Día 3: Diseñador

Cuando era un niño, Gabriel Agreste se emocionaba con las historietas de súper héroes que sus padres le compraban cuando tenían oportunidad. Amaba todas aquellas historias americanas con héroes de extravagantes trajes salvando el día con una sonrisa a pesar de las adversidades que pasaban, no fue extraño para nadie que aquel niño creciera y creará sus propios súper héroes en la parte trasera de sus libretas y como si fuera una clase de camino involuntario que tomo sin darse cuenta, aquella pasión terminó volviéndose una carrera en diseño.

Poco sabía él lo extenuante y agobiante que podía ser la vida de un diseñador, en especial un novato salido de la nada y cuya única oportunidad se presentó de forma inesperada cuando fue aceptado en un concurso donde tenía que presentar tres diseños espectaculares en solo 72 horas.

Al principio creyó que sería una tarea fácil pero ahora, 67 de esas horas se habían esfumado y el joven de 25 años estaba cansado y ojeroso mientras aplicaba detalles en cada uno de los diseños que tenía al frente con sumo cuidado. Un poco de color por aquí, una puntada por acá, algo más de brillo más allá; las modelos llegarían en cualquier momento, no podía perder el tiempo.

Bostezó con cansancio mientras se tomaba un momento para apreciar su obra, casi había olvidado que no solo tenía que diseñar los atuendos, también tenía que diseñar un momento. Sé tomó el momento de descanso para recoger los pedazos de tela sobrante y acomodar las cosas en su lugar, tenía que ser lo más perfecto que pudiera.

Estaba terminando de guardar el último rollo de tela cuando escuchó que le llamaban desde la puerta de la habitación, provocándole un susto que casi hace que tire la tela que estaba guardando.

— ¿Realmente crees que tienes tiempo de limpiar ahora? — Emilie, su amada novia, estaba en la puerta sosteniendo dos vasos humeantes de café y muy probable uno de ellos estuviera extra cargado — Tienes que entregar tus diseños en menos de 5 horas. ¿No deberías estar dando los últimos detalles?

— Ya he terminado — dijo acercándose a la joven rubia sostenía y tomando el vaso que esta le tendía —. Si me obsesionó podría terminar haciendo demasiado y eso tampoco está bien. Eso solo provocaría que mis diseños luzcan poco profesionales, tomé en cuenta el tiempo para poder hacer algo no muy ambicioso y así asegurarme de que podría terminarlo a tiempo.

— Vale, entiendo — dijo la chica levantando las manos en señal de rendición, sabía que cuando el joven hablaba de trabajo podía llegar a ser muy intenso y no había fuerza humana que lo pudiera silenciar mientras explicaba cada pequeño calculo planeado —. Entonces deberías descansar un momento. Toma una siesta, creo que no has dormido nada en todo este tiempo.

— Lo he hecho, no tienes de que preocuparte.

El chico no estaba diciendo del todo la verdad, había tomado siestas de alrededor de una hora máximo pero cuando se sentía más cansado es cuando surgía algún problema con el diseño de alguno de los trajes, reduciendo las horas de sueño del cansado hombre.

— ¿Te gustaría verlos? — Preguntó el chico intentando cambiar el tema, cosa que no pasó desapercibida por su perspicaz novia pero este quiso ignorar la mirada de reproche que le estaba dedicando —. Me refiero a los trajes. Serás la primera en verlo terminados.

La chica se cruzó de brazos inconforme mientras veía a su novio tomarse el café de un solo sorbo; sabía que debía estar más cansado de lo que nunca había estado en su vida pero esas eran partes de las maravillas de Gabriel Agreste, nunca dejaba las cosas al azar, siempre ponía todo de sí para dejar su corazón en su obra. En esos momentos no podía reprocharle ni reclamarle nada, era una oportunidad única y lo que debía hacer era apoyarlo en todo lo que pudiera, ya tendría tiempo de dormir una semana entera cuando todo aquello acabará.

— Está bien, muéstrame lo que tienes.

