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Inglaterra, noviembre del 1940.
— ¡Maldita sea, Park! ¡Haz que se muevan! —Su general gritó, arrastrando con él a un pelotón de civiles hasta un lugar seguro. Bombas alemanas cayendo sobre la ciudad mientras ellos trataban de poner a los ciudadanos a salvo.
— Esto es un problema. —Gruño ChanYeol, rodando sus saltones pero rasgados ojos—. Ellos creen que soy japonés. —Le dijo a su compañero, señalando al grupo de niños que debía llevar a zona segura.
— ¡Es inglés! —Aseguró su amigo Will, tratando de sonreír a los pequeños-. En serio, su madre es inglesa. Y es la inglesa más bonita de todas, pero su padre, un señor coreano que se exilió aquí, se enamoró de ella totalmente y tuvieron a este hijo torpe y deforme. —Bromeó, cargando a una niña en sus brazos y apresurando al resto a que salieran—. Completamente inglés, lo prometo.
ChanYeol rodó los ojos, levantando con sus fuertes brazos a otros dos niños para echar a correr la zona segura donde les esperaba el resto de la patulla. Las bombas caían a sus espaldas y los desprendimientos de los edificios provocaban una polvareda que apenas les dejaba ver o respirar.
El general les dio un buen sermón cuando la calma pareció llegar. Habitualmente, ChanYeol no tenía este tipo de problemas, vestido con el uniforme y acompañado de su identificación, todo el mundo le obedecía sin importar que sus rasgos fueran diferentes o demasiado parecidos a los del enemigo, pero desde que Japón le dio apoyo total a Alemania, la paranoia había aumentado y ya era el segundo caso en menos de dos semanas. Cuando el general hizo recuento de vidas salvas, perdidas, daños y desperfectos, volvió a acercarse a ChanYeol para disculparse, asegurando que era un buen soldado.
El muchacho rodó los ojos. No necesitaba halagos, necesitaba que la guerra terminase.
Corea del Sur, noviembre del 2017.
Oh SeHun lanzó a correr con una risa divertida, en sus manos aun había rastros de chispas de colorines que descubrían la travesura que acaba de hacer.
Sabía que tenía prohibido utilizar su magia con *corrientes, pero ellos habían ido a buscar una casa encantada, molestándole y fastidiando su lugar secreto para las citas. Así que él, como buen aprendiz de mago, solo les dio lo que estaban buscando.
— ¿Te parece divertido asustar a unos pobres corrientes? —Una voz le preguntó desde la oscuridad, deteniendo su carrera para lanzar una suave risotada.
— Si hubieses visto su cara...
— Disfruto más viendo la tuya. —La voz salió de las sombras, mostrando a un joven increíblemente atractivo y pálido que le dedico una sonrisa llena de colmillos.
SeHun le devolvió la sonrisa, dejando que el muchacho le arrinconase contra la pared y pasase sus manos por su diminuta cintura mientras el joven mago llevaba las suyas al rubio cabello del vampiro.
— Ahora tendremos que busca otro lugar, Kris. —Murmuró con desgana, inclinando su cuello hacía un lado en cuanto el mayor empezó a besar aquella zona.
— No pienses en eso ahora. —Pidió, y a SeHun no le costó obedecer.
Sin embargo, la mente de SeHun empezó a fundirse en negro y no era por el placer. Se sostuvo con fuerza de la camisa de Kris cuando las visiones empezaron a llegar, mostrándole una ciudad devastada que reconoció en cuanto vio la famosa torre del reloj.
— Londres. —Balbuceó, haciendo que Kris detuviese sus atenciones para sostenerle con fuerza.
— No, SeHun, no vayas. —Pidió el mayor, su voz sonando gravemente preocupada mientras agarraba las manos del chico con una fuerza sobrehumana—. Tienes que queda...
Pero SeHun ya se había ido. Su cuerpo se había esfumado, dejando al vampiro solo maldiciendo en aquel callejón.
