Capítulo 22
Mientras Nellie se sacudía el mareo tras la aparición lo primero que notó fue un olor fresco y agradable. Abrió los ojos y se vio rodeada de unos jardines repletos de flores exóticas y frondosos árboles mecidos por la suave brisa de mayo. Ya empezaba a anochecer y una luz anaranjada bañaba aquellos extensos terrenos. Al fondo se alzaba una mansión en un blanco deslumbrante. Se parecía en dimensiones a la de los Malfoy pero resultaba mucho más luminosa, al igual que los campos que la rodeaban: había más vida, más color. Se detuvieron un rato a contemplar el paisaje y disfrutar de la calma tras el caos de la batalla.
-Vamos -murmuró Rabastan unos minutos después.
Echaron a andar hacia el edificio. Nellie se dio cuenta de que el mortífago no le había soltado la mano. Entendió que de forma inconsciente necesitaba el contacto humano para no derrumbarse tras la pérdida de su hermano pequeño. Cuando él se percató, la soltó avergonzado y para disimular le contó la historia de la casa. La Mansión Lestrange se localizaba en un condado próximo a Londres y llevaba perteneciendo a la familia desde que la construyó siglos atrás uno de sus antepasados franceses. Cuando murieron sus padres, Rabastan estaba muy ocupado viajando por el mundo, así que fue Rodolphus quien siguió habitándola. Antes era más oscura y anticuada, él se encargó de remozarla y arreglarla para poder vivir ahí con Bellatrix. En poco tiempo la convirtió en un referente de la arquitectura y el diseño londinense.
-Por eso Voldemort nunca quiso quedarse aquí: demasiada luz para sus pupilas reptilianas.
A Nellie le llamó la atención que usara el nombre propio. Probablemente las desgracias durante la batalla habían disminuido el miedo hacia su maestro: le quedaba menos que perder. Le hizo gracia la imagen del Señor Serpiente huyendo del lugar porque la luz molestaba a su piel muerta y a sus ojos de reptil. Se quedó mucho más tranquila al saber que no aparecería por ahí. Le explicó también que Ruffy llevaba semanas preparando la mansión para cuando llegaran y ya estaba todo listo.
Efectivamente el propio elfo les salió a recibir con alegría por volver a estar en su primer hogar. Les informó de que el medimago seguía ocupándose de Dolohov que seguía grave e inconsciente. El sanador había recomendado que no recibiera visitas durante las primeras horas, necesitaba estabilidad absoluta. Así que Ruffy les indicó que había llevado el equipaje de los Lestrange a sus habitaciones y el de Nellie a las de Bellatrix. Notaron cómo su voz temblaba ligeramente, quería mucho a Rodolphus y su muerte también le había afectado. Rabastan acompañó a la muggle escaleras arriba. Abrió la puerta de un conjunto de habitaciones -más grandes que las de la mansión Malfoy- y le explicó:
-Estás son las habitaciones de Bella, supongo que querrá que te quedes con ella, ya lo gestionará cuando vuelva. Ahora tenemos que ducharnos porque no sé quién de los dos lleva más sangre... -murmuró contemplando el desastroso vestido de Nellie- Pero puedo pedirle a Ruffy que prepare algo y cenamos luego.
-¡Oh, no, no! No quiero molestar -respondió azorada-. Supongo que querrá usted estar solo, no tiene porqué entretenerme, puedo...
-Eleanor, por favor -la cortó mirándola a los ojos-, el día de la emboscada fuimos mi hermano y yo quienes la fastidiamos, te dejaste atrapar para liberarlo a él y luego le dijiste que me salvara a mí. Te debo literalmente la vida, así que tutéame por favor.
"Ah... Vale..." respondió ella algo avergonzada de que aquel hombre tan frío e impasible se mostrase de repente tan vulnerable. Él añadió de forma velada -pero fácil de descifrar- que no quería estar solo y la muggle lo comprendió. Sintiendo su dolor y sin darle tiempo a reaccionar, se acercó a él y lo abrazó. Con bastante pudor, el hombre la rodeó entre sus brazos. Al principio Nellie notó la tensión tanto en su cuerpo como en sus afectos. Pero transcurrieron pocos segundos cuando el mago empezó a llorar sobre su hombro. Ella siguió abrazándole. La escena se prolongó bastante.
-Lo siento -murmuró Rabastan avergonzado cuando al fin la soltó.
-No tienes que disculparte -aseguró la muggle.
