Parte 1

¡Hola a todos! Vengo muy feliz por acá para compartirles un fic que se viene trabajando durante mucho tiempo.

¡Este fic es una colaboración en conjunto con la gran artista CoraznFelino a la cual espero que apoyen mucho, pues su participación en el fic también ha sido de gran importancia 💕 junto a su arte!

⚠️ Debido a que el fic me ha quedado muy largo (ups 😅) he decidido dividirlo en dos partes (Two-shot), espero que sea de su agrado

"La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía."

Ludwig van Beethoven

Cuando la invitación arribó, la alegría fue inmediata, pero la celebración de su banda fue ruidosa y emocionante.

Bakugou Katsuki es el baterista de su banda, una mezcla de géneros rockero y pop. Y mientras jugueteaba con la invitación en la mano al dichoso evento, se cuestiona la importancia del mismo para su hobbie musical —posible carrera futura —y la experiencia a ganar al presentarse.

No hay premios a conquistar, solo serán donativos favorecidos a la causa de dicho evento, y le parece justo. Aun así, al ser la primera vez que se presentan en un evento de gran escala, y con un público aproximado de más de 10,000 personas, ya le parece un exagerado concierto para unos simples adolescentes.

Y eso lo emociona. Sube en demasía su ego y orgullo de demostrarle al mundo lo que es verdadera música.

Como representante oficial de «JUMP» realiza el registro de su banda con un nombre superficial pero especial, y rápidamente este aparece en el listado de los concursantes a participar.

La mayoría no los conoce, y eso le parece interesante, fuera de que el evento también ofreció la invitación a solistas, y uno en particular si lo conoce.

Todoroki Shoto —hijo del concertista Endeavor —el afamado guitarrista con habilidades innatas y solista de una voz angelical según dicen los rumores, las chicas y las encuestas de popularidad de música juvenil.

—Así que ese bastardo también estará presente. —Gruñe con molestia, porque sí, secretamente lo detesta y ocultamente envidia su popularidad estando en solitario.

Bueno, entonces tendrá el infortunio oportuno de conocerlo en persona, y ver su supuesta habilidad.

Bakugou figura su presentación, como una competencia para derrotar en popularidad a Todoroki, y su bonito rostro.

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Osaka es una famosa ciudad llena de vida nocturna y moderna arquitectura, ubicada en la isla de Honshu. Además, la historia la envuelve con el castillo de Osaka y la belleza natural del parque con el que es rodeado, lleno de árboles de ciruelo, durazno y cerezo en flor.

Por ello, el barrio de Chūō-ku suele ser la sede de importantes eventos culturales, deportivos y de índole musical, para ser presentados en el Osaka-jō Hall, un estadio cubierto que tiene capacidad para 13,500 espectadores.

Cuando JUMP arriba a la ciudad, no pueden evitar asombrarse por la belleza del lugar, incluso Bakugou encuentra impresionante la estructura del gigante recinto. El recorrido dura unas cuantas horas, suficientes para conocer la tarima que pisarán al presentarse y la infinidad de butacas que estarán llenas esa noche.

De acuerdo, era una locura mágica e inusual que los tenía bastante emocionados, eso no lo podían negar.

—¿Ya lo pensaste, Bakugou? —Mina está recostada con la cabeza colgándole del otro lado del sofá.

—¿Sobre? —alza una ceja mientras revisa nuevamente el itinerario.

—¡Tú, cantando, es una gran oportunidad!

Bakugou se queda quieto 10 segundos antes de retomar la lectura del papel entre sus manos y cruzarse de piernas en el acojinado sillón de la antesala. Pestañea con pesadez y prefiere enfocar la vista en las reglas de presentación, pero no puede evitar indagar sobre ello mentalmente.

Mina Ashido, vocalista principal de JUMP, chatea con diversión a través de su celular. Bakugou reconoce que, al ser la única mujer de su grupo, emite esa chispa atractiva que su voz tiene al gritar mientras canta, provocando los aplausos y chiflidos con cada canción que tocan.

Si es así, ¿entonces porqué tendría que quitarle su puesto, su oportunidad de protagonismo también?

Celosamente si quiere, después de todo también podría ser su oportunidad, pero tampoco le importaría no serlo.

—No lo sé. —Prefiere decir, y se pone de pie para no tocar el tema.

—¿Seguro? —cuestiona interesada —. Yo no tendría ningún problema. —Y le guiña el ojo con complicidad mientras retoma el teclear con rapidez en su teléfono.

Bakugou se marcha y prefiere encerrarse un rato en su habitación. Entre el largo vuelo y la extensa guía del recinto, siente un cansancio excesivo.

