Capítulo 28

Tras unos minutos de descansar en la alfombra de pelo del vestidor, Bellatrix suspiró y se levantó.

-Bueno, muñequita -murmuró la bruja tendiéndole una mano a su novia-, tenemos que prepararte para la fiesta, yo diría que ya no puedes llevar esas bragas...

Nellie bajó la vista a la única prenda que le quedaba y observó sin rubor que probablemente tendría que tirarlas. Después, refunfuñando porque no quería moverse, aceptó la mano de Bellatrix y se puso en pie.

-Dúchate mientras decido qué ponerte –le indicó la bruja.

-¿Pue...?

-Por supuesto que no voy a acompañarte, tengo más sexo contigo en una semana que en el resto de mi vida junta. Toma, ponte esto -ordenó dándole un conjunto nuevo de lencería.

"Tenía que intentarlo" murmuró la muggle alegremente mientras ponía rumbo al cuarto de baño. Bellatrix sonrió mientras la observaba alejarse. Después se odió por su enamoramiento obsesivo nada propio de un Black y empezó a revolver los armarios. No le llevó mucho tiempo porque a su juicio cualquier cosa le quedaría bien. Eligió un vestido verde oscuro que haría un elegante contraste con su melena cobriza y unos botines negros.

A los pocos minutos Nellie volvió duchada y envuelta en una toalla. Sabía que si aparecía en ropa interior, Bellatrix se enfadaría y le echaría la bronca... después de follarla salvajemente. Y aunque era un gran plan, no quería estropearle su noche de estreno como dictadora suprema. La morena la ayudó a ponerse el vestido y después la peinó y la maquilló con tonos suaves. A pesar de que ella adoraba los ahumados oscuros y los labios rojo sangre, no consideraba que Nellie necesitase nada de eso, le gustaba más su adorable carita de muggle al natural. Cuando terminó, la colocó frente a un espejo.

-Mírate -murmuró abrazándola por la espalda y apoyando la barbilla en su hombro-, mi muggle molesta está preciosa.

-Si no te quitas no me veo, no puedo mirar a otro sitio si estás tú. Soy muggle pero no estúpida.

Bellatrix sonrió. "Maldita sea, qué asco que seamos tan empalagosas. Yo he torturado gente y tú los has destripado y cocinado, ¿cómo hemos acabado así?" preguntó la bruja mientras se apartaba. Nellie por fin pudo apreciar el conjunto y le pareció precioso, así que se pusieron sus capas y salieron. En el recibidor ya los esperaban Dolohov y Rodolphus para aparecerse en las proximidades del Palacio donde se celebraba el evento. Rabastan había mandado una lechuza avisando que los vería ahí. Bellatrix agarró a la muggle y se aparecieron.

En cuanto abrieron los ojos el monumental palacio surgió ante ellos. Era sin duda una de las construcciones más impresionantes de Inglaterra, de estilo barroco y con cuidados jardines que se extendían varios kilómetros. No tuvieron tiempo de admirarlo porque el evento debía dar comienzo y Bellatrix era la protagonista.

-Ven aquí, Rod –murmuró la morena.

Agarró a su marido del brazo. Una cosa era no tener que disfrazar a Nellie y otra que el mundo mágico se enterara de que estaba con una mujer. Paso a paso. Dolohov le ofreció su mano a la muggle que la aceptó distraída mientras seguía observándolo todo con fascinación. Cuando accedieron al salón principal, todos los insignes invitados esperaban expectantes con copas de champan en la mano. Los saludaron y a Dolohov le hicieron incluso semireverencias por su estatus. Enseguida se apartaron para hacerle un pasillo a la mortífaga que con semblante serio avanzó hasta el centro de la sala. Los casi tres centenares asistentes se colocaron en torno a ella pero dejando varios metros de separación, más por temor que por cortesía.

-Vamos, Bella, tú puedes, eres la mejor –se animó a sí misma.

