadáveres o sin ellos), así que no volvió a objetar. Mientras terminaban, apareció Kreacher y le entregó a la bruja un frasco con una extraña sustancia morada. "La poción que me pidió, señorita Bella" comentó con veneración. La morena la aceptó y le dio las gracias.

-Necesito tu colgante, Nell -murmuró destapando el frasco.

La muggle frunció el ceño. Nunca se quitaba el colgante del dragón que le regaló la bruja; eso y la capa eran sus posesiones favoritas. Tenía tanto miedo a perderlo o que le pasara algo, que Rodolphus lo había hechizado para que solo ella pudiera soltarlo. Aún así, desabrochó el cierre y se lo entregó a la mortífaga. Observó con horror cómo lo introducía en el líquido morado y empezaba a murmurar conjuros. Cuando terminó, lo extrajo, dejó que se secara al aire y se lo devolvió a Nellie, que lo analizó detenidamente para asegurarse de que no había sufrido daños.

-Está igual, no te preocupes. Es una poción difícil de conseguir... Si impregnas un objeto con ella anula los efectos del Estatuto del Secreto. Hay lugares, criaturas y fenómenos que no puedes ver por ser muggle. Desde ahora podrás. Además lleva un hechizo localizador: si lo aprietas, será como una especie de alarma y podré encontrarte estés donde estés. Con esto podrás salir de casa tú sola e ir a cualquier sitio sin necesidad de que te acompañemos y sin miedo a perderte por algún encantamiento ocultador.

-¡Hala, qué bien! -exclamó colocándoselo de nuevo- Así podré ir a...

-Sí, a donde quieras, pero llévate siempre tu pistola, por si acaso -advirtió la bruja.

Nellie sonrió enternecida por la preocupación que Bellatrix siempre mostraba inconscientemente. Ni sus padres la habían protegido así. Le prometió que ante la más mínima duda, desangraría a cualquiera que la rozase. La mortífaga se quedó más tranquila y se acostaron pronto para viajar descansadas al día siguiente. No obstante, la castaña no lograba conciliar el sueño. Le intranquilizaba mucho lo de su nuevo trabajo, le daba tanto miedo fallar... La morena, que notó cómo se revolvía nerviosa y adivinó cuál era la causa, se giró hacia ella y murmuró:

-Hagas lo que hagas nunca me decepcionarás, Nellie. Si ves que es demasiado, lo puedes dejar cuando quieras y volver a dedicarte a tus empanadas. Y seguiré exactamente igual de orgullosa.

Incapaz de decir nada, la muggle la besó, la abrazó y le repitió lo muchísimo que la quería hasta que ambas se quedaron dormidas.

El viaje a París fue mejor de lo que la pastelera había soñado cuando hojeaba revistas en su tienda desierta. Bellatrix se esforzó mucho en complacerla: apenas había pasado tiempo con ella desde que asumió el cargo y sabía que los próximos meses la situación tampoco iba a mejorar. Visitaron los lugares memorables, comieron en los mejores restaurantes, y fueron de compras a las tiendas más lujosas, tanto del mundo mágico como del muggle. La bruja aceptó la segunda parte a regañadientes porque Nellie había fantaseado con eso desde pequeña. Lo que más le gustó del mundo no mágico fue que ahí podía besar y manosear a su novia en público sin miedo a represalias; sí que hubo silbidos y algunos comentarios obscenos, pero los causantes cayeron al suelo retorciéndose de un dolor repentino. Sin embargo, en la parte mágica, unos pedían autógrafos a la mortífaga y otros salían corriendo espantados. Su fama había cruzado el Canal de la Mancha.

Por supuesto Nellie disfrutó lo inimaginable. Nunca había salido de Londres y todo le parecía maravilloso, desde Versalles hasta los puestos de crepes callejeros. Aunque lo que más le gustó fue descubrir que su novia hablaba francés a nivel nativo porque su madre era francesa. Resultó que, como en los tópicos, eso la excitaba mucho y pasó el día pidiéndole que le enseñara a decir una frase u otra. Luego cayó en la cuenta de que para disfrutar de eso no les habría hecho falta salir de casa... pero se encogió de hombros y continuó parloteando y arrastrando a la morena de un lado para otro.

