Y Ahora Son Cuatro

Espero que les guste~

Stanley no podía dejar de temblar, apenas logrando no voltear su taza llena de café con demasiada azúcar para alguien de su edad pero se lo había hecho la menor, así que se lo tomó sin quejas. Sus ojos no se apartaban de su hermano, quien estaba tenso, removiéndose en su lugar con incomodidad.

-Mabel, cariño...- llamó Stan, ella levantando la vista. -...t-tráele a tu tío su medicina...por favor- agregó ante la mirada fija de su sobrina.

-¡Si, tío Stan!- ella no dudo en correr para buscar lo solicitado y volviendo al poco tiempo, el mayor bajando las pastillas con su café, ignorando como su sobrino le decía que debía ser con agua y lo miraba con el ceño fruncido.

-¿Son mis anteojos?- señaló hacia el rostro ajeno, reconociendo los anteojos de grandes vidrios y marcó negro.

-Tus repuestos- sintió Dipper.

-Oh...- asintió apenas, aún en shock. -¿Cómo es que...?- preguntó, señalando al de seis dedos con una mueca, sin poder entender mucho de la situación.

-"En otro mundo quedaras hasta que los dados den 5 u 8"- recitó lo último que había leído antes de ser absorbido por el juego a otro mundo, a uno lleno de monstruos de todo tipo y con muchos peligros a su alrededor.

-Oh...- miro a los niños, frunciendo el ceño. -¿Se metieron con mis cosas?- los señaló, molesto.

-Lo sentimos, tío Stan- ambos tuvieron la decencia de lucir avergonzados bajando ligeramente la vista.

-Más les vale o yo...- se detuvo en seco cuando sus ojos se fijaron en el tablero dejado sobre la mesa, sintiendo como si corazón se detenía por un segundos, una corriente de terror inundando su cuerpo de repente. -Me voy- se levanto, dispuesto a irse para refugiarse en su cuarto y aunque estaba seguro de que se había deshecho de ese maldito juego hace mucho tiempo, no quería saber cómo había llegado a sus cosas.

-¡Stan, espera!- Ford se apresuró a interponerse en el camino ajeno, mostrando las manos en un gesto de paz. -Solo debemos jugar y terminar para que todo vuelva a la normalidad, solo eso-

-¡No!- retrocedió, brusco y enojado, aunque el de seis dedos podía notar el miedo en los ojos ajenos. -¡Me niego a jugar a esa basura otra vez, no después de lo último que sucedió!- negó. -¡Esa cosa arruinó mi vida!- y algo dentro de Ford se rompió.

-¡¿Arruinó tu vida?!- frunció el ceño, molesto. Sus años de estar aislado y sin contacto de ningún tipo le estaban pasando factura. -¡Fui yo el que fue absorbido!- gruñó, apretando los puños, sin notar como los gemelos menores retrocedían unos pasos y se abrazaban entre ellos, temerosos por los gritos repentinos. -¡Fue mi vida la que se arruinó!-

-¡Ya lo sé!- era la primera vez en sus vidas que Mabel y Dipper veían a su tío así, herido y enojado levantando la voz. Era tan extraño. -Te perdí, perdí a mi mejor amigo por unos simples dados y yo...- jadeo, sintiendo un nudo formándose en su garganta. Como odiaba este tipo de emociones. -...intente traerte de vuelta, tire los dados tantas veces pero...nunca funcionó- toda la energía anterior de repente, se desvaneció, el hombre desinflándose visiblemente como un globo, decaído. -Nadie nunca me creyó y muchos quisieron mandarme a un hospital solo porque decía que un juego de mesa te había llevado....otros creyeron que yo te había matado...- apretó los puños con fuerza, al mismo tiempo que la expresión de Ford se relajaba rápidamente, sintiendo la tristeza que emanaba su gemelo. -...pero, sin importar todo eso, yo sabía...que todo fue mi culpa...yo tire los dados...fue mi culpa...- se mordió el interior de su mejilla, negándose a siquiera llorar aunque sus ojos ardieran por hacerlo, aún debía conservar algo de dignidad.

-Stanley...- lo miro, triste y conmocionado. En un principio, había culpado a su hermano pero con los años pudo reflexionar y darse cuenta de que, si bien fue el otro el que tiro los dados, ninguno de ellos tenía real control de lo que sucedía o podía suceder. -...nada de lo que sucedió fue tu culpa o la mía...- dudo antes de atreverse a extender la su mano, agarrando la de su hermano y logrando que este levantará la vista. Se veía tan destrozado que hacía que el corazón de Ford se estrujara. -...ninguno tenía el control sobre el tablero o los dados, todo fue cuestión de azar pero nada de lo que sucedió fue tu culpa-

-Estas de vuelta...- murmuró, dando un ligero apretón a las mano ajena, temblando. -...¿Para que jugar a eso?-

-Porque hay criaturas que no perteneces aquí, causando estragos...- había visto, pasando por el frente de una ventana, a aquellos mosquitos de gran tamaño que sabía que eran tóxicos, eso no era nada bueno. -...y la casa es un desastre...- la cocina estaba en su mayor parte rota y ninguno quería ver el desastre que el oso de muchas cabezas estaba haciendo en el cuarto de los niños. -...el juego dice que todo volverá a la normalidad si alguno gana el juego...-

-No quiero...- Stan murmuró, sonando más como un niño que como el adulto que era.

-Lo sé- Ford lo entendía mejor que nadie, temeroso de volver a ser absorbido o algo peor pero debían terminar el juego, debían arreglar todo.

-...pero...- miro de reojo a los niños y luego de vuelta a su hermano. -...voy a ayudarlos- el de seis dedos sonrió, contento de ver que la parte de su hermano que estaba dispuesto a hacer todo por la familia aún estaba presente.

-¡Tío Stan!- Mabel se lanzó a abrazar las piernas del mayor, contenta de tenerlo ahora en el equipo.

-Entonces...¿A quien le toca?- Dipper agarro los dados, mirándolos.

-Pues...- Ford miró de reojo a su hermano, quien están tenso, tragando en seco.

-...a mi- bufo, agarrando los dados que su sobrino le ofrecía y acercándose al tablero, ignorando como su corazón latía rápidamente, sin sentirse cómodo cerca de esa cosa. -Maldición-y tiro, esperando tener algo de suerte y que nada demasiado peligroso saliera de ese horrible juego.

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