Capítulo 27
Cuando Bellatrix abrió los ojos Nellie ya llevaba varios minutos despierta contemplándola. Comprobó que eran las once y se asustó de haberse quedado dormida, su maestro se enfadaría. Luego recordó que Voldemort ya era historia y hasta la fiesta de la noche no tenía nada que hacer. Así que prefirió escapar de la realidad hasta que resultase imperativo. Abrazó a la muggle y continuó con su sueño. La castaña sonrió y le acarició el pelo. No tenía objeciones a ese plan, mucho mejor que el de las últimas semanas cuando la bruja se despertaba al amanecer y no volvía hasta casi entrada la noche. Sin duda la muerte del Señor Serpiente resultaba de lo más beneficiosa para ella. Aún así, había dormido poco. Seguía teniendo bastantes inquietudes.
Su principal preocupación era su futuro. Bellatrix y todos los demás iban a estar muy atareados durante meses adaptándose a sus nuevos cargos. Si bien ahora tenía libertad absoluta, no la disfrutaba tanto si venía del brazo de su vieja conocida, la soledad. Además odiaba sentirse inútil, no estaba acostumbrada. Llevaba toda la vida trabajando unas doce horas diarias y aunque obviamente no quería volver a aquello, sí necesitaba sentirse realizada. Le avergonzaba pensar que todo lo que poseía en ese momento -desde la ropa hasta la vivienda- pertenecía a Bellatrix. La slytherin le había ofrecido visitar su tienda por si quería recuperar alguna de sus antiguas pertenencias, pero ella se negó. En primer lugar, porque apenas poseía nada y en segundo, porque le daba escalofríos la sola idea de pisar de nuevo Fleet Street. No quería recordar los tiempos oscuros que había vivido ahí ni todo lo que sucedió la última noche. Ninguna de esas cosas parecía ya que perteneciese a su realidad, ni siquiera a su pasado. No deseaba volver.
Lo que sí anhelaba era ganar su propio dinero, pero no se le ocurría la forma. No tenía estudios, solo se le daba bien la repostería. En el universo mágico no podría hacerlo porque usaban la magia para todo y su mundo le resultaba ya tan ajeno... No podía recuperar su tienda, era el escenario de un doble homicidio del que ella desapareció: daría con sus huesos en la cárcel en cuanto pusiera un pie dentro. Ni con magia podrían evitarlo, demasiados testigos. Además tampoco quería. Y no sabía si su novia se lo tomaría bien o se sentiría ofendida. Igual lo consideraba un desprecio hacia su generosidad...
-¿En qué piensas? -murmuró la bruja desperezándose.
-En que te quiero mucho, peluchín -sonrió ella.
-Esa no es tu cara de pensar en mí. Pero me lo voy a creer para que no intentes distraerme con sexo, aún no me he recuperado de lo de anoche.
Nellie rió y se sonrojó. Le sorprendió que la conociera tan bien, tanto las expresiones faciales como sus técnicas de disuasión. Tras besuquearse un rato, se asearon y desayunaron en la terraza. Después, Bellatrix sintió que le debía una disculpa en condiciones. Eso la ponía más nerviosa que confesar ante el mundo que había matado a Voldemort, pero quería hacer las cosas bien con su novia. Se sentaron en la cama y la bruja murmuró:
-Nell, siento de verdad cómo me puse ayer. Quiero que sepas que no me arrepiento, mataría a cualquiera para protegerte. Y si fue Rod quien consiguió tranquilizarme fue porque... porque me daba vergüenza que me vieras así. Sé que te gusto porque soy fuerte, despiadada y todo eso. Me horroriza que me vieras llorando como a un Malfoy por haber perdido al hombre que prácticamente nos convirtió en sus esclavos.
-Que te afecten las cosas es lo que te hace fuerte, cielo, si no no tendría ningún mérito. Después de lo de ayer aún te admiro más. Hay que tener mucho valor para hacer lo que tú hiciste, no en el sentido físico sino en el psicológico. Yo no hubiese podido acabar con Sweeney ni aun cuando intentó asesinarme. Te quiero y nada de lo que hagas me hará cambiar de opinión. Y sé que solo soy una muggle y no puedo ofrecerte nada, ni aportar mucho a esta relación, pero te prometo que...
-Eleanor -la cortó la bruja con gravedad.
