Capítulo 15

Bellatrix se hallaba en algún punto entre la angustia y la ansiedad; en concreto se hallaba chillando en la línea que las separaba. Revisó la sala dos veces pero ni rastro. Preguntaron a algunos invitados y tampoco habían visto a Nellie ni a su pareja. Salió al pasillo sin saber dónde buscarlos. Rodolphus, intentando calmarla, la siguió. "¡No está! ¡No está en ningún sitio!" protestó la bruja entre la ira y el miedo. Habían revisado unas pocas habitaciones, pero cada planta de la mansión contaba con decenas de ellas, parecía imposible aunque se separaran. "Tiene que haber una forma más fácil..." murmuró Rodolphus. Su mujer siguió corriendo por el pasillo desesperada.

-¡Belle! Ahora eres capaz de convocar un patronus, ¿no? ¡Hazlo y la encontrará!

La mortífaga se frenó en seco, ejecutó el hechizo y no pasó nada.

-No puedo, no funciona -lloriqueó nerviosa.

"Bellatrix, cálmate, preciosa" le suplicó su marido cogiéndola de las manos. Recibió una mirada de odio. Ambos recordaban la reticencia de la bruja a que su novia asistiera y cómo le había advertido que él sería el responsable en caso de que le sucediera algo. Aún así, ya pelearían luego, lo importante era encontrar a Nellie.

-Sí que puedes, necesitas tranquilizarte un poco, no ganamos nada si te da un ataque de pánico. Respira -le indicó-, como cuando dejas tu mente en blanco para que no puedan penetrar en ella.

La bruja obedeció.

-Ahora piensa en ella, en tus recuerdos felices, e inténtalo otra vez.

A la segunda lo consiguió y la pantera plateada surgió de su varita. Le dio un mensaje para Nellie y el animal comenzó a galopar por el pasillo. Los Lestrange corrieron tras ella. En uno de los corredores se encontraron con Rookwood y Jugson. Seguían culpándolos de la muerte de Yaxley y no perdían oportunidad de mostrarles su desprecio. Solo que esa noche la mortífaga no estaba para tonterías. Al segundo estaban inconscientes en el suelo victimas de una conmoción bastante severa. Siguieron corriendo y llegaron a uno de los pasillos perpendiculares. El animal frenó ante una puerta cerrada, la atravesó y se esfumó. Rodolphus intentó abrir pero había hechizos bloqueándola. Empezaron a probar conjuros. Hasta que escucharon a Nellie gritar pidiendo ayuda. "¡Apártate!" le ordenó la bruja a su marido. Él obedeció. La bombarba máxima no solo voló esa puerta sino varias más y algunos muros de ese pasillo.

El crucio que recibió Alexandre Lestrange fue tan fuerte que Rodolphus tuvo que silenciar la sala para que no los escucharan cinco pasillos más allá. Mientras la bruja mantenía el encantamiento, se acercó a Nellie. Estaba temblando en un rincón con el escote del vestido desgarrado y cubierta de sangre.

-¿Estás bien, Eleanor? ¿Te ha hecho algo? -preguntó Rodolphus visiblemente preocupado.

La muggle asintió nerviosa, después negó y señaló al francés que se retorcía en el suelo. Bellatrix detuvo el maleficio. Alexandre era incapaz de levantarse ni de articular una sola palabra. Maldecía en voz alta con gruñidos sin parar de contorsionarse.

-Quería información sobre Voldemort, sus planes y nosequé reliquias, al ser muggle creyó que soy el eslabón más débil para interrogarme. Yo no sé nada de eso y de lo que sé jamás revelaría nada. Me lanzó un hechizo... Imperio. Me obligó a venir aquí. Dijo que como solo soy una muggle, que somos simples bestias y... Que lo haríamos por las malas, como me había lanzado el hechizo...-susurró Nellie.

