26. Jack.
Wanda.
Natasha tomó mis muslos mientras yo bostezaba. La sentí dejar un beso suave en mi cuello, la molestia era más fuerte que yo, definitivamente sigo bastante enojada, pero sé que no es su culpa. Yo debí encariñarme menos, definitivamente debí encariñarme menos de todos ellos.
—No tengo ganas.—Murmuré y me puse en pie. La sentí suspirar y darse media vuelta.—Llevaré a Max al doctor, y luego iré a casa de papá, debemos organizar la fiesta, Lorna quiere que lleve a Jean, ¿me llevo a Jack también para que descanses?—Pregunté y ella no contestó. Me puse en pie y me metí al baño.
No me gusta sentirme de ésta forma. No me gusta sentir que estamos distanciadas todo el tiempo, sólo me gustaría que ella entendiera que... Intento hacer lo mejor, pero no puede actuar como si realmente nada ocurriera, porque las cosas pasan, y yo estoy sintiéndome miserable pensando en que pronto los niños tendrán que irse de aquí, incluso si aún no llegan los padres interesados, no va a tardar mucho para que eso suceda, tengo una corazonada que no me gusta para nada.
Sentí unos golpeteos en la puerta.
—Adelante.—Dije colgando mi bata en la entrada. Ella abrió la puerta y cerró tras de sí misma, se acercó hasta mi espalda, tomó mi cintura y se pegó todo lo que pudo a mí, dejé ir un suspiro sabiendo que me entristecía.
—Lo lamento...—Susurró.—No sé de que otra forma disculparme, no me comporté como debía, mucho más sabiendo que fue mi idea adoptarlos, pero Wanda, esta soy yo, estoy intentando, dame la oportunidad de demostrarlo...—Susurré.
—Sí, cariño... Está bien.—Murmuré acariciando su cabello y besando su mejilla. Ella pasó por delante mío y me besó. Cerré los ojos pasando mis brazos por su cuello, sentí sus manos tomar mis muslos, me subió sobre la encimera en donde dejaba mis productos faciales y algunos cayeron al suelo.—Natasha.
—Mierda, lo siento. Te compraré los mismos.—Susurró comenzando a besar mi cuello. Tomé los bordes de su camiseta y me decidí por quitarla rápidamente. Mi esposa sonrió mientras soltaba mi sujetador y yo separaba las piernas para ayudarla con mi ropa interior.—¿Ahora quieres? ¿Puedo?—Preguntó y asentí.—Voy a compensarte todo, cariño... Te haré sentir bien...
—Más vale...—Susurré sintiendo su boca acercarse a mi sexo. Cerré los ojos y dejé que mi nuca se pegara en nuestro espejo.
Joder.
[•••]
Natasha.
Wanda y yo bajamos entre risas y empujones, nos encontramos con Max y sus hermanos desayunando.
—¿Y ustedes?—Pregunté.
—Tener hambre. Max cocinar.—Respondió Jean.
—Oh, bien.—Dije caminando a la cafetera.—¿Quieres algo, cielo?—Pregunté a mi esposa y ella negó.
—No, comeré donde papá, Bob.—Murmuré y sonreí pensando en que los niños son tres, igual que los minions y Jean tiene su parecido a Bob.—Te amo. Max, cariño, te espero en el auto.
Mi esposa me besó y tomó a Jean.
—¡Comida!—Se quejó la pequeña y tomé algo de cereal, lo puse en un recipiente con tapa y se lo di.
—Tranquila, Bob junior. Aquí tienes.—Murmuré. Mi esposa me dedicó una sonrisa y volvió a besarme antes de ir al refrigerador, tomar un jugo para la pequeña y alejarse.
—¡Adiós, Jack, adiós, Natasha!—Se despidió Max con una sonrisa.
—¡Adiós, Max!—Dije sonriente. Me senté delante de Jack y el pequeño me observó en silencio mientras acababa su cereal con leche.—Sólo somos tú y yo hoy, hombrecito. ¿Feliz?—Pregunté y él apartó la mirada de mí para volver a su cereal.
—Me gustan los peces.—Murmuró. Asentí.—¿Y a ti?
—Mucho, cariño. ¿Qué quieres hacer hoy? ¿Ver nemo?—Pregunté y él asintió.—Bien, ¿ya te duchaste?
—Sí, ajá, fue tempranísimo.
—Grandioso, supongo que estaría bien que yo prepare algo para que veamos la película. ¿Te parece en una hora y media?—Pregunté y él asintió.
—Me duele la pancita.—Dijo bajando de su silla y corriendo al baño.
Oh, pobrecillo.
Me levanté, lavé los platos y me encargué de limpiar la cocina mientras que Jack hacía lo suyo, sin embargo se estaba tardando más de lo que debía, comencé a preocuparme y fui hasta su habitación, lo encontré sobre su cama llorando en silencio y sosteniendo su abdomen.