La castaña la miró algo asustada, nunca la llamaba por su nombre completo. La bruja odiaba ponerse cursi y romántica, lo odiaba con todo su ser. Pero juzgó que por una vez era necesario, quería que el mensaje le quedase claro y viera que era sincero:
-Quiero que tengas clara una cosa: si fueras la segunda bruja más poderosa del mundo (la primera siempre seré yo), si fueras la reencarnación de Morgana, no te querría más de lo que te quiero ahora. Es verdad que a veces me gustaría que fueses bruja porque así las cosas serían más sencillas para ti, podrías solucionarlo todo con un hechizo, pero por nada más. Sigo considerando a los muggles una raza inferior, no puedo cambiar eso, está demasiado arraigado en mí. Pero tú eres excepcional, lo sentí desde el momento en que te vi, nunca he conocido a nadie tan fuerte como tú. Eres mi reina y quiero que estés conmigo siempre. Júramelo.
"Te lo juro" fue lo único que acertó a balbucear Nellie a punto de llorar de emoción. La morena asintió algo avergonzada de su intensidad y se quedaron un rato abrazadas en la cama. Minutos después, Bellatrix fue capaz de confesarle la angustia que prácticamente la asfixiaba: "Tengo miedo, Nell. Sin mi maestro no sé qué hacer, no voy a poder seguir. Estoy sola en esto".
-No lo estás. Sé que en lo de gobernar no te puedo ayudar, pero tienes a Rodolphus, a Rabastan y a Dolohov, ellos te ayudarán en cualquier cosa. Sois los magos más poderosos e inteligentes que conozco. Podéis dominar el mundo mágico los cuatro y matarlos a todos si queréis, como los jinetes del Apocalipsis -sonrió la muggle.
-¿Quiénes son esos? -inquirió la bruja frunciendo el ceño.
-Un rollo mitológico. Se supone que son cuatro jinetes que representan las grandes amenazas de la humanidad, que por mucho que pasen los siglos siguen presentes: el hambre, la guerra, la peste y la muerte.
-¿Qué es la...?
-La peste representa la enfermedad -se adelantó su novia-. Es una de las enfermedades más contagiosas y mortales que han existido. La peste negra, hace unos siglos mató casi a la mitad de la población. O por ejemplo el ébola, pasó lo mismo. Costó muchísimo erradicarlas.
-Interesante... -murmuró la bruja- Entre los magos no existen ese tipo de enfermedades. Lo más contagioso es la viruela del dragón pero no suele ser mortal.
-¿No os afectan las mismas enfermedades que a nosotros?
-No. Somos inmunes a vuestras enfermedades igual que vosotros a las nuestras. Entre magos es mucho más común morir por accidentes con diversos artefactos: explosiones de calderos, escobas que fallan, envenenamientos con alguna planta o poción... -comentó Bellatrix con rapidez- Pero cuéntame eso de... ¿la peste, has dicho? ¿Cómo funciona? ¿Cómo puede algo matar a tanta gente, cómo se contagia?
-No... No lo sé, cielo -respondió avergonzada-. Ya sabes que no pude estudiar mucho, lo poco que sé es por lo que leí en la biblioteca de pequeña. Pero si te interesa hay miles de libros de medicina y de historia que cuentan todo eso.
"Ya veremos. De momento lo único que me interesa está aquí" murmuró la slytherin mordisqueándole el cuello. Eso desterró por completo la tristeza de la muggle por su falta de cultura. Estuvieron besuqueándose hasta que alguien llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta. Se separaron con fastidio. Rodolphus las saludó alegremente y se sentó también en la cama sin pedir permiso. Les comentó que el mundo mágico ya estaba por completo enterado del ascenso de Bellatrix y los invitados aún tenían más ganas de la fiesta de esa noche. Varias familias importantes le habían escrito personalmente para felicitarlos.
Antes de que la slytherin pudiera echarle la bronca por invadir su dormitorio, entró también Dolohov, que se aburría, y se acomodó junto a ellos. La duelista maldijo en voz alta:
-¿¡Ves por qué necesitaba un colchón ridículamente grande!? -le espetó a su marido- ¿Va a venir también Rabastan a invadir mi intimidad o...?
-No -la interrumpió su marido-. Anoche quedó con una de sus amantes y le prohibí traerlas a casa. Estoy harto de encontrarme por las mañanas a brujas extrañas que intentan robarme el desayuno.
-Yo creo que si se hicieran pruebas de paternidad, la mitad de críos de Inglaterra serían de Rab -comentó el rubio.