A pesar de que solo tenía ganas de hacer estallar a todos y cada uno de los seres humanos del planeta, sin decir una palabra, Bellatrix la abrazó para tranquilizarla. Nellie se relajó notablemente. Aspiró su perfume, se calmó y continuó:

-Pude resistirme a la maldición como me enseñaste. Fingí que había funcionado y cuando se me acercó, le mordí el cuello en la yugular. Empezó a sangrar mucho, pero no pude quitarle la varita, así que le pegué y... he visto tu pantera, he gritado y has venido.

Comprobaron que de nuevo, la muggle no había necesitado a nadie que la rescatara. Efectivamente, la excusa de hombre que aún se retorcía en el suelo se tapaba el cuello intentando frenar la sangre. Obviamente Rodolphus le había quitado la varita nada más entrar. La mortífaga le preguntó a su novia de nuevo si estaba bien, si había conseguido hacerle algo. Nellie negó con la cabeza. "No, me intentó bajar el vestido y se rompió, lo siento..." susurró. Bellatrix la abrazó con más fuerza y le aseguró que no pasaba absolutamente nada. No quería separarse de ella, pero sentía tantísima ira... Decidió sacar algo positivo de la situación.

-Coge mi varita -le indicó a Nellie extendiéndosela.

La muggle no entendió qué pretendía pero obedeció. Como tantas otras veces habían hecho con hechizos inofensivos, Bellatrix cubrió su mano con la suya y apuntó al hombre. "Crucio" murmuró con tranquilidad. Nellie nunca había sentido una fuerza tan grande, un poder tan oscuro y subyugante. Durante el medio minuto en que la bruja mantuvo el maleficio fue como si toda la magia del mundo pasara a través de su cuerpo. Como la caída vertical de una montaña rusa en un vagón que en el último segundo se sale del raíl. Pero a la vez experimentó una relajación y una sensación de desahogo inigualables. La mortífaga hacía años que había normalizado todo aquello, simplemente disfrutó de la expresión agónica de su víctima.

-Belle -la llamó su marido intentando parecer sereno-, puedes parar ya.

Le dio miedo. Aquello le recordaba demasiado a cuando se volvió loca con los Longbottom y no acabó bien. No es que él disculpara a su primo, pensaba seguir torturándolo y no podía permitirle vivir si perseguía las reliquias de la muerte. Pero le dio miedo que a su mujer sí le afectara y luego no fuese capaz de calmarse. E ignoraba los efectos que podía tener en una muggle sentir una magia tan poderosa, aunque solo fuera de refilón. Pero sabía que Bellatrix estaba enfadada con él y no iba a obedecerle. Así que lo intentó con más tacto.

-Belle, yo me ocupo. Llévate a Eleanor, ¿vale? Ve con ella para que esté segura y protegida, no quiero que tenga que mirar a este miserable ni un minuto más. Yo me ocupo de interrogarlo y deshacerme de él.

No fue inmediato, pero al rato la bruja bajó la mano de Nellie y recuperó su arma. Asintió, le pasó un brazo por la espalda a la castaña y salió de la estancia sin mirar a su marido. Acompañó a la muggle a su habitación y en cuanto entró, con dificultad para contener sus emociones, empezó a disculparse:

-Lo siento, lo siento, Nellie, te he fallado. Tenía que protegerte y has vuelto a pasar por esto y... No debería haber permitido que...

-Eh, eh -murmuró la muggle abrazándola con fuerza-. No ha sido culpa tuya y no ha pasado nada. Mírame, estoy perfectamente. Es ese cerdo el que se está desangrando. Además has llegado a tiempo, como siempre. Y aunque no hubiese sido así, sabes que no hubiese tenido problema en matarlo a golpes si hacía falta. Me has entrenado bien. Y después podría haber hecho una empanada de carne para comer mañana.

La muggle sonrió intentando calmarla, Bellatrix parecía estar bastante peor que ella. Se sentaron en la cama y finalmente lo consiguió.