Él asintió nervioso. Como aquello se había puesto demasiado emotivo, se despidieron y quedaron en cenar juntos tras asearse. Por supuesto las habitaciones de Bellatrix (porque eran varias) resultaban impresionantes, repletas de lujos y muebles carísimos. Estaban decoradas en tonos plateados y las vistas a la campiña inglesa quitaban el aliento. Aún así la muggle no sintió ganas de curiosear. Se había mantenido entera por Rabastan, pero también se sentía profundamente triste. Rodolphus fue el primero -aparte de su secuestradora- que se preocupó por ella y no podía creer que ya nunca más fuese a aparecer para robarles el desayuno. También Dolohov le preocupaba, ¡ojalá se recuperara! Y Bellatrix. Hasta que no volviera junto a ella no se quedaría tranquila. A pesar de haber ganado estaba segura de que la guerra tendría repercusiones y su relación seguiría siendo complicada.
Desechó esos pensamientos para no deprimirse más y se metió a la ducha. Cerró los ojos mientras el agua caliente resbalaba por su cuerpo. Dedicó largos minutos a enjabonarse como si eso fuese a limpiar sus malos pensamientos. Cuando terminó había transcurrido media hora. Se envolvió en una toalla y buscó las maletas que Ruffy le había indicado que contenían su ropa. Las abrió. Se emocionó al encontrar sus figuras de criaturas mágicas, sus libros favoritos, la capa que le dio Bellatrix, el vestido que Rodolphus y Dolohov le regalaron por su cumpleaños... Volvió a llorar.
Se vistió y continuó curioseando entre sus posesiones que tanto había añorado. Encontró el colgante del dragón de ojos azules que Bellatrix le había regalado. Se lo puso y sonrió tristemente a su reflejo, al menos eso sí podía recuperarlo. Pensó en deshacer las maletas, pero igual la mortífaga prefería que se quedara en otra habitación para disponer de su espacio. Así que cogió el libro de animales fantásticos que siempre la tranquilizaba y se sentó a esperar que Rabastan acudiera a buscarla. Sucedió pocos minutos después.
-¿Eleanor? -inquirió él llamando a la puerta.
Nellie abrió y le dijo que ya estaba lista.
-Ha habido un problema... -comentó el mago a todas luces sobrepasado por las circunstancias- Ruffy ha tenido que salir para conseguir unas pociones que el medimago necesita para atender a Dol y no ha podido preparar la cena. No sé si...
-¡No pasa nada, puedo hacer yo algo! -exclamó ella sonriendo.
-¡No, por supuesto que no! No eres nuestra sirvienta, no quiero que...
-No digas tonterías -le cortó ella quitándole importancia con un gesto de la mano-. Me encanta cocinar. Me relaja y, sinceramente, se me da mucho mejor a vuestros elfos. Vamos a la cocina.
Rabastan mostró una débil sonrisa y aceptó. Mientras se dirigían a la estancia, el mago le comentó que le dejaba a Bellatrix hacerle la visita guiada porque conocía mejor la mansión. A Nellie le pareció muy bien. Cuando llegaron vieron que el elfo había preparado los ingredientes del pastel de calabaza (seguramente porque era el favorito de Madame Lestrange) antes de que surgiera la urgencia. Así que la muggle continuó con ello. El mortífago, que no había pisado una cocina en su vida, la observaba como si estuviese elaborando una compleja poción. Viendo que eso podía entretenerlo, Nellie le pidió ayuda. Él se negó alegando que los magos de sangre pura no cocinan. Hubo un pequeño debate hasta que la castaña sentenció:
-Querido, soy una muggle que ha convencido a Bellatrix Lestrange de que le perdone la vida a una sangre sucia. Así que vas a rendirte tarde o temprano, cuanto antes lo aceptes, antes cenamos.
-De acueeerdo... -suspiró Rabastan con un gesto de rendición- Pero me tienes que contar si es verdad que elaborabas pasteles de carne humana.
-¡Oh, claro que es verdad! Compuse una canción al respecto, "A little priest", venga, ve picando esa calabaza y te la canto -ordenó ella.
El mortífago no sabía qué le sorprendía más: confirmar el rumor de las empanadas de cadáveres o que una muggle le diera órdenes. En cualquier caso, con ayuda de su varita para sentirse más seguro, realizó las tareas que Nellie le fue indicando. Ella le cantó -varias veces porque le pidió bises- la canción que resumía cómo surgió la idea de utilizar carne humana para los pasteles y le contó su historia. Rabastan entendió perfectamente lo que veía su cuñada en esa extraña muggle. Y además comprobó que el parecido no era solo físico...