Su marido, su novia y Dolohov se colocaron cerca pero en un lateral. Al poco apareció Rabastan con una rubia que debía ser su última conquista. Todos ellos estaban nerviosos, sabían que por mucho que el mundo lo hubiera asumido, era crucial que la morena reafirmara su posición esa noche. Junto a ellos se encontraban magos de todo el mundo, todos de sangre pura, altos cargos en diferentes sectores y dueños de las fortunas más grandes. Necesitaban su apoyo. Muchos eran supremacistas radicales, pero el problema era que otros eran mucho más moderados en sus creencias. Iba a resultar muy difícil complacerlos a todos.

Bellatrix los miró a los ojos y guardó silencio durante unos segundos. Su semblante era serio, pero sin renunciar a su habitual mueca de orgullo y superioridad. Nadie rechistó. El choque de copas había cesado, los murmullos habían muerto y muchos parecían haber olvidado hasta cómo respirar. No le hizo falta ningún encantamiento amplificador: su voz, firme pero relajada, se propagó por cada rincón.

-Queridos amigos, magos y brujas que habéis tenido el detalle de venir desde todas partes del mundo para acompañarnos en esta celebración. No voy a pediros nada, ni vuestra lealtad, ni vuestro dinero (todos sabemos lo vulgar que resulta eso), ni tan siquiera vuestro apoyo. Sé que mis antecesores no hicieron un gran trabajo... Su ambición los cegó. Obsesionados con la inmortalidad, con dominar a la muerte no fueron capaces de ver la imagen a gran escala. Hasta a sus compañeros los trataron (nos trataron) como meras herramientas para sus fines egoístas. Nada más lejos de mi propósito.

La bruja hizo una pausa para dejar que calaran sus palabras. No le importaba lo más mínimo elogiar a toda esa gente a la que no le tenía ningún afecto. La habían educado para ello, lo había hecho con Voldemort durante años, así que sonó completamente sincera. Con la sorna del dinero y la vulgaridad hubo una carcajada general (salvo en el caso de Nellie, que no le vio la gracia). Y los más doctos reconocieron que tenía razón: Grindelwald ambicionaba convertirse en Señor de la Muerte y Voldemort alcanzar la vida eterna. Además, saber que ella había vivido como mortífaga le daba credibilidad: sabía de lo que hablaba mejor que nadie. Cuando notó que todos así lo habían considerado, continuó:

-El mundo mágico se ha gobernado desde la estulticia, con deseos ciegos e ilusorios que han supuesto el declive de muchas de las familias de sangre pura. Para trascender los límites de este mundo, para alcanzar el poder y la inmortalidad que tanto ansiaban los Magos Tenebrosos debemos renunciar a aquello que nos lastra. Las aspiraciones absurdas, el odio irracional, las imposiciones arcaicas... No vamos a permitir que los errores del pasado (los errores de otros) anquilosen nuestro futuro.

Rodolphus no pudo ocultar su sonrisa. Bellatrix estaba proclamando que renunciaría a sus deseos particulares a la vez que preparaba el camino para medidas como la tolerancia hacia los muggles (porque dormía con una) y el matrimonio homosexual (por el mismo motivo). La bruja cogió aire y continuó con sangre fría:

-No busco ningún cargo político ni desempeñar un papel glorioso, solo quiero instaurar el orden que siempre debería haberse impuesto. Los sangre sucia, los mestizos... no se trata de crueldad gratuita, sino de colocar a cada uno en el lugar que le corresponde. La sangre pura ha de preservarse y prevalecer, sin duda, eso todos lo tenemos claro. Pero no la enarbolaremos para emprender guerras absurdas, no necesitamos más pérdidas. Otro error fue tiranizar a las criaturas mágicas. Las necesitamos para pociones, como transporte o simplemente como compañía, pero no lo haremos a la fuerza. La sangre de tritón pierde su eficacia si el animal no la cede a voluntad, lo mismo pasa con el veneno de ciertas víboras; es mejor convivir con ellos, respetarlos y fortalecernos mutuamente.