Si hay algo que lo perturba es imaginarse tener un micrófono frente a su boca mientras sus manos bailan con las baquetas de una desenfrenada orquesta de golpes en la batería.

¿Realmente le gustaría avivar esa sensación de usar su voz fuerte, grave y sonora para cantar? Aun no lo sabe.

Quizás el ensayo al día siguiente le permita aclarar sus dudas y avivar esa chispa musical.

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O tal vez no.

Probablemente el ensayo habría sido más eficiente si Kaminari no se distrajera tanto, Sero dejara de hacer reír a Mina mientras canta desafinada y Bakugou tiene que reprimir las ganas de lanzarles las baquetas como boomerang a los tres mientras a Kirishima lo golpea en la cabeza por equivocarse de acordes 9 veces seguidas.

—¡Estamos nerviosos bro, aún tenemos oportunidades! —reclama el pelirrojo sobándose la cabeza.

—¡Otro error y el golpe será más fuerte! —se queja furioso, mientras se aleja y desaparece del escenario.

No los culpa, de hecho, él también estaba nervioso. No jugó con las baquetas como suele hacerlo, y tuvo que visualizar cada tambor y platillo para no equivocarse, cosa que había dejado atrás al ser tan confianzudo.

Como fuera, beber agua le permitiría tranquilizarse y serenar su actitud, agradece que su banda no lo siguiera. Estar solo, muchas veces, ayudaba a relajar la mente.

Si tan solo el bastardo «ese» no hubiera aparecido en su campo de visión.

Ante él, se encuentra el famoso chico de cabello bicolor con su inexpresivo rostro, Bakugou lo mira con mayor intensidad.

—¿Necesitas algo? —le cuestiona, con una voz pulcra y neutra, rostro completamente indiferente al mirarlo.

—¿¡Hah!? —alza las cejas incrédulo y ofendido —¿¡por qué me hablas?!

El chico se voltea a mirarlo completamente. Realmente luce como en las propagandas y fotografías lo muestran, y no, definitivamente no editan la belleza que plasma de forma natural.

Bakugou puede asegurarlo cuando mira la sedosidad del cabello de blanco y rojo color, así como esa heterocromía inusual de sus ojos como los de un felino, embelleciendo el rostro joven de un chico de rasgos definidos, junto a la prominente cicatriz en su rostro que, más que opacarlo, lo hace ver más... atractivo.

"Vaya mierda" se dice mentalmente al mirarlo "el tipo si es digno de alagar en persona, es asqueroso".

—No dejas de mirarme con tanta intensidad, —Bakugou retrocede descubierto —¿tengo algo en la cara?

Fuera del aspecto físico, incluso la voz es sorpresivamente atractiva, de tono frío pero elegante. Su postura corporal tampoco pierde esa faceta dominante y de índole superior al pertenecer a la clase alta. Magistralmente elegante, carácter perfecto y belleza sin igual, así deberían describirlo las revistas.

Y Bakugou sabía que el talento innato era otra característica que se negaría mucho más a aceptar de él.

—Privilegios oportunos —responde mientras se cruza de brazos, el otro ladea el rostro confundido y eso lo cabrea —, ¿vienes aquí a enterrar a los demás con tu talento sobrehumano o algo así, idiota?

Entonces, el rostro del otro se desfigura con molestia. La postura incauta del bicolor rápidamente se tensa y se obliga a recostar el cuerpo en la pared mientras se cruza de brazos también. Los labios se le tuercen en una mueca disgustada y parpadea con una lentitud amenazante que incluso sorprende a Bakugou.

—Tengo mis razones de estar aquí —emite disgustado, y contra todo pronóstico, Katsuki nota más enojo que ofensa —. No conoces nada sobre mí como para venir a juzgarme —la intensidad de miradas es abrumadora.

—¡Já! —repelé descruzándose de brazos, sin quitar del todo la bruma —¿Cómo cuáles, prodigio? —rechista con la lengua ardiéndole con descaro, el otro junta las cejas y demuestra un rostro irritado.

Katsuki ama provocar a la gente, lo sabe porque la competencia nadie se la gana cuando lo hace. Pero el chico que tiene enfrente decide ignorarlo, relaja su semblante tan pronto suspira con hastío, descruza los brazos y se da la vuelta con indiferencia para marcharse sin volver a mirarlo si quiera, dándole toda la espalda.

¿¡Qué manera tan horrorosa y decrépita se cree tener como para ignorarlo con esos aires de superioridad?!