-No sabes lo orgullosa que estoy de ti... No solo has logrado resistirte a una maldición imperdonable, también has guardado silencio, no has confesado nada sobre los planes del Señor Tenebroso... Muchos mortífagos habrían cedido con menos. Eres increíble, Nell.

-Bah -respondió ella quitándole importancia-, si aguanté a Mr. Todd puedo aguantar a cualquier imbécil. Además me has entrenado tú: si he podido resistirme a tu Imperius ¡cómo va a conseguir hechizarme ese estúpido bastardo!

Bellatrix sonrió y ni siquiera protestó ante la mención del barbero. Insistió en quedarse con ella, pero Nellie sabía que tenía que despedirse de sus futuros aliados para que su Señor quedase satisfecho. Le pidió que lo hiciera, no podían permitir que un imbécil echara por tierra su trabajo. Ella mientras se ducharía y la esperaría ahí. La slytherin le preguntó si estaba segura, la muggle repitió que por supuesto. Se arregló el maquillaje y le prometió que volvía enseguida. Nellie asintió sin dejar de sonreír. La acompañó a la puerta y antes de que se marchara preguntó con timidez:

-Me... ¿Me vas a castigar por derramar sangre pura?

-¡Por supuesto que no! Le advertí a esa inmundicia que ni se le ocurriera pasarse un pelo...

-Ah, ya... Pero me hacía ilusión -confesó la castaña-, como la otra vez cuando...

Bellatrix la miró sorprendida. Recordaba perfectamente el castigo de la primera vez. Creyó que era la única que disfrutó con los azotes pero al parecer no fue así... Vio que Nellie se mordía el labio inferior nerviosa y no bromeaba. Así que la besó y le susurró al oído: "Está bien. Espérame en la cama. En bragas". La muggle sintió de inmediato cómo la prenda en cuestión empezaba a humedecerse. Asintió con absoluta alegría como si ya no recordara el ataque sucedido pocos minutos antes. La bruja le guiñó el ojo y salió de la habitación.

Dedicó quince minutos a despedirse de los invitados que le interesaban. Rodolphus no estaba en la sala, se estaría encargando de su primo. La mortífaga sabía que podía ser tan persuasivo como ella misma. Aunque tomó nota mental de investigar si Alexandre estaba solo en su misión o alguien más conocía la realidad de la fábula. Ella lo descubrió cuando su Maestro se obsesionó con la varita de Dumbledore. Se lo contó a su marido y ataron cabos. Pero nadie más estaba al tanto o en eso confiaba... Cuando decidió que ya había cumplido con las cortesías, subió de nuevo a su cuarto. Vio que Nellie no estaba, se habría mudado a su dormitorio. Se quitó los zapatos, el vestido y las joyas. Odiaba las fiestas y reuniones sociales, la dejaban completamente extenuada. Pero la causa de su Señor bien merecía el esfuerzo. Apartó esos pensamientos, se puso un camisón corto negro y ajustado y pasó al cuarto de la muggle.

Nellie había obedecido. Estaba tumbada en la cama boca abajo, con los brazos cruzados y la barbilla apoyada sobre ellos. Llevaba el colgante del dragón que le había regalado Bellatrix y las bragas negras de encaje. Y nada más. "Joder, ¡cómo puede ponerme igual de cachonda que el primer día si follamos cada dos horas!" maldijo la bruja internamente. Se sentó al borde de la cama y la obligó a girarse para poder besarla. Nellie la abrazó y respondió al gesto sin dudar. La slytherin se tumbó encima y la muggle entrelazó sus piernas con las de ella. Se besuquearon, mordisquearon y metieron mano durante unos minutos. Hasta que la bruja le acarició la mejilla y preguntó:

-¿Seguro que estás bien, Nell?

-Claro que sí -respondió ella sonriente- ¿Y tú, cielo?

