9. Noticia familiar.
Wanda.
—¿Tus padres van a esperarnos?—Preguntó Natasha mientras tomaba mi mano.
Asentí y despeinó su cabello.
—Mierda. Estas gafas no sirven de nada.—Dijo y giré mis ojos.
—Agendé tu hora hace dos semanas, Natasha.—Me quejé y ella se encogió de hombros.—Debes cambiar tus gafas pronto, necesitas de ellas para conducir.
—No he tenido tiempo para...
—No te estoy preguntando. Iremos mañana.—Dije molesta.
—¡Mañana tengo trabajo!
—No, ahora cállate.
—¡Wanda!—Iba a quejarse, pero la puerta de la casa de mis padres fue abierta.
—¡Cariños, adelante!—Dijo Charles sonriente. Se ha cortado un poco el cabello.
—Hola, papá.—Susurré con una sonrisa creciéndome en el rostro. Entramos a la casa seguidas por Piolín quien venía junto a Natasha sin correa alguna.
Esos dos se aman, no hay forma de separarlos.
—Hey, Piolín. ¿Qué tal está mi nieto?—Preguntó papá Erik acercándose al cachorro.—Le hemos comprado una camiseta nueva.
Sonreí.
—Que buenos abuelos.—Murmuré y Natasha me observó en silencio.—¿Y mis hermanos?
—Peter y Logan no podrán venir el día de hoy.
—Es una lástima.—Dijo Natasha burlona. Papá Erik comenzó a reír. No es una sorpresa que mi padre y Natasha no congenian para nada con Howlett. Papá amó siempre a todos sus yernos y nueras a lo largo de nuestras vidas, sin embargo con Logan jamás pudo. Y es que Peter es demasiado dulce para una persona tan agria como Logan.
—Ambos, silencio.—Dijo papá Charles.—Erik ve por Lorna, ya vamos a cenar.
—¿Pietro?—Preguntó Natasha y mi hermano se colgó en su espalda cual orangután. —¡Sonic!—Dijo feliz de verlo.
¿Había mencionado que ellos se conocían? Creo que no. Pietro y Natasha se conocieron en una maratón. Nat en cuanto salió del orfanato comenzó a buscar actividades para realizar y lo primero en lo que pensó... Fue en el deporte, ella y Pietro se ayudaron en una maratón, se recordaron al verse cuando la presenté como mi novia. Fue un momento lindo, papá Charles veía a Natasha de forma extraña, pensando que quizá no éramos muy del estilo de la otra, sin embargo vio la forma dulce en que Natasha me trataba, y como intentaba encajar con nosotros sin forzarlo, se ganó el corazón de todos en una sola cena, papá me lo dijo "creo que es la indicada para ti, encajan excelentemente. " No se equivocó, encajamos excelentemente.
—¿Qué tal estás, Romanoff?—Dijo mi hermano plantando un beso en la mejilla de la pelirroja.
—Cada día con menos vista. Tu hermana me ha regañado, quiere llevarme al ojologo.—Dijo ella.
—¡No la lleves allí, son crueles!—Dijo Pietro quien usa lentes de contacto.
—Se dice oftalmólogo.—Corregí.
—Ojologo suena mejor.—Dijo Natasha.
—Sí. ¿Qué es eso de ofta–Algo?—Preguntó Pietro.—¿Qué te revisan? El ojo.
—Concuerdo con el gay y la lesbiana.—Dijo papá.
—Excelente. Tenemos más letras de la comunidad que neuronas en ésta casa.—Dije yo caminando escaleras arriba para llamar a Lorna.
—Ya lo había notado.—Dijo Charles.
[•••]
Natasha.
Erik, Pietro y yo bromeabamos sobre Charles quedándose calvo próximamente, Lorna, Wanda y Charles nos observaban en silencio como cuestionando nuestra capacidad intelectual.
Soy bastante inteligente, por lo que no me ofende. Es más... Me genera risa que Wanda lo haga, ya que una vez nos sometimos a tests de inteligencia y mi coeficiente intelectual es más alto que el suyo. ¡Aunque no lo parezca!
—¿Por qué nos juzgan? Envidiosos.—Dijo Pietro. Lorna enarcó una ceja.
—Analizamos que tanta estupidez puede caber dentro del ser humano.—Murmuró la muchacha.
—¿Y quién ganó?—Pregunté sonriente.