—¡Oye, imbécil! —reclama entre gritos mientras lo persigue por detrás hasta tomarlo del hombro y forzarlo a voltear para mirarlo de nuevo —¿¡Te crees muy arrogante para largarte y ganar, dándome la razón?!

Los labios del bicolor chasquean silenciosamente, pero no perturba su rostro. Con una delicadeza inexplicable, toma la mano del rubio y la aleja de su hombro para después palmear para limpiarlo, entonces regresa su mirada para verlo con disconformidad y volver a pestañear con esa lentitud que vuelve diminuto al rubio.

—Si lo fuera, ni siquiera te miraría —confirma, y la boca de Bakugou se ofusca ante el comentario —. Con tu permiso, me procedo a retirar.

Y así como se marchó del vestíbulo, también lo hizo en el pasillo, dándole la espalda y no volviéndolo a mirar. Bakugou acababa de ser opacado sutilmente, denigrado elegantemente y perdiendo con simple astucia por un vocabulario tan malditamente refinado que lo cabrea con humos saliéndole de la cabeza.

Lo odia, lo detesta. El tipo es un ídolo famoso en el escenario con su incauto talento y un modelo inusual con su innata belleza, pero es un asco al momento de hablar y es el único tipo decrépito que le ha ganado en palabras.

Bakugou se va farfullando un sinfín de maldiciones en una caminata de pasos gigante torpes, con el peor rostro que un adolescente cabreado podría tener, pues luce como el mismísimo demonio.

—¡Disculpa! —una chica de cabellos rubios lo retiene, y le habría gritado de no ser porque la mira jadeante al correr con papeles en mano desesperada —¡Soy Camie, perdona que te interrumpa, pero ¿has visto a Shoto?!

Bakugou pone los ojos en blanco, parece que el destino transcurre en su contra. Quiere renegar que ni si quiera lo conoce —aunque es demasiado famoso —pero los ojos de la pobre mujer lo hacen flaquear y se fuerza a reprimir el odio para no gritarle.

—Por allá. —Señala la intersección del pasillo, a donde lleva a los camerinos de los solistas.

—¡Gracias! —le toma las manos tensándolo en al acto —¿podrías darle estos papeles para que los firme, pedirle que conteste los mensajes de este teléfono, que mande correo de confirmación a este email y que se pruebe la gabardina negra, por favor? —las manos del rubio se saturan de objetos, tanto como su cabeza.

—¡No espera, yo no-

—¡Muchas gracias! —lo interrumpe mientras vuelve a alejarse aleteando la mano —¡Camerino 12! —y desaparece por otro pasillo con suma rapidez, dejándolo solo.

¿Cuál fue el mal que hizo para ser castigado con tener que verle nuevamente la cara?

¿Acaso era alguna clase de karma a pagar por su mala jugada perdida, volviéndolo el sirviente o algo así?

Refunfuñó con creces y se atrevió a patear el suelo como un berrinche. Entonces, agarró todo lo que estaba en sus manos rendido y arrastró los pies para buscar la dichosa puerta con el número 12, y perder por completo su dignidad del día, del mes, y de su vida de paso.

No tuvo la delicadeza al entrar al dichoso camerino, giró la perilla y pateó la puerta con tanta violencia auditiva que no solo asustó al chico sentado en un sillón individual de tonos anaranjados, también hizo saltar al pequeño felino que descansaba tranquilo y recibiendo mimos en las piernas del chico.

Por si fuera poco, Bakugou pateó la puerta de nuevo al cerrarla y sintió como el animal se aventaba a sus piernas con toda la intención de atacarlo como si fuese un intruso, el felino de pelaje café como la canela y con ligeras franjas blancas afianzaba las garras a su pantalón y le mordía por sobre la ropa con descaro.

—¡Suéltame animal! —gritó al tiempo que sacudía la pierna tratando de aventarlo.

—¡Café, basta, suéltalo!

El bicolor se hincó lo suficiente para obligar al animal a soltarse y atraparlo entre sus brazos mientras volvía a acariciar su pelaje. El felino lucía tierno, pero se volvía salvaje cuando siseaba de forma territorial.

—¿No pudiste ponerle otro nombre más "original"? —dice con burla, el gato le sisea de nuevo.

—¿Qué haces aquí? —ignora su pregunta y cuestiona una nueva mientras regresa al sillón.

Katsuki espera a que el chico lo mire para hablar de frente, por mero orgullo nada más. Mientras, se dedica a pasear la vista por el camerino decorado con varias plantas ornamentales, un teclado eléctrico en donde descansa la mítica guitarra roja con blanco. El ropero abierto expone una gama de vestuarios de tonos oscuros y pasteles que está seguro de haberlos visto en sus propagandas.