—Hombrecito, ¿estás bien?—Pregunté y él negó.
—Duele muchísimo. Aquí.—Señaló su abdomen.
—Te llevaré al médico, uh, ven aquí.—Lo tomé en brazos y él se quejó, me asusté tanto que corrí hasta la camioneta que Clint me prestó, la mía sigue en el taller. Subí a Jack, le puse el cinturón de seguridad y comencé a conducir hasta el hospital. —Estarás bien, hombrecito, te lo juro, estarás bien, lo juro.
—¡Duele un montón!
—Ya, cariño, te prometo que pasará, me encargaré de que sea rápido.
Bajamos del auto con él aferrado a mi cuello, corrí dentro del hospital y llegué a la zona de pequeños, vi a la recepcionista.
—Hola, soy Natasha Romanoff, él es Jack, le duele el abdomen, no deja de llorar, él realmente necesita que lo vean pronto.—Dije rápidamente.
—¿Cuándo comenzó el dolor?
—Hace unos... Treinta minutos, quizá cuarenta, no lo sé, me tardé veinte minutos en venir, soy mala en las cuentas.—Dije nerviosa mientras mi hombrecito se mantenía aferrado a mí. —Ya, cariño...
—¿Síntomas?
—Dolor de estómago, ya se lo he dicho. Sólo eso, dolor de estómago. Le duele mucho, ¿pueden verlo?
—¿Presentó vómitos?
—No, nada de eso, ¿vomitaste, Jack?
—No.—Sollozó y cerró los ojos quejándose.
Mierda.
—¿Pueden verlo ya? Está muy mal.
—Lo llamarán, debe esperar en...
—No, no puede esperar. Él necesita que le atiendan, ¿no ve como se siente? Joder. ¡Que está mal!—Me quejé golpeando el mesón. Pasó un doctor y lo llamé, él se acercó.—Señor, necesito que lo revisen, él es Jack, tiene una resistencia al dolor bastante alta, por alguna razón su abdomen le duele muchísimo, me preocupa. Quiero saber si ocurre algo malo, sólo necesito estar tranquila, ¿puede ayudarme con eso?—Pregunté y el me vio tan acomplejada que creo que se compadeció.
—¿Irina, hay más pacientes?—Preguntó y ella observó los asientos vacíos.—No realmente.
—¿Por qué no haz llamado? El pequeño está desesperado.—La regañó el doctor.—Bien, señorita. —Me observó y llamó a dos enfermeros que venían con una camilla.—Lo llevaremos a revisarlo.
—Debo ir con él.
—No tenemos permitido el ingreso de más personas en la sala de revisión a no ser que el paciente sea menos de diez años.
—Sólo tiene diez.
—Lo siento, las reglas...
—Es autista, él tendrá miedo, no voy a someterlo a ésto, quiero que lo revisen y estar a su lado. Es mi hijo, por favor.—Supliqué.
—Mami...—Sollozó el pequeño y acaricié su espalda.
—Bien, vendrá con nosotros. Recuestelo.
Lo dejé en la camilla a duras penas, Jack no quería separarse de mí, ni yo de él sinceramente.
Tengo miedo. Él tiene que estar bien.
[•••]
Wanda.
—¿Puedes creerlo? No tendrás que hormonarte de esa forma, no por ahora.—Dije con una sonrisa mientras Max y yo comíamos. Jean bebía de su jugo de frutas. Decidimos pasar a comer a un sitio cualquiera antes de ir donde papá.
—Jamás pensé que me habían diagnosticado mal lo de la anemia... Estoy feliz de que todo estuviese bien, no tengo nada...—Dijo ella con una sonrisa.—Gracias... Mamá Wanda.—Murmuró.
La observé fijamente mientras una sonrisa comenzaba a creer en mis labios. Ella acaba de llamarme mamá Wanda.
—Corazón mamá.—Murmuró Jean quien peleaba con su vaso. La ayudé para beber mejor sin borrar aquella sonrisa de mi rostro.
—No hay de que, cariño. Estoy feliz de poder ayudarlos, tú y tus hermanos le han dado un sentido diferente a mi vida, puedo jurartelo, no sé que habría sido de mí si jamás... Hubiesen aparecido ustedes.
Max se emocionó tanto que sus ojos e cristalizaron.
Oh.
[•••]
Natasha.
—¿Ya estás bien, hombrecito?—Pregunté al pequeño quien bebía sopa a mi lado. Él asintió.—¿Tu pancita?
—Ya no tengo gases.—Murmuró él y no pude evitar sonreír.—Ya tengo la pancita bien.