— Debí haberle hecho caso a mi padre. —Masculló, pateando los cubos de basura—. "Nunca salgas con magos. Mucho menos con *temporales, es un infierno". —Kris dio un vistazo a su alrededor y resopló, sacando el móvil para avisar a los amigos de SeHun—.
🌧
Londres, noviembre del 1940.
Cuando SeHun abre los ojos se encuentra en un callejón completamente diferente al que había dejado atrás en Corea. Hace frío y la niebla londinense se suma al polvo de la catástrofe. No sabe en qué año ha aparecido, pero desde luego puede entender que el país está en guerra.
Saca su teléfono del abrigo, pero la cobertura es insuficiente y el aparato demasiado moderno para funcionar. Resopla y cierra los ojos, es en momentos como este cuando desearía haber prestado atención a sus profesores.
Sabe que hay varias sedes para magos temporales en todas las ciudades importantes del mundo y sabe que esas sedes son inamovibles. Así que tiene dos opciones, recordar donde está la sede londinense para que le devuelvan a casa, o resolver lo que sea que su instinto temporal le ha mandado hacer allí, porque duda realmente que los *relojeros puedan encontrarle si no le ha dado tiempo a indicar a Kris a que época estaba viajando.
— Debo tenerlo en algún lugar... —Murmura SeHun, rebuscando en las viejas conversaciones de whatsapp y las notas de su teléfono móvil "Londres" como palabra clave—. Bendito sea Kim JunMyeon. —Tiene que morderse la lengua para no gritar, porque ha encontrado una conversación en la que su amigo habla de su reciente estadía en la sede de Londres.
Ahora solo debe encontrar el The Globe y a los relojeros para que le manden de vuelta a casa.
— ¡Eh, tú! ¡Muchacho! —SeHun se pone de pie de un salto, guardando el aparato electrónico en su teléfono y mirando con nerviosismo al hombre de uniforme que se acercaba a paso firme hacia él—. ¿Es que no has escuchado a los patrulleros? ¡Está prohibido ir por esta zo... —Las palabras del hombre se quedan en el aire y el mago frunce ligeramente el ceño cuando ve al chico frente a él. Apenas debe ser unos años mayor que él, y sus rasgos son prácticamente iguales, nada de ingleses rubios y repeinados volviendo de Londres una ciudad interesante—. ¿Extranjero? —Le pregunta el uniformado, su ceño ligeramente fruncido—. ¿Papeles?
— Asiático, Corea. —No se atreve a asegurar que es del Sur, puede que meta la pata hasta el fondo y las coreas ni siquiera estén dividías—. Turista, yo...
— Oh, eres coreano. —El chico de uniforme le habla en un coreano poco fluido, pero coreano a fin de cuentas, y SeHun sonríe un poco aliviado—. Necesito que me des tus papeles, amigo.
— Pero... —SeHun se muerde el labio, mirando a su alrededor—. ¿Qué ha pasado?
— ¿Acaso vives en una burbuja? Estamos en la Segunda Guerra Mundial, muchacho.
SeHun suspira y sonríe como disculpa. Bueno, al menos sabe en qué época esta y puede sacar el documento correcto. Abre su cartera y rebusca entre todas sus tarjetas la que corresponde a la época de la Segunda Guerra Mundial y extiende su carnet de identidad al militar.
— Bien, Oh SeHun. Soy Park ChanYeol, déjame llevarte a un lugar seguro. —El chico le devuelve la tarjeta y bueno, con esa sonrisa, SeHun cree que puede dejarse llevar a cualquier parte.
Caminan en silencio, el soldado va delante, observando el paraje desolador que presenta el Londres de sus días. A SeHun le dan ganas de decirle que todo va a ir bien, que vencerán, pero sabe que no puede influir en ningún acontecimiento histórico y que debe concentrar sus energías en regresar a casa.
— ¿Así que... donde estamos yendo? —Pregunta después de un largo rato en silencio.
— A un lugar seguro.
— ¿Está ese lugar seguro cerca del The Globe?