¡Ah! y olvidaba mencionar que el rincón estaba lleno de utensilios de gato, como un tazón blanco, una pequeña cama esponjosa y la estructura de su salón de juegos al estar bastante mimado.

—Una mujer me obligó a venir a darte todo esto. —Suelta las cosas y bufa —¡Ah! y decirte que firm-

—¡Lo sé, déjalo todo ahí! —lo interrumpe sin mirarlo.

Bakugou lo hace de mala gana, pues no piensa dejar que lo traten ni con indiferencia ni que se aprovechen de él para volverse el sirviente de nadie. Ansía golpearle el rostro, pisar la cola del animal y vencerlo en el escenario.

—¡Me disculpará "príncipe", pero yo no soy nadie a quien puedas mandar a callar de esa forma! —le reclama entre gritos mientras lo sujeta del cuello de su camisa, el gato se cuelga de su brazo listo para morderlo —¿¡le quedó claro, su alteza?! —el apodo es con fines provocativos, pero no parecen perturbar al destinatario —¡Ahora, haga sus cosas de príncipe y no vuelva a mostrarme jamás su cara! —lo suelta lanzándolo hacia atrás, y salvándose de la mordida en su mano del gato que también salta con el choque.

No vuelve a mirarlos, camina lo más rápido que puede y no se deja amedrentar por los gruñidos del felino. Toma de la perilla y cierra con otro portazo furioso mientras vuelve a perderse por los pasillos.

Le urge dar otro ensayo para calmar sus relámpagos de enojo, tratando de olvidar al bicolor por un rato.

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Al tercer ensayo, las cosas mejoran para JUMP. Ya no hay distracciones, la atención está fuertemente arraigada al toque vivaz de cada instrumento mientras se escucha la voz sonora de Mina resplandeciendo en el escenario.

Su grupo es de los últimos en presentarse antes de la entrada de los solistas, y Bakugou tiene que marcharse antes de volver a ver ese rostro que tanto detesta. Sabe que todos pueden mirar los ensayos detrás del escenario, aunque la mayoría de veces son las bandas las que escuchan a los solistas.

—¡Espera Bakugou, ¿no quieres ver a los solistas?! —Kirishima lo toma del hombro, deteniéndolo.

—¡Ni de chiste, suéltame! —jala de su brazo zafándose irritado.

—¡Pero se presentará Todoroki! —le gritaron los integrantes faltantes. Con mayor razón debía de largarse.

Evita a toda costa pasar por los camerinos —el número 12 más específico —y lleva sus pies a cualquier otra parte, antes de detener su caminata en cuanto escucha la extraña composición de acordes de una guitarra junto a las teclas de un piano clásico en el fondo del pasillo.

Bakugou es un perfeccionista músico que, sin importar quien o cual sea el causante, recurriría a corregir lo que a sus oídos le parece un garrafal error musical.

Antes de poder pensarlo, arrastra los pies en dirección a uno de los más grandes salones de práctica, e intuye que debían ser para los solistas de la jerarquía más alta, porque sí, hasta en los eventos existían las clases.

Con la cabeza asomada nota la presencia de un chico de gran tamaño que le daba la espalda. Además, su cuerpo escondía la presencia del posible culpable de malas notas, como si fuese un aprendiz.

—Acordes altas en nota mayor, extendemos la sinfonía y dejamos vibrar el instrumento. Ese es el fundamento.

A Katsuki le pareció curioso que el hombre cargaba entre sus manos esa guitarra de dos colores famosa. Por si fuera poco, daba la instrucción mientras sus dedos se deslizaban en las cuerdas y luego aparecía la misma sinfonía en el piano ligeramente desfasado.

—¡Intentémoslo de nuevo! —repitieron el proceso y ocurrió lo mismo —. Está bien, detengámonos por ahora, debes de estar cansado.

El hombre se puso de pie y rápidamente dejó al descubierto al culpable de tan mal aprendizaje, llevándose Katsuki la sorpresa de ver al bicolor sentado en una butaca con sus dedos descansando en el teclado del gigante piano. Sus intenciones de marcharse crecieron rápidamente, hasta que notó las ojeras en su rostro y el cuerpo exigiéndole cansancio.

El hombre le acercó una taza humeante y lo forzó a tumbarse en un cojín que permanecía en la esquina del salón.

—Podemos intentarlo más tarde. —Notó que el bicolor frunció el ceño.

—¿Realmente tengo que tocar esa canción con esas pautas? —reclama irritado, sorbiendo del líquido de su taza.