Erik y Pietro comenzaron a reír.
—Erik.—Contestó Charles y la sonrisa de mi suegro se borró.
—Uy, papá suegrito. Hay problemas en el paraíso.—Dije con una sonrisa burlona. Mi suegro giró los ojos y Wanda pateó suavemente mi pierna bajo la mesa.
Enarqué una ceja y la vi observando a otro lado. Quizá se le fue. Luego su pie acarició mi pierna y subió sobre mi muslo. Oh, ya entiendo. Ella está jugando sucio.
Levanté mi pierna e hice lo mismo mientras apartaba la mirada. Que extraño, juraría que Wanda traía un vestido. Levanté la mirada y me encontré con la mirada inquisitiva de Charles.
—Nat.—Susurró mientras todos desviaban la conversación a algo más.—Esa es mi pierna. No la de mi hija.
Quité rápidamente mi pie enrojecida.
—¡Lo siento, ella comenzó!—Dije rápidamente. —Mierda. En serio lo siento. Charles le restó importancia, creo que ya acostumbrado a la extraña familia que tiene.
Observé con furia a Wanda quien sonreía habiendo oído la conversación y fingiendo demencia. Es una tonta.
—Nat y yo tenemos una noticia que darles.—Dijo tomando mi mano. ¿Cuál noticia? ¿Pretende dejarme en ridículo otra vez? —Dilo, Nat.
Joder. ¿Cuál noticia?
—Eh.—Partí yo nerviosa.— Me he comprado tres videojuegos nuevos ayer y los acabé en la madrugada.—Dije con orgullo.
—¡Felicidades!—Dijo Lorna quien era una maníaca de las consolas.—¿Cuándo aceptarás jugar una partida de fifa conmigo?—Preguntó y me encogí de hombros.
—Me das miedo.—Admití.
—¡No era eso, Nat!—Dijo ella rápidamente. —Los niños.
Oh. ¡Oh! Claro. Los niños que no pudimos robar, esos niños. Grandioso.
—Ah, sí. Hemos ďecidido comprar niños de forma temporal.—Dije yo y Wanda escondió su rostro entre sus manos.
—¡No son comprados, Natasha!
—¡Es igual!
—Joder.
—¡¿Nietos?!—Dijo Charles tomando una servilleta para sollozar contra ella. Oh, joder.—¡¿Me darán nietos?!
—Eh, algo así. Por unos meses, ya sabe. No es que nos quedaremos con ellos o algo, simplemente queremos... Ayudar.—Dije yo y Charles se levantó emocionado a abrazar a su hija quien lo recibió con mucho amor y una sonrisa adorable. Ambos se mantuvieron en un cálido abrazo mientras Erik bebía una copa de vino tras otra bastante sorprendido por la noticia.
—¿Todo bien, papá?—Preguntó Wanda y Erik asintió.
—Felicita a nuestras niñas, Erik.—Dijo Charles.
—Felicidades. Me han tomado por sorpresa, por supuesto que estoy feliz por ambas.
Se levantó para abrazarnos y la reunión prosiguió con felicitaciones y charlas sobre los pequeños.
Y es que realmente me emociona tener a esos pequeños granujas en casa, conocerlos y ver si les gusta su habitación, es lo más importante.
[•••]
Llegando a casa Wanda decidió que era buena idea ver alguna película. Concordé con la idea.
—Creo que se lo han tomado bien. ¿No lo crees?—Pregunté y ella asintió dejando un poco de vino en la mesa de centro acompañado de un poco de queso y maní.—Es decir, Lorna me ha dicho que ella puede acompañar a Max a comprar algo de ropa, ya sabes... Tu trabajas y yo... No entiendo mucho de la moda femenina actual.—Dije señalando mi camisa negra y mis jeans viejos.
—Debemos comprarte ropa, amor. Podemos ir con ella.—Dijo Wanda.
—Uhm... Bueno, debemos ir también a comprarme gafas nuevas.
—Realizarte un examen, amor. Luego de eso, iremos a firmar los papeles, buscaremos a los niños, y podríamos adaptarlos a la casa, ¿te parece?—Preguntó y me senté a su lado dejando caer mis pantalones.—Y nada de estar en ropa interior por la casa desde mañana.—Murmuró Wanda. Hice un puchero.
