[03]

Los señores Jeon estaban de vacaciones, al parecer celebrando sus veinte años de matrimonio, y si fuera poco estaban del otro lado del mundo. Pasándola de maravilla bajo el sol.

Jungkook creía que era una maldición, ninguna de sus ideas para echar a su niñero funcionaba, Hoseok era imposible.

Mientras más quería quebrantar su moral. Más fuerte se hacía.

Hasta se le cruzó hacer magia negra, aunque le temía a eso, por lo que terminó eliminando aquella opción.

Optó por entrar al cuarto de Hoseok cuando este aún se encontraba en la cocina haciendo la cena. Debía encontrar algo que el niñero gustaba mucho para chantajearlo.

Lo primero que puso su vista fue en el cajón donde el menor guardaba ciertas cosas, supuso que personales. Jungkook abrió todas las gavetas, encontrando primero ropa interior, las contempló y enarcó una ceja ¿Qué eran esos diseños de corazones? Hizo cara de asco para tirarlas a un lado.

Luego encontró pantalones, camisas, lociones, entre otros objetos.

Cuando llegó a la última se quedó muy sorprendido, viendo unos objetos muy extraños.

Pero lo que llamó más su atención fueron dos frascos de pastillas en forma de cápsulas, una eran celeste y la otra de un azul fuerte. Sonrió satisfecho, no sabía para qué servían aquellas medicinas; pero en alguna ocasión, vió a Hoseok tomarlas por la mañana antes de hacer el desayuno.

Tomó el frasco, corriendo a una gran velocidad al baño y sonriente, las echó al inodoro, para luego echar el agua.

Regresó al cuarto, cerrando las gavetas, notó una toalla y quiso hurgar más, parecía que cubrían algo ¡podía ser que el hombre tenía algo secreto!

La quitó, viendo un objeto metálico que le llamó la atención. Era un juguete extraño, por lo que optó encenderlo, sobresaltó cuando aquel objeto empezó a vibrar.

—¿Será para masajes?—dijo frunciendo el ceño, era largo, negó la cabeza para luego depositarlo de nuevo sobre aquel cajón, notó unas cajas—¿Para que tantos de esto?—hizo una pausa para sacar uno de color morado, era un objeto largo de silicón, notó un botón pequeño que decía encendido, lo tocó y aquello empezó a dar vueltas.

Jungkook lo tiró sobresaltado, la cosa parecía un gusano moviéndose y dando saltos ¿Qué demonios era ese juguete?

Lo apagó rápido y metió todo en su lugar, ordenando como lo encontró. Cerró de un solo la gaveta y sacó su celular escribiendo: Juguete que vibra.

Cuando ingresó a imágenes desde su navegador, sus ojos se abrieron en par al ver como uno de esos objetos parecidos, tenía la imagen demasiado comprometedora. Asqueado al percatarse de lo que había visto cerró de un golpe aquellas páginas.

No, de seguro buscó mal ¿Cierto?

Salió del cuarto, con un color muy rojo sobre su rostro mientras se daba aire con su mano.

No podía ser que Hoseok tuviera tales cosas, ahora que lo recordaba, había visto tales objetos en una página de erotismo, página que se metió por accidente al buscar juguetes.

Respiró con profundidad, ya no vería a Hoseok de la misma forma; pero si Hoseok era un omega macho ¿Para qué iba querer algo así que simulaba ser un pene? 

Se preguntó extrañado.

Según lo sabía, de las pocas veces que le prestó atención a las clases de educación sexual. Los omegas daban bebés, por lo que suponía que venían de algún lado ¿Cierto? debían tener el mismo aparato reproductor que una mujer. Una vagina ¡Si! eso era.

Pero a lo demás, no le encontró explicación del porque iba querer tener algo asó metido en ese lugar. Se lamentó no haber puesto tanta atención en sus clases de educación sexual, después podría preguntarle a Yoongi, él era también un omega y le tenía confianza, su amigo no se reiría por su ignorancia en el tema.


Bajó las gradas, encontrándose al pelirrojo poniendo los utensilios sobre la mesa, se quedó quieto. Ese aroma de nuevo que lo volvió sensible e hizo que su cuerpo empezara a calentarse y parte de ese alta temperatura se concentrara en cierto lugar.

Estaba alterado. Inquieto, su lobo soltó un fuerte aullido.

Tragó duro, recostandose en la pared mientras aquel omega, sin percatarse de la presencia del menor, seguía arreglando la mesa para la cena.

Mientras lo contemplaba, se fijó bien en los rasgos del mayor, tenía una nariz respingada, unos labios que cuando sonreían parecían formar un corazón, ojos color miel, y su piel tenía un color oliva ¿Cómo era que hasta ese momento ponía atención a eso?