"Mientras no los traiga aquí a desayunar..." murmuró Rodolphus acomodándose con la cabeza apoyada en el regazo de su mujer. Bellatrix le revolvió el pelo más que acariciárselo, pero él no protestó. Estuvieron unos minutos en silencio disfrutando de la paz y la sensación de libertad. A los tres magos les resultaba extraño: ninguno recordaba la última vez que vivieron sin estar bajo las órdenes de alguien o pudiendo salir a la calle sin riesgo de terminar en Azkaban. Probablemente porque jamás sucedió. Y ahí estaban, en una cama con la mirada perdida como el pájaro al que abren la jaula y no se atreve a salir porque nunca conoció otra cosa.
-¿Y los muggles que hacéis en los días de fiesta, Eleanor? -preguntó Rodolphus.
-Los muggles no sé... Yo trabajaba como todos los días y si tenía mucha suerte, recuperaba horas de sueño -contestó la aludida con la cabeza apoyada en el hombro de Bellatrix-. La gente normal va al cine, a conciertos, al teatro, esas cosas... El año pasao inauguraron un Acuario junto al Támesis que debe estar bien. Pero no sé, yo nunca tuve pasta para ir a nada de eso.
Su novia la besó en la mejilla con cariño, la ponía triste pensar que Nellie había tenido una vida tan dura. Aunque tampoco es que la suya hubiese sido mejor... Seguidamente la castaña tuvo que dedicar veinte minutos a explicarles los conceptos "cine" y "película". Tuvo la sensación de que les extrañaba que los muggles hubiesen sido capaces de desarrollar algo tan complejo. Pero los hombres tuvieron la elegancia de no comentarlo y su novia estaba ocupada besuqueándole el cuello. Rodolphus, observándolas, no pudo evitar murmurar:
-Ya que estamos los cuatro en la cama..., yo creo que podríamos...
-Como sugieras que follemos te llevas el primer crucio de la mañana -le advirtió su mujer.
-¡No iba a sugerir eso! -protestó él- Sino más bien que profundicemos en el conocimiento mutuo, sin ropa, con un agradable contacto físico y...
No pudo terminar. Antes de que la morena cogiese su varita, Rodolphus recibió un puñetazo en el hombro por gentileza de Dolohov, que era con mucho el que más fuerza física tenía. El pequeño de los Lestrange protestó y se enfurruñó (más por el rechazo a su idea que por la agresión). De forma inconsciente, Bellatrix abrazó a Nellie con más fuerza. En sus buenos tiempos ella no habría tenido problemas con tríos, orgías y demás depravaciones, pero a su novia no iba a tocarla absolutamente nadie. La castaña estuvo encantada de dejarse achuchar. "¿Tú estás seguro de que este imbécil es gay?" le preguntó la mortífaga a Dolohov. El sueco ladeó la cabeza con expresión de duda.
-Conmigo puedo asegurarte que cumple, pero a veces hace comentarios sobre ti que...
Rodolphus estaba acostumbrado a recibir miradas de odio de su mujer, pero la de Nellie fue la primera. Y resultó mucho más terrorífica. La muggle siempre le había adorado, pero era incluso más posesiva que Bellatrix. Por primera vez tenía a alguien que la quería, no iba a permitir que nadie -ni siquiera su marido- intentara robársela. Bastaría con envenenar su comida... El pequeño de los Lestrange le dedicó una expresión de rabia a su compañero por haber revelado ese dato. Temió que terminaran mal en su primer día de libertad (y temió quedarse sin sus tartas favoritas, eso sobre todo), así que elaboró un plan alternativo.
-¡Era broma! Aunque estamos todos extremadamente buenos, tampoco sería... -como su mujer ya tenía la varita se interrumpió- Se me ha ocurrido otra cosa. Aquí no encerramos a los animales en peceras ni nada así, pero hay un restaurante acristalado bajo el río en el que se ven peces, criaturas acuáticas de todo tipo y...
-¡Halaa! ¿¡Podemos ir!? -exclamó Nellie emocionada mirando a la morena.
Evidentemente Bellatrix no fue capaz de negarse y a la media hora los cuatro se aparecieron en el lugar. Se accedía al restaurante con un ascensor mágico que terminaba en una sala central con paredes acristaladas. La iluminación era tenue y en tonos fríos para respetar el ambiente marino. Además de varias especies de peces de agua dulce, nadaban a su alrededor criaturas como sirenas, selkies (parientes siniestras de las anteriores), grindylows (demonios de agua) y varios tipos de tritones y ninfas.