-¡Pero qué haces! -exclamó la pastelera- Te he dicho que lo cortaras en rodajas finas, ¿¡tú crees que esto es fino!? ¿En tu mundo esto, que tiene dos dedos de grueso, es fino?
-¡Claro que sí! -exclamó él a la defensiva- Está claro que...
-No, lo cortas bien y se acabó. Lo que está claro que con la varita no puedes, coge un cuchillo como la gente normal.
Resultó que cocinar requería mucha más atención y precisión de la que el mortífago suponía. Aún así se esforzó. Si los muggles y los elfos podían hacerlo, ¿cómo iba a resistírsele a él? Al poco se confió y creyó que la cosa iba bien. Hasta que se cortó y su dedo empezó a sangrar. Nellie puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza ante su incompetencia. Rabastan limpió la sangre con su varita, murmuró un episkey y la herida sanó al instante. La castaña le miró sorprendida.
-¿Podéis curaros a vosotros mismos? -preguntó extrañada.
-Sí, claro. Si se trata de heridas leves no hay problema.
-Pero... Bella me hacía curarle cortes que se hacía entrenando casi todos los días... Ya sabes, en plan muggle, no con magia ni nada de eso...
-A ver si lo adivino -comentó él burlón-, ¿"En plan muggle" significa tocándola, acariciándola y admirando lo suave y perfecta que es su piel?
-Bueno, sí, pero... ¡Qué hija de...! ¿Quieres decir que se burlaba de mí? -inquirió al entenderlo.
-Más bien creo que la temible Bellatrix Black Lestrange adora que le hagas cariñitos pero jamás lo reconocería. A ver si vuelve ya para burlarme de ella... -murmuró mientras seguía batiendo la mezcla- ¡Por eso la pillé un día en el pasillo cortándose con su daga! Me preocupé mucho, creí que se autolesionaba o algo...
Nellie sacudió la cabeza decidiendo si ese nuevo descubrimiento le parecía bien o mal. No pudo debatirlo mucho porque tuvo que explicarle a su desastroso ayudante que si había grumos la mezcla no estaba bien batida. Les costó el doble de tiempo del que requería. Pero finalmente el pastel de calabaza quedó terminado y fueron al salón a cenar. Comieron medio tirados en sendos sofás porque estaban demasiado cansados para sentarse. Rabastan se sintió enormemente orgulloso porque estaba realmente bueno y decidió que era todo mérito suyo. Cuando terminaron se dio cuenta de que durante todo ese proceso casi había olvidado su duelo. Adivinó que ese había sido el propósito de su compañera, así que se acercó a ella y la miró a los ojos.
-Muchas gracias por estar conmigo -susurró él-, aunque sé que nunca me perdonarás por...
-Por intentar robarme la capa que me regaló Bella -aseguró ella mientras él sonreía-, pero aún así puedes contar conmigo.
Rabastan la abrazó con gratitud hasta que empezó a sentir un extraño picor por todo su cuerpo. Se dio cuenta de que no era una reacción natural sino algún tipo de maleficio. Iba a sacar su varita cuando una voz le sobresaltó:
-¡Ni se te ocurra tocar a mi muggle molesta! -exclamó Bellatrix entrando al salón.
"¡Has vuelto!" exclamó Nellie corriendo hacia ella. La mortífaga la abrazó, hundió la cara en su melena caoba y se perdió en su aroma a violetas. Tanto la muggle como su cuñado se dieron cuenta de que aunque tratara de ocultarlo, la pírrica victoria también había succionado su energía y su felicidad. Ojalá eso le hiciera darse cuenta de la realidad de Voldemort. La castaña la besó y la cogió de la mano para que se sentara con ellos en el sofá. Daba la impresión de que la mortífaga llevaba días sin comer, así que le sirvió un trozo de bizcocho.
-Estoy hecha un asco, Nell. Llevo sangre hasta en las pestañas, solo quiero ducharme, meterme en la cama y...
-Me da igual, tienes que comer -ordenó tendiéndole el plato.
-Uy, más te vale obedecer, tu adorable muggle no acepta un no por respuesta... -murmuró su compañero- Además está muy bueno, ¡lo he hecho yo!