Lo preguntó de verdad. Sospechaba que la mortífaga nunca se había preocupado tanto por nadie y todo aquello era una novedad para ella. Bellatrix asintió y respondió -bastante más segura de lo que estaba- que por supuesto que sí. Su compañera sonrió y contestó:

-¡Vale, entonces castígame!

Le dio un último beso y se tumbó boca abajo en su regazo. Bellatrix la contempló durante unos segundos y le acarició la espalda con cariño. Solo con ese roce la castaña sintió un agradable escalofrío por todo su cuerpo. La bruja continuó así un rato y seguidamente le bajó las bragas hasta las rodillas. Seguía teniendo un trasero absolutamente perfecto. Se lo acarició durante unos segundos, pero finalmente suspiró y volvió a taparla. Nellie se giró y la miró con el ceño fruncido.

-Lo siento -susurró la bruja avergonzada-, no puedo, no puedo hacerte daño de ninguna forma.

Después de una vida protagonizada por las carencias afectivas, que alguien la quisiera hasta tal punto conmovió a Nellie. Pero también deseaba muy intensamente que la azotara. Así que se incorporó y se sentó en el regazo de la bruja, que le frotó la espalda con afecto y bajó la mirada a su pecho desnudo. La muggle comenzó a besarle y mordisquearle el cuello sabiendo que eso la ponía muy cachonda. Bellatrix la apretó con fuerza junto a su cuerpo pero no hizo ningún otro movimiento. Sin dejar de besarla, Nellie empezó a frotarse contra el muslo de la bruja de forma casi inconsciente pero con creciente necesidad. Su compañera se dio cuenta de que estaba muy húmeda.

-Túmbate, Nell -le indicó la bruja-, puedo solucionarlo.

-Lo sé -susurró ella-, pero te cuesta muy poco, haces que me corra enseguida. Yo quiero jugar contigo... Llevo desde la primera vez deseando que vuelvas a castigarme...

-¿Pero te gustó, no me pasé mucho? -preguntó confundida.

-¡Pero si me corrí en tu vestido! -exclamó la muggle- ¿No notaste la humedad?

"Creí que era mía..." murmuró la bruja. Nellie rió y la abrazó con más fuerza. Después, la cogió de las manos y la miró a los ojos.

-Por fa, me apetece mucho que me castigues porque soy una muggle mala... Si así te sientes mejor después puedo ser una muggle que se venga porque eres una bruja que me ha secuestrado. ¿O es que ya no crees que tengo el culo más perfecto del mundo? -preguntó fingiendo tristeza.

Bellatrix sonrió y sacudió la cabeza.

-Sabes que sí -suspiró-. Está bien, pero ante la menor duda, dime que pare.

-Oh, quiero decirte que pares y que no lo hagas -susurró Nellie en su oído-. Pero si así te quedas más tranquila, si estoy incómoda te diré algo para cortar el rollo, algo como...

La muggle lo pensó, pero estaba tan excitada que no se le ocurría una sola palabra que le redujera la libido.

-¿Como Mr. Todd? -preguntó Bellatrix burlona.

-¡Perfecto, él será nuestra palabra clave! Mira, al final sí que ha hecho algo por mi vida sexual...

-De acuerdo. Pero me lo dices en el primer momento, nada de aguantar hasta que la cosa empeore, ¿me lo prometes?

"Te lo prometo" aseguró la muggle besándola. Bellatrix le revolvió el pelo, se ajustó bien el camisón y volvió a sentarse en la cama.

-Túmbate en mis rodillas, estúpida muggle, no puedo permitir que vayas por ahí atacando a magos. Es evidente que no aprendiste la lección la primera vez, tendré que explicártelo más claro.

Nellie obedeció al instante. Bellatrix le quitó las bragas y esa vez no perdió el tiempo en acariciarla. Se quitó los anillos para no hacer más daño del necesario y descargó la mano contra su pálido trasero. A los tres primeros azotes no hubo reacción, al cuarto la castaña no fue capaz de reprimir los gemidos. Esa vez, como el camisón que llevaba era corto y tenía los muslos descubiertos, la mortífaga sí que notó cómo su compañera se humedecía. Eso la tranquilizó bastante.

