C.23


AU: Alternative universe : Puede haber cambios drásticos de la descripción de los personajes, es decir que su carácter puede no encajar con la realidad.

Ar: Alternative realitive: Los lugares donde se desarrolla la historia, pueden no ser los mismos que en la vida real. ^U^.

¡No olviden el lema de la familia 7v7 !

∞ Somos sol que calienta; pero no quema 7w7

Hoseok se agarró de la esquina del escritorio, mientras las embestidas de Jungkook eran demasiado poderosas, si seguía así el mayor le terminaría rompiendo el culo, y aunque estuviese bien dilatado y el menor se encargó a la perfección, parecía estar molesto, desquitándose con él, de alguna manera, así lo comprendía. Sus sospechas fueron más claras cuando el menor metió sus manos en la cabellera y le jaloneó un poco hasta acercarle a él.

—¡Mierda Jungkook!.—se quejó entre quejidos y gemidos; pero aquella maldición pareció incitar más al menor.

—Silencio—ordenó mientras apresuraba más sus embestidas. El menor acercó su rostro sobre los hombros de su mayor, inhalando el aroma que se combinaba entre el sudor, el perfume de Hoseok .Olía tan bien, sintiéndose más exaltado.

—Estas siendo...bestia, me vas a romper.

—Musa, yo nunca lo rompería a usted, sé cuales son sus límites, y ahorita no veo que no lo disfrute—respondió el menor mordiendo levemente sobre el hombro, dio una estocada, escuchando el gemir de su mayor, que casi metia la uña sobre la madera. Hoseok se veían tan hermoso, con su boca entre abierta, los sonidos que profesaba el deseo de más y más.—Es mío, usted me pertenece.

Los gemidos de Hoseok aumentaron más. Jungkook cubrió la boca de su mayor, sería un desastre que se dieran cuenta de sus acciones dentro de la oficina. Jungkook tomó la polla de su mayor entre sus manos, mientras respiraba sobre le cuello de este, entre jadeos apresurando su vaivén de manos. Hoseok se mordió los labios, y como puedo, pegó su espalda más al pecho del menor, joder, se sentía tan bien, tan lleno, tan excitado por el simple roce.

—Si nos descubren...—dijo el peli naranja haciendo un esfuerzo para hablar—oh joder, sería tan divertido.

—Oh Musa, no sabía que poseía tal morbo—comentó divertido Jungkook mientras dejaba una sonrisa ladina.

—Sería mi primera vez, no soy así.—Y realmente a Hoseok no le iban esas cosas, el siempre había pensado que el sexo era algo muy intímo; pero cada vez que se encontraba con Jungkook, al parecer sus oscruros desesos y morbo sexuales, parecían salir a la luz. Estaba perdiendo completamente la cordura de su razonamiento.

—Yo por mí, lo follaría en el pasillo de abajo, donde suele habaer mas personas, para que vean como lo hago mío—dijo dándole una fuerte estocada.

—Joder...has aprendido tan bien.—dijo apretando los labios mientras un rubor se hizo presente en su rostro.

—Tuve un buen maestro.—comentó besando atrás de su cuello.

Apretó las paredes de su entrada, haciendo que Jungkook diera un gemido ronco. El menor logró llegar al climax y al hacerlo, se corrió por el condón mientras descansaba sobre la espalda de Hoseok, dejando su calido y agitado aliento salir. Aún así, no dejó a un lado su trabajo de masturbar a su amado, para que este también llegara al climax.

Hoseok musitó el nombre de Jeon en bajo, hasta que logró correrse, mierda...ese ya no virgen había aprendido tan bien, podía hasta entregarle una copa de oro por su perfecto trabajo en hacerle llegar al orgasmo. Ambos estaban tratando de tranquilizar sus respiraciones.



Hoseok estaba sentado en la alfombra, recostado en la parte baja del escritorio, había quedado casi sin energías. Realmente no tenía mucho que pensar en ese momento, esta vez el le había pedido a Jungkook que lo hicieran, había ordenado para su propio placer, rió sorprendido de su nueva faceta. Jungkook se encontraba contemplando la puerta, sentado al lado de su Musa, mientras tenía la camisa con cuatro botones abiertos, dejando ver parte de su pecho y un tatuaje que permanecía en el bicep por donde se ubicaba el corazón. Hace poco se había hecho reciente tatuaje, y contando otros que ahora poseía en la parte de su espalda, uno de esos tenía el nombre de Hobi, que no era tan grande; pero se lo había hecho.