Era un tipo bastante agraciado.

Se preguntó porque Hoseok no tenía una pareja.

O sí la tenía y no se había dado cuenta ¡No, no! ¿Qué estaba pensando? ¡Jung Hoseok no debía parecerle bonito!

Hoseok se giró al escuchar un largo suspiro. Viendo al alfa con la mano cubriendo su rostro y ceño fruncido.

¿Y ahora, qué mosca le picó?

—Ya va estar la cena—dijo el omega sin mucho entusiasmo, su celo pronto llegaría muchas veces no soportaba el calor que se acumulaba en su cuerpo, bueno, los supresores disminuían mucho su celo y gracias a eso podía mantenerse en pie y trabajar. Agradeció que tales pastillas existieran o sí no, su cuerpo se volvería en extrema necesidad de sexo y él no tenía ningún alfa o pareja para que se encargara de su época.—Puedes sentarte mientras te sirvo.

—¡Oh! así que hoy andas de amable— dijo Jungkook con sorna se dirigió a la mesa, sacó la silla para sentar—Hasta que por fin sabes quien es tu patroncito.

Hoseok se molestó ante aquel comentario y cuando justo, el chico iba sentarse, jaló la silla hacía atrás. El menor cayó de culo al suelo, pegando un chillido, el mayor enarcó una ceja, para luego dejar una sonrisita ladina.

Parecían dos pequeños peleando como hermanos que se llevaban mal y Hoseok no estaba para soportar al niño maleducado.

Sí, podía ser también infantil; pero Jeon Jungkook le sacaban los demonios que jamás pensó tener.

—Por supuesto patroncito, allí es donde debe permanecer usted, haciéndole compañía al suelo—respondió ingenioso para luego dirigirse a la cocina.

Jungkook torció los ojos, para luego levantarse y tomar la silla.

¡No, para nada bonito, sobre todo ese comportamiento!

Realmente para él no había nadie peor que Jung Hoseok.

Se sentó esperando la cena, mientras el pelirrojo se dirigía a la cocina de un mal humor. El omega sabía muy bien que sus cambios de humor no eran más porque su celo se acercaba, haciendo cuentas seguramente le llegaría el otro día y agradecido de haber comprado sus pastillas de supresores y las de embarazo por si acaso.

Le había costado un mes de salario completo para comprar ambos frascos, porque eran muy caras, cada uno costaba setenta dólares y duraban por mucho tiempo. Además parte de sus ganancias, le mandaba a sus padres para que se compraran algo y por supuesto, guardar para sus ahorros.

Se sentía satisfecho que con su trabajo pudiese comprar sus pastillas y no depender de nadie más; pero a veces se arrepentía, pues bien le cortaban el celo y él quería también atraer a un alfa; pero tampoco deseaba amanecer atado con un alfa que no conociera.

Nunca había perdido su existencia mental en un celo, siempre era precavido respecto a eso. Aunque cuando fue más joven quiso atraer de tal manera a Jin; pero su honesta razón le dijo que no. Que no estaba bien tal pensamiento, que dejara el egoísmo a un lado y eso hizo, dejando que su buena moral, mandara lejos tales ideas.

Y a esas alturas de la vida, él seguía sintiendo alguna atracción hacía Jin, aunque este ya tuviera una familia, aunque tuviese su propio omega y un hermoso cachorrito que cuidaban.—Pero aquí estas Jung Hoseok, haciendo de niñero para un idiota—dirigió una mirada muy fuerte, logrando divisar un poco a Jungkook que se encontraba solo en aquella mesa.

Lo que vio, fue una imagen del pasado, Jeon Jungkook solo, en aquella gran mesa, comiendo solo.

De la esquina de sus ojos, casi salían unas lágrimas ante aquel recuerdo.

Sentía lástima y un pesar se apoderó en él, al final de cuentas ese niño solo lo tenía a él para su cuidado. Los padres de Jungkook solo pasaban muy enfocados en su trabajo, se iban a viajes de negocios que duraban casi un mes y cuando regresaban, solo pasaban a lo sumo una semana en aquella enorme casa para luego salir de nuevo. Así se resumía todo en la vida del chico.

Respiró hondo limpiando una lagrimas que salieron. Ah, odiaba su sensibilidad. Después de tantos años, nada había cambiado. Por eso soportaba ese comportamiento del chico, tenía sentimientos reprimidos.

Hoseok siempre tuvo a sus padres atentos a él, tal vez no eran ricos, no poseían mucho dinero y muchas veces les faltó ciertas cosas, pero jamás el amor ni la atención de sus padres. El omega tomó un vaso de agua mientras notaba el rostro de ese jovencito, sus ojos demostraban una vaga tristeza interior.

Soledad en sus ojos.

