C.30(2)
El día había llegado y Jungkook estaba esperando a Hoseok, en el punto de encuentro que habían optado para reunirse, el chico se arregló un poco los mechones mientras sostenía en sus brazos un ramo de flores azules, sintiéndose nervioso como si fuera la primera vez, y bueno, para él siempre fue todo la primera vez, porque nunca dejaba de sentirse inquieto cuando se encontraba con la persona que amaba. Tenía parqueado su Lamborghini en la acera de la calle y también un helicóptero privado que los llevaría a su país de destino, arribando en un aeropuerto, agarrando un avión privado y volar junto a su libertad.
—¡Jungkook!—aquella voz lo sacó de sus pensamientos, mientras imaginaba como podía ser el futuro de ellos dos, contemplando a Hoseok en el otro lado de la calle, saludándole.
El menor sonrió espléndido y alzó las manos. Contemplando el semáforo que se mantenía en verde, los carros pasaban a una gran velocidad, por lo que sería mejor esperar unos cuantos minutos, hasta que pasara a verde y su Musa cruzara la calle. Pero todo se nubló, tan rápido como se ilumino cuando una camioneta negra se parqueó de un solo frente a Hoseok, quien dio un grito.
Jungkook abrió los ojos en dos platos, tirando el ramo al suelo, mientras aquella camioneta tomó rumbo a otro lugar—¡Musa!—gritó aquel chico a todo volumen, no lo pensó más se quitó el saco, dejándolo en el suelo, para subirse a su carro. Realmente iba matarlos a todos, a quien fuera; pero no entendía, se supone que todo había acabado. Debían ser felices. ¿Cierto? estar juntos. ¿Porqué siempre había algo que se los impedía?.—¡Los mataré malditos perros!—alzó la voz Jungkook mientras las venas de su cuello resaltaron, dejando a la vista su perfecta creaciones. Encendió el carro, sin importarle aquel tráfico, entonces una persecución se hizo presente en aquellas calles.
Hoseok trataba de librarse, mordiendo a sus secuestradores y gritaba a como pudiera—¡Jungkook!.¡El me salvará, el los matará!—gritó Hoseok mientras daba patadas; pero uno de los hombres le dio con la culata de aquella arma dejándolo inconsciente en el momento.
—Joder, que grita. ¿Estás seguro que es el chico correcto?. No queremos equivocarnos con el jefe.—dijo uno de los hombres que poseía una quemadura en su cuello.
—Sí, es él.—contestó el otro hombre mientras desviaba la mirada—le he visto pagar al jefe.
Jungkook sacó su arma de su lugar, bajó la venta y empezó a disparar en dirección de aquella camioneta, cuando el sonar de los disparos se hicieron presentes. Aquellos hombres se giraron sacando por igual sus armas. Jungkook frenó de un solo, escondiéndose rápido atrás de un bus que iba delante. Sacó el teléfono mientras aún mantenían su vista también en el carro donde se llevaban a Hoseok. Marcó a pura memoria un teléfono—Hoseok ha sido secuestrado, necesito de tu ayuda, te diré lo que tienes que hacer...necesito que actives el GPS de su celular.—dijo Jungkook al hombre de la otra línea—Guíame a donde van.
—Tengo una vaga idea de quienes pudieron secuestrarlo. Estuve investigando sobre el tipo a quien su padre le debía dinero. Al parecer es un mafioso que ya estaba en quiebra y se estaba valiendo por el dinero de Hoseok, un chulo y también, conocido anteriormente por el contrabando de órganos.—dijo Yoongi mientras escribía rápido en la computadora, hasta encontrar el mapa de la ciudad que le ubicaba el satélite.—el tipo no tiene muchos hombres a su disposición; pero aún así, es peligroso. Te iba avisar; pero no contestabas tú teléfono.
—Parece que todo el mundo me habla cuando siempre ando fuera del país—contestó de malhumor Jungkook—Iré por Hoseok, necesito pedirte un favor más...estos hombres nos van a seguir hasta quedar satisfechos, yo tendré que distraerlos, pero haz que mi Musa suba al maldito helicóptero.