Cuando por la noche llegaron al hotel tras asistir a un espectáculo al aire libre con veelas y unicornios, Bellatrix se puso el camisón y se tumbó agotada en el mullido colchón. Hasta ahí había llegado su energía. Su novia tenía otras ideas. Se quitó el vestido y trepó a la cama en ropa interior. Empezó a besuquear a la morena que le acarició la espalda distraída pero sin hacer más esfuerzos. Nellie frunció el ceño y se sentó sobre sus caderas para asegurarse de que la estaba viendo bien. Por desgracia, tras semanas de trabajo intenso y catorce horas de turismo, a la mortífaga le costaba mantener los ojos abiertos. No entendía cómo la muggle podía tener tanta energía.

-Sí, Nell, estás buenísima y me pones mucho, ya lo sabes. Pero hoy imposible. Me has hecho subir con tacones al maldito andamio muggle ese, estoy muerta.

-¡Era la torre Eiffel! -protestó Nellie.

-Era una estructura a todas luces sin terminar. Te he dejado elegir entre eso o follar esta noche y has elegido el andamio. Así que a dormir.

-Porque creí que conseguiría convencerte... Si no te hubiera elegido a ti... -murmuró la muggle tumbándose a su lado.

"Eso es muy bonito" comentó Bellatrix con sorna. Pero no lo suficiente para hacerla cambiar de opinión. Aún así, Nellie en ropa interior seguía siendo su imagen favorita. Deslizó una mano bajo su sujetador y empezó a masajearle el pecho (nunca estaba tan cansada como para no sobarle las tetas). "Bella, no hagas eso si no vas a..." gimoteó la muggle. La bruja murmuró que tenía una idea. Después de contemplarla un rato y memorizar la imagen, le quitó las bragas y buscó su varita curva. Seguía usándola por defecto, llevaba con ella desde que se la compraron de pequeña y su conexión era muy fuerte. Por supuesto también llevaba la de sauco. Y dos dagas y un cuchillo: nunca se está lo suficientemente armada. Nellie mientras se había quitado el sujetador, pero la idea de la mortífaga con la varita la intranquilizó un poco. Preguntó con cierto temor:

-¿No irás a...? ¿No harás que me salga un pene o...?

-¿¡Qué dices!? -exclamó Bellatrix asqueada- ¿¡Tú crees que si quisiera ver penes sería lesbiana!?

-Ah... lo siento -se disculpó avergonzada-. Es que en algunas historias que he leído...

"Deja de decir tonterías y relájate" murmuró la bruja. Nellie asintió y se calmó. Se fiaba de ella por completo. Se tumbó y cerró los ojos. Escuchó a Bellatrix murmurar un encantamiento ininteligible y durante unos segundos no notó nada. Hasta que de repente sintió justo en el clítoris una sensación de vacío acompañada de enérgicas palpitaciones. No había nada físico, pero por Circe que la experiencia era real. Sintió como con cada pulsación, un hormigueo recorría todo su cuerpo y un intenso placer se adueñaba de ella. La castaña empezó a retorcerse gimiendo sin parar. Bellatrix la contemplaba sonriendo. Obviamente prefería ser ella la que la hacía alcanzar el orgasmo, pero sabía que le gustaría ese hechizo. Además, adoraba su carita de esfuerzo, la forma en que cerraba los ojos y se mordía el labio inferior... Le encantaba contemplarla en ese estado y era mucho más sencillo cuando no tenía que trabajar en su cuerpo a la vez.

-Eres una monada -murmuró la bruja acariciándole la mejilla.

-Ahhh... Bell... Oooh...