ChanYeol le dirige una mirada de ceño fruncido, en su mente maldiciendo a Shakespeare y a todos los turistas locos que atrae. Finalmente, asiente.
— Estás de suerte, solo está a unas calles de distancia.
SeHun le sonríe brillantemente, pero entonces un estruendo suena demasiado cerca de ellos y ChanYeol le empuja con su cuerpo al portal de un edición abandonado. SeHun tiembla de la impresión, nunca ha estado en épocas de guerra.
— No te muevas de aquí. —ChanYeol dice, cerrando los ojos cuando se escucha una nueva explosión—. ¿Entendido? Debo asegurarme de que no haya nadie por aquí.
SeHun le ve desaparecer entre la polvareda y el corazón se le encoje al pensar que tal vez, el chico nunca descubriría que vencieron.
— Espero que no mueras, ChanYeol. —SeHun dice al aire, aprovechando la oportunidad para ir al encuentro de los relojeros.
Seul, noviembre de 2017.
Cuando SeHun regresa a casa a través de los relojes, su cuerpo aterriza en el piso duro de la sede de Seul, con tres pares de ojos curiosos mirándole.
— ¿Qué tal el viajecito? —Byun BaekHyun pregunta, un tono divertido y socarrón en su voz.
— ¿Qué hacen aquí?
— Tu amigo nos avisó, sabíamos que tarde o temprano aparecerías. —JunMyeon dijo, tendiendo una mano junto a una sonrisa para ayudarle a levantarse.
— Sí, colmillitos está ahí fuera. —JongDae se burla, haciéndole rodar los ojos.
— Deberías salir a decirle que estás bien. —JunMyeon sugiere, y él asiente por inercia, dedicándoles una mirada ceñuda a sus otros dos amigos antes de salir de allí.
— Iré con él. —Sugirió JongDae, pero sus amigos le miraron con las cejas arqueadas—. ¿Qué? ¿Acaso queremos que muera por un mordisco?
— YiFan no le matará. —JunMyeon rodó los ojos, harto de la actitud de su hermano.
— Pero tal vez a ti sí. —Bromeó BaekHyun.
SeHun buscó entre las sombras del muro que protegía la sede de los relojeros de Seúl la figura de YiFan, que pronto salió a su encuentro.
— Hey. —Saludó, llevando una de sus manos frías al rostro de SeHun para acariciarlo—. Estuviste fuera más de seis horas, ¿todo bien?
SeHun sonrió de lado, agradecido por la preocupación.
— Sí, nada que no se solucione con un buen descanso.
Kris continuó hablando sobre cómo se las había apañado para avisar a sus amigos, pero su mente parecía estar en otro lugar. O mejor dicho, parecía no haber regresado de Londres, donde esperaba a que ChanYeol regresase sano y salvo de entre la polvareda. Pero una voz interrumpió sus pensamientos y el monologo que mantenía el mayor.
— Oye, ahí dentro quieren hacerte un par de preguntas, SeHun-Ah.
Los ojos de YiFan centellearon en cuanto vio aparecer a JongDae, su ceño frunciéndose y su mandíbula apretándose.
— Que esperen. —Protestó, despachando al otro mago con una furibunda mirada.
JongDae se rio, haciendo rodar sus ojos.
— Vamos, SeHun.
— Debería entrar, Kris. —El mayor le miro, la molestia plasmada en todo su rostro—. Hablamos más tarde, ¿mh?
YiFan se movió con rapidez, buscando darle un beso de despedida, pero SeHun tenía buenos reflejos y giro la cabeza, dejando que los labios del mayor se estampasen en su mejilla. Se sentía extrañamente culpable, recibiendo besos de Kris y tratando de llevar una vida normal mientras no sabía si ChanYeol podría hacer lo mismo... Bendito Merlín, ¿por qué no podía quitarse a ese soldado de la cabeza?
SeHun desapareció de nuevo por el laberinto que suponían los pasillos de la sede, dejando atrás a Kris y JongDae.
— Creo que es momento de que te vayas. —JongDae dijo, sus brazos fuertemente cruzados sobre su pecho.