—¿Qué harás ahorita?.
—Rescatarlo, te mando la dirección de donde se encuentra mi helicóptero, tú sabrás que hacer. Tengo que colgar.
—Te mandaré la señal del celular y el código para que encuentres a tu Musa.—dijo Yoongi con mucha seriedad.
Dicho aquello, el menor colgó la llamada, para meterse al carril izquierdo y acelerar de nuevo, debía mantener la guardia baja, sí, había asustado a los hombres, avisándole de su llegada; pero se encargaría de no perder la vida en medio camino, no, el tendría que morir al final si era posible. Siguió acelerando, manejando entre los carros, ingresando entre ellos, otros dotes de aquel hijo del demonio era lo buen practicante que era a la hora de la manejada, ahora agradecía al bastardo de su padre, usualmente utilizaban aquellas manejadas para las huidas de la policía; pero siempre habían excepciones.
Cuando Hoseok despertó realmente no recordaba mucho, solo el hecho de haber quedado inconsciente mientras esperaba a Jungkook en el punto de encuentro. Abrió sus ojos, encontrándose en un completo lugar desconocido. Cayó al suelo mientras tenía sus manos y pies atados, preguntándose que estaba sucediendo. —¡Ha despertado!—se escuchó una voz fuerte—una venda en los ojos del peli naranja el impedía ver lo que acontecía; pero cuando fue retirada, logró ver a seis hombres que poseían armas y a uno en especial, que conocía, porque era a quien le pagaba la deuda de su padre.
—¿Qué...está sucediendo? —preguntó el peli naranja. De repente alguien lo tomó de sus cabellos. El mayor dio un grito.
—Haremos lo mismo que le hicimos a tu padre, venderemos tus órganos, o podríamos venderte en el mercado negro.
Hoseok se rió ante aquello para luego recibir un golpe en el labio, suspiró mientras les miraba sin ninguna emoción. Realmente su destino era una mierda, justo cuando pensó que su libertad había sido justa, lo había echo esclavo de nuevo. Pero realmente ya no podía llorar, no, en cambio, se reía porque Jungkook estaba buscándole, y sabía del todo que su chico jamás lo abandonaría, jamás creyó que una valentía a reírse de la muerte nacería en él. Aquellos hombres se miraron desconcertados entre ellos.
El joven que años atrás le temía y les pagaba, escupió a sus pies, para seguir riéndose. El jefe lo tomó de nuevo de aquellas cabelleras. EL chico apretó la muñeca de él, mirándole con el mayor de los odios, ya no sabía cómo llorar, incluso había perdido ese sentimiento, la vida le había dado demasiado dolores, hasta que se hizo un muro contra ellos.
—¿De qué te ríes putita?.
—Señores...el hijo del diablo viene para aquí...primero, matará al que esté más cerca de la puerta, luego, volará sus cabezas, si tienen el honor, seguramente...no sufrirán—Hoseok rió de la amargura—mátenme, y él los matará a usted, entonces él y yo...seguramente nos podremos ver en un más allá.
Jungkook sacó sus escopeta, poniéndosela sobre la espalda, luego sus dos armas de mano, calibre 34 para ubicarlas en los estuches de sus pantalones, su tercera pistola que siempre mantenía en su espalda. Por último sus dos ametralladoras ligeras. Aquello parecía sacado de una película de guerra si fuera posible, era casi irreal; pero el tipo era todo un sicario que mantenía miles de almas. Unos guardias al verle, empezaron a dispararle. Jungkook encendió la primera arma, la ametralladora empezó a darle a los guardias de afuera, matando a cada uno de forma limpia. Apagó el arma para dirigirse a entrar por esa enorme puerta donde tenían a Hoseok.