Claro, que si le contaba a Hoseok, seguramente este pegaría el grito en el cielo preguntándole porque lo hizo, y él, no podía dar una razón. Mucha veces lo hacía por puro instintinto. Sacó uno de los cigarrillos de su cajetilla, mientras dejó que aquella tranquilidad, que ese ambiente los envolviera, ya estaban tan familiarizados, que parecían saber que en ese momento ambos querían silencio. Aunque por fuera tenían una apariencia sumamente tranquila, Jungkook daba saltos de alegría y Hoseok, caminaba de un lado a otro preguntándose que rayos acaba de acontecer.

—Oh Mierda...—dijo el pelinaranja al percatarse que realmente sus sentimientos iban seguir haciéndose fuertes. El olor del humo invadio sus fosas, contempló a su derecha, viendo el perfil del menor, que inhalaba una bocanada de aquell cigarrillo, se veía tan jodidamente bien, cualquier movimiento que el menor hiciera, era: Elegancia, poder, lujuria.

—Hay una historia—empezó el menor a conversar queriendo romper un poco cualquier pensamiento de dudas que su musa tuviese—es más bien...una leyenda de nuestro mundo, ciertamente no sé que tan verdad sea; pero la escuché. Sobre un antiguo sicario perteneciente a mi mundo.—exhaló el humo de su cigarro alzando un poco el rostro para contemplar el decorado del techo.—El quería ser libre igual que yo...así que atraparon a su musa, con una condición: El se mataba y su musa quedaba libre, o mataba a su Musa y el quedaba libre.—esta vez contempló a su amado, a ese hombre que tanto adoraba—Entonces el buscó una tercera opción, jugándole a la muerte, buscando una suerte escondida. Aceptó un juego, el juego de la ruleta rusa. Otro hombre se integró al juego, o moría uno, o moría el otro. El sabía que cada "click" podía ser el último...su pareja estaba sentada frente a él, contemplando y llorando por cada click que pasaba.

—Eso debe ser un momento horrible, es una situación fatal—dijo Hoseok agachando su rostro.

—Sí, debe serlo.—comentó con desanimo inhalando una bocanada a su cigarro.—Entonces llegó la última bala...el hombre que tenía a su Musa, sabía que su suerte no había corrido con él. Era su final—el menor contempló a Hoseok, el brillo de sus ojos se habían apagado.—Pero alguien simplemente no se esperó cierto final...Su musa tomó el arma y solo le sonrió dulcemente...entonces ese sicario vió como aquella bala atravesó la cabeza de su amada. En ese instante entró en una locura y corrió donde su jefe, tomando el arma de este y se disparó así mismo...

—Entonces ambos murieron juntos al final...

—No. El sobrevivió—dijo Jungkook mirándole con leve pena—como si fuera un milagro. Dicen que fue el castigo de todos sus pecados, perder lo que mas amaba, el destino le estaba dando a entender lo que era el dolor. Pero a parte de todo eso, también quedó el recuerdo del sacrificio del amor. Su musa se sacrificó para que el viviera, entonces...ella ún en el más allá, impidió que se fueran juntos. Se sabe que sigue vivo; pero no se ha sabido más de él. Al final fue libre...pero tuvo un alto precio que pagar. La leyenda lo llaman: " El hijo del pecado del suicidio".

—¿Y Porqué me cuentas esta historia?—preguntó el peli naranja con mucha tristeza, tenía idea a lo que se venía, que Jungkook le estaba diciendo que la libertad, su libertad se pagaría caro.

—Porque todo en esta vida tiene un alto precio, aquí no regalan nada Musa, hay que volar más alto y no tocar tierra, porque tiran a matar.—Sonrió dulcemente—¿Ha escuchado usted Vuela alto?. Eso es lo que tengo que seguir haciendo en esta vida, bueno, hasta que mi último latido permanezca en este maldito mundo. Nunca se ha preguntado: ¿Qué se siente morir?.

—No creo que eso sea algo que una persona como yo se vaya preguntando. Nunca he visto a la muerte tan cerca, se hace presente cuando estás tu a mi lado.—comentó Hoseok con leve tristeza.

—Que interesante...—comentó Jungkook acercando su rostro a Hoseok—y yo jamás había estado tan cerca de la vida y el sentimiento de una búsqueda a mi existir. Cada momento con usted es mi fortaleza. Cada noche que duermo, lo hago con el deseo que en el mañana, aun pueda abrir mis ojos, que cada pasó que de, se mantengan donde deban estar, que aun esté en mis diez sentidos para ser el hombre que pueda estar a su lado y protegerlo.—Jungkook desvió la mirada dándole leves golpecillos a la colilla del cigarro.—Sí, suena tonto, incluso es una ironía. Yo asesino gente, soy un hijo del diablo; pero he caído...por usted, he tocado un infierno, en el cual me he vuelto adicto; pero me quema...Musa, espere por mí.—dijo Jungkook levantándose de un solo—esta va ser la última vez que usted y yo nos uniremos. Quiero ser un hombre digno.