— Piérdete, Chen. –YiFan respondió, dándole la espalda para largarse de aquel lugar.
— Lo estoy desde que te conocí.
YiFan volvió sus manos dos puños nerviosos, pero JongDae no obtuvo respuesta, solo una espalda que se alejaba más y más de su alcance.
Seúl, diciembre de 2017.
Ha pasado más de un mes cuando SeHun se despierta sobresaltado y sudando, de nuevo una pesadilla acerca de guerras y bombas y soldados bonitos que no pueden vivir en paz ni le dejan vivir a él. Toma el teléfono para ver la hora y apenas son las cinco de la mañana y tiene un montón de mensajes y llamadas de Kris a las que no responde desde hace semanas y se siente terriblemente culpable, pero sin ánimos de hacerse cargo de ello.
Su mago temporal interior no deja de hacer llamadas sobre Londres, diciéndole que tiene algo pendiente allí. Y es quince de diciembre y eso no ayuda en nada, pronto será Navidad y puede que ChanYeol ni siquiera la celebre, porque esté muerto, en medio de un bombardeo, en el frente o salvando a otras personas. No le gusta ninguna posibilidad y eso le frustra.
Él no debe tener contacto con personas de otras épocas más allá de los relojeros y magos allí destinados, él debe ir a cumplir con las misiones que le son asignadas, tratando de que el orden temporal prevalezca y que nadie altere las líneas del espacio-tiempo, pero su mago temporal es tan inquieto, tan rebelde y tan estúpido, que decide llevarle de paseos imprevistos a conocer soldados guapos a la otra punta del mundo.
Son las seis y media de la madrugada cuando SeHun se aparece en la montaña de Namsan, justo en la puerta trasera del palacio que actúa de lugar para la Sede surcoreana de relojeros. El introduce su clave en la puerta y pasa en silencio, nadie se despierta hasta las siete, así que tiene un corto lapso de tiempo para hacer algunas averiguaciones.
— ¿Desde cuando estás interesado en libros de registros? –SeHun salta de su asiento por el susto, dejando caer el libro que llevaba en sus manos tan solo unos segundos antes-.
— ¡Kim JunMyeon! —Protesta el menor ante la risa de su amigo, llevándose la mano al corazón que latía desbocado-. Casi me matas de un infarto, estúpido hyung.
— Bueno, casi me matas tú a mí. —Por supuesto, el encantador y responsable JunMyeon era el primer relojero en abrir los ojos y ocuparse de sus asuntos—. No esperaba a nadie por aquí tan temprano. —Dijo mientras recogía el libro que SeHun había dejado caer—. ¿Segunda guerra mundial? ¿No es ahí donde fuiste por accidente?
JunMyeon le da una mirada severa y él se siente como un niño atrapado en una travesura, sonrojándose hasta las orejas.
— ¿Qué estás buscando, exactamente?
— Solo quería saber si el soldado que me ayudo...
— Sabes que no debes involucrarte, SeHun.
— ¡Pero me está llamando! ¡Literalmente! ¡No dejo de soñar con Londres, tengo que aferrarme a cualquier cosa para que mi cuerpo no me lleve de vuelta allí! ¡No puedo no involucrarme si mi tempus se pone así!
JunMyeon le golpea con el libro en la cabeza, llevándose un dedo a la boca.
— Realmente, tú, ¿quieres que toda la comunidad escuche que estás loco por un desconocido?
— ¡Yo no he dicho eso!
— No grites, tonto. —JunMyeon le dedica una media sonrisa y SeHun trata de relajarse, sintiéndose aún como en una travesura—. ¿Cuál era su nombre?
— Park ChanYeol.
— Bueno, aquí no encontrarás lo que buscas sobre él.
JunMyeon despeja la mesa en la que minutos antes SeHun había estad sentado y en pocos segundos hace que una montaña de libros aparezcan sobre ella, desechando uno tras otro tan solo con tocar las portadas. SeHun admiraba de verdad a JunMyeon, su increíble capacidad mágica mostrándose hasta en las cosas más sencillas, él era poderoso y por eso estaba tan metido en la sede, formándose constantemente para ser el líder.