Realmente ya no era un hijo del diablo, era la muerte y el propio Hades, estaba listo para combatir esa guerra aunque en el intento se desangrara la sangre, el conocía caminar entre el fuego, y esta vez, estaba solo; pero no le importaba, salvaría por lo menos a la persona que amaba.
El pelinaranja al escuchar aquellos disparos notó a los hombres tensarse y tomar rápido sus armas, el chico se acercó a una pequeña vara de metal que había medio incrustada en el suelo, se acercó disimuladamente, empezando a cortar, con mucha desesperación, aquella soga, eso le llevaría un buen tiempo. Jungkook entró por aquella puerta y encendió las ametralladoras automáticas. Hoseok pegó un grito y se cubrió tras una pared que había cerca mientras los disparos se hacían presente.
Hoseok miró un poco, aquello era una completa locura, un caos. Balas atravesando cuerpo, sesos volando, sangre siendo escupida en el suelo, sonidos de aquellas balas golpeando los metales y regresándose. Hoseok logró liberarse de aquellas pitas, aprovechando a liberar sus pies. Un silencio se quedó propagado en aquel lugar. Jungkook tiró sus ametralladoras.
—Jung Hoseok!—alzó la voz el menor lleno de nerviosismo. En eso logró ver aquella pared, y unos mechones que sobresalían, se acercó a él. —¡Musa!—llamó aquel hombre tomando a Hoseok de los hombros—Tenemos que salir de aquí—dijo Jungkook sacando su arma y poniéndola en el suelo.
—Jungkook...tengo miedo.—dijo el menor abrazándolo de un solo.
—Lo sé...pero tenemos que irnos...
Ambos se tomaron de la mano y empezaron a caminar en dirección de la puerta; pero a lo contrario de lo que Jungkook creyó, se vieron rodeados de nuevo, el jefe al parecer había encontrado un lugar donde esconderse y tenía más hombres en aquel edificio. Hoseok fue tomado de la parte del cuello. Jungkook en forma de reacción sacó sus dos armas de los pies, quitándole el seguro y disparó en la cabeza al hombre que había tomado a Hoseok, luego disparó con una mano, con la otra también en la sien aquellos tipos, una y otra vez.
El peli naranja no pudo hacer más que gritar, mientras se quedaba tirado en el suelo, cubriéndose los oídos, el sonido de los disparos no eran ni por cerca lo más placentero; pero al alzar la voz, solo pudo ver un brillo en los ojos de Jungkook.
Hoseok jamás había visto la otra cara de aquel hombre y una extraño placer ante aquel rostro serio, lleno de sangre mientras disparaba, solo le excitó, como si un lado oscuro de él se encendió. Se veía, tan irreal y jodidamente sexy. Pero no era ni el momento adecuado para eso, estaba en medio de un altercado de gánster. Gateando trató de buscar una pared de nuevo; pero un cuerpo de un muerto cayó frente e él, dando otro grito, se quedó estático, como estatua, todo su alrededor pareció tomar una cámara lenta, podía casi verlo todo, como si el tiempo estaba ralentizando.
Jungkook tiró sus dos armas cuando había acabado con aquellos cuerpos. Cansado mientras su respiración era agitada Hoseok sentía su corazón casi saliendo de su boca, listo para vomitarlo con todas sus entrañas cuando pudo ver algunos rostros desfigurados por las balas que atravesaron, boca, ojos, cabeza y las de las ametralladoras. Jungkook creyendo que no era suficiente sacó su escopeta y miró a los lados y arriba, disparando a ciertos hombres que salieron de una puerta.
El silencio volvió a reinar y Jungkook se giró en dirección de Hoseok, ambos se contemplaron por un gran momento. Jungkook se giró en dirección de la puerta para asegurarse si todo estaba libre. Hoseok se giró al ver de repente a un hombre que salió de algún lugar, abrió los ojos como dos platos—¡Jungkook!—gritó el peli naranja. Un disparo se hizo presente y el ojos bruno detuvo su caminar.