-No te estarás... -azote- poniendo cachonda... -azote- mientras te castigo... -azote-, ¿verdad, mi dulce puta? Porque no deberías disfrutar de esto.

Nellie gimió y gruñó a partes iguales. Quería replicar y seguirle el juego, pero sentía que le faltaba el oxígeno y que no iba a ser capaz de articular palabra. La bruja paró unos segundos para que se calmara y para evitar que se corriera demasiado pronto. Le acarició el dolorido trasero dibujando círculos mientras la muggle se recuperaba. Cuando al fin lo logró, contestó:

-Creo que usted está disfrutando más que yo, Madame Lestrange. ¿O le soba usted el culo a todos sus prisioneros? Porque en ese caso creo que queda claro que la puta es...

No pudo terminar porque Bellatrix le pegó con fuerza en la nalga derecha tres veces seguidas. Sabía que así dolería más a pesar de que no estaba aplicando demasiada fuerza. Pasó después a la izquierda mientras con una mano le sujetaba la espalda para evitar que se retorciera. No tenía claro si había dolor, la única evidencia era que le había empapado el regazo casi por completo.

-Voy a seguir castigando a tu culito únicamente porque me gusta lo suave que te lo dejo y lo apetecible que está así de rojo.

La castaña se mordió el labio inferior en un intento por contenerse. La mortífaga descargó su mano varias veces en ambas nalgas y también en los muslos para igualar la zona. Los gemidos de Nellie iban en aumento y Bellatrix se dio cuenta de que poco más iba a aguantar. Así que paró de pegarle y se dedicó a acariciar y pellizcar su enrojecido trasero.

-Ya hemos terminado -la informó la bruja-, ¿te dejo así para que no puedas sentarte en una semana o quieres que te ponga crema como a un bebé?

Lo que de verdad quería Nellie era aguantar un poco más sin correrse y prolongar aquello lo máximo posible, pero le estaba costando muchísimo. La slytherin se dio cuenta de que no iba a recibir respuesta. Deslizó una mano hacia sus tetas, le retorció el pezón y siseó: "Respóndeme cuando te hablo, zorra". La muggle jadeó con dificultad. La última vez, la parte de la crema había sido la peor: la había puesto aún más caliente que los juegos previos y se había quedado con ganas de profundizar más. ¿Cómo podía explicárselo sin salirse de su papel? En un susurro respondió:

-Ponme crema, pero... no me violes, por favor...

"Eso lo decidiré yo. Eres mi juguete y no tienes voluntad alguna, haré contigo lo que quiera" respondió la bruja. Si Nellie no se corrió en ese momento fue porque evocó imágenes de su ex marido y se centró en ello con todas su fuerzas. Con un accio no verbal la crema voló a la mano de Bellatrix que comenzó a frotar con suavidad. La muggle suspiró aliviada porque el efecto calmante del ungüento mágico era instantáneo. Cuando a pesar de seguir en tonos rosados, la slytherin supo que ya no le dolía, empezó a estrujarle ambas mejillas y a arañarle los muslos.

Como la vez anterior, Bellatrix recorrió su raja aplicando una generosa cantidad de crema. En esta ocasión, bajó un poco más hasta llegar a su centro. Ahí no hacía falta ningún tipo de lubricante: estaba absolutamente empapada. La bruja deslizó dentro un dedo y escuchó como la muggle gemía con intenso placer. "¿No decías que no eras una puta? Es evidente que aquí necesitas que te metan algo..." murmuró distraída. Su amante gimió angustiada. Bellatrix retiró el dedo y Nellie gruñó por la falta de contacto. "¿Acaso quieres que la mortífaga mala te folle como al animal que eres?" preguntó con voz cantarina.  Nellie sabía que esperaba una respuesta. Quería fingir que no lo deseaba, pero sabía que ante la menor duda, la bruja no lo haría. Así que buscó la forma de darle su confirmación:

-Hazlo si quieres, pero eso demostrará quién de las dos es más...