Bellatrix, a punto de llevarse un trozo a la boca, lo soltó de inmediato y exclamó:
-¡Yo no me como nada que haya tocado Rab! La única clase de pociones en la que no hizo estallar su caldero fue en la que hizo estallar el aula entera.
El slytherin intentó defenderse y eso desembocó en otra discusión. Perdió la bruja porque era la más agotada de los tres. Así que ante la insistencia de ambos, cenó un trozo de bizcocho y tuvo que reconocer que estaba muy bueno. Después compartieron una botella de whisky a la salud de Rodolphus. No hablaron gran cosa, fue un acuerdo tácito: ni Voldemort, ni la batalla, ni el futuro de los supervivientes se debatió. La derrota de Potter, la conquista de Hogwarts, los compañeros caídos... y todo en una tarde. Ni siquiera parecía real. Al día siguiente se harían cargo, no quedaría otra, pero esa noche necesitaban dejar sus mentes en blanco.
"Ah por cierto, ahora Kreacher vive con nosotros" murmuró Bellatrix cerrando los ojos. Estaba tumbada con la cabeza apoyada en el regazo de su novia. Les contó que al morir Harry tanto su elfo como Grimmauld Place y las propiedades de Sirius habían pasado a ser suyas por ser la mayor de los Black y no haber más Potters. Todos los encantamientos que protegían la sede de la Orden habían desaparecido al pasar a sus manos. A ambos les pareció muy bien y siguieron bebiendo en silencio. Nellie le acariciaba el pelo sin importarle que estuviera totalmente enredado e incluso con salpicaduras de sangre. Al poco la bruja se retrepó para evitar quedarse dormida y apoyó la cabeza en su hombro. Al tenerla más cerca, la castaña sintió el olor a sándalo y pachuli con toques de frambuesa.
-¿Cómo es posible que sigas oliendo igual de bien? Llevas sangre y tienes que haber sudado...
-Bella siempre huele bien -informó Rabastan-. Rod siempre dice que... decía -se corrigió con dolor.
-Que soy la mejor duelista, la mejor legilimente y la persona que mejor huele de todo el mundo mágico -completó la mortífaga con una sonrisa triste.
"Estoy de acuerdo" murmuró Nellie abrazándola con más fuerza. Cuando una hora después se quedaron sin alcohol y sin energía, se despidieron y subieron a sus habitaciones. Bellatrix le reprochó a su novia que no hubiera desecho las maletas: por supuesto que deseaba compartir su cuarto. La bruja estaba tan agotada que fue la muggle quien le preparó el baño y le lavó el pelo para eliminar la sangre. Mientras le masajeaba el cuero cabelludo creyó que la mortífaga se iba a dormir en la bañera. Masacrar gente resultaba agotador. Cuando despertó del letargo, Nellie la ayudó a salir, buscó un camisón y se acostaron en la enorme cama que presidía la habitación principal.
Bellatrix se acurrucó junto a su novia y cerró los ojos. Habían ganado por fin, ¡habían ganado la guerra! Su Señor había vencido y ella sería su reina. Le había apoyado hasta el final, había sido la única y todos lo sabían. Además había recuperado al amor de su vida y estaba en la cama con ella. Deberían estar celebrándolo de mil formas. Pero solo era capaz de pensar que Rodolphus lo merecía tanto como ella. Y que llevaban juntos desde los once años y no sabía si sería capaz de seguir sin él. Aún así, se sintió inmensamente feliz de volver a sentir el cuerpo de su muggle junto al suyo tras tantas noches de soledad.
-Nellie -susurró en la oscuridad-, te quiero y te he echado de menos.
La muggle la besó con cariño sabiendo lo que le costaba pronunciar esas palabras en voz alta. La estrechó entre sus brazos y le prometió que no iban a volver a separarse nunca. "Cuando esto acabe haremos lo que tú quieras" murmuró la bruja segundos antes de dormirse víctima del agotamiento. Nellie sonrió y cerró los ojos también.
Bellatrix creyó que como siempre tendría pesadillas, pero quizá sentir a junto a ella a la persona que más quería alejó los malos sueños. Cuando se desveló de madrugada, lo primero que hizo fue asegurarse de que su novia seguía junto a ella. La primera luz del alba que se colaba entre las pesadas cortinas así se lo mostró. De hecho, Nellie tenía a la lugarteniente de Voldemort completamente abrazada. Al notar movimiento, la muggle se despertó. Vio que estaba amaneciendo y murmuró cerrando los ojos:
-Aún es pronto, duérmete, peluchín.