Varios de los congregados asintieron de forma inconsciente y hubo un murmullo de aprobación. Voldemort instrumentalizó desde elfos hasta unicornios y no terminó bien, era un ejemplo del que aprender. Por desgracia, aún quedaba lo más difícil.

-Y respecto a los muggles...

De no ser por el temor que infundía la duelista, hubiese habido un abucheo por la simple mención de la raza inferior. Era un tema arduo de afrontar. No podía explicarles que en una guerra, las armas muggles los liquidarían en pocos minutos: la asesinarían ahí mismo por semejante blasfemia. Aunque fuese verdad, se negarían a verlo (como se negó ella hasta que Nellie asesinó a Shacklebolt). Tampoco podía excluir a los muggles de sus enemigos sin razón alguna... Por supuesto a ella solo le importaba su novia, al resto los masacraría sin piedad, no por especial odio sino por deporte. Pero quería que Nellie fuese libre, que no tuviera que fingir, ocultarse y sentirse inferior el resto de su vida. Así que por ella, prosiguió (con el temor de que la odiara por sus palabras, pero era la única forma):

-Los muggles son una raza inferior. Lo son tanto que resultaría un desperdicio invertir en ellos cualquier tipo de recurso económico o mágico. Lo apropiado sería, quizá, vivir ajenos a ellos, ignorándolos como a la suciedad que se acumula en la suela de nuestras botas. Pero por otra parte no es justo que vivamos ocultando nuestra magia. Tenemos un don y deberíamos poder usarlo dónde y cuándo queramos, sin absurdas normas, ni limitaciones, sin escondernos de nadie. Como os he dicho, no quiero entrar en otra guerra. Aunque seamos superiores, los muggles son bestias y las bestias se defienden, de una forma u otra. Además, por cada mago hay diez de ellos. Nuestros ancestros ocultaron la magia para evitar seguir siendo perseguidos... Me niego a arriesgar más vidas.

Hubo otro murmullo general ante el dilema. Pese a que la quería y sabía que era necesario ese tono para evitar un linchamiento, Nellie se sintió triste y dolida por sus insultos hacia los muggles. Hasta que llegó la parte de los hombres que asesinaron a magos y quemaron brujas simplemente porque no entendían la magia. Ahí se dio cuenta de que su raza tampoco era en absoluto inocente.

-Somos gente noble, magnánima y también inteligente, sabemos que es lo que nos conviene. Aunque siglos atrás nos matáramos unos a otros, ahora somos más civilizados y los muggles no nos ha hecho nada, viven centrados en sus problemas mundanos. No son ladrones de magia como los sangre sucia o las instituciones que han intentando desprestigiar nuestra causa... Propongo dejar de ocultarnos. Hacerlo con sentido común, creando un comité que lo organice e ir preparando al mundo poco a poco. No será necesario convivir con muggles, cada uno que tenga sus territorios, existen conjuros de sobra para delimitar todo. Por supuesto, si hay el más mínimo problema, acabaremos con ellos; somos muy superiores, ya lo sabéis. Además, así siempre tendremos objetivos con los que practicar... Y ganaremos nuevos territorios, amplitud de miras y, sobre todo, libertad absoluta. Tras la guerra que acabamos de ganar, la sangre limpia ya reina en el mundo mágico, podemos reinar también en el mundo entero.

La bruja los contempló con detenimiento. Solo unos pocos fruncieron el ceño ante la idea de que resultarse tan sencillo erradicar a los muggles, pero nadie abrió la boca. Así que terminó por fin su discurso:

-Yo me ofrezco para liderar el cambio, buscar el camino y reunir al mejor equipo posible. Ya poseo todo lo que deseo, mis aspiraciones personales jamás se interpondrán. Nunca he buscado esto, de hecho, ahora que por fin he alcanzado la libertad, desearía vivir ajena a todo en mi mansión. Pero al haber presenciado los errores de mi maestro, puedo subsanarlos. Mi conciencia no me permitiría conciliar el sueño si no hiciera lo mejor para nuestras familias. Pero, por supuesto, hermanos y hermanas de sangre, solo si vosotros así lo queréis. Si deseáis que yo, Bellatrix Black, líder de la más noble y antigua casa de Inglaterra, os represente en este duelo.