—Shoto, —el hombre emitió un suspiro que obligó al chico a rendirse —solo sigo instrucciones de tu padre. —Katsuki sintió un ligero escalofrío al escucharlo —No quiero tener problemas, pero sabes que podemos cam-

—Esta bien —emitió con una interrupción sofocante mientras le sonreía ligeramente —. Tampoco quiero meterte en problemas, Inasa.

El hombre tampoco parecía estar conforme con la respuesta ni la situación, más solo pudo quedarse en silencio. Después, recibió una llamada ahí mismo y a los minutos se dirigió de vuelta al bicolor con un rostro cansado.

—Era tu padre —comenta, y Todoroki se tensa —. Insiste en que no acudas a los ensayos, quiere que tu presentación sea la más esperada del evento.

—¿No estoy rompiendo las reglas? —indaga cabizbajo con un tono apagado.

—Iré a hablar con los anfitriones.

Inasa sabe que Shoto ya no tiene palabras por decir o que no tendrán validez, así que se marcha por la puerta contraria. El salón queda en silencio, con él cabizbajo llevando las piernas a su pecho y frunciendo el ceño.

Katsuki, quizás, había escuchado y visto algo que no debería. Se queda pensativo sobre la actitud de Todoroki, la que pareció formularse ante la realidad de su vida, de ser un ídolo que carga con su guitarra y canta como ángel.

—Estoy bien, Café... —Katsuki mira como aparece el gato de ese color, se sube a sus piernas y restriega su cuerpo en el rostro cansado de su dueño —Ya estoy acostumbrado. —El gato maúlla disconforme, alzando sus patitas para palmear parte de sus mejillas, el chico le sonríe con tristeza.

Katsuki tiene un nudo en la garganta, siente que su rostro ha sido cruelmente abofeteado después de un tornado de realidad que no imaginaba, y no sabe realmente que hacer.

Y su incertidumbre lo eclipsa en una nube incierta, hasta que se percata —demasiado tarde —de la mordida en su mano del felino que lo despabila.

—¡Agh, maldito animal! —reclama mientras sacude la mano tratando de espantarlo.

Da tropezones mientras grita, y al final, queda al descubierto ante los ojos heterocromáticos que lo miran fijamente. El gato parece satisfecho y camina victorioso de vuelta a los brazos de su dueño. Katsuki comienza a toser tratando de buscar alguna excusa efectiva sobre su presencia. Nota que el bicolor suspira y se pone de pie con esa pasividad elegante que lo sigue ofuscando.

—Adelante —emite mientras lo mira —. Búrlate del príncipe al que pareces odiar.

Bakugou capta la cizaña en sus palabras, lo sabe, entiende que ha dejado huella en su primera impresión al decirle dicho apodo burlón; aunque con ese rostro cansado no lo resiente.

—¿Hace cuánto no duermes? —prefiere preguntar, y ávidamente desvía los anteriores comentarios sintiéndose juzgado por el felino que no deja de mirarlo.

—Tres días —confiesa dando un suspiro.

Todoroki parece buscar algo a su alrededor, pero enrosca sus propios pies y está a punto de caer de no ser porque Bakugou reacciona con rapidez al tiempo que el gato maúlla alarmado. Su cuerpo apresa el cuerpo contrario y resiente la ligereza del mismo, su debilidad.

—Estás fatal —confirma, mientras lo ayuda a sentarse nuevamente en el cojín.

Inesperadamente el gato no parece tener las intenciones de atacarlo, sigue sus pasos hasta notar a su dueño recostado, se le sube encima mientras vuelve a tocar su rostro con una de sus patitas. Sus bigotes lo olfatean y cuando el bicolor le sonríe ligeramente, el felino voltea a mirar al rubio y le maúlla, sin sisear.

¿Acaso ya se había ganado la confianza del gato o algo parecido?

—¿Qué haces aquí? —pregunta, esta vez no hay tono amenazador.

Bakugou se cuestiona la respuesta, porque —claramente— fuera de la curiosidad no hay otra excusa para dar, pero parece que al chico frente a él no le importará si dice la verdad.

—¿Por qué no eres libre?

La pregunta le sale más abierta de lo que espera y solo es testigo de cómo el bicolor se tensa sorprendido, antes de soltar un soplido volviendo a desplomarse.

—Así que lo escuchaste todo —evidencia con obviedad, Katsuki asiente disgustado —. Debes de sentirte victorioso por conocer mi secreto —dice y vuelve a bajar la cabeza evitando su mirada.

—Tu fama... —Katsuki no quiere admitirlo, pero todo su talento puede deberse simplemente a eso, a las intervenciones del monstruo musical que es su padre.