-¿¡Qué acabas de llamarme!? -exclamó la mortífaga.
-Peluchín. Está claro que eres mi peluche suave y achuchable que huele bien. Ahora vuelve a dormir.
A Bellatrix le costó unos segundos procesarlo, no recordaba que nadie se hubiese ganado un crucio de forma tan evidente. Se estiró para coger su varita de la mesilla pero no llegaba: problemas de tener una cama demasiado grande. Intentó liberarse de los brazos de Nellie sin éxito.
-¡¿Cómo puedes tener tanta fuerza?!
-De arrastrar cadáveres por mi sótano. Y de utilizar la picadora para convertirlos en empanadas, la manivela iba muy dura y pasaba muchas horas ahí -murmuró medio dormida-. Así que sé un buen peluchín y cierra los ojos.
A la mortífaga no se le ocurrió ninguna replica a la altura, jamás se había visto en circunstancia similar. Así que tras una última amenaza vacía volvió a dormirse. Cuando varias horas después se despertaron, una parte de Bellatrix esperaba que su marido entrase a molestarlas como hizo durante meses. No sucedió. Ruffy les subió el desayuno pero ambas probaron poco más que el té. El resto de la mañana la bruja lo dedicó a enseñarle la mansión. A la muggle le encantó y por primera vez se sintió una invitada y no una prisionera. Su parte favorita eran los jardines: mucho más bonitos y menos agrestes que los de la residencia de los Malfoy. Estaban sentadas en un elegante banco de piedra con vistas a un lago con sirenas cuando apareció Rabastan. Era evidente que el mortífago seguía sin gestionar bien la soledad. Se sentó junto a ellas y estuvieron un rato contemplando a las criaturas acuáticas.
-¿Qué tal fue ayer cuando nosotros nos fuimos? -preguntó al final Nellie.
-Bien, supongo -respondió la mortífaga-. Los del otro bando intentaron huir, nuestro Señor mató a los sangre sucia que encontró y les advirtió al resto que si acatan sus normas no habrá repercusiones graves. A quienes capturó de la Orden los mandó a Azkaban, los dementores están encantados de seguir recibiendo víctimas... Hoy creo que quería ocuparse del Ministerio, tomarlo ya abiertamente. No sé si asumirá él el cargo de Ministro o nombrará a alguien. Cuando vio que todo estaba controlado me permitió irme a casa.
-¿Y la gente de sangre pura que le ha traicionado? -preguntó el mago.
Hubo unos segundos de silencio porque los primeros en esa categoría eran los Malfoy. Se habían refugiado en su mansión tras la guerra creyendo que Harry ganaría. Pero Voldemort se había apresurado a visitarlos para entrar en la mente de Narcissa y comprobar que le mintió deliberadamente sobre la muerte de Harry. Los había dejado ahí encerrados bajo vigilancia de dos mortífagos hasta nueva orden e incluso había restringido su uso de la magia.
-Va a haber juicios contra todos los que desertaron -murmuró la bruja-, los presidirá él y decidirá qué hacer en cada caso. Narcissa apostó y perdió, tendrá que asumir las consecuencias como las hubiéramos asumidos nosotros de haber perdido. Su idea fue librar a Potter para que así los indultaran e irse con su familia, le dio igual que yo pudiese morir como consecuencia de ello.
Ya no utilizaba el diminutivo de "Cissy". Mejor aumentar distancias: era evidente que el futuro de los Malfoy sería peor que la cárcel. Bellatrix no mencionó que había visto también el cuerpo sin vida de su marido y había certificado su muerte por sí misma. Fue incapaz de llevárselo. Ese no era ya el hombre que la había abrazado siempre que lo necesitó y que la hacía rabiar y reír a partes iguales. Se trataba tan solo un cascarón vacío. Los elfos se encargarían de trasladarlo al panteón familiar, ni ella ni Rabastan eran capaces.
-¿Y de los nuestros perdimos a alguien más? -preguntó el mayor de los Lestrange.
-A varios de los nuevos, a algunos extranjeros que vinieron a apoyar, a Jugson... Y algunos están desaparecidos. Por ejemplo, a Rookwood le vimos durante la guerra (de hecho salvó a Nellie), pero después nadie supo de él. Supongo que estos días se irán asentando las cosas, ayer era todo caos.
Sus dos compañeros asintieron. Estuvieron en silencio contemplando a las sirenas hasta que apareció Ruffy.