—Ya, ya sé. Acepto tu plan.—Dije acomodando mi boxer para subir al sofá junto a mi esposa.—¿Me acaricias la espalda?—Pregunté quitándome la camiseta.
Ella asintió.
Me recosté dejando mi cabeza en su regazo.
—No entiendo como criar niños, pero sé que será fácil a tu lado. ¿No crees?—Pregunté yo y Wanda hundió su mano en mi cuero cabelludo. Sentí sus caricias bajar por mi espalda y volver a mi cabello.
—Claro, haremos un buen trabajo. Los conocimos y ellos son...
—Todos menos Max.—Confesé. Y no es que la niña me desagrade, es que sé que nosotras no le agradamos.—No le caímos bien.
—Intenta cuidar de sus hermanos no es un crimen, entiendo que ella se siente de aquella forma, y entiendo que quizá cree que vamos a quitarle algo suyo, algo que es sólo de ella y...
—No es justo. Es decir, queremos cuidarlos. Queremos ayudarla y...
—Es una adolescente, Nat. Debemos comprenderla, no intentar que ella nos comprenda a nosotras.
Asentí lentamente mientras Wanda seguía masajeando mi espalda. Mi esposa siempre tiene la razón y más cuando me masajea la espalda, no podría decirle que no si tiene unas manos tan dulces y buenas. Siempre sabe donde tocarme. En un buen sentido de la palabra.
—Me estás babeando la pierna.—Se quejó Wanda y noté que mi boca estaba abierta.
—Uh, es verdad. Tengo sueño, un poco.—Admití y dejé caer mi nuca en sus muslos para observarla.
—No me veo para nada atractiva desde abajo.
Sonreí. Cuando estoy entre sus piernas, siempre es atractiva.
—Discrepo.—Murmuré y ella giró los ojos dándose cuenta de lo que hablaba. —Eres muy sexy desde abajo.
—¿Ah, sí?—Preguntó con un tono sugerente. Asentí lentamente y me levanté para besarla. Wanda definitivamente es sexy por donde la vea.
—Me gustas, y ahora que serás toda una milf, mucho más.
Ella comenzó a reír y me apartó.
—Ve a dormirte, Natasha.—Bromeó y elegí una película cualquiera. De todas formas sé que me quedaré dormida en su regazo y ella verá la película sola.
Parte de nuestro matrimonio tan agradable es que, ella entiende que me gusta dormir, y yo entiendo que a ella le gusta que la acompañe, no importa si solo estoy durmiendo.
—Ven aquí.—Murmuró recostándose en el sofá. Me recosté sobre ella y no me gustó.
—No. Tú, ven aquí.—Dije empujándola fuera del sofá. Ella cayó en la alfombra mientras yo me acomodaba mejor. Me miró molesta y le sonreí.—Sobre mí.
Se recostó sobre mi cuerpo y acomodó su cabeza contra mi pecho mientras yo me dedicaba a acariciar su cabello. Cerré los ojos y ella se giró para ver la película.
—Te amo.—Susurré.
—Yo a ti, Bob.—Murmuró.
—Tal vez podría hacer una remodelación en el bar.
—Debemos quitar el bar, o al menos quitar el alcohol para mañana.
—Son grandes, no lo tocarán. Basta con decir que no.—Dije rápidamente.
—Nat, no. Promete que lo quitarás. Llévalo al ático.
—¿Y qué pretendes que haga? ¿Mezclas con leche?—Dije con sarcasmo.
—Pretendo que...—Se giró para verme.—Hagas lo que te pido... y yo te haré muy feliz...—Dijo bajando su mano hasta mi entrepierna. Sentí su dedo del medio deslizarse entre mis pliegues y me tensé.—Lo juro.
—Sí, señora.—Dije rápidamente sintiéndo su mano acariciarme.—¿Y la película?—Susurré.
—¿Qué importa la película?—Susurró ella mientras sus dedos me acariciaban de forma lenta.
Solté un gemido ronco.
—A mi no me importa.—Admití bajando mis manos por su espalda antes de besarla sintiendo como entraba en mi con sus dedos.
Cerré los ojos y sonreí mientras la sentía besar mi cuello.
Desde mañana, no más sexo en el sofá. ¿Es muy tarde para regresar nuestro pedido?
Nota de autor:
Hola, la playlist de este fanfic ya está en mi perfil de spotify!
—Codi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top