Finalmente, Todoroki lo mira. La intensidad en su mirada lo abruma de una manera molesta, pero sabe que el reflejo de sus irises expresan lo que sus labios no parecen capaces de emitir; despiden un brillo singular, una diminuta llamada de auxilio en el rostro inexpresivo de un chico de su misma edad.

—Supones que me la regaló mi padre ¿no? —exterioriza alzando una ceja, Bakugou aprieta los labios —. Todos piensan lo mismo.

Si hay algo que Katsuki detesta es formar parte del afamado rebaño social y el compartir los mismos ideales. No puede evitar comenzar a caminar de un lado a otro incómodo, quiere marcharse y gritarle que sí, pero con la revelación adquirida de ese secreto sabe que no puede emitirlo como si nada.

—¿Y no es así? —atina a preguntar, esa pregunta lo ha irritado tanto en mente como en garganta.

El silencio es de lo más incómodo. Juguetea con los dedos mientras patea algo invisible y mira a cualquier parte que no sea el rostro del chico, inevitablemente siente una especie de miedo a la respuesta, sea afirmativa o no.

—Me gustaría que la gente lo conteste sola —confiesa, Katsuki lo mira de reojo —, pero parece que no he hecho lo suficiente para demostrar mi esfuerzo personal por sobre la fama de mi padre.

Es entonces que Todoroki se levanta con pesadez y camina en dirección a la puerta. Antes de que Katsuki pueda refutar algo, Shoto voltea ligeramente a mirarlo, plasma una sonrisa torcidamente dolida y emite:

—Guarda mi secreto, es lo único que te pediré. —Sale del salón, Café lo sigue, y Katsuki se queda congelado.

Definitivamente cada encuentro con ese chico será un dolor de cabeza y de sus emociones.

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Los siguientes ensayos Bakugou siente que tiene la cabeza nublada, pero no lo suficiente para errar en cada golpe a los tambores ni a los platillos mientras acompañan a las guitarras y a la voz de su banda.

Otro ensayo exitoso termina, y con ello, Bakugou vuelve a pasearse buscando alguna señal del bicolor. No sabe porque quiere encontrarlo, tampoco es como que haya preparado alguna exposición para enfrentarlo.

—Con todo respeto señor, Shoto realiza su mejor esfuerzo, pero debería dejar que él elija lo que quiere tocar.

Los ojos carmín miran como al rincón del salón musical están interactuando el hombre de hace unos días, con Shoto sentado en una butaca cabizbajo y el famoso concertista Endeavor de brazos cruzados y rostro fruncido.

—No te contraté para eso, Inasa. —Reclama con voz gruesa que tensa a todos los presentes —Shoto será la estrella del evento, y para ello, tocará las pautas musicales de la canción que he elegido, es todo.

El hombre parece asentir sin remedio, pero Shoto se pone de pie y comienza a caminar a la salida hasta que siente como el hombre tira de su brazo derecho, él gruñe y se zafa con un aletazo.

—¡No voy a hacer lo que me digas! —grita con exasperación, retrocediendo a la defensiva.

—Serás la estrella del evento, ganarás patrocinadores para engrandecer tu carrera, y así podr-

—¡Por esto es que la gente cree que vivo de tus beneficios! —señala con interrupción —¡Participo en el evento por mis propias razones y lo haré a mi modo! —anuncia mientras empuña las manos —¡Inasa no tiene la culpa, es mi decisión y tendrás que aceptarlo!

Su caminata es veloz, no deja de apretar la mandíbula mientras huye de los llamados de su padre. En el pasillo se encuentra al rubio y no le importa arrastrarlo con él en su huida, Bakugou trata de seguirle el paso como puede.

Cuando atraviesan la puerta del camerino, Bakugou finalmente es soltado del brazo. Café se revolcaba en su cama esponjosa, pero se levanta ante el ruido y, de forma inesperada, se restriega dócilmente en las piernas del rubio.

—Lo siento por arrastrarte conmigo —emite con culpa —, hubiera sido peor si te quedabas ahí.

Katsuki asiente, porque lo teorizó cuando el hombre desaprobó su presencia y que fuese arrastrado por su hijo. Se hinca y por primera vez toca el suave y esponjoso pelaje de Café mientras lo oye ronronear.

Todoroki lo imita y ahora el pequeño gato es mimado por dos personas mientras se estira con maullidos y agita su colita. Ambos tienen una sonrisa, al menos hasta que el paseo por el pelaje los hace entrecruzar sus dedos.

