¡Ladrones!
Espero que les guste~
Nota: Empecé y deje este libro en 2.022 pero termine mis clases y estoy dispuesta a terminar alguna de las cosas que tengo pendientes ^_^
Nota-2: En todo caso, no tengo muy en claro si alguien aun sigue este libro pero para quienes aun lo lean, muchas gracias por su paciencia. Me esforzare para llegar al final esta vez :3
-Este lugar es malditamente grande- bufo Stan entre dientes de mala gana, agradeciendo a su sexto sentido de tío desarrollado con los años que le advirtió ponerse zapatos cómodos por si las dudas. Habría estado descalzo en este punto si se hubiera quedado con las pantuflas.
-¡Es asombroso!- Dipper sonrío para si mismo, lleno de entusiasmo infantil a pesar de la situación en la que estaba, solo el agarre que su hermana mantenía en su mano obligándolo a seguir el camino por el que los guiaba Ford porque en serio, tenía muchas ganas de explorar. -Un laboratorio subterráneo, oculto a plena vista, y que parece casi como un bunker de supervivencia- Mabel miro de reojo a su hermano, divertida y algo exasperada, volviendo su mirar al frente. Ella tenía que estar atenta a su camino, porque el otro no lo estaba haciendo, y no quería que ninguno de ellos cayera. -¿Qué tan grande es este lugar, tío Ford?-
-Yo...no puedo recordarlo muy bien- Ford hizo una ligera mueca para si mismo. Usualmente, tenía buena memoria hasta el punto de ser casi fotográfica pero le estaba costando mucho recordar ese lugar, apenas sabía el camino hacia la salida de emergencia. No uso mucho ese lugar si es sincero, no después del primer cambia-formas que había encontrado y dejo allí, algo en lo que no quería pensar realmente. El menor abrió la boca, casi dispuesto a seguir preguntando de seguro, pero el mayor suspiro y el sonido resonó un poco debido a su entorno metálico. -Aquí estamos- miro las escaleras que tenía en frente con alivio y empezó a subir, sabiendo que su familia lo estaba siguiendo, sus seis dedos aferrándose al tablero y recorriendo de manera distraída los surcos que tenía en la tapa, sintiendo un nudo en su pecho. Había añorado con cada fibra de su ser salir de ese extraño mundo que existía dentro de aquel juego y poder volver a una relativa normalidad pero en vez de eso, aquí estaba, continuando el juego que él y su hermano habían empezado cuando era joven, teniendo que proteger a los sobrinos-nietos que no sabía que tenía y que habían lanzado los dados, condenándose a si mismos. Eso no era lo que había esperado al decir verdad.
No tardo mucho en ver la puerta en el final de la escalera, teniendo que hacer algo de fuerza para poder abrirla pero lo logro, respirando profundo al salir, encontrándose una vez más en medio del bosque. Miro a su alrededor mientras los demás salían, atento a cualquier señal de que algo podría estar acercándose, notando de manera distraída que estaba a unos cuantos metros de la primer entrada. Su primer laboratorio podría ser más grande de lo que recordaba.
-¡Libertad!- Mabel dio una ligera vuelta, sonriendo ante la luz del sol que se colaba entre los pinos altos que conformaban el bosque y extendiendo las manos, tarareando ante la calidez que pudo sentir.
-¿Qué se supone que hacemos ahora?- Dipper se rasco la nuca con ligera ansiedad. Volver a la casa no parecía ser una opción, no sin saber si aquella cosa viscosa podría estar aun rondando la zona y con esas plantas de seguro habiéndose apoderado de la mayoría del lugar. Solo podía esperar que el osos de muchas cabezas se quedara encerrado y no lograra salir para causarles problemas o algo así.
-Seguimos jugando- Ford hizo una mueca ante sus propias palabras, haciendo un rápido calculo en su cabeza. -Te toca, chico- le mostró una sonrisa pequeña y tentativa a su sobrino, luchando contra la protección que rugía en su pecho, sin querer entregarle el juego al menor. Esta situación no era para niños y odiaba que ellos hubieran lanzado los dados, incluso si con eso lo habían liberado.