Tampoco pudo terminar esa frase porque sintió como uno de los largos y finos dedos de la bruja penetraba en su orificio. Había lubricación de sobra y la castaña se sintió profundamente aliviada por el contacto. La bruja curvó el dedo y lo metió y sacó varias veces. Cuando notó que su compañera se había acostumbrado por completo, con más cuidado y lentitud, añadió un segundo. Los curvó y separó para ampliar el espacio alentada por los suaves gemidos de placer de Nellie. La idea de estar teniendo sexo con su novia en esa actitud tan indefensa hizo que Bellatrix se removiera inquieta. Ella también estaba completamente húmeda y nerviosa, pero no podía hacer movimiento alguno ya que seguía teniendo a Nellie encima. Decidió solucionarlo

"¿Te gusta así, te gusta que te folle como a una puta?" le susurró al oído mientras le besaba el cuello sin dejar de penetrarla. Nellie no pudo contestar. Estaba haciendo todo lo posible por retrasar el orgasmo, pero aún así estaba peligrosamente cerca. La bruja retiró los dedos y la obligó a moverse. La muggle la miró con ojos llorosos asustada de que la dejara así. Bellatrix no fue capaz de explicarle que o movía las piernas o se moría de incomodidad. "Ponte a cuatro patas" le ordenó. La orden fue acatada de inmediato. La bruja se quitó las bragas para reducir la desagradable sensación. Seguidamente, le acarició la espalda a Nellie y murmuró:

-¿Quieres correrte? ¿Quieres que siga jugando con este coño tan mono? -preguntó metiéndole dos dedos.

Por unos segundos, pensó en contestar que le daba igual, que estaba bien. Pero imposible, demasiada necesidad. Así que en un jadeo ansioso susurró: "Como tú veas". Bellatrix, viendo que la pobre no aguantaba más, no insistió. La sujetó por la cintura, le introdujo tres dedos con lentitud y con el pulgar le frotó el clítoris con energía. Ni medio minuto pasó cuando la muggle finalmente se corrió. El orgasmo duró tanto que Nellie creyó que se desmayaba. La slytherin no supo cómo gestionar semejante mezcla de fluidos y lo limpió todo -sus manos, el cuerpo de su amante y las sábanas- con su varita.

Sabía que ella no iba a poder dormirse con semejante incomodidad entre las piernas, pero Nellie estaba agotada. Así que mientras la castaña recuperaba la consciencia, la bruja lo solucionó con sus propios dedos en pocos segundos: así de cachonda estaba. Seguidamente se acostó junto a ella, la besó y la abrazó. "Bella, no puedo hacerte esto" susurró la muggle avergonzada. Ella se había corrido esa tarde en la ducha y ahora otra vez, pero no le había devuelto el favor y se sintió mal. Y, de haber sido capaz de moverse, lo hubiera remediado.

-Estoy bien, Nell, duerme, has tenido un mal día por mi culpa, es lo menos que puedo hacer.

-¿Por qué he tenido un mal día? -jadeó la muggle desconcertada.

-¿Por que un gilipollas francés ha intentado aprovecharse de ti? -contestó la bruja con incredulidad.

-Ah, sí, eso. No me acordaba -respondió con sinceridad-. No recuerdo mucho antes de correrme por varios orificios... Pero aún así, quería castigarte por secuestrarme y...

-Me puedes castigar cualquier otro día, voy a seguir siendo una mortífaga mala que te secuestró.

"Bueno", susurró la muggle cerrando los ojos y abrazándola, "Creo que no te he dicho que te quiero. No te imaginas cuánto". No pudo escuchar la respuesta porque se quedó dormida mientras Bellatrix le acariciaba el pelo. 

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