-Disculpen la interrupción, el medimago me ha pedido que les diga que el señor Dolohov ya se encuentra fuera de peligro y puede recibir...
No pudo terminar la frase porque los tres ya corrían hacia el ala donde se localizaba la enfermería. Llegaron más rápido que una snitch, al menos querían recuperar a su compañero. La amplia estancia estaba amueblada en el mismo estilo elegante y despejado que el resto de la casa. Parecía más la suite de un hotel que un lugar de reposo para convalecientes. Dolohov descansaba en una cama con sábanas de hilo, se le veía pálido y sin fuerzas. Lucía ligeras magulladuras en el rostro y se adivinaba bajo la camisa del pijama un vendaje a la altura del pecho. Probablemente estaba dormido hasta que el histérico trío irrumpió en la sala.
-¡Dol! -exclamó Bellatrix sentándose en la cama mientras él le cogía la mano- ¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras?
-Déjale respirar, Bella -sonrió Rabastan colocándose a los pies de la cama con Nellie.
-Estoy bien -murmuró él con voz cansada intentando sonreír-, me recuperaré. Cualquier herida sigue siendo mucho menos dolorosa que Azkaban. Estoy bien físicamente...
Los tres entendieron que la mejoría era solo física. Dolohov había visto morir ante él a quien fue su mejor amigo y amante durante años, no sabía cómo hacer que esa herida dejara de sangrar. El medimago les informó de que su labor había terminado. Les indicó las pociones que debía tomar y aseguró que en una semana estaría recuperado por completo. Le dieron las gracias y se marchó. La mortífaga llamó a Kreacher y le pidió que se ocupara exclusivamente de atender al enfermo. El viejo elfo aceptó la tarea encantado. Por su parte Ruffy preparó la comida y se la llevó a la enfermería para que comieran los cuatro juntos. Cuando terminaron, Rabastan recordó que Dolohov debía descansar para recuperarse.
-Te dejamos dormir, avisa si necesitas algo -murmuró el mayor de los Lestrange despidiéndose.
Él asintió y les dio las gracias conmovido por sus desvelos. Cuando ya salían, le pidió a Bellatrix si podía quedarse un momento. La mortífaga miró a Nellie que de inmediato comentó que Rabastan le había prometido enseñarle los escorbutos que se escondían los jardines. A él le pareció un buen plan. "Si no te dice el nombre bien, no se los enseñes" le ordenó Bellatrix a su cuñado. Rabastan suspiró y confesó: "Se los enseñaré de igual forma, me da más miedo que tú". La muggle sonrió con suficiencia y se marcharon juntos. La morena volvió a acercarse a la cama.
-Dime, ¿qué necesitas? -preguntó ella.
-¿Podrías...? Me da vergüenza pedírtelo, pero...
-Por favor, Dol, que te tirabas a mi marido, hay confianza.
Pese al humor macabro, su compañero sonrió. Después asintió.
-¿Podrías tumbarte un rato? Sé que es raro, pero a Rod le encantaba abrazarte y luego siempre olía a ti e igual así...
"De acuerdo" le cortó la mortífaga desatándose las botas. Lo entendía: necesitaba aferrarse a cualquier olor asociado a sus recuerdos felices. Ella había pasado días enteros en la cama de Nellie cuando la Orden la secuestró. Se acostó junto a él, sin mirarle pero haciéndole saber que estaba ahí y que ella también temía las pesadillas. Él le dio las gracias en un susurro y la cogió de la mano. Derramaron lágrimas en silencio antes de dormirse. Unas horas después, Rabastan la sustituyó y se quedó leyendo el periódico y comentando la liga de quidditch para distraer a su compañero.
Bellatrix buscó a Nellie. La muggle le contó que le encantaban el jardín y había estado preparando comida para hacer un picnic. La mortífaga aceptó. Aceptó sin saber lo que era un picnic. Lo comprendió cuando llegaron a uno de los jardines traseros en el que crecían galantos y olía a hierba húmeda. Nellie extrajo una manta de su bolso encantado y la protesta fue inmediata:
-¡No pensarás que me voy a sentar a comer en el suelo como un vagabundo! –exclamó la morena.
-Los vagabundos no tienen mansiones con jardines de varias hectáreas, cielo.