En cuanto llegó la comitiva, despejaron el lugar para ellos. Los Lestrange y los Black eran las dos familias más respetadas del mundo mágico (sobre todo desde que los Malfoy cayeron en desgracia) y Dolohov pertenecía a la nobleza sueca: nunca tenían problema para encontrar mesa. Les recibieron con honores y les sirvieron un amplio menú degustación.
La muggle apenas comió, toda su atención se centró en el espectáculo acuático que se desarrollaba tras la cristalera; Rodolphus no tuvo problema en ocuparse de sus platos. Por su parte, la morena, era inmensamente feliz al poder besar y meterle mano a su novia bajo la mesa sin miedo a repercusiones. De nuevo no les permitieron pagar y nadie tuvo objeciones. A la muggle le llamaba la atención que cuanto más rico eras, menos tenías que gastar.
Cuando llegaron a la mansión, mientras tomaban el té ayudaron a Bellatrix a repasar su discurso de presentación. Era vital conquistar a los invitados a la fiesta para que apoyaran sus planes. Se jugaba mucho y aunque trataba de ocultarlo, estaba nerviosa.
-Saldrá genial, preciosa. Ya te digo que desde que ayer publicó la noticia el Profeta he recibido felicitaciones de casi todas las familias de los Sagrados Veintiocho–la tranquilizó su marido.
-¿Por qué te las envían a ti y no a mí?
-Las envían a nombre de los dos. Pero tú les das más miedo, no quieren molestarte con nimiedades. Además, yo soy más encantador.
La morena quiso replicar pero sabía que era verdad. Su marido era casi igual de cruel que ella, pero tenía un don para ganarse a todo el mundo con su innegable encanto.
-Hasta a mí me han escrito mis conocidos –comentó Dolohov.
Cuando el rubio hablaba de "conocidos" solía referirse a Ministros, magistrados de los Altos Tribunales de Magia y magos de la nobleza de toda Europa. Al fin y al cabo muchas Familias Reales contaban con magos y brujas entre ellos.
-Los países bálticos te apoyarán –aseguró el sueco-. Desean instaurar un modelo en el que prime la superioridad de sangre y les vendrá muy bien que tú abras camino.
-Ya podía haberlo abierto otro –masculló la mortífaga.
-Nadie tiene la energía y el poder que tienes tú, querida, no podía ser nadie más que tú. Además en muchos países ocupan el poder nuestros colegas supremacistas, no será muy difícil, ya lo verás.
-Lo bueno es que si tú eres la primera en declararlo oficialmente, tú instaurarás los términos del proceso –indicó Dolohov.
-Eso espero –suspiró la morena que bebía whisky tumbada en el sofá con la cabeza sobre el regazo de Nellie.
-¡Claro que sí! –intervino la muggle- ¡Eres adorable, es imposible que nadie se ponga en tu contra!
Bellatrix sonrió y todos estuvieron de acuerdo con su criterio. Cuando terminaron, tuvieron que empezar a prepararse para la fiesta. Nellie no cabía en sí de gozo por poder asistir a una reunión de la élite del mundo mágico así sin más: sin mentiras, ni excusas, ni siendo prisionera de nadie. Y eso que ya fue feliz en el evento de primavera haciéndose pasar por una francesa... Eso le recordó algo:
-Peluchín, ¿también esta vez me vas a elegir la ropa, el maquillaje y todo eso?
-No, muggle molesta -respondió a lo lejos la bruja mientras se ataba las botas-. Ya no hay ningún peligro, al que te rechiste lo torturamos en espectáculo público. Ponte lo que quieras.
-Es que me...
La castaña se interrumpió cuando la bruja salió del vestidor. Llevaba un vestido de terciopelo morado con mangas y escote de encaje y botas negras a juego. Se había alisado el pelo que le caía en ondas deshechas y complementaba su habitual maquillaje oscuro y casi vampírico. Le preguntó a su novia si así estaba bien para presentarse como dictadora suprema del mundo mágico. La muggle solo acertó a asentir con cierto nerviosismo. No era posible que alguien tan preciosa estuviese con ella.
-¿Qué me decías? -preguntó la bruja buscando su otra varita.
-Yo qué sé... -murmuró la castaña incapaz de apartar la vista- ¡Ah, sí! Que me gusta más cuando me vistes tú -comentó sonriente.
"Bueno...", murmuró la bruja mientras introducía su varita curva en una manga y la de sauco en la otra, "Entonces tendré que vestir a mi muñequita". La cogió de la mano, la llevó a su habitación vestidor y la desnudó con cuidado. Un escalofrió de placer recorrió su cuerpo al admirar la lencería granate que adornaba su pálido cuerpo. Adoraba la costumbre de Nellie de llevar siempre ropa interior bonita, era uno de los fetiches de la mortífaga y jamás conoció a nadie que la luciera tan bien. La besó y después bajó a su cuello.
