El Tío Perdido

Espero que les guste~

Nota: Algunas rimas son difíciles de hacer xD

Dipper no quería jugar, no después de lo que ya había sucedido hasta el momento pero entendía el punto de su hermana. Si ganar hacia que la ventana y el desastre de la cocina fueran reparados, además de hacer desaparecer a aquellos gnomos y mosquitos gigantes que estaba seguro no eran inofensivos, esa era su mejor opción. Respiro profundo y en contra de cualquier parte lógica de su ser, los dejó caer, uno de ellos siendo un 2 y el otro un 3,la ficha avanzando sin mucho problema.

-Aquí vamos...- el temor de todo lo sucedido creció en lo más profundo de su ser mientras nuevas palabras de formaban en el centro. -"Es enorme y con muchas cabezas, con colmillos también, así que mucho cuidado deben tener"- esas palabras no sonaban para nada bien.

-¿Entonces...?- Mabel lo miró, nerviosa y ansiosa, jugando con las mangas de su suéter. Se quedaron, tensos y a la espera, cuando pasos pesados se empezaron a escuchar, un profundo gruñido haciéndolos temblar y aunque ninguno quería mirar, no tuvieron otra más que voltear apenas, notando entonces la gran figura que aparecía de entre las cajas con sus cosas.

-Que mal...- hicieron una mueca al verlo. Era un oso, obviamente, pero este en particular tenía cabezas de más, gruñidos llenos de furia animal saliendo de cada uno de sus hocicos. Sus patas pisaba con fuerza debido a su gran peso y ahí es cuando se fueron cuenta de que era gran, elevándose por encima de ellos.

-¡Corre!- Dipper se apresuró a levantarse y agarrar la mano de su hermana, quien abrazo el tablero contra su pecho mientras se dejaba arrastrar hasta fuera del cuarto, sin tener tiempo siquiera de poder cerrar la puerta tras ellos. Bajaron las escaleras a grandes pasos y no mucho después, ella tropezó, cayendo al suelo con un grito de miedo y dolor, el tablero deslizándose por el suelo. -¡Mabel!- grito, viendo que el oso con múltiples cabezas ya estaba básicamente encima de ella. Jadeo, sin saber que hacer, ahí es cuando alguien llegó en su ayuda, golpeando el costado del animal y alejándolo de la niña, quien se arrastró hacia su hermano. -¿Estas bien?- la reviso en busca de heridas, aliviado de que solo estuviera algo sucia.

-E-Estoy bien, bro-bro- se aferro al brazo ajeno y se voltearon al escuchar un un gruñido, viendo a su salvador. Parecía un hombre, con una tela marrón que funcionaba como ropa y algunas hojas grandes como decoración, el cabello canoso largo y mantenido fuera del camino con un pedazo de liana, su rostro cubierto en su mayor parte por una espesa barba, apuntando con una lanza casera apuntando al animal, ambos gruñéndose entre ellos.

-¡Lárgate!- habló el extraño, su voz profunda y amenazante. El oso gruñó y luego, les dio la espalda, subiendo las escaleras a paso lento y al parecer, volviendo al cuarto del par. El hombre, porque estaban seguros de que era un hombre, mira a su alrededor, murmurando con asombro, sus ojos castaños abriéndose un poco más cuando se fijo en el par, el cual se tenso y se abrazo entre ellos, atentos. -¿Quién saco un 5 u 8?- preguntó lento y tranquilo, luciendo genuinamente curioso.

-Fue él- ella fue rápida en delatar a su hermano.

-¡Mabel!- él la miro, traicionado, levantando la vista y parpadeando con sorpresa al notar que aquel sujeto estaba repentinamente frente suyo, agachado y extendiendo una de sus manos, la cual tenía 6 dedos para su sorpresa. Dudo pero termino por color su mano sobre la ajena, sintiendo los largos dedos ajenos dándole un firme y suave apretón.

-Muchísimas gracias- incluso a través de su barba, era fácil notar la gran y emocionada sonrisa que se estaba dibujando en su rostro.

-D-De nada- su sinceridad lo tomo con la guardia baja. El hombre le dio un último apretón antes de soltarlo y enderezarse, mirando a su alrededor con nostalgia y felicidad en su ojos, acercándose para rozar una de las paredes de madera de la cabaña, tarareando para si mismo. 

-Eres...- Mabel entrecerró los ojos, sospechosa. Había un aire familiar en aquel señor, como si lo hubiera visto muchas veces antes pero la barba y el largo cabello se le hacían algo difícil pero entonces, jadeo, la imagen de la bonita foto que su tío Stan mantenía celosamente guardada en su cajón al lado de su cama y que había visto a escondidas se le vino a la mente. -¡Tienes 6 dedos!- chillo, una mezcla de asombro y felicidad creciendo en su interior, mientras su hermano la miraba con confusión obvia. -¡Eres el hermano perdido del tío Stan!- el nombre pareció llamar la atención ajena.

-¿Su hermano?- Dipper frunció el ceño. El hermano del tío Stan, alguien que había desaparecido de manera sospechosa hace años atrás, era un tema que realmente ninguno tocaba porque ponía a su tío paranoico y nervioso, triste, teniendo casi un ataque de pánico a veces mientras murmuraba que había sido su culpa pero que no tenía la intención.

-¿Tío Stan?- los miro, curioso y sorprendido. -¿Stanley...aun esta aquí?- sonaba esperanzado, mirándolos.

-Él esta durmiendo la siesta- señalo ella, sonriente.

-...él aun esta aquí...- murmuro el hombre para si mismo, sonando asombrado y feliz al mismo tiempo, levantando la vista de repente como si hubiera recordado algo en ese momento. -Necesito un baño- les dio la espalda y avanzo a grandes pasos, al parecer conociendo el camino de memoria. Los gemelos se miraron de reojo entre si, encogiéndose de hombros, la niña abrazando el tablero contra su pecho antes de que ambos lo siguieran, sin saber que hacer por el momento y sin querer estar solos después de lo sucedido. Ese día en particular se estaba volviendo cada vez más extraño.

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