La muggle extendió la manta y sacó también varios manjares de su bolso. Lo había ocultado todo porque sabía que si descubría su plan, su novia jamás aceptaría. Pero ahora ya estaba ahí, podría convencerla. La morena se cruzó de brazos y aseguró altiva que ella jamás haría algo tan propio de gente sin recursos. Y menos con los duendecillos de Cornualles que incordiaban en esa época del año.
-Está bien, no te preocupes –murmuró Nellie apenada-, ya como yo sola. No me importa, nunca he tenido a nadie, nadie me ha querido, siempre he estado sola y...
-¡Arg, maldita seas! –exclamó Bellatrix sentándose junto a ella- Eres el ser más manipulador que he conocido jamás.
-¡Uy qué bien! –respondió la castaña dejando de fingir tristeza- Y para que no estemos solas, ¡mira lo que he traído!
Para exasperación de la duelista, de su bolso salió también la caja con las criaturas mágicas que le regaló por su cumpleaños. La mortífaga exclamó al momento que no, que hacían mucho ruido y eran muy molestas. Pensó también que debía confiscarle ese bolso. Nellie iba a empezar a liberarlas porque lo había echado mucho de menos, hasta que cayó en la cuenta de que nunca las había usado al aire libre.
-¿Pueden escaparse? Me da miedo perderlos.
-Sí –respondió al instante Bellatrix-, volarán, trotarán o escarbarán demasiado rápido y los perderás.
-¡Ajá! ¡Esa es tu cara de mentir, están a salvo! –murmuró satisfecha- ¡Sois libres, pequeñines! –exclamó mientras empezaba a sacar las figuras.
A Bellatrix le desconcertaba que una muggle fuese capaz de saber con un vistazo lo que a Voldemort le requería el dominio de una de las artes oscuras más complejas. Poco tiempo de paz tuvo para reflexionar sobre ello. En escasos segundos tenían un dragón echando fuego sobre sus cabezas, un escarbato intentando quitarles las joyas, un thestral y un pegaso echando una carrera... y así hasta doce. Todos rugiendo y montando una algarabía considerable en los cincuenta metros de recorrido máximo que tenían esas figuras. Bellatrix fingió exasperación, pero en el fondo le encantaba: nunca un regalo suyo había sido tan apreciado. Nellie los contempló fascinada durante varios minutos y después disfrutaron de la comida. La slytherin le pidió que le relatara su estancia en Grimmauld Place. Nellie se lo contó alegremente.
-Leí mucho, aunque tenían menos libros que tú. Y jugué con el crío de la chica de pelo rosa, no se parece en nada a sus padres. Uy y hablé con una señora de un retrato: los odiaba a todos pero yo le caía bien porque me confundía contigo.
-La tía Walburga –murmuró Bellatrix.
-¿Tú qué hiciste?
La morena lo meditó. Confesar la verdad (que lloriqueó por los rincones porque la echaba de menos) no era una opción. Así que le comentó que lo de siempre: misiones para su maestro y conspirar con sus compañeros. A Nellie no se le escapó que seguía llamándolo "Maestro" y hablando de él con veneración. ¿Es que no se le iba a pasar nunca lo de Voldemort? La contempló mientras le acariciaba la mandíbula con las yemas de los dedos.
-¿No has dormido bien? Tienes muchas ojeras... -preguntó preocupada.
-He dormido poco –reconoció la morena-. Ya sabes, pesadillas, insomnio... y a veces te echaba de menos.
-Ya, a mí también me pasó. Pero aprovechaba para hacer algo útil: leer, cocinar, masturbarme pensando en ti...
Por primera vez desde la batalla, Bellatrix se rió. La besó y le aseguró que eso también lo había hecho ella. Mientras Nellie le besuqueaba el cuello, buscó en el bolsillo de su capa un estuche alargado y se lo tendió. "Mira, conseguí esto para ti" comentó. La muggle se sorprendió y lo aceptó emocionada. Abrió la caja con cuidado. Contenía una varita de caoba. La extrajo con veneración y la sujetó como hacía cuando Bellatrix le dejaba jugar con la suya. Le dio las gracias emocionada.
-¡Me hace mucha ilusión tener una! Sé que nunca podré usarla porque no tengo magia, ¡pero tengo mi propio palo mágico, ningún muggle puede decir eso!