Yoongi se parqueó fuera del edificio, se bajó con pistola en mano, apuntando a todas sus direcciones. Logró ver la puerta del edificio abierta.—¡Yoongi, no seas imbécil, no vayas allí!—gritó Jin que le miraba completamente desconcertado, el peli negro se giró en dirección del otro.
—Se lo que hago—dijo este sacando otra arma que tenía también guardada.
—¡Pero hace mucho que no tocas una puta pistola! —dijo el otro con leve desesperación.
—El diablo nunca olvid-...¡pégate al asiento!.
Yoongi disparó en dirección de Jin, quien pegó un grito, quedándose estático, el mayor miró a su derecha viendo un cuerpo a su lado. Con el corazón casi llegándole a la garganta observó a Yoongi con mucha sorpresa.
—Retiro lo dicho. —dijo el mayor muy pálido.
Yoongi solo chasqueó la lengua, ingresando al edificio, al entrar, vió a Hoseok abrazando a Jungkook. Yoongi se acercó corriendo al peli naranja, contemplando las manos de Hoseok llenas de sangre. —Hoseok...tienes que irte—pidió Jungkook mientras seguía abrazado por el chico. El mayor negó con la cabeza mientras lo abrazaba. Yoongi le quitó el arma que el peli naranja tenía en las manos.
—Maté a alguien...le quité la vida a una persona—dijo Hoseok al recordar que minutos atrás había tomado un arma de un cuerpo cercano y disparó a lo ciego, muchas veces al hombre que apuntaba a Jungkook. Cuando se dio cuenta de aquello, corrió a ver si el hombre aún seguía vivo, llenándose de sangre en el camino; pero Jungkook había resultado herido también, ambas balas habían llegado hacer daño
—Si no lo mataba, él pudo haberme matado Musa. Pero tienes que irte ahorita. Ve con Yoongi. —pidió Jungkook mientras se hacía presión en la herida; pero estaba perdiendo demasiada sangre.
—¡No...Jeon Jungkook, no me pidas dejarte!. —pidió aquel chico mientras Yoongi lo tomaba entre sus brazos y empezaba alejarlo—¡¿¡Porqué siempre que vamos a estar juntos el mundo es una mierda contra nosotros?.
Gritó Hoseok mientras era arrastrado por Yoongi, el peli negro contempló al gánster, que solo afirmó con un sí, que se lo llevase, que tenía permiso. Hoseok empezó a patalear, queriéndose liberar; pero no lo logró, estaba muy cansado para defenderse, echándose a llorar mientras Yoongi lo sacaba de aquel lugar. —¡Jeon Jungkook, no me puedes dejar! ¡Dijiste que íbamos a irnos juntos! ¡Cumple tu promesa, maldita sea!. —gritó el menor.—Te amo...—Jungkook al escuchar aquello solo le dio una sonrisa mientras la puerta se cerraba y los gritos de su musa se iban alejando.
Entonces aquel diablo cayó al suelo, poniéndose boca arriba notando un poco por la ventana como la luz de la luna, besaba su piel. Sus lágrimas cayeron en el rostro, era una hermosa noche de luna, un hijo de la noche estaba siendo arrullado por aquella su madre y diosa, mientras murmuraba sus palabras melancólicas.—Musa...hace mucho frio—dijo aquel chico mientras respiraba con profundidad. Cerró sus ojos cantando una canción que hace mucho había escuchado que lo hizo recordar la tristeza de su corazón.
Daddy issues (The neighbourhood)
Adelante, llora pequeño niño
Sabes que tu padre también lo hizo,
Sabes lo que vivió tu madre.
Deberás soltarlo pronto, tan solo sácalo.
Adelante, llora pequeña niña.
Nadie lo hace como tú.
Sé cuánto te importa,
Sé que tienes problemas paternales
Y si fueras mi pequeña niña
Haría todo lo que pudiese,
Correría lejos y me escondería contigo.
Adoro que tengas problemas paternales,
yo también los tengo.
Adoro que tengas problemas paternales, yo también los tengo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top