Hoseok no supo el porque, nunca había comido en la misma mesa que el menor, pero esa noche lo hizo.

Se sentó a su lado izquierdo, mientras Jungkook se mantenía ubicado en la cabeza de la mesa, como siempre lo hacía, donde se sentaba todos los días, sin decir nada, dejando que el silencio les rodeara. El omega miró a su alrededor, siempre permanecían ellos dos, jamás había sentido el vacío en aquella casa hasta esa noche. Era grande y fría, llena de cosas; pero desolada al mismo tiempo, las casas grandes no eran su gusto.

Jungkook a la hora de comer, no pronunciaba palabras, disfrutando el sabor de la comida. Se había acostumbrado así.Hoseok sabía cocinar muy bien, y su paladar se había acostumbrado a la comida de ese niñero.

—¿Porqué comes aquí conmigo?—preguntó el menor extrañado para meterse otro pedazo de lasaña a la boca— Usualmente siempre comes en la cocina y a una hora diferente que la mía.

—Supongamos que hoy...quise cambiar un poco mi rutina, supongamos—enfatizó la última frase para luego contemplar directo a los ojos del alfa. En el pasado, ellos no se habían llevado así; pero con la pubertad, el chico se volvió hostigoso—Debe ser triste ser hijo único, yo por lo menos tenía a mis sobrinos para jugar con ellos cuando mis padres no estaban ¿Cómo matas el aburrimiento?

—Te molesto a ti—pronunció este desviando la mirada y de nuevo esa fragancia  dulce ¿Vainilla? recorrió sus fosas nasales, olía muy bien y en realidad ese aroma de Hoseok no le desagradaba.Parecía que el mayor no lleva su perfume que usaba a diario,  aunque la fragancia de vainilla estaba mucho más fuerte que los días anteriores—No me mires así—dijo Jungkook frunciendo el ceño al percatarse de una vaga tristeza en los ojos del omega, había contemplado mucha veces ese tipo de mirada.

—¿Verte...cómo?—preguntó el pelirrojo sin comprender.

—Con lástima.—sentenció mientras tragaba con dificultad.

—¿Eso es malo, niño?—le preguntó Hoseok cruzándose de brazos para desviar la mirada.

Jungkook quiso decirle que esa mirada de lástima sus compañeros se la dirigían cuando lo veían comer solo en su propio pupitre en el salón vacío, esa mirada deshabitada hacía él, esa cuando sus padres le prometían una salida en familia, para luego decir: Lo siento hijo, salió algo del trabajo. Será otro día.

Y ese día, no llegaba.

Esa mirada que le recordaba que estaba solo.

Al principio pensó que estaba bien, que no le hacía daño; pero con el pasar de los años, esa soledad lo exprimió. Siempre se encargaba de ser un buen estudiante, jamás fallaba en las notas, no bajaba del nueve cuando la nota máxima era 10. Buscaba llamar la atención ¡Solo quería que alguien le demostrara un poco de interés!

Cuando mostraba su página de notas a su padres, ellos pronunciaban: "Esque eso es lo que tienes que sacar, nos sacrificamos por ti" para luego seguir concentrado en sus propios trabajos.

Jungkook nunca había escuchado de ellos un : ¡Felicidades hijo, lo has hecho bien! Y sabía desde lo profundo de su corazón que no existían las posibilidades de escuchar esas frases que un padre siempre le dirigía a su hijo. Ellos ¿Realmente lo querían había sido deseado?

Tampoco sus padres habían ido a ninguna reunión de su colegio. Siempre fue Hoseok en representación, al mismo tiempo nunca fue a verlo en alguna obra de dramatización del colegio o cuando se celebraba el día del padre o la madre. Diciendo que sus padres tuvieron un viaje de negocios y Hoseok le hizo compañía.

Incluso escuchó por parte de sus compañeros, que era un huérfano.

Solo ese omega que tenía de niñero dio la cara por él.

Recordó un momento en que iba actuar en una obra de caperucita roja. Bueno, terminó siendo uno de los árboles del bosque porque ese papel le dieron y también por el hecho que sus compañeros se dividieron todo sin avisarle, excluyendo al chico.

A pesar que fue el árbol y estaría como casi una hora, quieto como estatua, Hoseok llegó puntual, muy bien arreglado y le tomó varias fotografías para luego levantarse y aplaudir como si hizo el mayor papel de su vida.

Entonces Jungkook se preguntó en ese momento ¿Porqué se sentía incómodo con él? ¿Cuándo fue que esa relación que lograron llevar bien al principio cambió?

Tragó duro al recordar que había tirado los frascos de pastillas al inodoro, su conciencia le estaba golpeando una y otra vez.