—Jungkook...

—No lo volveré a tocar, hasta que mis manos dejen de bañarse con sangre, como un hombre leal a usted, permaneceré aún a su lado; pero por el respeto que le poseo, lo atesoraré como debe, como la pieza de arte que debe solo ser contemplada, yo me convertiré en su escudo, así que...espere por mí.



Hobi dio un pesado suspiro mientras daba un sorbo a su café, era ya muy tarde y todos parecían descansar aún. La puerta del comedor se abrió, entrando un agitado y molesto Yoongi. El peli-naranja le estudió por un momento y se percató que alguien no estaba, y debía haber llegado a la hora del toque de queda. Jin, su amigo, no había llegado aún. Desvió la mirada a una gran velocidad, antes de encontrarse con los ojos malditos del peli negro, un Yoongi enojado, con aura oscura, era lo menos tranquilizador para su día de descanso.

—¿Sabes donde esta Jin?. No ha venido, no me contesta tampoco las llamadas, es más, ni siquiera puedo rastrearlo mediante el gps que le puse a los celulares...

—Seguramente fue a visitar a sus hermanas, es su día de descanso. Le agarró el trafico, supongo—comentó tratando de mantenerse también tranquilo; pero le fue imposible cuando su jefe maldijo en bajo mientras se dirigía de nuevo a su oficina.

—¡Si miras a esa maldita puta, dile que lo quiero en mi oficina!—comentó su mayor saliendo de aquel lugar.

Hoseok casi dejó caer la taza de café ante aquellas palabras, frunció el ceño. No comprendía cual era la exasperación de su proxeneta, Jin nunca faltaba, jamás llegaba tarde, era puntual y siempre se había caracterizado por su perfecto comportamiento. Y Hoseok temió que el pelirosa haya hecho alguna locura, se encontraba en mal estado la noche anterior. Suspiró algo abatido, recostando su mejilla en la fría madera de aquella mesa, las palabras de Jungkook lo habían hecho sentirse mal consigo, de nuevo, y no encontraba realmente un final, para esa relación, para ellos dos. Se preguntó si en una vida pasada cometió algun enorme pecado o sepa que más para estar pagándolas en ese presente. Como fuese, la vida jamás le pareció tan mierda.

Una obra de arte, una musa, un hogar. Hoseok se había transformando en el todo de un jovencito, y él realmente se sentía en paz; pero el miedo le pegaba más fuerte. ¿Qué iba pasar en el mañana si Jungkook se iba?. Mierda, se maldijo, creía que lo había solucionado todo en su mente, que podía invadir sus sentimientos con sus pensamientos; pero no podía ir en contra de lo que realmente le hacía sentir mejor, no podía ir en contra de un destino que no parecía abrazarle. ¿O sí podía? Y si lo haría, ese futuro tenía tantas posibilidades.

Jamás había sentido tanta responsabilidad en convertirse en la Musa de un hijo del diablo. Las musas eran el arte, un arte así como el pintor apreciaba, era la inspiración de alguien, era la inspiración del vivir de un chico que hace mucho tiempo, había conversado con la muerte, se había hecho amiga de ella. Hoseok había llegado a la vida de Jungkook, convirtiéndose en la vida lujuriosa, en el pecado. La muerte había acorralado a ambos, a uno en carne propia y al otro, en sus pensamientos. Hoseok se limpió un poco sus lágrimas. ¿Cómo no pudo darse cuenta?. Él como Jungkook, ya estaban muertos interiormente desde hace mucho tiempo...y al colisionar, crearon un perfecto big bang...lo que creo el universo, ahora ellos tenían su propio universo y Hoseok como la estrella que era, pensaba aún, que ese universo, ese cariño, ese anhelo, lo que sentía por Jeon Jungkook, por un hijo de la oscuridad, podía seguir creciendo.

Sí...lo amaba, tanto que ahora, además de ser el arte, su musa, el anhelo de que este siguiera con vida, sería lo único, para albergar esa esperanza del olor a la libertad, su libertad a una mejor vida, al lado de la persona que le gusta y la libertad de su chico, de su chico chicloso. Pronto, terminaría por pagar la multa, pronto esas cadenas del dinero maldito lo liberarían y podría irse a su hogar, podía irse con su amada oscuridad, con su Jungkook, con lo que el consideraba más que nada. Su libertad.

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