-Wafles belgas calientes, odio esa cosa- Stan quería discutir, permitir que su mal temperamento acumulado con los años de depresión y soledad explotara pero no podía, lo sabía, así que retorció sus dedos hasta el punto en el que sus viejas articulaciones le dolieron. En serio, pensó que se había deshecho de ese estúpido tablero y una pequeña voz en el fondo de su cabeza le recordó que todo ese pueblo era tan extraño que un juego encantado realmente no era nuevo pero aun así, odiaba con cada fibra de su ser esa cosa. Le había quitado a su gemelo y eso lo enfurecía, iba a quemar esa cosa si es que llegaban al final de todo.
-Esta bien- el menor tomo el tablero y se arrodillo para dejarlo en el suelo, abriéndolo con manos temblorosas, sin querer realmente tocar los dados. Había una morbosa curiosidad que lo hacia querer saber como es que aquella cosa funcionaba pero al mismo tiempo, solo quería que todo terminara y no volver a ver eso. Miro a su familia, con el tío Ford dándole la espalda y mirando a su alrededor con atención, con el tío Stan parado a su lada y preparado de seguro para enfrentarse a lo que sea, con Mabel a su lado en forma de apoyo y que le mostraba una gran sonrisa en un intento de animarlo. -Aquí voy- extendió la mano, dispuesto a tomar los dados y seguir de una vez pero algo sucedió. -¡Ah!- hay cuerdas repentinas que lo rodean y esta siendo arrastrado.
-¡Dipper!- la niña quiere ayudarlo, preocupada por su hermano pero pronto, hay cuerdas que la rodean de la misma manera y le impiden moverse.
-¡Mabel!- el niño lucha, queriendo proteger a su hermana.
-¡Niños!- los mayores se disponen a ayudar, furiosos pero tropiezan, cayendo al suelo con un bufido, notando que tienen las piernas atadas de alguna manera.
-¿Pero que...?- fruncen el ceño y es entonces cuando los culpables aparecen. Gnomos, muchos de ellos, que parecen aparecer de cada pequeño rincón a su alrededor y muchos de ellos sostienen los extremos de las cuerdas.
-Los voy a aplastar, pequeños bastardos- Stanley Pines esta arto de toda esa basura del tablero desde hace años y esta más haya de enojado en este punto, lo suficiente como para que no le importe el tamaño ni la cantidad de sus adversarios repentinos. Los golpeara hasta que queden irreconocibles, tiene sus nudillos de bronce en el bolsillo.
-¡Llévense el tablero!- uno de ellos rodena y entre unos pocos, cierran las tapas del tablero y lo alzan, empezando a correr, alejándose tan rápido como sus cortas piernas se lo permiten. La familia Pines reclamaba, porque por mucho que odiaran esa cosa, lo necesitan para que todo volviera a la normalidad.
-¡No!- Ford golpeo el suelo con su puño, irritado y frustrado, sus manos rápidas para deshacer los pequeños y múltiples nudos de la cuerda con la que ataron sus piernas, maldiciendo en su mente no haberse quedado con algo afilado para cortarlas.
-Ten- pero Stan es más vivo en ese sentido y le extiende su navaja apenas corta sus propias cuerdas, levantándose con un gruñido. -Buscare a los malditos- y corre antes de que alguno pudiera detenerlo, adentrándose al bosque.
-¡Tío Stan!- los niños llaman, desesperados porque no quieren perderlo de vista si son del todo sinceros y removiéndose bruscamente, luchando con las cuerdas que aun los apresan hasta que Ford logra cortarlas y se levanta para ayudarlos, ellos siendo rápidos en levantarse apenas se encuentran libres.
-¡Vamos!- y no dudan en correr, dispuestos a alcanzar al hombre que se les adelanto y recuperar esa porquería de juego para poder terminarlo de una vez. Solo esperaban que las cosas no pudieran empeorar a estar alturas.
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