¿Qué había hecho en un momento de capricho? ¿Y si Hoseok tenía una enfermedad de la cual requería esas pastillas? No era bueno lo que había hecho, estaba actuando aún de forma muy inmadura.

Comió lo más rápido que pudo para luego levantarse de la mesa y salir escaleras arriba, dejando al Hoseok con mente en blanco. El omega abrió y cerró la boca: ¡Y él queriendo ser amable con el conejo desfigurado! Y este se iba, ignorándolo.

¡Por estas cosas no tendrás omega, a ver quién te aguanta!

Hoseok contempló a sus lados, su teléfono sonó de repente, haciéndole dar un brinco, con torpeza lo sacó de los bolsillos de su pantalón, para notar que era el número de Jin, sonrió feliz para contestar.

—¡La hermosa esperanza habla, tienes el honor de escuchar mi hermosa voz!—dijo este tomando el tenedor entre sus manos.

Tu voz chillona, querrás decir—le respondió su amigo con cierto tono divertido—¡El libro Hoseok!

—Solo para eso me llamas y yo pensé que me extrañabas—dijo Hoseok haciendo un leve puchero en su rostro sin ser consciente.

Te extraño, lo sabes más que nadie. Deberíamos ir a tomar un café y de paso me pagas el libro. Hay que celebrar tus 29 años. Pronto es tu cumpleaños, no creas que se me ha olvidado.

—¡Oh, cierto!—dijo Hoseok buscando el calendario que se mantenía en una de las paredes de la sala a lo lejos, agradeció tener una buena vista, aunque aquellos números eran enormes de por sí, el diseño parecía estar hecho incluso para alguien que no viera muy bien a lo lejos—¿Cuándo salimos?—preguntó Hoseok sonriente.

—¿Qué te parece mañana que es tu día libre? mejor tengamos un desayuno. Jimin saldrá a visitar al médico con el pequeño, aprovecho a salir contigo.

—¡Claro!—dijo Hoseok tratando de disimular un poco su emoción, luego frunció el ceño al recordar algo del libro que había estado leyendo días anteriores y que era historia en algún basurero de la ciudad.—Oye Jin, tengo una duda...¿Qué pasa al final con el gánster? Es decir, se supone que estaba herido cuando su musa se fue...¿Quién lo salvó? Hay una parte que no me quedó claro.

—¿Te quedaste a unos pocos capítulos de terminarlo? —preguntó Jin sorprendido—No te diré.

—No seas así—dijo Hoseok levantándose de un solo al escuchar aquello.—¡Y yo que le eché agua al bendito libro!—maldijo en sus adentros— Dime que se queda con su pareja amada.

No te diré Hoseok—escuchó una risa divertida—te veo mañana. No faltes.

—Sí...nos vemos mañana—Hoseok se quedó pensativo, para luego tragar duro—¡Jin!

¿Si, Hobi?—preguntó el alfa con mucha dulzura.

—Te quiero...—dijo cohibiendo un poco en su puesto.

No lo quería, lo amaba.

Yo también Hobi, también te quiero. Nos vemos mañana, descansa.

Pero solo me quieres como un amigo. Tú...me gustas.

Hoseok colgó aquella llamada, dejó el teléfono sobre la mesa. Se conformaba con el hecho que Jin y él aún tuvieran su amistad ¿Qué tal si le hubiese dicho a Jin y todo hubiera cambiado? prefería guardarse sus sentimientos una relación así a que nada. Era lo mejor.

Jungkook había escuchado un poco de aquella conversación y un sentimiento extraño se le apoderó en él, se sentía molesto. No sabía que Hoseok tuviera pareja. No tenía tiempo para algo así ¿Cierto?

Desvió la mirada pensativo, mañana era sábado y era el día libre de Hoseok, así que...como siempre el niñero lo hacía, le dejaba el desayuno, luego se iba y regresaba hasta lunes por la mañana. Esos días llegaba una empleada a cuidar de él, una anciana que era de pocas palabras, algo sorda y muy rara.

Como fuera, subió las gradas en silencio, para solo un momento girarse a ver al omega, viendo como los ojos brillaron y de su rostro se formó una sonrisa, como si aquella llamada le hubiese levantado los ánimos.

Jungkook gruñó bajo mientras su lobo igual lo hacía, se retiró en silencio, no debía tomarle importancia. No debía.

Como avisé estaré publicando dos caps por día, gracias por su apoyito :') se que somos poquitos  pero me basta mientras guste de la historia. Gracias por sus comentarios, los amo mucho Solecitos.

[Cualquier error de ortografía, redacción, avisad por favor, esto se corregirá cuando el fanfic pase a edición]

¡Recuerden el lema de la familia!

∞ Somos Sol que calienta; pero no quema 7w7r ∞

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