Hubo unos segundos de silencio. Nellie creyó que dudaban, pero absoluto. El titubeo se debía a que nadie decidía si siendo tan fríos y estirados podían romper a aplaudir y aullar como si de un partido de quidditch se tratase. Enseguida decidieron que sí y la aclamación fue unánime, con elegancia pero también con fervor. Alguien debía liderar la causa en Inglaterra y la candidatura de la bruja parecía insuperable. Les pareció estupendo. Hasta que un par de voces se alzaron en contra. Lo referente a los muggles no les había hecho gracia. Antes de que pudieran hacer tambalear su puesto, Bellatrix vio la oportunidad de reafirmar su poder. Se acercó a ellos con una amplia sonrisa y sentenció:

-Si me derrotáis, nos arrodillaremos ante vosotros, os concederemos todos los títulos nobiliarios que existan y le pondremos vuestro nombre al elfo doméstico más apuesto que encontremos.

Su tono era cruel y rebosante de sarcasmo. Nada quedaba de su impostada humildad. Se había informado bien: estudió a todos los asistentes por encargo de Voldemort y sabía que a esos en concreto podría derrotarlos hasta Lucius. El resto de magos y brujas rieron con ganas y miraron con expectación. Se creó un círculo entorno a los dos rebeles y a la bruja. Ella les dejó atacar primero y a la vez. Eso fue todo lo que hicieron antes de terminar retorciéndose en el suelo. Como un emperador romano, la morena preguntó a los invitados si les perdonaba o los libraba de su patética vida. La opción favorita fue la segunda. Así que la maldición asesina relampagueó dos veces.

-¿Alguien más? -preguntó girando sobre sus tacones- ¿Alguien cree que puede mejorar los planes que desarrollé durante catorce años en Azkaban y otros tantos al servicio de Lord Voldemort?

Todo fueron respuestas negativas. La bruja esbozó una amplia sonrisa, les dio las gracias y les animó a comer y beber. Todo ese número los hizo reafirmarse en su decisión: no habría mejor líder que ella. Bellatrix tenía planes realistas y un discurso poderoso, pero también era una gran guerrera y sin duda tenía mano firme. Era evidente que toda su inocencia y humildad eran fingidas, pero de eso se trataba, de saber cuándo fingir y cuándo usar la fuerza. Así funcionaban las familias de sangre pura.

Durante toda la velada magos y brujas de distintas partes el mundo se acercaron a la mortífaga para mostrarle su apoyo y hacerlo oficial. El Ministro francés con el que cenó meses antes por orden de Voldemort le aseguró que sería un honor dejar su cargo en su país para trabajar junto a ella. La morena aceptó de inmediato, ese hombre era inteligente y trabajador y necesitaba gente así. Estaba distraída con un canapé que le había ofrecido uno de los camareros cuando Nellie la cogió del brazo.

-No te comas eso, cielo -murmuró mirando intranquila la mini-hamburguesa.

-¿Por qué? -preguntó la duelista frunciendo el ceño- Me ha dicho Rab que las has hecho tú, ¿no?

-Sí, pero...

La muggle estaba altamente nerviosa. Igual su novia consideraba un sacrilegio haber convertido a su maestro en un aperitivo para la fiesta. Sin duda se había pasado. Bellatrix entrecerró los ojos. Detectó el extraño color de la carne picada y luego la culpabilidad en el rostro de su novia. Recordó cómo triunfó su pastelería. Después se percató de que no sabía lo que había sucedido con el cadáver de Voldemort.

-¡POR EL AMOR DE CIRCE! -exclamó- ¡No me digas que...!

-Lo siento, cielo, en ese momento me pareció que era una idea práctica. Pero tienes razón que...