El chico le dedicó una sonrisa antes de acercarse a una cortina que ocultaba sus diseños y la corrió despacio para que la joven pudiera apreciar cada diseño antes de que viera el siguiente.

El primer diseño era un traje de dos piezas, unos sencillos pantalones azules ajustados, una camisa de manga larga con un patrón de rayas negras horizontales y adornando el centro con un diseño que recordaba una paleta de colores, terminando con unas botas rojas que llegaban a la pantorrilla y adornado con una boina que combinaba con los pantalones.

El segundo diseño era un mini vestido acinturado de manga corta, sin hombros, que tenía un patrón de triángulos de color de los colores primarios que daban la ilusión de mostrar alguna clase de pintura abstracta cuando se veía de lejos, todo acompañado de unos mallones oscuros que resaltaban el diseño del vestido; complementando todo con unos zapatillas altas y un par pulseras coloridas.

El último traje era más tradicional, un sencillo traje morado oscuro con zapatos negros. Mas la solapa estaba hecha con proyecciones hacia arriba, de tal forma que vista de enfrente parecía tener una enorme mariposa en el pecho. Emilie soltó un sonido de exclamación al ver este último, podía saber con solo verlo que con los movimientos de hombros de aquel que lo llevará puesto, crearía la ilusión del aleteo de la mariposa.

— Este es mi favorito — dijo la joven rubia mientras se acercaba al último traje —. Es hermoso Gabriel. Muy elegante.

— Solo lo dices porque las mariposas son tus criaturas favoritas.

La joven rió avergonzada ante el comentario, sorprendida de que el chico recordara aquel detalle que no recordaba habérselo dicho más que una vez.

— Pues aun así creo que es hermoso — respondió alejándose del traje para mirar al chico —. No hay duda que ganarás ese concurso, Gabriel. Tus diseños son fabulosos.

— No son todos mis diseños — contestó el rubio platinado mientras alcanzaba una libreta que estaba en su mesa de trabajo —. También he estado trabajando en otro diseño pero este necesita mucho trabajo, es de alta costura y no lo terminaría en tres días ni aunque trabajará solo en él. De hecho se supone que haría juego con el traje que te gustó.

Gabriel abrió aquel cuadernillo y se lo pasó a Emilie mostrándole el dibujo de un hermoso vestido. Era un vestido de corte princesa con un escote con forma de corazón, la esponjosa falda estaba adornada con cientos de mariposas blancas que incluso en el papel parecían a punto de emprender el vuelo. Emilie se quedó sin habla, ese era por mucho el mejor diseño del joven.

— Es. Gabriel yo. No creo que hermoso sea una palabra justa para describirlo, es más que eso. Si presentas esto ganarás sin duda.

— Esto no es para los jueces — contestó el joven mientras jugueteaba con la mano dentro del bolsillo, los nervios empezaban a traicionarlo y podía escuchar su corazón latir en los oídos. Había llegado el momento —. Es para ti, Emilie.

Gabriel se hincó sobre su rodilla y sacó de su bolsillo un anillo de diamantes que lanzaba destellos sobre el rostro de ambos jóvenes, un hermoso diamante se vislumbraba en el centro, abierto como un capullo que florece. La joven dejó caer la libreta viendo el hermoso anillo y sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Emilie, quiero saber si tú...

— ¡Sí! — Grito la joven interrumpiendo al chico.

— Déjame terminar. Quiero que tú...

— ¡Sí!

— Pero...

— ¡Sí!

— Te quieres...

— ¡Sí!

La chica no contuvo más la emoción y se lanzó a los brazos del joven atrapando sus labios en un apasionante beso. Para Gabriel, quizá las cosas no habían salido como planeaba pero así era la vida con Emilie, nada era nunca como esperaba. Ser diseñador exigía siempre tener control de las cosas que ocurrían en el taller, en la pasarela, en la misma ropa pero ahora tenía otro diseño en mente. El diseño de una vida junto a la persona que más amaba en el mundo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top