—Bien, hombrecito. Me alegra oír eso. Me asustaste mucho hace unas horas, creí que algo más ocurría, juro que...—Me quedé en silencio, él quería hablar.
—Me llamaste hijo. Me gusta ser tu hijo.—Dijo él y no contesté.—Eres una mamá asombrosa. Gracias por ser la mía.
Tragué saliva.
—No hay de que... ¿Quieres jugar?—Pregunté y él negó.—¿Y qué deseas hacer?
—Estar contigo me hace feliz.
Sonreí.
—También soy feliz estando contigo... Hijo...—Murmuré. Él me dedicó una sonrisa que me hizo sentir que absolutamente todo iba a estar completamente bien. Todo estará bien siempre que Jack me dedique una sonrisa.—¿Me sonreirías?
Él ampliamente enseñó sus dientes.
—Lindo.
—Gracias, los dientes son extraños, pero me gusta limpiarlos.—Murmuró.—¿No es raro tener huesos dentro de la boca? Es raro.
—No sé, cariño.—Dije comenzando a reír.
—¡Quiero ser odontologo!—Dijo emocionado y asentí.
—Serás el mejor.
[•••]
—¿Y cómo te fue?—Preguntó la terapeuta.
—Es una bruja.—Me quejé.—No sé como lo ha hecho, pero... Aquellos niños... Max y Jack...—Dejé ir un suspiro.—Ambos se clavaron en mi, no puedo explicarlo, ahora pienso en el momento de dejarlos ir y me duele tanto que simplemente...—Suspiré.—Yo estaba segura de ésto, ¿qué ha hecho?
—¿Yo?—Preguntó ella con una sonrisa.—Nada, Natasha. Lo haz hecho tú sola.
—Está mintiendo. Creame que si yo pudiese evitar sentirme de ésta forma, lo haría. No entiendo que me hizo, pero devuélvame a lo que era.
Ella comenzó a reír. ¡No le veo la gracia, sinceramente!
—No le veo la gracia.
—Natasha, yo no te he hecho absolutamente nada, he desbloqueado algo en ti que creías no tener. Se llama instinto materno.
—¡Bloqueelo otra vez!—Me quejé y ella siguió riendo.—¡Señorita!
—Natasha, cariño. Me sorprende tu reacción. Creí que tendrías menos miedo a sentir.
—¿Sentir qué?
—Me pregunto lo mismo. ¿Cómo te sentiste con ellos? Una palabra, sabes cual es.
—Como una madre.—Susurré.
—Exacto. Una mamá. ¿Tan mal estuvo ser lo que te faltó? Dijiste que no te importaba no haber tenido madre, recuerdo que querías que fuese importante para ellos, alguien que los quiera...
—Ya, pero...
—¿No crees encajar en ese perfil que pedías para ellos?
—¿Acaso quiere que salga de la terapia queriendo bebés? Me está lavando el cerebro, yo no soy ésto, quiero que por favor deje de manipularme, yo no haré nada de ésto si puedo evitarlo, no deseo tener hijos, tengo un cachorro, es suficiente para mi, y tengo una esposa que me ama, no quiero agrandar mi casa por unos niños que no conozco de nada. Quise ayudar, eso es todo, ésto que hace debería ser un delito, intenta manipularme así.
Ella negó levemente.
—Creí que habíamos avanzado. Ya veo que no.
—¿Avanzar en la hipnosis que me realizó?—Insistí. Odio estar aquí. No necesito terapia.
—Avanzar en torno a tus temores, Natasha. Le temes a ser la madre que te hizo falta, le temes al propósito por el que adoptaste a éstos niños, temes amarlos y tener que estar para ellos, aunque sospecho que temes más aceptar que ya los amas y harías lo que sea por ellos.
Tragué saliva.
—¿Tan difícil es aceptarlo y asumir que eres el perfil de madre que deseas que cuide de ellos? No lo entiendo.
—Ya, es que si usted no entiende, no sé para que vengo.—Me quejé ansiosa. —¿Cuál es el punto de ésto? ¿Qué sigue? ¿Terapia de shock en donde me obligan a beber orina con color a cerveza?
Ella hizo una mueca de disgusto.
—No, Natasha. Yo estoy aquí para ayudarte, soy terapeuta de familia, trato aquellos temas como los tuyos.
—Mi esposa no me dijo que vendría aquí, creí que iría con un profesional calificado.
Ella sonrió.
—Lo estoy, era su deber traerte aquí, están bajo un programa de adopción temporal, a los estudios o análisis que se sometan, siempre serán supervisador bajo los programas de familia.
Joder.
—Bien.
—Ya hablamos de Max, hablamos de Jack... Hablemos de Jean.
Natasha querer morir.
Nota de autor:
¿Ya les comenté que éste fanfic acaba en el cap 35?
—Codi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top