Shoto es el primero en quitar la mano y ponerse de pie acongojado, Katsuki traga con pesadez y también se levanta ligeramente cohibido. Ninguno es capaz de mirarse a los ojos.

Bakugou siente un remolino indescriptible de preguntas que no puede formular con coherencia. Ansía obtener respuestas, pero tampoco busca incomodar; desea conocerlo mejor, pero no desea herirlo más.

—Tu banda es increíble —Todoroki rompe el silencio con 4 palabras que llaman su atención —¿cómo se llama?

Bakugou muestra sorpresa, incluso quedó estoico ante su voz, pero rápidamente agita la cabeza y acepta el asiento que el chico le ofrece. Parece que tendrán un tiempo de charla, y no le molesta.

JUMP —articula despacio —, no es del todo oficial, pero nos gusta la idea de saltar a lo desconocido y adaptarnos a los cambios de música.

Shoto parece interesado, los ojos carmín lo estudian con cautela al notar el brillo en sus ojos. Katsuki no puede evitar sonreír con sorna, por primera vez se siente cómodo con él.

—El concepto suena genial —acepta mientras asiente —, y parece que se divierten en cada ensayo.

—¡Los idiotas a veces se lo toman de juego, pero son eficientes! —reprocha cruzándose de brazos.

—Sí, pero se ve divertido —remarca mientras descansa su espalda.

Bakugou comprende que lo dice por su situación personal, y es verdad. No importa cuantos regaños u observaciones les haga notar durante cada ensayo, sus amigos se ríen, pero acatan y tocan de maravilla. Algunas veces tienen debates de las letras próximas a tocar, el género nuevo a elegir y cuál será la guitarra protagonista en la siguiente pista.

Shoto no puede decidir eso, ni por ser músico individual, ni por su padre.

—Desde que era niño me gusta la música, gracias a mi madre. —Relata de pronto, y Bakugou le presta toda la atención posible —Ella siempre me cantó toda clase de melodías que solía acompañar con tambores de juguete, guitarras y pianos de madera, —su voz hace una pausa y continúa: —al menos, hasta que ella enfermó. Mi padre la alejó de mí y me forzó a seguir sus pasos en la música a su modo, sin darme mucha libertad.

Juguetea con los dedos como si tocara un piano invisible, luego fija su vista en el chico de ojos carmín que sigue mirándolo con atención y sorpresa.

—Al principio fui la mayor decepción de mi padre, tenía 8 años y no aprendía nada rápido. Comencé a perder esa percepción musical con la que escuchaba las notas de cualquier instrumento. —Ambos se miran con gran intensidad —Empecé a odiar la música, no encontraba mi estilo, mi voz no se acoplaba a ningún tono y sentía que me quemaba al tocar cualquier instrumento que mi padre me obligara a tocar.

—¿Cómo te recuperaste? —pregunta con curiosidad, el bicolor bufa en respuesta.

—Por las cartas que me mandaba mi madre —confesó con una sutil sonrisa, el alivio de Bakugou fue inmediato —. Olvidaba que mi sueño era ser músico, tocar algún instrumento mientras mi voz transmitiera algo —suspiró con tranquilidad —, así que comencé a aprovechar cada lección, busqué alternativas que se apegaran a mi voz, la entrené y comencé a crecer musicalmente por mí mismo.

Shoto era solo un chico normal, igual que él. Sí, tenía la ventaja de nacer en dicha clase social y tener la herencia musical de su padre, pero era un hecho que creció bajo sus propios métodos, esfuerzos y decisiones.

—¿Él...? —Katsuki indaga esperando que fuera comprensible su duda.

—Cargar con su fama no es nada fácil —suspiró recostándose en el respaldo de la silla —, la gente piensa que mi futuro depende de él y yo busco deslindarme de eso, siempre se lo hice ver y lo he enfrentado para poder hacerlo a mi manera... —baja la cabeza y se alza de hombros derrotado —pero, como viste, no siempre se puede.

Bakugou no puede evitar cruzarse de brazos y torcer la boca inconforme con ese hecho, pero lo vió. Aunque también recibió la bofetada de realidad para no emitir prejuicios falsos al pobre chico delante suyo.

—Él no tendría porque tener el poder de definir ni tu estilo ni los gustos que desees expresar. —Evidencia mientras se relaja y lo mira —Tienes muchas opciones a elegir, solo debes analizar cual te encaja mejor y explotarla al máximo. Brillarás más que nunca, eso es seguro.

Sabe que el bicolor puede tocar infinidad de instrumentos que se acoplarían bastante bien a sus manos y a esa melodiosa voz que podría encajar a cualquier género musical y que atraparía al público.