Bellatrix sonrió y sacó la suya. Murmuró primero unas palabras en latín que Nellie no conocía. Después, pronunció: "Aguamenti". De la varita curva de la bruja no salió nada; sin embargo, de la de la castaña emergió un potente chorro de agua. Casi se le resbaló de la mano al notar la magia atravesarla y emerger por su propia varita. Contempló el proceso con ojos desorbitados. Cuando fue capaz de reaccionar, exclamó:
-¡Cómo...! ¿Cómo...? ¡¿Cómo lo has hecho, qué ha pasado?!
-Como ya sabes, interrogué a Ollivander varias veces para preguntarle por la conexión de las varitas de Potter y mi Señor. Me contó que cuando dos varitas comparten núcleo procedente del mismo animal, la conexión entre ambas es extraordinaria. Insistí y me reveló que existe incluso un conjuro que hace que puedas canalizar la magia de una a través de la otra. No suele usarse: no es muy útil entre magos y es rarísimo que se dé esa conexión. Solo conozco el caso de la de Potter con mi Señor. ¿Me sigues hasta aquí?
Nellie asintió al instante sin dejar de contemplarla con ojos brillantes.
-Eso me dio una idea. Como ese viejo lo sabe absolutamente todo de las varitas que vende, le pregunté si tuvo alguna de fibra de corazón del mismo dragón que la mía. Me dijo que sí, que le llegaron dos juntas hace tres décadas, cuando me compraron la mía a los seis años. Quise saber a quién se le vendió.
-¿A quién fue? –preguntó la muggle ansiosa.
-A nadie, en treinta años esa varita no eligió a nadie. Demasiado difícil de manejar. Así que le acompañé hasta su tienda y le animé encarecidamente a buscarla.
La muggle no pudo evitar reír ante el que seguramente era el eufemismo de año. La frase original probablemente sería: "Le arrastre de los cuatro pelos que le quedaban hasta su tienda y le obligué a buscarla con ayuda de un par de crucios". La slytherin continuó:
-La encontró. Me enseñó el hechizo para canalizar la magia y comprobé que funciona. A cambio le dejé libre. Le desmemoricé y ahora no recuerda ni su nombre, pero oye, conserva su vida ¡qué más quiere!
-¿Entonces, puedes hacer magia y que salga a través de mi varita y parezca que lo hago yo? -preguntó la muggle contemplando su varita con admiración.
-Sí, exacto. Puede sernos útil si algún día tenemos que convencer a alguien de que eres bruja. O simplemente para entretenernos, siempre te ha gustado lo de sentir la magia y así la sentirás igual que cuando cogías la mía y ejecutaba el hechizo colocando mi mano sobre la tuya.
Por supuesto Nellie se enamoró de su nuevo regalo. La abrazó y estuvieron probando todos los conjuros que se le ocurrieron. Media hora después decidieron tomarse un descanso porque a Bellatrix empezaba a dolerle la muñeca. Nellie se tumbó sobre la manta contemplando los tonos naranjas y violetas del cielo al atardecer. La mortífaga se acomodó también con la cabeza apoyada en su pecho. La muggle le acarició el pelo sin dejar de juguetear con su varita. Al rato le preguntó si también serviría con las maldiciones imperdonables o eran demasiado poderosas para canalizarlas. La morena se encogió de hombros. Sacó de nuevo la suya, apuntó a un duendecillo de Cornualles que llevaba un rato incordiando y murmuró:
-Crucio.
De la varita de Nellie emergió un rayo rojo. Al instante la criatura empezó a retorcerse de dolor y a producir unos alaridos que resultaban bastante cómicos dado su reducido tamaño. Cuando se cansó de oírlo, la morena pronunció la maldición asesina. De nuevo, del arma de su novia salió un rayo verde y el duendecillo cayó fulminado.
-¡Es lo más alucinante y genial que he sentido nunca! –exclamó la muggle ilusionada- ¿Podemos matar a otro?
Repitieron el proceso diez veces más. Que su reacción ante la tortura y el asesinato fuera esa hizo sonreír a Bellatrix, que murmuró: "Es como si te hubiesen diseñado para mí". Nellie sonrió también y la atrajo hacia sí. La besó y le acarició la espalda con absoluta devoción.
-Nell, yo... Todavía no me veo capaz de...
-Ya lo sé, cielo, lo entiendo –la interrumpió la muggle a la que tampoco le parecía ético hacerlo en el jardín que diseñó su recién fallecido marido-. De momento podemos besuquearnos y meternos mano como adolescentes.
-Es un gran plan, muggle molesta –susurró Bellatrix en su oído.
Nellie sintió un escalofrío de placer mucho más poderoso que cualquier conjuro.
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