— Park, aquí estás. —Murmuró más para sí mismo que para SeHun, abriendo abruptamente un libro viejo de color verde militar. Irónico, pensó el menor, tamborileando ansiosamente sus dedos sobre la mesa. El sol estaba saliendo y eso sumado a la mueca de su hyung, no eran en absoluto buena señal—. Lo siento tanto, SeHun. —JunMyeon dice, cerrando el libro en sus manos y haciendo que tanto ese como los demás desapareciesen—.
— ¿Qué? —SeHun pregunta, viendo el libro esfumarse de su vista—. ¿Qué, JunMyeon?!
— Él va a morir en esa guerra, SeHun-yah... Él, de hecho...
SeHun siente un nudo apretado en su estómago y una sensación de mareo invadir su cuerpo.
— ¿Ya está muerto? —Pregunta con un hilo de voz, su vista ha empezado a desenfocarse.
— En vísperas de navidad, lo siento tanto, SeHun... Tu tempus probablemente quiera ayudar, es para lo que estamos hechos, pero sabes que tenemos prohibido interferir en momentos históricos...
El pequeño niega con la cabeza, su tempus quiere mucho más que ayudar y maldita sea, él también lo quiere.
— Me estoy yendo, hyung...
— ¡Oh no, no! ¡Quédate conmigo, SeHun!
Pero cuando la oleada viene y Londres aparece en su mente, él no se resiste y la presión de las manos de JunMyeon en las suyas no hace ningún efecto, porque definitivamente él está viajando otra vez, dejándose llevar por su magia.
Londres, diciembre de 1940.
Cuando SeHun siente el duro y frío suelo en su trasero y mira alrededor está sorprendido de encontrar el lugar familiar. Está exactamente en el edificio donde vio a ChanYeol por última vez, donde le pidió que no se moviera y de donde él, sin embargo, escapó.
Sintió un gran nudo de culpa en su estómago por no haber obedecido, por saber acerca del futuro del chico. Él no debía involucrarse y sin embargo, empezó a moverse en busca de algo. No sabía si sería 15 de diciembre en Londres, no sabía si el tiempo había decidido llevarle hacía delante o hacía atrás, así que debía ubicarse cuanto antes mejor y después, después no tenía absolutamente ni idea de lo que haría.
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Tres horas después SeHun está en un estado pánico total, se encuentra en el día 20 de diciembre y solo tiene alrededor de setenta y dos horas para encontrar a ChanYeol y advertirle sin que los relojeros de Londres le cacen primero y le lleven de vuelta a casa.
Pero podía hacerlo, ¿no? Para eso le habían entrenado.
💫
Glosario.
*Corrientes -> Como muggles o mundanos, personas normales que ni tienen magia ni saben que existe.
* Magos temporales o tempus -> Son capaces de viajar por el tiempo. Algunos pueden controlarlo, y otros, como SeHun, no. A veces, SeHun y otros magos hablan de su mago temporal como si tuviese vida propia, y en cierta manera así es, son una energía/magia con la suficiente fuerza como para llevar al cuerpo de sus magos a donde ellos quieren viajar.
* Relojeros -> Es como se llama a las personas que se ocupan de los magos temporales, si un mago temporal se extravía ellos les devuelven a casa o ayudan en las misiones que tengan hacer. Son relojeros porque son capaces de "artificialmente" o sin la magia de un mago temporal, marcar el momento al que deben viajar.
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¡Y fin del reto! Momentáneamente... Porque la verdad es que me gustó tanto la temática que deje el final abierto para poder hacer una historia más larga, así que les estaré avisando cuando dicha historia se vaya a publicar en mi wattpad, porque estoy realmente entusiasmada asjhfdsf.
Espero que estén todas genial y den mucho amor a este reto que todos los miembros hicimos con más dedicación de la que puedan imaginar, asdsjfhdsjf. <3
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