Él lo sabe, porque tiene ese sexto sentido musical que vibra cuando algo le gusta.

Shoto lo mira con sorpresa y lo refleja en la curiosidad de su mirada que brilla con intensidad; el ambiente se trastorna en uno de comodidad entre ambos que no se había logrado dar por prejuicios.

—Es curioso que me diga algo así alguien que supuestamente me odia —confiesa ligeramente aliviado.

—¡Yo nunca dije que te odiaba, idiota! —reclama el contrario cruzándose de brazos irritado.

—Pero me llamaste príncipe —indaga confundido, mirándolo con curiosidad. Bakugou chasqueó la boca con molestia sintiéndose atrapado.

—¿Y eso se considera un insulto? —emite con cizaña burlona hasta que poco a poco se le borró la sonrisa.

El hecho de que ambos se miraran con tanta intensidad destruyó la comodidad del ambiente, obligándolos a desviar la mirada cada quien a un polo diferente ligeramente avergonzados.

¿Qué clase de ambiente era ese?

Café siempre parecía llegar al rescate de la incomodidad entre ambos. El felino se paseó entre las piernas de ambos y maúlla por atención de caricias después de su pequeña siesta.

—Deberías darle otro nombre —manifiesta el rubio mientras se agacha y le acaricia la panza.

—Quizás tú seas mejor que yo para eso —señala mientras lleva sus dedos a rozar la nariz del gato que lo olfatea entre ronroneos —. Después de todo, también ya te quiere.

Bakugou lo piensa, pero no emite respuesta por el momento, prefiere disfrutar de acariciar al felino y mirar de soslayo el rostro del bicolor, quien sonríe ligeramente con un rostro inocente y que despide mucha belleza varonil que lo ofusca sin entender todavía por qué.

La pequeña espina que lo molestaba finalmente se desprende y siente que hizo lo correcto al buscarlo. Parte de sus dudas han sido aclaradas y ansía ver la importancia de sus palabras para su futuro prometedor, quiere verlo.

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Pero cuando Inasa lo interceptó dos días después con esa noticia, algo se removió con miedo en su interior.

El entrenador del bicolor acudió a él cuando terminó su ensayo del día. La faceta en su rostro reflejaba preocupación y angustia mientras daba los detalles de lo ocurrido y los ojos de Bakugou se llenaron de incredulidad conforme el relato era contado, hasta que ve al hombre ponerse de rodillas ante él suplicándole.

—Por favor, ve a verlo, no sé como reaccionará de ahora en adelante.

Katsuki corrió de inmediato, imaginando el escenario de una película de terror que puede enterrar los anhelos de un músico prometedor.

Todo era un desastre, bastante próximo a la inauguración del evento dentro de una semana.

Bakugou giró la perilla del camerino y se adentró en la oscuridad, guiándose únicamente por los maullidos de Café hasta arribar al rincón, donde ubicó al chico retraído de piernas pegadas a su pecho ocultando su rostro.

—Hey... —lo llamó con un susurro para no asustarlo —estarás bien.

Los ojos heterocromáticos apenas lo miraron con ofuscación. El interior de Bakugou se removió inquieto, cosa que plasmó en los labios apretados. Todoroki negó con la cabeza, lo vió intentar pronunciar algo inaudible de su boca para luego volver a esconder el rostro entre sus rodillas y abrazarse a sí mismo con una consternación tan palpable que obligó al rubio a hincarse mucho más para mirarlo dentro de la oscuridad.

—Lo haremos juntos —emitió por impulso —, solo déjame ayudarte.

Bakugou lo mira despabilarse ligeramente, alza el rostro y lo mira con esos ojos cristalizándose en un llanto próximo que resiste en reprimir. El bicolor se libera y permite que la cercanía lo atrape con un abrazo por parte del rubio. Shoto se refugia, más no llora.

Inasa le reveló que Shoto le expresó infinidad de palabras a su padre buscando libertad, cosa que el hombre no le permitió entre regaños que arribaron a los gritos desgarradores que le arrebataron la voz.

Café se quedó maullando con su colita cabizbaja, y Bakugou tuvo que reprimir las ganas de abofetear a alguien.

Fin de la primera parte de este fic, espero que la trama sea de su interés y esperen el resto con emoción.

La relación entre Bakugou y Todoroki es un balanceo interesante que se deriva de sus prejuicios sobre el otro, los problemas que acarrean y el evento transcurriendo.

¿Alguien más ama a Café hasta aquí? 🤭

¡Muchas gracias si has leído hasta aquí, puedes continuar con la siguiente parte!

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