Se interrumpió al ver que la morena se encogía de hombros y le daba un mordisco. "Que se joda", masculló entre bocado y bocado, "al final sí que va a estar dentro de mí". Nellie la observó atónita. Y más cuando la bruja sentenció que pese a todo, Voldemort sabía delicioso. La pastelera no supo si alegrarse por el cumplido o asquearse por la metáfora. No pudo tomar la decisión porque al poco apareció Rodolphus junto a su hermano y su novio.

-¡Eh! ¿Dónde has atrapado la mini-hamburguesa? ¡Están buenísimas! -exclamó alegremente- Ahora que Belle estará ocupada siendo Ministra, puedes dejarla y casarte conmigo, Eleanor. Con esto y tarta de chocolate puedo vivir el resto de mis días.

-No será posible, hermanito, no quedó material para más carne picada -afirmó Rabastan burlón.

Dolohov apartó la mirada avergonzado por no haber detenido a su amante antes de que devorara las voldyburguesas. Le había parecido gracioso. Bellatrix también sonrió con crueldad, se lo merecía por intentar robarle a su novia. Rodolphus los miró de uno a otro captando que pasaba algo pero sin llegar a discernir el qué. Fue su hermano quien decidió darse el gusto:

-¿Recuerdas que nos pediste que nos deshiciéramos del cadáver de Voldemort?

-Sí -contestó el extrañado- ¿Y qué tiene eso que ver con...? ¡POR LAS CANAS DE MERLÍN, QUE ME HE COMIDO COMO UNA DECENA!

-Entonces ya casi te da para formar el cuerpo entero... -murmuró su mujer.

El resto se echaron a reír. El mago estaba completamente demacrado y parecía próximo a la náusea. Hasta que lo pensó mejor: era comida al fin y al cabo. Y era deliciosa. Tenía sentido que el hombre por el que casi murió de hambre en la cárcel le alimentara ahora. Rabastan le contó con todo lujo de detalles cómo habían elaborado las voldyburguesas. Habían utilizado todo tipo de especias y salsas para ablandarla y darle buen sabor. Esa explicación al estómago trastornado de Rodolphus aún le ocasionó más hambre. Se disculpó y se alejó para perseguir más bandejas.

Durante el resto de la velada Bellatrix atendió al resto de invitados y brindó con sus futuros aliados. Lo mismo hicieron Dolohov y los Lestrange. En varias ocasiones la mortífaga tuvo que interrumpir conversaciones de Rodolphus porque tanto las brujas como los magos coqueteaban con él. La alegraba que se los ganase con tanta facilidad, ¡pero a ella nadie le iba a quitar a su marido de pega!

-Belle, mi amor, que estoy haciendo esto por ti, hazme el favor de no... ¡Espera un momento, querida, que la Ministra de Dinamarca le está tirando los trastos a Dol!

-Claro, es el soltero de oro –apuntó Bellatrix para inquietar más a su marido-: un gran mago, sangre pura y de la nobleza, podría llegar incluso a ser rey de Suecia.

Rodolphus salió corriendo hacia su amante y Nellie se echó a reír:

-¡Qué piraos estáis todos de la cabeza!

-Lo sé, muñequita –sonrió Bellatrix- Ven, vamos a bailar.

La bruja se libró de los invitados por unos minutos y bailó y bebió con Nellie hasta que ambas consideraron que su sobriedad había quedado atrás. Comprobó que la fiesta iba estupendamente y todos los mortífagos estaban haciendo una gran labor propagandística. Así que decidió que como toda gran estrella, debía retirarse pronto. "¿Nos vamos a casa, nena?" susurró la bruja en su oído. La muggle asintió al instante. La morena se despidió de sus futuros aliados y salieron del lugar para volver a la mansión. Una vez ahí, se metieron en la cama completamente agotadas. Nellie la abrazó y la bruja le susurró en la oscuridad:

-Ya somos libres, Nell, a partir de ahora todo irá bien. En cuanto tenga tiempo buscaremos una casa para las dos y haremos lo que tú quieras el resto de nuestras vidas.

-Para eso no hará falta salir de la cama -murmuró la muggle inmensamente feliz.

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