Y esto fue todo lo que logró contestar la muggle. Mientras la intensidad en su centro aumentaba, Bellatrix decidió echarle una mano... a sus tetas, concretamente. Estrujó una en cada mano y succionó sus pezones alternando uno y otro. Poco tiempo pudo hacerlo. El proceso total no duró ni tres minutos: Nellie se corrió gritando su nombre y temblando de placer. Ni siquiera entendía bien qué había pasado, pero desde luego, estaba a favor. Intentó preguntarle qué había sido aquello pero no fue capaz de articular las palabras. Aún así, su amante lo comprendió.

-Es un encantamiento que manda pulsaciones tanto a la parte interna como a la externa del clítoris. Va aumentando la intensidad hasta que terminas. Usaba mucho ese hechizo hasta que te conocí -comentó la morena-, entonces resultó que pensar en ti provoca un efecto bastante similar.

Nellie sonrió y la besó. Cuando se recuperó, no pudo evitar preguntar: "¿Y te costaría mucho volver a hacerlo?". Bellatrix rió y respondió que en absoluto. Iba a repetirlo cuando la muggle tuvo curiosidad en saber si con la varita de sauco habría alguna diferencia. La dueña se encogió de hombros y cambió de varita. Pronunció el conjuro y observó como de inmediato Nellie empezaba a retorcer los muslos y a experimentar sacudidas de placer.

-¿Notas diferencia? -preguntó la bruja con curiosidad científica.

"JOER..." fue lo único que acertó a responder la muggle. Lo tomó por un sí. Mientras le mordisqueaba el cuello y pellizcaba sus tetas la bruja pensó en el arma más poderosa del mundo mágico. Estaba bastante segura de que ninguno de sus anteriores dueños la había usado con los mismos fines que ella. De momento solo la había empleado con fines sexuales para satisfacer a su novia. ¡Qué orgullosos estarían Voldemort, Grindelwald, Dumbledore y todos los que mataron por ella! Poco después, Nellie se corrió de nuevo. Por desgracia para su amante, la muggle era una fuente de energía inagotable:

-¡Otra vez! -exclamó alegremente- Y ahora susúrrame cosas en francés.

Bellatrix sacudió la cabeza con una sonrisa y ejecutó de nuevo el encantamiento. Seguidamente, se tumbó junto a ella y acercó la boca a su oído mientras le acariciaba las costillas. Como la mortífaga no tenía energía para inventar algo mínimamente erótico, le relató la fábula de las reliquias de la muerte. Le pareció un merecido homenaje a la varita que estaban usando en aquella extraña sesión de sexo. Obviamente la muggle no entendió nada. Pero dio igual. Bellatrix podría leerle las instrucciones de una escoba y hacer que alcanzara el orgasmo. Por muy placentero y eficaz que fuese el hechizo, para terminar con éxito necesitaba que la bruja estuviera involucrada. Y, de nuevo, funcionó. Cuando logró serenase y meterse bajo las sábanas junto a su novia, murmuró:

-Hasta hoy pensaba que se podía vivir perfectamente sin magia. Me equivocaba.

La mortífaga asintió disimulando el ligero dolor que eso le provocaba. No hizo falta que lo verbalizara para que su novia comentara: "Es mucho mejor cuando me lo haces tú, me gusta mil veces más si eres tú quien está dentro de mí y no una extraña magia. ¡Pero así has podido hacérmelo sin cansarte y hemos subido al andamio!". "¡Sabía que era un andamio!" exclamó la morena de inmediato. Nellie sonrió y hundió la cabeza en su cuello aspirando su aroma. Al poco le preguntó si sabía alemán. Bellatrix comentó que un poco y ella le pidió que le dijera algo. La morena murmuró una frase sin pensar. La muggle le preguntó qué significaba.

-"Soy la bruja más poderosa del mundo mágico, únete a mi causa o disfruta de una muerte agónica" -tradujo la slytherin-. Sé decir las cosas prácticas, ¿por qué me preguntas?

Nellie rió y murmuró:

-Por nada, peluchín. Confirmaba mi teoría de que me pones hables el idioma que hables y digas lo que digas.

Bellatrix también sonrió, le dio las buenas noches y se durmieron abrazadas como dos buenas psicópatas enamoradas.

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