Prólogo
¡Hey, hola! Les dejé la canción que se menciona al final. Reprodúzcanla en cuanto terminen de leer el prólogo, como si fuera la intro de una película, y prepárense para descubrir esta magnífica historia. ¡Los amo!
Jazmín, 35 años
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México
Septiembre, 2028
—¿Me puedo tomar una foto contigo?
Esperaba a que sus maletas llegaran. Era la parte que menos le gustaba, luego de sus malas experiencias con las aerolíneas y un par de equipajes perdidos. Quiso anunciar a sus seguidores que ya se encontraba en su ciudad natal, tomándose una selfie. Eso llamó la atención de la chica, de catorce o quince años, que la miraba con ilusión y que ya tenía el teléfono preparado.
—Sí. ¿La tomamos con el mío también?
No podía negar que anhelaba añadir una foto más a su colección privada. Dejó su autógrafo en el brazo de la chica. Le obsequió dos fotos y la despidió con besos en las mejillas. Por un segundo, pensó que Ortega no estaba equivocado cuando mencionó la idea de tener un agente y un guardaespaldas. Y, así como pensó en ello, lo descartó. No estaba dispuesta a renunciar a su privacidad y al control de sus decisiones, sin importar que fuera imposible salir sin que alguien la reconociera.
Las maletas llegaron. En menos de cinco minutos, ya se encontraba caminando hacia la salida. No le sorprendió que no tuvo el recibimiento que hubiera deseado. Antes de tomar el vuelo de conexión, pudo hablar con tres personas. Romina, su mejor amiga, tenía cita con el estilista. Francisco, su esposo, tenía compromisos en la oficina. El único que estaba dispuesto a verla era Ortega.
Cuando Jazmín salió del aeropuerto, el chofer ya estaba ahí. El hombre le dio una bienvenida de cortesía. Mientras el auto se ponía en marcha, escribió un mensaje. Francisco estaba en línea. Leyó el mensaje, y se desconectó sin dar respuesta. Jazmín suspiró. Mentalmente, como ya era costumbre, se dio una merecida bienvenida a la Ciudad de México.
~ ٭ ~ ∞ ~ ٭ ~
La primera parada sería en un bar de Santa Fe. En el mismo lugar donde Jazmín había cerrado los tratos más grandes de su carrera. Jaz mató el tiempo leyendo sus notificaciones. Leyó un par de noticias. Guardó algunas fotos que Francisco publicó del treceavo cumpleaños de Erika, y que Jaz no había visto todavía. Sintió celos cuando vio que Romina y las chicas habían ido a Los Cabos. Cuando el auto se detuvo en el estacionamiento, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Jazmín salió y caminó con elegancia, robando miradas y saludando a los seguidores que encontró en el camino. Comenzó a forzar su sonrisa cuando se topó con la sexta persona, quien además quiso darle un abrazo. Al entrar al bar, encontró a Ortega al fondo. Ortega sonrió y habló con su honestidad aplastante.
—Te ves horrible... Te podías dar una manita de gato, ¿no?
Ella ocupó su silla. Su tequila favorito esperaba en la mesa.
—No debo verme tan mal, si empezaron a pedirme fotos desde que estaba esperando el primer vuelo.
—Ya te dije. Si quieres un avión, hay que talonearle más.
—No quiero un avión privado. Quiero ir a mi casa, meterme en la tina, y no salir hasta parecer una pasa.
Ortega soltó una risa falsa y le dio un trago a su bebida. Jaz contuvo un bostezo.
—Supongo que sí te lo mereces...
—¿Pero...?
—Siempre y cuando, no te descuides. Ya renové tu membresía en el gym y tenemos cita con tu estilista.
—¿Estilista? ¿Tan mal me veo?
—Tuve que hacerlo, cariño. Necesitas algo nuevo.
—Me gusta el castaño.
—Pero ya no es una opción. Podrías aclarar tus cejas, para empezar... Quiero que todo México sepa que Jaz Montemayor sigue fresca, y que es mucho mejor que cualquiera de las chicas nuevas de la agencia. No tienes idea de todo lo que me toca ver, pero la mayoría de las que van llegando están tan gordas... Y son novatas, inexpertas... Se les sube la fama después del primer pago, pero no saben ni pío del modelaje.
—Yo también era así cuando llegué a la agencia.
—Y ahora no sólo eres parte de ella. Eres nuestro rostro. Nuestra vocera. Has participado en tantos proyectos, de todos los ámbitos posibles, que las mejores actrices de la generación que está surgiendo ahora te envidiarán hasta que les empiecen a salir arrugas.
—La campaña en Europa funcionó muy bien.
—Sí, funcionó... Si te soy sincero, cariño, no creí que fuera rentable. Me dejaste sin palabras. Ahora te idolatran de una forma diferente. En Internet, eres una diosa más grande de lo que ya eras antes de irte. Ya te quieren como vocera de campañas body-possitive en México.
—Al menos, es el primer paso para combatir la presión en las novatas de la industria. Será bueno que nos reconozcan por luchar contra los desórdenes alimenticios.
—Sí, bueno... Ojalá no se lo tomaran tan en serio... Creen que pueden seguir tus pasos, pero deberían dejar de tragar...
—No tienes que hablar así de ellas. Hay muchas agencias que no nos llegan ni a los talones, y que las orillan a volverse bulímicas y anoréxicas. Que abusan de ellas y...
—Hay otras cosas que podrían hacer para entrar en esta industria. Correr unos diez kilómetros, para empezar...
—Claro... Olvidaba que tú apoyaste mi idea de hacer una campaña body-possitive, porque te diste cuenta de que eso deja mucho dinero... Todos saben que las agencias de modelaje son lideradas por personas superficiales y huecas. Por eso tenemos tan mala fama con los activistas de Internet.
—Ya puedes dejar de actuar, cariño. No hay cámaras cerca. Tú y yo sabemos que tampoco crees en esas jaladas.
—Sí, claro... Te propuse que hiciéramos una campaña en contra de los desórdenes alimenticios porque eso me haría ganar dinero. Definitivamente no tenía nada que ver con el hecho de que una compañera de la universidad murió, porque alguien como tú le dijo que no tendría futuro en el modelaje si no era talla cero...
—Se llama selección natural. Y ahora, pon atención. Tengo ocho contratos para ti. Quiero que vayas a mi oficina en estos días para discutirlos, ¿okay?
—Dijiste que tendría vacaciones.
—Las vacaciones no nos dan dinero, cariño.
Ortega siguió hablando, mientras Jaz sólo daba el primer sorbo a su tequila. Quiso distraerse mirando su teléfono, sabiendo que no podría escapar de Ortega hasta que él quisiera despedirse y enviarla a probar una nueva mascarilla. Entró a ver las nuevas tendencias, y una foto en específico llamó su atención. Superaba los seis millones de likes. Una mujer de ojos marrones, cabello teñido de rojo, que posaba junto con sus maletas en un plano artístico. En el pie de foto, una frase. ¡Hola, México!, decía.
En un punto distinto de la Ciudad de México, la mujer del cabello teñido vio la publicación de Jaz. A un volumen bajo, la tonada de Ahora es aquí de Playa Limbo amenizaba el bar.
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