La muggle le pasó los brazos por los hombros y ladeó la cabeza para facilitar la maniobra. Bellatrix empezó besándola suavemente. Después pasó a lamer sus clavículas mientras le acariciaba las costillas. "Joder, Nell... No sé cómo he sobrevivido sin ti..." susurró. Su novia gimió complacida incapaz de responder. Bajó a su profundo escote y continuó besando y mordisqueando con suavidad. La muggle hundió las manos en su melena oscura y la apretó más contra su pecho. La slytherin no tuvo quejas.
-Be... Bella -gimoteó con los ojos cerrados- Sigue con mis tetas, pero... necesito...
No le hizo falta terminar. La bruja la abrazó por la espalda para protegerla y cayeron sobre la alfombra de pelo que cubría el vestidor. Nellie suspiró aliviada, hacía minutos que le costaba mantener la verticalidad. Ya en el suelo y aprovechando que estaba encima, la bruja le quitó el sujetador mientras se besaban con frenesí. La castaña enseguida volvió a empujarla hacia su pecho. "Abre la boca" le ordenó. Bellatrix sonrió y abrió la boca como una niña obediente. Últimamente -y contrariamente a su naturaleza- también la excitaba que su novia le diera órdenes; la excitaba todo en esa puñetera muggle... Nellie arqueó la espalda hasta introducirle un pecho en la boca y apretó su cabeza para que profundizara más.
-Venga, se una buena bruja y chúpame bien. Demuéstrame cuánto te gustan mis maravillosas tetas, haz que me corra con eso.
Bellatrix no pudo rechistar por cuestiones obvias. Así que se centró en succionar el pezón mientras masajeaba el otro con habilidad. Para asegurarse cumplir el reto, subió una rodilla hasta la entrepierna de la muggle, que lo captó de inmediato. Empezó a frotarse con intensidad haciendo que su pecho se hundiera aún más en la boca de la bruja. Pensó que igual hubiese sido más fácil quitarse las bragas, pero un minuto después resultó que no hacía falta.
-Bellaaa, ya... Me voy a...
-¡Aguanta un segundo! -exclamó la bruja recordando de pronto que llevaba un vestido nuevo para la fiesta.
Recuperó su pierna con dificultad mientras la muggle protestaba y se retorcía nerviosa. Se subió la falda hasta que su rodilla quedó descubierta y volvió a presionar en el punto adecuado. La movió mejorando así la fricción entre ambas y sin dificultad la castaña se corrió. Bellatrix se separó y se tumbó en la alfombra junto a ella mirando al techo. Al poco Nellie le introdujo un par de dedos con habilidad y la ayudó a terminar (la bruja llevaba cachonda desde que la desnudó, así que costó poco esfuerzo). Estuvieron varios minutos jadeando, sumidas en el agradable mareo post-orgasmo. "Joder" masculló la bruja al ver, pese a las precauciones, las manchas oscuras sobre su vestido. Sacó la varita de sauco y pudo limpiarlo sin dejar rastro.
-Qué bonito que el primer hechizo que he usado con la varita más poderosa del mundo haya sido para limpiar tus fluidos muggles. Mi maestro estaría inmensamente orgulloso.
La muggle le pegó un puñetazo cariñoso en el hombro por insistir en su "mugglitud" pero se rió con ganas. La alegró mucho que Bellatrix ya fuese capaz de bromear sobre Voldemort, le pareció un gran avance. Cuando reunió fuerzas se giró hacia ella y la besó con menos pasión pero más ternura que antes.
-Gracias por ser tan buena conmigo... -murmuró mientras jugueteaba con el pelo de la bruja- Siempre me lo haces a mí primero y...
-Es egoísmo, Nell. Adoro tu cuerpo, me vuelve loca (a mí, que soy admirada por mi cordura). Me encanta cuando me lo haces tú, por supuesto, pero entonces no puedo estrujar tu perfecto culo, ni sobar y mordisquear el resto de tu maldito cuerpo como merece... Me pasaría la vida haciéndolo, ojalá no estuvieras tan buena.
-No me parece mal plan -rió la castaña absolutamente feliz.
La slytherin sonrió también. Se sentía mucho más relajada y feliz que minutos antes, seguro que la reunión iba bien; nada podía salir mal después de aquello.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top